Tras narrar el viaje del Cardenal-Infante don Fernando desde Barcelona a Bruselas para ocuparse del Gobierno de los Países en 1634, me parecía interesante, antes de seguir con su biografía, compararlo con el mismo viaje que su sobrino, don Juan José de Austria, realizó veinte años después para ocuparse también del cargo de gobernador general de los Países Bajos y así poder ver las diferencias y similitudes entre ambos:
Concluido su trienio como virrey de Cataluña, el 17 de febrero de 1656 (1) Felipe IV firmaba una orden por la cual don Juan José de Austria debía trasladarse a los Países Bajos para tomar posesión del cargo de gobernador general de aquellas provincias en sustitución del archiduque Leopoldo Guillermo, que ocupaba el puesto desde 1647.
El viaje se dispuso con una rapidez fuera de lo habitual. Se pretendía llegar a Flandes por territorios alemanes e italianos, ya que la situación bélica hacía poco recomendable un viaje por las costas galas o inglesas. Llama la atención que después de diez años de ausencia de
La relación de todo lo acontecido ente viaje correspondió a don Pedro de
Tras la confusión ocasionada por el encuentro con los piratas, se consiguió llegar, en una nave maltrecha y sin apenas agua, a Cerdeña el 11 de marzo (según otras fuentes el 13) y finalmente a Génova el 23 del mismo mes. La entrada de don Juan José al puerto italiano, así como la visita que hizo a las ciudades durante el resto del trayecto fue de incógnito o de “rebozo”, es decir, que pretendidamente quiso pasar desapercibido. Para ello vestía como un camarada de los nobles de su séquito, comía en hostales para no darse mayor publicidad y restringió completamente todo tipo de ceremonias o demostraciones públicas “porque los aprestos que el Rey de Francia hacía contra los Estados de Flandes no daban lugar a dilaciones algunas”. A pesar de todo, tuvo tiempo de visitar velozmente algunos parajes y monumentos destacados como
La estancia de don Juan José en Milán duró varios días y fue muy intensa porque visitó el Duomo, la casa del Cardenal Trivulzio “que vivamente deseaba que Su alteza honrase su casa” y el Monasterio de San Ambrosio. Pero, sin duda, debió de representar para Su Alteza una gran experiencia en su relación con las artes y las letras la visita que realizó en esta ciudad a la casa del celebérrimo coleccionista y bibliófilo Manfredo Settala (7). A decir de don Pedro de
El viaje tenía que proseguir y así el 5 de abril don Juan José se encontraba ya en los parajes de San Antonio de Padua en tierras venecianas. Aunque iban muy apurados de tiempo, “Su Alteza, estaba anssiosso de ver ttal santuario y ajustando el tiempo que havía menester para llegar a Trento y el que tenía para ir y bolver por la porta, biendo que le sobrava no quiso perder la ocasión y así apeándose de los caballos…con sólo dos criados…corriendo toda la noche por el camino de Pesquera…se hallo el día seis por la tarde en Padua (a
El 10 de abril entró en los estados del Archiduque del Tirol y, pasando por Trento, llegó a Innsbrück cuatro días después. A las puertas de la ciudad le esperaba el archiduque Fernando Carlos, hombre sin grandes dotes de gobierno pero muy cultivado, que ejerció un importante mecenazgo artístico en su corte archiducal, convirtiéndola en una de las más refinadas de Europa. Fernando Carlos condujo a don Juan José a su Palacio de Ambras, donde le hospedó por espacio de tres días. Aquí fue agasajado por los archiduques y tuvo tiempo de descansar jugando a la pelota, su deporte favorito, presenciando en el teatro comedias espectaculares por sus tramoyas como “la comedia de Herón que fue cossa insigne mudándose todo el teatro en cinco diferentes formas, ejecutado con la grandeza que se deja entender”. El día 17 de abril se despidió de los archiduques pero no quiso dejar de hacer alguna señal de magnificencia y así mandó entregar diferentes regalos: “a un gentilhombre de su cámara que en lo que le avían servido estavan para ello le pareciesse algunas memorias como fue a la asistencia que havía siempre estado una joia de diamantes a dos jentiles hombres de la cámara que avían benido a servir la noche que llegó dos sortijas de diamantes, al cavallerizo maior que en las dos beces que comió en público con los Sereníssimos havían servido la copa una lanza de diamantes, a un ayuda de cámara que avía mandado fuesse a que le ttocasse el violín una sortija de diamantes ttodas de alta estimación y tamvién mando repartir entre la familia dos mill escudos de oro”.
El 20 de abril se llegó a Augsburgo y según don Pedro de la Mota don Juan José “se ocupó en ver las cassas insignes de aquella ciudad” (quizás una de ellas fuese la casa de los banqueros Fugger). Dos días después se embarcó en el Danubio y alcanzó Frankfurt el 27 de abril, permaneciendo en la ciudad un día a la espera del Marqués de Caracena. El 1 de mayo ya estaban en Colonia.
La llegada de Su Alteza a los Países Bajos se produjo el 9 de mayo de 1656. Don Juan José, al igual que ya lo hiciera el Cardenal-Infante, entró por la provincia de Güeldres, dirigiéndose a la plaza de Ruremonde, donde le esperaba el Conde de Fuensaldaña, gobernador de las armas del Ejército de Flandes, el cual le comunicó el deseo del archiduque Leopoldo Guillermo de verle en Monteagudo. Al día siguiente alcanzó el emblemático santuario mariano de Scherpenheuvel, más conocido como Monteagudo, que se trataba de una fundación de los archiduques Isabel Clara Eugenia y Alberto de Austria. Don Juan José oyó misa y mantuvo una entrevista secreta con su predecesor en el cargo de gobernador general. Seguidamente se dirigió a la ciudad universitaria de Lovaina, donde fue recibido por el Príncipe de Ligné y por el Príncipe de Condé y “de la ciudad insigne salieron a recibir a su Alteza el magistrado, la nobleza, escuelas y burgueses de aquella plaza con gran lucimiento”. Tras una breve visita a la ciudad le ofrecieron un espléndido banquete nocturno y le hicieron muchos festejos. Esta misma ciudad solicitaría tiempo después a don Juan José una importante ayuda económica para reparar las casas y el edificio del seminario de la ciudad y de la Facultad de Humanidades y Letras (9).
La entrada en Bruselas se produciría finalmente el 11 de mayo. Ésta careció de la solemnidad que se había desplegado para la de su predecesor Leopoldo Guillermo el 11 de abril de 1646, con la Grand Place y sus inmediaciones decoradas, así como la Rue au Beurre y la Colline plagadas de arcos triunfales. A decir de don Pedro de la Mota, “como ya era tarde para ir en público a Santa Gúdula (la catedral) fue en un coche para hacer oración de secreto”. Sin embargo, al día siguiente se celebraría una pequeña recepción oficial festiva “con la mayor ostentación y grandeza que pudieron y dio lugar la brevedad del tiempo” y de la que el propio don Juan José tuvo que ayudar económicamente tras recibir las solicitudes de la cofradía de músicos de la ciudad, entre otros (10). Desde entonces pasó a instalarse en el Palacio de Coudenberg, residencia habitual de los gobernadores generales de los Países Bajos.
Fuentes principales:
* Castilla Soto, Josefina: “Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV): su labor política y militar”. Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED, 1992.
* González Asenjo, Elvira: “Don Juan José de Austria y las Artes (1629-1679)”. Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico. Madrid, 2005.
* Ruiz Rodríguez, Ignacio: “Juan José de Austria en la Monarquía Hispánica: entre la política, el poder y la intriga”. 2008.
Notas:
(1) BNM, mss. 2384, fol. 395. Felipe IV ordena a su hijo el abandono del gobierno político y militar del Principado para marchar a Flandes.
(2) Mota Sarmiento, Pedro: “Relación del viaje de don Juan de Austria desde Cataluña a Flandes y feliz suceso que tuvo peleando con unas galeras de corsarios turcos”. BNM, mss. 1443, fol. 137-152.
(3) “De Fortuna Emblema ad Serenissimum Principem Ioannem Austriacum Belgij et Burgundiae Gubernatore”. Bruselas, 1656.
(4) En Mota Sarmiento, Pedro: “Relación del viaje de don Juan de Austria desde Cataluña a Flandes y feliz suceso que tuvo peleando con unas galeras de corsarios turcos”.
(5) Barrionuevo de Peralta, Jerónimo de: “Avisos 1654-58”. Madrid, 1968. Pag. 268.
(6) Giovan Francesco Serra, Marqués de Almendralejo (1609-1656), era un noble genovés, hijo de Girolamo Serra y Veronica Spinola. En 1616 quedó huérfano y su tío Giovan Battista, embajador de la República de Génova en España, le trasladó a Madrid y pasó su adolescencia cerca de la Corte. En 1622 su tío le compró el feudo de Cassano en Calabria. En 1625 participó en el socorro de Génova y desde 1627 hasta 1635 residió en el reino de Nápoles; en 1633 casó con Maria Giovannetta Doria, hija del Duque de Tursi. El gobernador de Milán, Diego Mesía y Guzmán, Marqués de Leganés, le nombró maestre de campo y lo llamó a Milán; desde allí tomó parte en todas las campañas contra Francia en Piamonte y Lombardía desde 1638 hasta 1652. Enviado a España en el invierno de 1641-1642, obtuvo el Marquesado de Almendralejo y la llave de gentilhombre de la cámara del Rey. A finales de 1652 Felipe IV, que ya en 1646 le había nombrado maestre de campo general, le llamó a luchar en Cataluña en ayuda de don Juan José de Austria. En 1656 obtuvo el permiso de regresar a Milán, donde había dejado a su familia, con el cargo de gobernador de las armas; pero el 9 de marzo, al salir de la bahía de La Alcudia, las galeras que lo llevaban fueron atacadas por cuatro carabelas turcas y un balazo lo mató. Fuente: Museo del Prado.
(7) Scarabelli, P.F.: “Museo o Galeria adunata dal sapere e dalli studi del Sig. Canonico Manfredo Settala nobile milanese”. Tortona, 1677, pp. 268-271.
(8) Para saber más sobre su figura consultar Elliott, J.H.: “El conde duque de Olivares. El político en una época de decadencia”. Barcelona, 1986.
(9) Fechado el 29 de septiembre de 1657. AGRB, cc. Administrative, 387, fol. 90-92.
(10) AGS, Csr. Leg. 232. Bruselas, 30 de mayo de 1656.