jueves, 24 de marzo de 2011

DON JUAN JOSÉ DE AUSTRIA, DE BARCELONA A BRUSELAS: OTRO GRAN VIAJE PRINCIPESCO

Entrada de don Juan José de Austria en Bruselas en 1656, atribuido a David Teniers III. The Wallace Collection, Londres.

Tras narrar el viaje del Cardenal-Infante don Fernando desde Barcelona a Bruselas para ocuparse del Gobierno de los Países en 1634, me parecía interesante, antes de seguir con su biografía, compararlo con el mismo viaje que su sobrino, don Juan José de Austria, realizó veinte años después para ocuparse también del cargo de gobernador general de los Países Bajos y así poder ver las diferencias y similitudes entre ambos:

Concluido su trienio como virrey de Cataluña, el 17 de febrero de 1656 (1) Felipe IV firmaba una orden por la cual don Juan José de Austria debía trasladarse a los Países Bajos para tomar posesión del cargo de gobernador general de aquellas provincias en sustitución del archiduque Leopoldo Guillermo, que ocupaba el puesto desde 1647.

El viaje se dispuso con una rapidez fuera de lo habitual. Se pretendía llegar a Flandes por territorios alemanes e italianos, ya que la situación bélica hacía poco recomendable un viaje por las costas galas o inglesas. Llama la atención que después de diez años de ausencia de la Corte al bastardo no se le autorizase a visitar a su padre y hermanastros. Es posible que la presencia de don Juan José en Madrid no fuese grata a Felipe IV ni a doña Mariana de Austria, aunque éste hubiese nacido mucho antes de que ella fuese la esposa del Rey. La salida del puerto de Barcelona se produjo en la noche del 4 de marzo de 1656 en dos galeras preparadas para la ocasión, la “San Juan” (donde iba él embarcado) y la “Santa Ágata”. Le acompañaban en esta ocasión un séquito muy reducido de personas: su gentilhombre de cámara, don Fernando Carrillo (más dos ayudas de cámara y tres criados menores), el Marqués de Sierra, gobernador de las armas de Cataluña, el Barón de Amatte y don Luis Poderico, entre otros.

La relación de todo lo acontecido ente viaje correspondió a don Pedro de la Mota Sarmiento, su cronista habitual (2). Al día siguiente de zarpar de Barcelona, llegaron al puerto de La Alcudia, en Mallorca, isla en la que se tuvieron que refugiar hasta el 8 de marzo por la tempestad que azotaba la mar. Una vez amainado el temporal, reemprendieron la travesía pero tuvieron que hacer frente a tres naves berberiscas que les atacaron y, aunque salieron victoriosos del enfrentamiento naval, se produjeron muchas bajas en la galera donde viajaba don Juan José. Aún así, este viaje constituyó un hecho memorable y cuando el hijo de Felipe IV consiguió llegar a Flandes se editó una relación apologética a su figura en este victorioso suceso, obra de Ernestus van Veen (3). En la portada se recoge un interesante y bello grabado anónimo. Bajo la leyenda “Extra Fumum et undam”, aparece retratado don Juan José de cuerpo entero vestido con armadura, sombrero de ala, cinto con espada y banda de general por la que asuma la cruz de ocho puntas de la Orden de San Juan de Malta, de la que era Gran Prior para los Reinos de Castilla y León. Coronado por las estrellas, figura con el brazo derecho alzado portando el caduceo o vara de Mercurio (atributo de la sabiduría y la prudencia) y con la otra mano sosteniendo un escudo con la efigie de la Medusa, al tiempo que apoya ligeramente el pie izquierdo sobre una bola del mundo y un remo (símbolo de la victoria naval). Don Juan José está representado en tierra contemplando un paisaje marino en tempestad (alusiva a la tormenta de Mallorca), en donde un bajel ha naufragado (el berberisco) y los otros dos hispanos surcan la mar. De estos últimos destaca especialmente la galera de Su Alteza, representada a modo de alegoría como una Fortuna de la navegación, puesto que en lugar de mástil figura una mujer que con gracioso gesto sujeta una vela. A pesar de esta gloriosa victoria, es destacable que a don Francisco Carrillo “le sacaron un ojo de un mosquetazo y parte de la nariz”, y entre las bajas producidas por el encuentro con los berberiscos destacó la de Giovan Francesco Serra, Marqués de Almendralejo, que “de un balazo en el estómago vivió pocas horas” (4) y falleció en los brazos de don Juan (5). El Marqués de Almendralejo había sido un destacado mecenas y coleccionista (6) que, después de participar en la Guerra de Cataluña reparando las fortificaciones de Gerona, había conseguido permiso para retirarse a Milán.

"De Fortuna Emblema ad Serenissimum Principem Ioannem Austriacum Belgij & Burgundiae Gubernatorem" de Ernestus van Veen. Bruselas, 1656.

Tras la confusión ocasionada por el encuentro con los piratas, se consiguió llegar, en una nave maltrecha y sin apenas agua, a Cerdeña el 11 de marzo (según otras fuentes el 13) y finalmente a Génova el 23 del mismo mes. La entrada de don Juan José al puerto italiano, así como la visita que hizo a las ciudades durante el resto del trayecto fue de incógnito o de “rebozo”, es decir, que pretendidamente quiso pasar desapercibido. Para ello vestía como un camarada de los nobles de su séquito, comía en hostales para no darse mayor publicidad y restringió completamente todo tipo de ceremonias o demostraciones públicas “porque los aprestos que el Rey de Francia hacía contra los Estados de Flandes no daban lugar a dilaciones algunas”. A pesar de todo, tuvo tiempo de visitar velozmente algunos parajes y monumentos destacados como la Cartuja de Pavía o, sobre todo, Milán, ciudad a la que llegó el 28 de marzo para recoger al Marqués de Caracena, don Luis de Benavides Carrillo de Toledo, gobernador de aquellos estados y uno de los militares más experimentados de la Monarquía, y llevarlo consigo a Flandes en calidad de gobernador de las armas en sustitución del Conde de Fuensaldaña, que había ejercido ese puesto durante el gobierno del archiduque Leopoldo Guillermo.

La estancia de don Juan José en Milán duró varios días y fue muy intensa porque visitó el Duomo, la casa del Cardenal Trivulzio “que vivamente deseaba que Su alteza honrase su casa” y el Monasterio de San Ambrosio. Pero, sin duda, debió de representar para Su Alteza una gran experiencia en su relación con las artes y las letras la visita que realizó en esta ciudad a la casa del celebérrimo coleccionista y bibliófilo Manfredo Settala (7). A decir de don Pedro de la Mota la casa de Settala “es muy digna de ser vista”, y realmente no era para menos, ya que la misma adquirió fama internacional y fue visitada por grandes potentados de toda Europa puesto que consiguió formar no sólo un teatro de las maravillas sino un verdadero inventario enciclopédico y sistemático del mundo. La “casa-museo” se configuraba en varios sectores: la biblioteca, que se desarrollaba en tres estancias decoradas con los retratos de hombres ilustres, era singular por la rareza de los 610 manuscritos, los 9.290 libros y sobre todo las estampas, dibujos y los numerosos “disegni acquerellati” que reproducían algunos objetos de su impresionante colección. Estas salas comunicaban con la denominada “Galleria”, que estaba configurada con bellísimas estatuas, bajorrelieves, retratos, mosaicos, cuadros, medallas y otras muchas cosas eruditas y preciosas. Lo más destacado de la colección era el interés que demostró por las ciencias experimentales que se concentraban en las diversas salas con instrumentos de precisión y aparatos mecánicos, productos artesanales, instrumentos de música, armas y ballestas, repertorios etnográficos, fósiles animales y vegetales, además de minerales.

El viaje tenía que proseguir y así el 5 de abril don Juan José se encontraba ya en los parajes de San Antonio de Padua en tierras venecianas. Aunque iban muy apurados de tiempo, “Su Alteza, estaba anssiosso de ver ttal santuario y ajustando el tiempo que havía menester para llegar a Trento y el que tenía para ir y bolver por la porta, biendo que le sobrava no quiso perder la ocasión y así apeándose de los caballos…con sólo dos criados…corriendo toda la noche por el camino de Pesquera…se hallo el día seis por la tarde en Padua (a 20 millas de Venecia)”. El 7 de abril llegó a Venecia y se entrevistó con el embajador español, don Gaspar Tebes Tello de Guzmán, Marqués de la Fuente (8), el cual ya había alojado a Velázquez en sus dos viajes a Italia. Para este encuentro, tomó todo tipo de precauciones para no ser reconocido y por ello “desembarcó cerca de su casa y le envió avisar cómo le esperaba en la calle”. Según Maura y Gamazo, su segunda mujer, doña Ana Portocarrero, Marquesa viuda de Espinardo, era famosa por sus devaneos matrimoniales y parece que entonces mantuvo una relación con don Juan José.

El 10 de abril entró en los estados del Archiduque del Tirol y, pasando por Trento, llegó a Innsbrück cuatro días después. A las puertas de la ciudad le esperaba el archiduque Fernando Carlos, hombre sin grandes dotes de gobierno pero muy cultivado, que ejerció un importante mecenazgo artístico en su corte archiducal, convirtiéndola en una de las más refinadas de Europa. Fernando Carlos condujo a don Juan José a su Palacio de Ambras, donde le hospedó por espacio de tres días. Aquí fue agasajado por los archiduques y tuvo tiempo de descansar jugando a la pelota, su deporte favorito, presenciando en el teatro comedias espectaculares por sus tramoyas como “la comedia de Herón que fue cossa insigne mudándose todo el teatro en cinco diferentes formas, ejecutado con la grandeza que se deja entender”. El día 17 de abril se despidió de los archiduques pero no quiso dejar de hacer alguna señal de magnificencia y así mandó entregar diferentes regalos: “a un gentilhombre de su cámara que en lo que le avían servido estavan para ello le pareciesse algunas memorias como fue a la asistencia que havía siempre estado una joia de diamantes a dos jentiles hombres de la cámara que avían benido a servir la noche que llegó dos sortijas de diamantes, al cavallerizo maior que en las dos beces que comió en público con los Sereníssimos havían servido la copa una lanza de diamantes, a un ayuda de cámara que avía mandado fuesse a que le ttocasse el violín una sortija de diamantes ttodas de alta estimación y tamvién mando repartir entre la familia dos mill escudos de oro”.

El 20 de abril se llegó a Augsburgo y según don Pedro de la Mota don Juan José “se ocupó en ver las cassas insignes de aquella ciudad” (quizás una de ellas fuese la casa de los banqueros Fugger). Dos días después se embarcó en el Danubio y alcanzó Frankfurt el 27 de abril, permaneciendo en la ciudad un día a la espera del Marqués de Caracena. El 1 de mayo ya estaban en Colonia.

La llegada de Su Alteza a los Países Bajos se produjo el 9 de mayo de 1656. Don Juan José, al igual que ya lo hiciera el Cardenal-Infante, entró por la provincia de Güeldres, dirigiéndose a la plaza de Ruremonde, donde le esperaba el Conde de Fuensaldaña, gobernador de las armas del Ejército de Flandes, el cual le comunicó el deseo del archiduque Leopoldo Guillermo de verle en Monteagudo. Al día siguiente alcanzó el emblemático santuario mariano de Scherpenheuvel, más conocido como Monteagudo, que se trataba de una fundación de los archiduques Isabel Clara Eugenia y Alberto de Austria. Don Juan José oyó misa y mantuvo una entrevista secreta con su predecesor en el cargo de gobernador general. Seguidamente se dirigió a la ciudad universitaria de Lovaina, donde fue recibido por el Príncipe de Ligné y por el Príncipe de Condé y “de la ciudad insigne salieron a recibir a su Alteza el magistrado, la nobleza, escuelas y burgueses de aquella plaza con gran lucimiento”. Tras una breve visita a la ciudad le ofrecieron un espléndido banquete nocturno y le hicieron muchos festejos. Esta misma ciudad solicitaría tiempo después a don Juan José una importante ayuda económica para reparar las casas y el edificio del seminario de la ciudad y de la Facultad de Humanidades y Letras (9).

La entrada en Bruselas se produciría finalmente el 11 de mayo. Ésta careció de la solemnidad que se había desplegado para la de su predecesor Leopoldo Guillermo el 11 de abril de 1646, con la Grand Place y sus inmediaciones decoradas, así como la Rue au Beurre y la Colline plagadas de arcos triunfales. A decir de don Pedro de la Mota, “como ya era tarde para ir en público a Santa Gúdula (la catedral) fue en un coche para hacer oración de secreto”. Sin embargo, al día siguiente se celebraría una pequeña recepción oficial festiva “con la mayor ostentación y grandeza que pudieron y dio lugar la brevedad del tiempo” y de la que el propio don Juan José tuvo que ayudar económicamente tras recibir las solicitudes de la cofradía de músicos de la ciudad, entre otros (10). Desde entonces pasó a instalarse en el Palacio de Coudenberg, residencia habitual de los gobernadores generales de los Países Bajos.

Fuentes principales:

* Castilla Soto, Josefina: “Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV): su labor política y militar”. Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED, 1992.

* González Asenjo, Elvira: “Don Juan José de Austria y las Artes (1629-1679)”. Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico. Madrid, 2005.

* Ruiz Rodríguez, Ignacio: “Juan José de Austria en la Monarquía Hispánica: entre la política, el poder y la intriga”. 2008.

Notas:

(1) BNM, mss. 2384, fol. 395. Felipe IV ordena a su hijo el abandono del gobierno político y militar del Principado para marchar a Flandes.

(2) Mota Sarmiento, Pedro: “Relación del viaje de don Juan de Austria desde Cataluña a Flandes y feliz suceso que tuvo peleando con unas galeras de corsarios turcos”. BNM, mss. 1443, fol. 137-152.

(3) “De Fortuna Emblema ad Serenissimum Principem Ioannem Austriacum Belgij et Burgundiae Gubernatore”. Bruselas, 1656.

(4) En Mota Sarmiento, Pedro: “Relación del viaje de don Juan de Austria desde Cataluña a Flandes y feliz suceso que tuvo peleando con unas galeras de corsarios turcos”.

(5) Barrionuevo de Peralta, Jerónimo de: “Avisos 1654-58”. Madrid, 1968. Pag. 268.

(6) Giovan Francesco Serra, Marqués de Almendralejo (1609-1656), era un noble genovés, hijo de Girolamo Serra y Veronica Spinola. En 1616 quedó huér­fano y su tío Giovan Battista, embajador de la República de Génova en España, le trasladó a Madrid y pasó su adolescencia cerca de la ­Corte. En 1622 su tío le compró el feudo de Cassano en Calabria. En 1625 participó en el socorro de Génova y desde 1627 hasta 1635 residió en el reino de Nápoles; en 1633 casó con Maria Giovannetta Doria, hija del Duque de Tursi. El gobernador de Milán, Diego Mesía y Guzmán, Marqués de Leganés, le nombró maestre de campo y lo llamó a Milán; desde allí tomó parte en todas las campañas contra Francia en Piamonte y Lombardía desde 1638 hasta 1652. Enviado a España en el invierno de 1641-1642, obtuvo el Marquesado de Almendralejo y la llave de gentilhombre de la cámara del Rey. A finales de 1652 Felipe IV, que ya en 1646 le había nombrado maestre de campo general, le llamó a luchar en Cataluña en ayuda de don Juan José de Austria. En 1656 obtuvo el permiso de regresar a Milán, donde había dejado a su familia, con el cargo de gobernador de las armas; pero el 9 de marzo, al salir de la bahía de La Alcudia, las galeras que lo llevaban fueron atacadas por cuatro carabelas turcas y un balazo lo mató. Fuente: Museo del Prado.

(7) Scarabelli, P.F.: “Museo o Galeria adunata dal sapere e dalli studi del Sig. Canonico Manfredo Settala nobile milanese”. Tortona, 1677, pp. 268-271.

(8) Para saber más sobre su figura consultar Elliott, J.H.: “El conde duque de Olivares. El político en una época de decadencia”. Barcelona, 1986.

(9) Fechado el 29 de septiembre de 1657. AGRB, cc. Administrative, 387, fol. 90-92.

(10) AGS, Csr. Leg. 232. Bruselas, 30 de mayo de 1656.

18 comentarios:

  1. Majestad se nota que aprecia a su medio-hermano al mostrarnos esta completa e interesantísima entrada.
    De Felipe IV que decir, una vez que le ha reconocido como hijo, se nota que la presión de Mariana de Austria podía sobre su amor filial.
    Tremendas las heridas de Francisco Carrillo y del marqués de Almendralejo que le causó la muerte.

    Saludos.

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  2. Eduardo: la actitud de Felipe IV respecto a don Juan José fue siempre muy ambigua, primero le reconoce y luego le niega el título de infante y un puesto de mando en la Junta de Regencia de Carlos II...muchos dicen que temía su carácter ambicioso y que pudiese alzarse con la corona si moría sin descendencia o, una vez nacido Carlos II, si éste moría precozmente...nunca lo sabremos.

    Un saludo.

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  3. Un gran viaje sí, pero algo menos triunfal que el de don Fernando. Aunque en este he visto que don Juan José gustaba de conocer los lugares por los que pasaba, como un buen turista. Un saludo cordial.

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  4. Desdelaterraza: así es, pero los tiempos habían cambiado y había que ahorrar, las finanzas de la Monarquía no estaban para grandes fiestas.

    Un saludo.

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  5. Eso son viajes, y no los que hago, yo, sin tanta pompa ni boato, y a gastos pagados, je,je,je.
    Incluso visitar a Manfredo Settala,por los manuscritos y libros importantes que debían de haber,eso es todo un privilegio.
    Salud¡

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  6. Javier: la verdad es que era todo un privilegio viajar entre tanta pomposidad, pero no estaba exento como ves de peligros y además no había las comodidades de hoy.

    Un saludo.

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  7. Nuevamene, documentadísima entrada sobre ese viaje de Don Juan José de Austria a los Países Bajos, nombrado Gobernador, para intentar poner orden en las interminables guerras de Flandes, tras sus éxitos en Italia y Cataluña, donde esta vez no le acompañó la fortuna y sufrió una gran derrota en Dunquerque. Ya queda menos para su conmemoración. Feliz fin de semana, Carolvs.

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  8. Otro que viaja más que Marco en busca de su mamá, desde los Apeninos a los Andes. Pero esta vez con piratas berberiscos en medio del mar para complicar las cosas. Y qué padre más desnaturalizado, nunca mejor dicho, hacia su hijo natural el no querer verle a su llegada a Madrid, tal vez para que Mariana de Austria no se incomodara.
    Un saludo.

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  9. Impresionante y detalladísima su entrada, Carolus. Me da a mi que Felipe IV no quería tener muy cerca a su hijo bastardo, por lo que veo no dudó en mandarlo lejos en semejante aventura. Me pregunto si en el fondo no temía que Don Juan José estuviera más dotado que él para el gobierno o para sucederle... en fin, no quiero urgar entre los trapos sucios de su familia :-)

    Por cierto esos barcos que comenta, "San Juan" y "Santa Agata" leí en su momento que ambos participaron en la batalla de Cabo de Gata de 2 de septiembre de 1643, unos años antes de que prestaran servicio a Don Juan José. Encontré el enlace en esta fantástica página de historia naval http://www.todoababor.es/datos_docum/ord_ba_gata1643.htm

    Un cordial saludo.

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  10. Magnifica entrada, con la que me he sentido identificado un poquito más cuando amarraban las galeras en el puerto de Alcudia, plaza amurallada en el norte de Mallorca , mi isla.
    Le sigo leyendo.
    Saludos

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  11. Paco: veo que te estás informando sobre los éxitos militares de don Juan para la entrada del 382º aniversario ;)...así es en Flandes sufriría la gran derrota de Dunkerque (junto a la de Ameixal, las peores de su carrera militar), pero antes, como veremos pronto, obtuvo la gran victoria de Valenciennes, la última gran batalla ganada por los Tercios-

    Un abrazo.

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  12. Cayetano: Felipe IV pagaba con don Juan José (que no tenía culpa de nada) sus "pecados carnales" de juventud, veía reflejado en él aquellas alocadas salidas nocturnas por los putferios de la Villa y Corte.

    Un saludo.

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  13. Pedro: no cabe duda de que Felipe IV temía la ambición y la popularidad de su hijo, y más en esos momentos en los que faltaba la sucesión masculina y el bastardo podría obtar a ella.

    Muchas gracias por la información sobre las dos galeras, ahora me paso a leerla ;)

    Un abrazo.

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  14. Lorenzo: me alegro que te haya gustado la entrda y que te hayas sentido identificada con la misma ;)

    Un saludo.

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  15. ¡Qué bárbaro! Durante el viaje hubo de todo: desde comedias pasando por recepciones lujosas, homenajes, actos religiosos, visitas a casas- museo y un ataque berberisco. Y eso que don Juan José iba de "rebozo", de incógnito. Si lllega ir a cara descubierta el viaje hubiera durado el doble y aún el triple.

    Un beso

    P.D. Perdona por la tardanza pero este fin de semana he andado con actos del III Centenario de la Plaza de Toros. Está muy animado por Béjar por este concepto.

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  16. Carmen: la verdad es que sí, no le faltó de nada al viaje.

    NO te preocupes, ya me imagino que el 3º centenario de la plaza os está quitando mucho tiempo ;)

    Un beso.

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  17. Disfrutando como siempre de tu lectura, querido Alberto. Los viajes contados por ti se vivien. Me cuesta mucho llegar a todo últimamente, pero tus entradas son imprescindibles.

    Saiempre me han gustado los libros de viajes de otras épocas, escritos por personajes que murieron hace algunos siglos y...

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  18. Jordi: me alegra de que te haya gustado Jordi, desde luego los viajes de aquella época, en especial los principescos, tienen algo de romántico y de cuento.

    Un abrazo.

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