jueves, 31 de diciembre de 2009

domingo, 27 de diciembre de 2009

ICONOGRAFÍA DE UN REY-NIÑO IX

Al igual que en el retrato que Juan Bautista Martínez de Mazo realizó de la reina regente doña Mariana de Austria (National Gallery de Londres), ya comentado en una anterior entrada de este blog (1), también en el retrato que de la emperatriz Margarita Teresa realizó en 1666 podemos observar al pequeño Carlos II en una escena de fondo, utilizando para ello el recurso al rompimiento lateral a sala contigua como cuadro dentro del cuadro.

El lienzo muestra a los protagonistas de esa viñeta complementaria que, sin embargo, incluye al personaje principal de la obra (Carlos II como cita legitimadora del que ocupa el primer plano, en este caso la emperatriz-infanta Margarita Teresa) en una pose formal (2), mirando al espectador, hecho que contrasta con la espontaneidad de la escena "complementaria" del retrato de Mariana de Austria en el que se puede ver como se ofrece un búcaro de agua al Rey por parte de una azafata.

La común referencia al grupo o escena de corte como al marco físico del centro del poder, el Alcázar, acusar el desplazamiento de la ya insatisfactoria contención hispánica hacia modos más acordes con las exigencias internacionales de representación regia.


** Aunque aún no he conseguido disponer de la imagen, me gustaría también tratar en este blog un retrato que puede que sea también de Martínez del mazo, y pintado a fines de 1665, de Carlos II niño (Royal British Collections) que constituye una representación no sólo áulica o de aparato, sino también alegórica, pues un león aparece a la izquierda del monarca, que está de pie, llevando manto y sombrero, y apoyando el cetro sobre una mesa donde descansa la corona. Tras la fiera surge el curioso motivo del trono vacío, y vuelto respecto del personaje, que expresaría el reciente fallecimiento del padre y antecesor, Felipe IV, enlazando también con todo un discurso iconográfico de la más compleja enjundia seguramente ajeno a las intenciones del artista.



(2) Se puede observar a Carlos II con faldón negro, valona blanca y el Toisón sobre el pecho, además lleva el pelo suelto y no recogido como en el retrato de Mariana de Austria.


Fuente principal:

* Sancho, José Luis y Souto, José Luis: "El arte regio y la imagen del soberano" en "Carlos II. El rey y su entorno cortesano". Centro de Estudios de Europa Hispánica. Madrid, 2009

EL PRÍNCIPE CARLOS DEL MUSÉES ROYAUX DES BEAUX-ARTS DE BRUSELAS Y EL PRÍNCIPE FELIPE PRÓSPERO DEL KUNSTHISTORISCHES MUSEUM DE VIENA



Con esta entrada solo quería resaltar el gran parecido que ambos cuadros presentan. Es muy probable que David Teniers III tomara como modelo el retrato que Velázquez realizó del príncipe Felipe Próspero en 1659 (imagen inferior) para el realizar el del príncipe Carlos (II) aunque añadiendo elementos típicos del retrato flamenco.

sábado, 26 de diciembre de 2009

ICONOGRAFÍA DE UN REY-NIÑO VIII

La entrada de hoy está dedicada al retrato que David Teniers III realizó de Carlos II durante su estancia en la Corte de Madrid entre 1661 y 1663.

La obra, presente en el Musées royaux des Beaux-Arts de Bruselas, fue pintado hacia 1663 y nos presenta a Carlos, aún príncipe, de pie, con collar del Toisón, poniendo una mano sobre una mesa donde yacen cetro y corona, según pautas de representación aúlicas claramente ajenas a las del medio madrileño para consumo interior o propio.

Fuente principal:

* Sancho, José Luis y Souto, José Luis: "El arte regio y la imagen del soberano" en "Carlos II. El rey y su entorno cortesano". Centro de Estudios de Europa Hispánica. Madrid, 2009.

domingo, 20 de diciembre de 2009

LA FAMILIA DEL REY, LOS HERMANOS DE CARLOS II; MARGARITA TERESA DE AUSTRIA, INFANTA DE ESPAÑA Y EMPERATRIZ DE ALEMANIA (PARTE II)


Mientras Felipe IV retenía a Margarita Teresa ante un posible agravamiento del problema sucesorio, en Viena a Leopoldo I le urgía el casamiento con la joven infanta por tres razones: la necesidad de un heredero; asegurar su candidatura a heredar la Monarquía Hispánica en caso del fallecimiento de Carlos II, pues Luis XIV, su gran rival, había conseguido contraer nupcias con la primogénita de Felipe IV, lo cual le convertía en el máximo competidor en la cuestión sucesoria; y, finalmente, porque el matrimonio con la Infanta ayudaría a reavivar unas relaciones entre las dos ramas de la Casa de Austria que estaban sufriendo un ligero enfriamiento desde mediados del siglo XVII (1).

Cuando Mariana de Austria accedió a la regencia en septiembre de 1665 trasla muerte de su esposo, Leopoldo I y sus consejeros vieron en ella uno de los principales baluartes de la política exterior del Imperio por ser ésta hermana del emperador. Leopoldo pensó que con Marian
a en el poder se agilizarían los trámites de su matrimonio pero no fue así. El hecho de que Felipe IV no hubiera citado su compromiso con Margarita Teresa en su testamento, obligó al Emperador a desplegar todas las estrategias diplomáticas posibles para agilizar la salida de la Infanta de la corte madrileña con destino a Viena: además de su embajador ordinario, el conde de Pötting, Leopoldo envió a Madrid al Barón de Lisola como embajador extraordinario para negociar este asunto, al que se sumó el conde de Harrach como agente temporal en octubre de 1665.

Las razones aducidas desde Madrid para postergación de los desposorios entre el Emperador y la Infanta, fueron la urgencia en la solución de otros problemas más acuciantes en los inicios de la regencia, e incluso el descuido no intencionado de la Regente; sin embargo, la razón de fondo seguía siendo el problema sucesorio, había que esperar prudencialmente a que Carlos II diera indicios que certificaran su capacidad de supervivencia.

Finalmente, el matrimonio se celebró por poderes el 25 de abril de 1666 (Pascua) en la corte de Madrid representando al emperador el Duque de Medínaceli, en presencia del pequeño Carlos II y de la reina doña Mariana, con asistencia del conde de Pötting, embajador imperial, y de los Grandes de la Corte. La ya Emperatriz salió de Madrid el 28 de abril, llegando el 25 de noviembre a Schottwien, a doce leguas Viena, donde fue a buscarla el emperador. La entrada oficial en Viena tuvo lugar el 5 de diciembre. Los festejos que se celebraron en la capital austriaca con motivo del imperial matrimonio fueron de los más espléndidos de toda la época barroca (2).


Uno de los eventos más sobresalientes durante el reinado de Margarita Teresa fue el estreno de la ópera "Il pomo d'oro", del compositor italiano Antonio Cesti, en julio de 1668, como parte de las celebraciones por el matrimonio imperial. Esta suntuosa representación es comúnmente considerada como la culminación de la ópera barroca en Viena durante el siglo XVII.

La emperatriz Margarita falleció en Viena el 12 de marzo de 1673, a los 22 años de edad, a consecuencia del parto de su cuarta hija.

A Margarita Teresa solo la sobreviviría una hija, la archiduquesa María Antonia, futura esposa del duque elector de Baviera Maximiliano II Manuel. Ambos serían padres del príncipe Electoral José Fernando de Baviera, designado en 1696 como heredero de la Monarquía Hispánica por Carlos II, y cuya muerte traería como consecuencia la llegada de los Borbones al trono hispano y la posterior Guerra de Sucesión Española.


(1) Las relaciones entre las dos ramas de la Casa de Austria comenzaron a enfriarse tras la Paz de Westfalia de 1648, cuando el tradicional objetivo de defensa de la Cristiandad y apoyo a la familia dio paso a la razón de estado que desde entonces guió los pasos de las diferentes monarquías europeas.

(2) Para más información sobre los festejos véase: "Verdadera relación de la entrada y recibimiento que se hizo á la Sra. Emperatriz de Alemania, D. Margarita de Austria, en la ciudad de Viena, en cinco de Diciembre del año pasado de 1666", Granada, 1666.


Fuentes principales:

* Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "La sacralización de la dinastía en el pulpito de la Capilla Real en tiempos de Carlos II". Universidad Autónoma de Madrid, 2002.

* Oliván Santaliestra, Laura: "Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII". Universidad Complutense de Madrid, 2006.

* Polleross, Friedrich: Entre "majestas" y "modestas": sobre la representación del emperador Leopoldo I. Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior.

* Rodríguez Villa, Antonio: "Dos viajes regios (1679-1666)". Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 42 (1903), pp. 250-278.

* Rudolf, Karl & Opll, Ferdinand, España y Austria (Madrid: Ediciones Cátedra, 1997.
* Todarello, Nazzareno Luigi: "Le Arti della Scena. Lo spettacolo in Occidente da Eschilo al trionfo dell'opera".2006.


** Esta entrada está basada en un artículo que yo mismo escribí en Wikipedia hace poco tiempo.

*** Las imágenes son los retratos de la emperatriz Margarita Teresa y el emperador Leopoldo I on traje de teatro por Jan Thomas, Kunsthistorisches Museum de Viena, 1667.

viernes, 18 de diciembre de 2009

LA FAMILIA DEL REY, LOS HERMANOS DE CARLOS II; MARGARITA TERESA DE AUSTRIA, INFANTA DE ESPAÑA Y EMPERATRIZ DE ALEMANIA (PARTE I)

Margarita María Teresa de Austria (Madrid, 12 de julio de 1651 – Viena, 12 de marzo de 1673) , era hija de Felipe IV y de su segunda mujer, Mariana de Austria y, por tanto, hermana de Carlos II.

Ante la falta de un heredero varón, Margarita Teresa, al igual que su medio-hermana María Teresa , se convirtió en una valiosa pieza de la política de Estado. Ya en 1663 fue prometida a su tío, el emperador Leopoldo I, hermano de su madre Mariana de Austria (1). Años antes se había incluso rumoreado su posible enlace con su primo Luis XIV.

Tras la muerte de Felipe IV en septiembre de 1665, la reina Mariana de Austria quedaba como regente en nombre de Carlos II, que entonces contaba apenas con cuatro años de edad. La fragilidad de la regencia que el Rey legaba a la Monarquía tras su muerte obligó a éste a establecer en su testamento unas cláusulas que contemplaran todas las posibilidades de sucesión posibles (cláusulas 15 y 16). Según las mismas, la rama francesa quedaba completamente excluida de la herencia en virtud de la renuncia a sus derechos sucesorios por parte de la infanta MaríaTeresa tras su matrimonio con Luis XIV, acordado durante la Paz de los Pirineos (2). Es decir, en ningún momento Felipe IV contempló la posibilidad de que el monarca francés o sus herederos pudieran acceder a la sucesión de la Monarquía Hispánica en caso de muerte prematura de Carlos II. La herencia (en caso de muerte del rey-niño) recaería en los sucesores de la infanta Margarita Teresa, entonces prometida del emperador Leopoldo I, es decir, se seguía la lógica de la Casa de Austria de fidelidad a la familia y a la dinastía . La siguiente mujer destinada a continuar la línea sucesoria sería la hermana de Felipe IV, la emperatriz María, mujer del emperador Fernando III, la ya fallecida madre de Mariana de Austria, por lo que serían sus descendientes (Leopoldo I, o los hijos que éste pudiera tener con Margarita Teresa, pues se suponían que ésta iba a a renunciar también a sus derechos tras su matrimonio con el Emperador), los llamados a la sucesión.

La Casa de Austria debía recoger los derechos sucesorios en caso de muerte del rey carlos, tras los cuales estaba la Casa de Saboya que recibía su candidatura a través de una tía de Felipe IV, la infanta Catalina Micaela, hija de Felipe II, que se había casado con el duque Carlos Manuel I de Saboya; sus descendientes ostentarían la corona en caso del agotamiento de la candidatura de los Habsburgo austriacos. En definitiva, la sucesión francesa quedó descartada en el testamento de un Felipe IV fiel a la tradicional alianza entre las dos ramas de la Casa de Austria.

Los poderes sucesorios de Margarita Teresa plantearon diversas controversias en el seno de las discusiones políticas del Consejo de Estado y a pesar de su temprano compromiso con el Emperador, la Infanta no dejó de ser una candidata en potencia a la sucesión desde su nacimiento hasta su matrimonio (cuyas negociaciones fueron ralentizadas intencionadamente tanto por Felipe IV como por doña Mariana de Austria) (3) .

En 1657 nació el príncipe Felipe Próspero, que vivió sólo cuatro años, pues murió el 1 de noviembre de1661, planteando de nuevo la cuestión sucesoria. Francia, tras la muerte de este último, volvió la mirada hacia su reina María Teresa, hija primogénita de Felipe IV: si su hermana se casara con el Emperador y las renunciaciones de los Pirineos se consideraran nulas, la herencia podría recaer en los descendientes de Luis XIV. No obstante, este espejismo duró apenas cinco días pues el 6 de noviembre nacía el futuro Carlos II, circunstancia que abrió de nuevo las esperanzas de sucesión masculina para la Monarquía Hispánica. Sin embargo, la débil salud del niño hizo temer en no pocos momentos por su supervivencia, lo que hacía que las grandes cortes europeas tuviesen que jugar sus cartas ante una posible muerte prematura del heredero.

Por cuanto se refiere al matrimonio de María Teresa, éstea era un asunto de suma importancia para el futuro de la Monarquía, pues en el testamento de Felipe IV la herencia de las infantas era una facultad casi inalienable. El derecho castellano no excluía a las mujeres ni de la línea sucesoria ni de los derechos de heredabilidad y esta circunstancia tuvo importantes consecuencias en la formulación del testamento del Rey. No obstante y a pesar de todo, los derechos sucesorios primaban al varón sobre la mujer, por lo que el príncipe era quien heredaba el trono, mientras las infantas, unidas en matrimonio con otros monarcas o con el emperador, generalmente tenían que renunciar a estos derechos sucesorios que ostentaban casi en igualdad de condiciones con sus hermanos varones.

La principal candidata considerada por Felipe IV para heredar la Monarquía tras una posible prematura muerte de Carlos II, fue la infanta Margarita Teresa, destinada casi desde su nacimiento a casarse con el emperador. No obstante, el matrimonio de la infanta con Leopoldo I sufrió unas demoras inusitadas durante el reinado de Felipe IV. Las verdaderas razones de tal retraso no hacían sino responder a los entresijos de la política internacional del momento: una previsible minoría de edad complicada, la posible muerte prematura de un heredero universal, así como la lucha encarnizada de las grandes cortes europeas por la vastísima herencia territorial de la Monarquía Católica. Además, la conclusión de las nupcias con el emperador nunca fue algo seguro, sino que símplemente respondía a un línea tradicional de acción política que en ningún caso fue percibida desdeMadrid como una obligación ineludible; de hecho se llegó a pensar en casar a Margarita con Carlos II de Inglaterra con el fin de evitar que este monarca se desposara con Catalina de Braganza, princesa de la dinastía rebelde lusa de los Braganza que Felipe IV, en plena guerra con Portugal, se negaba a admitir entre las casas reales europeas.

El testamento de Felipe IV no hacía ninguna alusión al posible matrimonio de Margarita con Leopoldo I, lo cual, según Oliván Santaliestra, confirmaría el hecho de que el monarca dilató intencionadamente esta promesa nupcial con la esperanza de que, en caso de primera necesidad, su hija heredara el trono de la Monarquía. Por otra parte, Felipe IV, en la cláusula 21 de su testamento dejaba entrever que le podía suceder tanto un hijo como una hija: [...] para que como tal tutora del hijo o hija suyo y mío que me sucediera tenga todo el gobierno y regimiento de todos mis reinos en paz y en guerra hasta que el hijo o hija que me sucediera tenga catorce años cumplidos para gobernar [...] (3)

(1) El conde de Pötting fue enviado a la corte de Madrid para cumplir con las funciones de la embajada imperial en 1663, teniendo entre sus principales objetivos el conseguir la mano de la infanta para su señor Leopoldo I. El 6 de abril de 1663 se publicaron los esponsales, siendo firmadas las capitulaciones el 18 de diciembre de ese mismo año por el dicho conde de Pötting y por el duque de Medina de las Torres.

(2) Para más detalles léanse las anteriores entradas sobre la infanta María Teresa de Austria, reina de Francia.

(3) Se refiere a Mariana de Austrua. Cláusula 21 del Testamento de Felipe IV en la que se hace referencia a los poderes de la reina regente doña Mariana de Austria.


Fuentes principales:

* Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "La sacralización de la dinastía en el pulpito de la Capilla Real en tiempos de Carlos II". Universidad Autónoma de Madrid, 2002.

* Oliván Santaliestra, Laura: "Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII". Universidad Complutense de Madrid, 2006.

* Polleross, Friedrich: Entre "majestas" y "modestas": sobre la representación del emperador Leopoldo I. Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior.

* Rodríguez Villa, Antonio: "Dos viajes regios (1679-1666)". Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 42 (1903), pp. 250-278.

* Rudolf, Karl & Opll, Ferdinand, España y Austria (Madrid: Ediciones Cátedra, 1997.

** Esta entrada está basada en un artículo que yo mismo escribí en Wikipedia hace poco tiempo.

*** La imagen es un retrato de la infanta Margarita Teresa con traje de luto obra de Juan Bautista Martínez del Mazo,1666 (Museo del Prado de Madrid).