jueves, 9 de junio de 2011

La familia del Rey, los hermanos de Carlos II: el príncipe Baltasar Carlos

El príncipe don Baltasar Carlos por Velázquez (1639).

* Nota inicial: esta entrada está basada, con mejoras y correcciones, en el artículo que yo mismo escribí sobre el príncipe Baltasar Carlos en Wikipedia.


El príncipe don Baltasar Carlos nació en Madrid el 17 de octubre de 1629 (apenas unos meses después de que lo hiciera don Juan José de Austria). Era hijo Felipe IV y de su primera esposa, Isabel de Borbón, hija del rey Enrique IV de Francia. Fue bautizado el 4 de noviembre de 1629 en la madrileña Parroquia de San Juan (1). Los padrinos fueron la infanta doña María, reina de Hungría, y el infante don Carlos, tíos del recién nacido, a quien llevó en brazos doña Inés de Zúñiga y Velasco, Condesa-Duquesa de Olivares, esposa del todopoderoso valido del Rey, en una silla de cristal de roca, que se dice era la alhaja más preciosa que hasta entonces se hubiese visto (2). La propia Condesa de Olivares, que también era camarera mayor de la reina Isabel, ejerció como aya del Príncipe (3), lo que dio lugar a comentarios sobre el control que el Conde-Duque de Olivares ejercía sobre el heredero al trono.


El 7 de marzo de 1632 fue jurado ante la nobleza y las Cortes de Castilla como “Heredero de su Majestad” y “Príncipe destos Reinos de Castilla y León, i los demás de esta Corona a ellos sujetos, unidos, e incorporados, i pertenecientes” (4) en una ceremonia que tuvo lugar en el Monasterio de San Jerónimo el Real de Madrid (5).


Pronto se iniciaron gestiones diplomáticas encaminadas a buscarle una futura esposa. La elegida fue la archiduquesa Mariana de Austria, hija del emperador Fernando III y de su tía y madrina, la infanta María de Austria, y, por tanto, prima hermana suya (6).


Tras la revuelta catalana de 1640 Felipe IV trató de ganarse a los demás reinos de la Corona de Aragón con el objetivo de conseguir dinero y hombres para el nuevo frente de guerra. En primer lugar, Felipe IV hizo jurar a Baltasar Carlos en el Reino de Aragón, frontera del Principado de Cataluña (7). El juramento se realizó el 20 de agosto de 1645, cuando el Príncipe contaba con dieciséis años de edad, en La Seo de Zaragoza (8). Por su parte, el 13 de noviembre de ese mismo año, Baltasar Carlos fue jurado heredero por las Cortes de Valencia (9)


El príncipe don Baltasar Carlos por Juan Bautista Martínez del Mazo (h. 1646). Museo del Prado de Madrid.

En abril de 1646, deseoso Felipe IV de que su hijo fuese jurado también heredero por los navarros (10), se trasladó junto a éste a Pamplona, donde, después de reconocerse los fueros del Reino de Navarra, se celebró solemnemente aquella ceremonia el día 3 de mayo (11). Finalizado el acto, la familia real, se trasladó a Zaragoza. El día 5 de octubre, víspera del segundo aniversario de la muerte de la reina Isabel de Borbón, Felipe IV y Baltasar Carlos asistieron a las vísperas y nocturno en su memoria. Aquella misma tarde el Príncipe se sintió enfermo y al día siguiente, sábado 6 de octubre, tuvo que quedarse en cama mientras el Rey acudía al funeral. La enfermedad, viruelas (12), fue fulminante. Así, el martes 9 de octubre, a las ocho de mañana, el Arzobispo de Zaragoza, Juan Cebrián Pedro, le administraba el viático. Se dice que el Santísimo se expuso hasta las tres de la tarde, cuando se hizo una procesión general al Convento de Jesús, a donde se había llevado a la Virgen de Cogullada y se la trajo procesionalmente al altar de La Seo donde se rodeó de velas y oraciones (13). A las nueve de la noche de ese mismo día 9 de octubre de 1646, moría el príncipe Baltasar Carlos. Sus restos permanecieron en Zaragoza hasta la noche del 16 de octubre (14) cuando fueron trasladados al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.


La muerte del Príncipe dejó a Felipe IV sin un heredero varón directo, lo que ocasionó una grave crisis dinástica al quedar como única heredera al trono la infanta María Teresa (15). Este fatal suceso sumió al Rey en una profunda desazón como se observa en una carta escrita a su consejera espiritual, sor María Jesús de Ágreda:


Las oraciones no movieron el ánimo de Nuestro Señor por la salud de mi hijo que goza de su gloria. No le debió de convenir a él ni a nosotros otra cosa. Yo quedo en el estado que podéis juzgar, pues he perdido un solo hijo que tenía, tal que vos le visteis, que verdaderamente me alentaba mucho el verle en medio de todos mis cuidados [...] he ofrecido a Dios este golpe, que os confieso me tiene traspasado el corazón y en este

estado que no sé si es sueño o verdad lo que pasa por mí” (16).


Fuentes principales:


* Apraiz, Angel de: "Vista de Pamplona. Pintura de un aurresku atribuida a Velázquez".



* Arellano Ayuso, Ignacio y y García Valdés, Celsa Carmen: “El poema "Jura de el Serenísimo Príncipe don Baltasar Carlos", de Quevedo”. La Perinola: revista de investigación quevediana, 2001.


* Bouza Álvarez, Fernando Jesús: "La herencia portuguesa de Baltasar Carlos de Austria. El Directorio de fray António Brandúo para la educación del heredero de la monarquía católica".


* Elliott, John H.: "El Conde-Duque de Olivares : el político en una época de decadencia”. Crítica, 2004.


* Floristán Imízcoz, Alfredo:"Integración y renovación de un reino: Navarra en la Monarquía española (s.XVI-XVII)”. Militaria, revista de cultura militar, 2000.


* Gelabert, Juan.E.: “Castilla convulsa, 1631-1652”. Ediciones Marcial Pons, 2001.


* Gómez de Blas, Juan: "Relacion del iuramento de los Fueros de Aragon, que hizo el Serenissimo Principe D. Baltsar Carlos, en la Iglesia Metropolitana de la Ciudad de Zaragoça, en veynte de Agosto, de 1645." Sevilla, 1645.


* Guzmán, Bernardino: "Segunda y mas verdadera relacion del bautismo del Principe de España nuestro señor, Baltasar Carlos Domingo, con todos los nombres de los Caualleros, y titulos que yuan en el acompañamiento". Madrid, 1629.


* Hurtado de Mendoza, Antonio: "Convocación de las Cortes de Castilla y juramento del Príncipe, nuestro Señor D, Baltasar Carlos, primero de este nombre, año 1632".


* Maiso González, Jesús: “Baltasar Carlos y Zaragoza”. Cuadenor de investigación: geografía e historia, 1975.


* Oliván Santaliestra, Laura: "Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII". Universidad Complutense de Madrid, 2006.


* Orduña Portús, Pablo Miguel: "El juramento de fidelidad del príncipe Baltasar Carlos en Pamplona. Interpretación, estructura, imágenes, fin", Actas del V Congreso de Historia de Navarra. Pamplona, 2002.


* Sampedro Escolar, José Luis: "La numeración de los Príncipes de Asturias", Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, Madrid, 2004.




Notas:


(1) Guzmán, Bernardino de: “Segunda y mas verdadera relacion del bautismo del Principe de España nuestro señor, Baltasar Carlos Domingo, con todos los nombres de los Caualleros, y titulos que yuan en el acompañamiento”. Madrid, 1629.


(2) Maiso González, Jesús: “Baltasar Carlos y Zaragoza”, Cuadernos de investigación: Geografía e historia. Tomo 1, Fasc. 2, 1975. pag. 2.


(3) Gelabert, Juan E.: “Castilla convulsa, 1631-1652”. Marcial Pons, 2001. Pag.77.


(4) Íbidem pag.78. Además, es de reseñar que para cuando se celebró, en San Jerónimo, la Jura de Baltasar Carlos, se optó por denominarlo sencillamente como “Príncipe destos Reinos”, y no como Príncipe de Asturias, posiblemente como intento de homogeneizar la estructura de los antiguos reinos peninsulares, fin perseguido por el Conde-Duque de Olivares (Sampedro Escolar, José Luis: “La numeración de los Príncipes de Asturias”, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, Madrid, 2004).


(5) Hurtado de Mendoza, Antonio: “Convocación de las Cortes de Castilla y juramento del Príncipe, nuestro Señor D, Baltasar Carlos, primero de este nombre, año 1632”.


(6) Como es bien sabido, tras la muerte del joven príncipe en 1646, Mariana de Austria casaría con el padre de éste, el rey Felipe IV.


(7) Maiso González, Jesús: “Baltasar Carlos y Zaragoza”, p. 2.


(8) Gómez de Blas, Juan: “Relacion del iuramento de los Fueros de Aragon, que hizo el Serenissimo Principe D. Baltsar Carlos, en la Iglesia Metropolitana de la Ciudad de Zaragoça, en veynte de Agosto, de 1645”. Sevilla (1645)


(9) Boix, Vicente: “Apuntes históricos sobre los Fueros del antiguo Reino de Valencia” (1855) en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.


(10) Apraiz, Angel de: “Vista de Pamplona. Pintura de un aurresku atribuida a Velázquez”, p.2.


(11) “Juramento que hizo el serenissimo principe don Baltasar Carlos, principe natural heredero deste Reyno de Navarra nuestro señor por su persona, en presencia del rey don Felipe sexto su padre nuestro señor, en la iglesia catedral de esta ciudad de Pamplona. Y el que en sus reales presencias prestaron a S.A. los Tres Estados deste Reyno estando junto en sus Cortes generales el año 1646”. en “El corpus legislativo de Navarra en la etapa de los Austria (siglo XVI-XVII)” de Ostolaza Elizondo, María Isabel, p. 35.


(12) Véanse los pormenores de la enfermedad y muerte de Baltasar Carlos en “Relación de la enfermedad del Príncipe Nuestro Señor, escrita por el Padre Fray Juan Martínez, confesor de Su Majestad, para el Doctor Andrés de Uztarroz”. Zaragoza, 1646.


(13) “Muerte de príncipe de España" (1646) en “Baltasar Carlos y Zaragoza” de Jesús Maiso González, p. 4.


(14) Maiso González, Jesús: “Baltasar Carlos y Zaragoza” (pag.5).


(15) A pesar de que muchos autores han pasado por alto este hecho, la infanta María Teresa se convirtió, hasta el nacimiento del príncipe Felipe Próspero en 1657, en la heredera universal de la Monarquía Hispánica, ya que en los reinos españoles no existía la Ley Sálica que impedía reinar a las mujeres, como bien indica Laura Oliván Santaliestra en su tesis “Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII” (Universidad Complutense de Madrid, 2006). No obstante, María Teresa, presunta heredera durante años, no fue jamás Princesa de Asturias, por no ser jurada como tal, pese a las peticiones que se hicieron a su padre por parte de los procuradores castellanos, lo cual se comprueba consultando las actas de las reuniones de las Cortes de la época así como lo dicho por Barrionuevo en sus “Avisos”. El numerarla como Princesa de Asturias es un error del Padre Risco, quien escribió cien años después de los hechos narrados, siendo un cronista copiado unánimemente por los autores que han tratado sobre esta materia con posterioridad. El citado Padre Risco dice que la infanta doña María Teresa fue jurada en 1655, y, extrañamente, da toda clase de detalles acerca de una ceremonia que jamás tuvo lugar (Sampedro Escolar, José Luis: “La numeración de los Príncipes de Asturias”, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, Madrid, 2004. P. 5).


(16) Carta de Felipe IV a sor María de Ágreda de octubre de 1646, tomada de “Crisis de la hegemonía española, siglo XVII” de Suárez Fernández, Luis,;y Andrés Gallego, José.




18 comentarios:

  1. Terrible historia la de don Baltasar. El famoso cuadro de Velázquez me encanta y no es para menos, un guadarramista como yo siempre se admira de sus paisajes: se ve el frondoso bosque de El Pardo y si te fijas bien, se ve un pico emblemático: la Maliciosa. He leído a veces que estaba considerado un buen príncipe pero, al morir con 17 años, no se le puede juzgar. Si hubiese vivido, hubiese lidiado los duros tiempos de mediados del siglo XVII y el ocaso de la monarquía de los Habsburgo en Europa.
    Un triste historia la de su hermanastro Majestad.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. La muerte de este prícipe al menos no puede achacarse a la consanguinidad directamente, claro que una persona no tan consanguinizada (madre q palabro acabo de inventar) lo mismo hubiera tenido un sistema de defensa más fuerte para hacer frente a la enfermedad...

    ResponderEliminar
  3. Pobre príncipe. Cuánta gente se llevó por delante esa enfermedad. Y lo distinta que pudo haber sido la historia de España si él hubiera vivido.
    En cualquier caso, curioso nombre para un heredero, aunque no puede decirse que no fuera nombre de rey :)

    Feliz dia, monsieur

    Bisous

    ResponderEliminar
  4. Curioso que el resto de la familia no se contagiara de tan terrible enfermedad, dada su virulencia.

    ResponderEliminar
  5. Según dicen las malas lenguas, la enfermedad que se llevó al príncipe al otro barrio fue una venérea que pilló por Zaragoza con prostitutas en su iniciación sexual. De tal palo, tal astilla.
    Al quedarse sin heredero varón no tuvo más remedio que buscar otro. Esta vez tras casarse con la sobrina.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Es curioso que no tuviera los males de su hermano, aunque se le veía dispuesto, y con mejor porte que Carolvs. La viruela estaba a punto de recibir un golpe duro, pero no llegó a tiempo.
    Saludos Alberto¡¡¡

    ResponderEliminar
  7. Triste tragedia la de la familia de Felipe IV, pues en muy poco tiempo murió su esposa, Isabel de Borbón, y enseguida el unico hijo varón, el heredero, el principe, y de viruelas, enfermedad mortal entonces; al parecer, el principe apuntaba maneras como rey desde joven. En fin, tuvo que llegar más tarde su persona. Buen fin de semana, majestad.

    ResponderEliminar
  8. “No le debió convenir a Él ni a nosotros otra cosa” Frase, en boca de rey, bien evidente de la religiosidad del rey y en general de la sociedad de entonces, al resignarse no ante una enfermedad, sino ante el designio divino. Un saludo cordial.

    ResponderEliminar
  9. Juan: supongo que te refieres al retrato ecuestre de don Baltasar. Es habitual es los retratos campestres de Velázquez ver los parajes de la sierra de Guadarrama como bien dices. De haber reinado don Baltasar no me cabe duda que los Austrias no se hubiesen extinguido y que las guerras habrían sido más favorables pues era el príncipe de buena salud y gran formación.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  10. José Luis: recordemos que don Baltasar tenía unos niveles de consanguineidad mínimos pues era hijo de Felipe IV e Isabel de Borbón, dos familias que aún no se habían entrelazado...la viruela hacía estragos en aquellos tiempos.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  11. Madame: yo creo que de haber reinado lo habría hecho como Carlos II.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  12. Bwana: es muy probable que fuese recluido en una especie de cuarentena.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  13. Cayetano: ya has comentado el asunto en alguna que otra ocasión, lo investigaré porque la versión oficial habla de viruelas...aunque no dudo del gusto por las féminas de don Baltasar viendo el pieza que era su padre.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  14. Javier: eso era porque eran hermanos de padre pero no de madre. Don Baltasar era hijo de Isabel de Borbón, por lo que había ausencia de consanguineidad.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. Paco: creo que hubiese sido un buen rey, desde luego mejor que Carlos II y de mejor salud, además de haber podido concebir un heredero.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  16. Desdelaterraza: así es, una clara muestra de lo importancia de lo divino en la sociedad española del Barroco.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  17. ¿es verdad que al principito le gustaba capar gatos? Anécdotas similares he echado yo en falta en esta magnífica entrada sobre Baltasar Carlos y su infortunada vida. De todos modos no me hagas caso, porque me gusta un poco la prensa rosa y los dimes y diretes de reyes e infantes del pasado.

    Besos

    ResponderEliminar
  18. Carmen: me he ceñido a su "vida oficial" dejando de lado sus supuestas aficiones de todo tipo...aunque todo se podría tratar.

    Un beso.

    ResponderEliminar