miércoles, 22 de febrero de 2012

Las relaciones entre don Juan José de Austria y Vincencio Juan de Lastanosa (Parte II)

1. Palacio del Coso, residencia de Lastanosa y sede de su famoso museo. Grabado del siglo XVII.


Tras el primer encuentro entre don Juan y Lastanosa, según el carmelita José Trigo de Latas, parece ser que los contactos entre ambos comenzaron a ser continuos, al menos en los referente a las “buenas letras”. Tiempo después, las circunstancias se aliaron además para facilitar las relaciones entre ambos. En mayo de 1671, Lastanosa se convirtió en uno de los 8 diputados aragoneses, y durante el año siguiente residió en Zaragoza (entre otras cosas, porque durante ese tiempo ordenó el Archivo del Reino de Aragón). Ello debió contribuir a que los vínculos entre Vincencio Juan de Lastanosa, miembro del principal órgano de representación y gobierno del Reino, y don Juan José, primera autoridad real en Aragón, se hicieran más estrechos.

En 1673 estuvo en Huesca, invitado por Lastanosa, Francisco Fabro Bremundan, secretario de don Juan José. Francisco Fabro (1621-1698) era natural de Besançon, en el Franco Condado. En estos años publicó dos obras directamente relacionadas con su señor: “Historia de los hechos del serenísimo señor Don Juan de Austria en el Principado de Cataluña”, impreso en Zaragoza en 1673; y “Viage del Rey Nuestro Señor D. Carlos II al Reyno de Aragón”, aparecido en Madrid en 1680, una vez muerto don Juan José de Austria. En esta obra, Fabro cita en dos ocasiones a Vincencio Juan de Lastanosa. En una de ellas le califica de “gloria de Huesca, su Patria, y de todo Aragón” (p. 62) y en la otra habla de su “precioso Museo”, que dice haber “visto y examinado” (p. 137).

La noticia de su visita a Huesca figura en una disertación sobre monedas antiguas que Francisco Fabro escribió en 1675, a petición del mecenas oscense: “el año 1673 tuve la honrra de ser combidado de Vuestra Merced a goçar de los regalos de su casa de Huesca y de las curiosidades esquisita y preciosas de su copiosísimo Museo” (1).


2."Historia de los hechos del serenísimo señor Don Juan de Austria en el Principado de Cataluña", obra de Francisco Fabro Bremundan. Zaragoza, 1673.


¿Acompañó don Juan a su secretario en esta visita? De haber sido así, Fabro, seguramente, lo habría señalado. ¿Estuvo el Virrey en alguna otra ocasión en el palacio de Lastanosa? No se puede descartar, aunque por ahora no existen datos que lo corroboren.

El año 1675 es, con diferencia, del que más noticias poseemos de las relaciones entre Lastanosa y don Juan José de Austria. A comienzos de febrero, el Virrey le concedió licencia para casar a su hijo y heredero, Vicente Antonio. Conocemos este interesantísimo dato gracias a una carta de 6 de febrero de 1675, remitida por Vincencio Juan a un destinatario desconocido: “Su Alteza, en carta de 2 del corriente, a sido servido de darme licencia de casar a mi hijo don Vicencio Lastanosa, sucesor en mi casa, con mi señora doña Ana Francisca Montemayor, sobrina de don Juan Francisco Montemayor, oydor de México”(2) .El matrimonio de su hijo venía a solucionar, al menos en principio, la difícil situación en que la familia Lastanosa se encontraba en esos momentos. En primer lugar, a pesar de que Vicente Antonio era el hijo menos de Vincencio Juan de Lastanosa y Catalina Gastón, se había convertido en su heredero. El matrimonio tuvo 14 vástagos, de los cuales 7, tres mujeres y cuatro hombres, llegaron a la edad adulta. Catalina Gastón había muerto con sólo 32 años, precisamente pocos días después del nacimiento de Vicente Antonio.

Un segundo hecho sorprendente: 1669, el año en que don Juan José llegó a Zaragoza como virrey y conoció a Vincencio Juan de Lastanosa, los cuatro hijos varones de éste habían entrado en religión o tenían beneficios eclesiásticos: Hermenegildo, el primogénito, era cartujo en el convento zaragozano de Aula Dei; José Paulino, prior de San Lorenzo; Juan Francisco, beneficiado en San Pedro el Viejo; y el propio Vicente Antonio, racionero de San Lorenzo (no obstante, en marzo de 1669 Juan Francisco y Vicente Antonio permutaron sus respectivos beneficios). Para entonces Vincencio Juan de Lastanosa contaba ya 62 años, y llevaba viudo un cuarto de siglo. El futuro de la familia parecía, pues, complicado.

Vicente Antonio se casó finalmente en 1675, con 31 años, con Ana Francisca Montemayor, sobrina de otro destacado aragonés: Juan Francisco Montemayor, natural de Laluenga, que desarrolló una larga y exitosa carrera como jurista en Indias, además de publicar varios libros. Con Vicente Antonio comenzó, al parecer, la dispersión de las colecciones reunidas por su padre. Probablemente se deba también a él la construcción, y quizás parte de la decoración, de la capilla de los Lastanosa en la iglesia que los dominicos de Huesca construyeron entre 1687 y 1695. Vicente Antonio Lastanosa murió en el año 1696 sin descendencia, la herencia familiar pasó entonces a su hermano mayor Juan Francisco, que había tenido ya un hijo mientras era racionero de San Lorenzo (hijo bastardo que también fue clérigo de la iglesia de San Lorenzo). Años después, Juan Francisco contrajo matrimonio legítimo con Mariana Bosque, del que nacieron varios hijos, con lo que la continuidad de la familia Lastanosa quedó por fin asegurada.


3. "Museo de las medallas desconocidas españolas", obra de Vincencio Juan de Lastanosa. Huesca, 1645.


Volviendo a las relaciones entre Vincencio Juan y don Juan José de Austria, fue también en 1675 cuando el mecenas oscense solicitó a Francisco Fabro que escribiera una disertación sobre numismática. Dicho texto se conserva manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid y lleva como título “Disertación sobre las medallas antiguas españolas del Museo de Vicencio Juan de Lastanosa, a cuia petición la escrivió don Francisco Fabro”. Las medallas y el museo del título aluden al libro “Museo de las medallas desconocidas españolas”, que Lastanosa publicó en Huesca el año 1645. El libro, como es sabido, estaba dedicado a las monedas ibéricas. Durante los últimos años de vida de Lastanosa se barajó la posibilidad de dar a la estampa una segunda edición, ampliada, de esta obra, aunque finalmente no se hizo realidad. Precisamente, la disertación de Fabro, en la que éste menciona su visita a Huesca en 1673, iba a formar parte de esa segunda edición.

Otro texto del año 1675 sobre numismática antigua es aún más importante. Entre otras cosas, porque lo escribió el propio Lastanosa para don Juan José de Austria. Se titula “Medallas romanas explicadas que ofrece y dedica al Serenísimo Señor Don Juan de Austria Vicencio de Lastanosa”, y está fechado en Huesca el 5 de abril de 1675. En esta obra hay dos textos fundamentales sobre las relaciones de Lastanosa y don Juan. El primero de ellos es la dedicatoria, que comienza de este modo: “Restituio a las Reales manos de Vuestra Alteza esas medallas de Emperadores romanos que Vuestra Alteza mandó me entregara su Bibliotecario la tercera vez que, postrado a sus Reales pies, supliqué me diera licencia Vuestra Alteza para irle sirbiendo en la jornada de Sicilia”.

Las monedas romanas dibujadas y “explicadas” en el manuscrito habían sido, pues, una donación de don Juan a Lastanosa, por tanto, lo que éste restituía ahora al Virrey no eran las monedas, sino los dibujos y comentarios que constituyen el grueso del texto. El manuscrito de Lastanosa pasó a poder de don Juan José, y figura de hecho en el inventario de su biblioteca (3).

Otro dato de interés es que don Juan José, a través de su bibliotecario, había dado las monedas a Lastanosa la tercera vez que éste le suplicó que le permitiera acompañarle a la “jornada de Sicilia”. En el verano de 1674 se había producido una revuelta en la ciudad siciliana de Mesina (4). Don Juan José fue nombrado Vicario General de Italia con la misión de sofocar, como había hecho 27 años antes, la rebelión siciliana. Sin embargo, todo esto no dejaba de ser una estratagema más de doña Mariana de Austria para alejarlo de España. De esta forma, la partida de don Juan hacia tierras italiana se demoró una y otra vez, y finalmente no tuvo lugar. Todo fue un episodio más del largo y duro pulso político que la Regente y el bastardo mantenían por el control de la Monarquía. Lo sorprendente es la actitud de Lastanosa, que con 68 años cumplidos se ofreció por tres veces a acompañar a don Juan José en esta jornada italiana. Ello permite ver los singulares vínculos que Vincencio Juan de Lastanosa había establecido con don Juan José de Austria; y documenta, de paso, un viaje, o una estancia más prolongada del infanzón oscense a Zaragoza para visitar al Virrey.

En la dedicatoria, además de incluirse entre los “más rendidos siervos” de Juan José de Austria, Lastanosa escribe: “conserva un culto de veneración mi corazón el retrato de Vuestra Alteza, y guardará estos mi Museo, de oy más precioso por esta Real dádiva”. La frase confirma que las monedas romanas donadas por el Virrey habían engrosado las colecciones lastanosinas y apunta la posibilidad de que la “Real dádiva” hubiera incluido un retrato del propio don Juan. El segundo texto de las “Medallas romanas explicadas” es el comentario de una moneda del emperador Valeriano, bajo cuyo gobierno se produjo en el año 258 el martirio de San Lorenzo, el patrón de Huesca. Según Vincencio Juan de Lastanosa, la de Valeriano había sido:

“la más inhumana y violenta persecución que ha padecido la Yglesia, matando innumerables christianos, y entre ellos a x de Agosto al invictíssimo Mártir san Lorenzo, hijo de la Victoriosa Ciudad de Huesca, objeto de la devoción de los Serenísimos Señores Reyes de España, venerado en la octava maravilla del mundo [El Escorial] que erigió la Cathólica prudencia y devoción Augusta del Señor Rey D. Felipe II e illustró el maior de los Monarcas, el Señor Rey D. Felipe IV, padre del desseado Señor Rey Carlos II, que felizmente reina, y del invencible Marte, el Serenísimo Señor D. Juan de Austria, Padre de la Patria, Centro del Amor de los vasallos fieles y Atlante desta Monarquía de ambos mundos, que viva tanta eternidad de años como avemos menester sus rendidas hechuras” (f. 26).

Lo más interesante de estos desmedidos elogios hacia el hijo bastardo de Felipe IV es el término que Lastanosa utiliza para definir su relación con don Juan José: “hechura”, la palabra que en el siglo XVII aludía a los clientes de un personaje poderoso; a cambio de la lealtad y el apoyo a sus “hechuras”, el patrono debía garantizarles protección y, en la medida de sus posibilidades, recompensarles con honores y mercedes.

(Continuará)


Fuente principal:

* Garcés Manau, Carlos: “Un Lastanosa poco conocido (1665-1679). Las relaciones con Juan José de Austria”. Argensola, revista de ciencias sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses, nº 115. Huesca, 2005.


Notas:

(1) BN, ms. 6334, ff. 4v-5r.

(2) Desafortunadamente este documento no se conserva original, sino en una copia realizada a finales del siglo XVIII por Féliz Lastassa.

(3) Kalnein, Albrecht Graf von: “La biblioteca de don Juan José”, en “Juan José de Austria en la España de Carlos II”. Editorial Milenio.

(4) Ribot, Luis: "La Monarquía de España y la Guerra de Mesina (1674-1678)". Actas, 2002.


14 comentarios:

  1. Grandes cualidades debía apreciar este hombre erudito en la figura de Juan José de Austria para mostrar esa actitud tan profundamente servil hacia su persona. Me imagino que eran tiempos donde esto era moneda corriente y no resultaba entonces nada extraño.
    Un saludo.

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    1. En el Barroco la adulación a los grandes señores fue algo habitual y normal, una manera de conseguir prebendas y ventajas de esta servidumbre...lo cierto es que don Juan fue un hombre muy culto que hablaba varios idiomas (francés, italiano, latín...), interesados en las artes y la astronomía, lo que para las gentes de cultura debía ser una cualidad fue admirable en los gobernantes.

      Un abrazo.

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  2. Importante figura en lo cultural la de Lastanosa en su tiempo, que desconocía.

    Un abrazo. (Mi última entrada va sobre un sobrino-nieto de su Majestad, por si le interesa).

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    1. Así es amigo, una figura muy destacada en lo cultural de la España de aquella época.

      Ya me pasé por tu blog ;)

      Un abrazo.

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  3. No se si un rara avis para la época, lo que si demuestra la época en la que vivió Lastanosa es el peloteo hacia Don Juan José y Felipe IV... anda que decir que era más grande que Felipe II... como dijo Quevedo, mi señor es como un agujero, cuanta más tierra pierde más grande se hace... desde esta perspectiva si se puede considerar más grande al IV que al II

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    1. José Luis para ser justos hay que decir que Felipe IV, y de ahí parece que heredó don Juan, fue un hombre extremadamente culto, amante de las artes y el tratro y que además hablaba idiomas (todo ello sin haber salido nunca de España)...suya fue la traducción del italiano al castellano de la "Historia de Italia" de Guicciardini...en otros tiempos más calmados hubiera sido recordado como un gran Rey.

      Un abrazo.

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  4. Sí, como ya se ha apuntado, la adulación, el efectismo y la pompa desmedida hacia este señor, no es más que la muestra de la sociedad barroca de la época, donde todo es enmascaramiento y teatratalidad. Saludos Alberto.

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    1. Así es Paco, has dado en el clavo...estas formas nos sosprenden hoy en pleno siglo XXI, pero en aquella época eran normas de cortesía habituales y más cuando un inferior en la escala social escribía a un superior, y más si éste era de sangre real.

      Un abrazo.

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  5. Lastanosa podía entonces considerarse un verdadero coleccionista y amante del Arte en su época. Seguro que poseía uno de esos maravillosos gabinete de curiosidades que tanto proliferaron durante el siglo XVII. El problema está en el reparto de la herencia su muerte, pues todos los hijos habían realizado carrera eclesiástica. Espero que muriera antes de don Juan José y se lo dejara a éste, aunque bien es verdad que no merojaba el asunto a este respecto. ¿Se apoderaría de sus colecciones el no menos insigne coleccionista Felipe IV?
    Un beso

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    1. Así es Carmen, Lastanosa contó con uno de esos gabinetes de las maravillas tan del gusto barroco...te digo sólo que Vincencio Juan murió después de don Juan, y desde luego muccho después que Felipe IV...lo veremos en las próximas entradas.

      Un beso.

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  6. ¡Qué de elogios! Y qué bien suenan en el castellano de aquel siglo.

    Un saludo, Alberto.

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    1. Desde luego, el castellano barroco es como una poesía.

      Cuánto hemos perdido!

      Un abrazo amigo

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  7. Me pregunto con qué ojos sería visto en Madrid tan gran acercamiento a don Juan José. Quizás, aparte de cierto interés, también hubiera algo se sincero afecto. Un saludo.

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  8. Aparte de las adulaciones tengo la sensación por lo leído que Lastanosa sentía una admiración sincera por don Juan José llegando a querer hacer el viaje a Italia a pesar de su avanzada edad.
    Interesante la vida de este personaje.
    Un saludo.

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