martes, 1 de octubre de 2013

El mártir de Buda, el "Buen Duque" don Manuel Diego

1. Don  Manuel Diego López de Zúñiga, IX Duque de Béjar, durante el Sitio de Oudenardee (h.1683), obra de Romeyn de Hooghe.

Don Manuel Diego López de Zúñiga y Sotomayor, que pasaría a la historia como el “Buen Duque”, nació en el Palacio Ducal de Béjar el 4 de enero de 1657. Además de duque de Béjar, fue también duque de Plasencia, Grande de España, VI duque de Mandas y Villanueva, XI marqués de Gibraleón, VI de Terranova, XIV conde de Belalcázar, XI de Bañares, XIV Vizconde de la Puebla de Alcocer, Justicia Mayor y Alguacil Mayor Hereditario de Castilla, así como Primera Voz de la Nobleza de Castilla, títulos que heredó de su padre, don Juan Manuel de Zúñiga, IX duque de Béjar, tras la muerte de éste el 14 de noviembre de 1660, siendo don Manuel Diego aún un niño.

Su madre, la duquesa viuda doña Teresa Sarmiento de Silva, hija de los Duques de Híjar, fue su tutora y curadora durante su minoría de edad. En 1667, contando don Manuel Diego 10 años de edad, se celebraron los desposorios con su prima doña María Alberta de Castro y Borja, nacida en 1665 e hija de don Pedro Antonio Fernández de Castro y Portugal, X conde de Lemos y virrey del Perú.

Don Manuel Diego fue investido, con tan sólo once años de edad, caballero de la insigne Orden del Toisón de Oro por Carlos II, o más bien, por la reina regente doña Mariana de Austria, el 27 de febrero de 1668 en el Real Alcázar de Madrid. Era ésta una tradición entre los Duque de Béjar desde que el emperador Carlos V nombrase caballero del Toisón al II Duque de Béjar en el capítulo que la Orden celebró en la Catedral de Barcelona en marzo de 1519.

Don Manuel Diego pasó a servir como piquero a Flandes con “muy tierna edad”, donde participó con valentía en diversos hechos de armas en las guerras contra Francia. Siendo ya maestre de campo del Tercio de Infantería Española, cargo que ocupaba desde 1681, tomó parte en el sitio de Oudenardee (23/26 de diciembre de 1683) donde, con sus propias manos, apartó algunas bombas encendidas que habían caído en un polvorín, demostrando así su gran coraje. El alférez de su tercio de infantería llevaba la bandera con el escudo de armas del Duque de Béjar. Finalmente, España tuvo que capitular frente a las armas de Luis XIV firmándose el 15 de agosto de 1684, en Ratisbona, una tregua de 20 años.

Tras la firma de la tregua con Francia, don Manuel Diego volvió a España a finales de 1684, para hacerse cargo personalmente de sus estados. Tras la llegada de los Duques a Béjar en 1685, la villa organizó en su honor un grandioso recibimiento que incluyó arcos triunfales, danzas y actuaciones de todo tipo (1).

Sin embargo, el espíritu guerrero del Duque no le haría permanecer mucho tiempo en tierras españolas. Como vimos en la serie de entradas anteriores dedicadas a la participación de España en la llamada Guerra de la Liga Santa, por estos años el emperador Leopoldo I y sus aliados, se encontraban sumergidos en una gran ofensiva contra el Imperio Turco tras la debacle de éstos a las puertas de Viena en 1683. Por este tiempo, la lucha se dirimía en suelo húngaro donde el duque Carlos V de Lorena, generalísimo de las fuerzas imperiales, puso por segunda vez a sitio, a mediados de junio de 1686, a la antigua capital del Reino, Buda, ayudado por tropas del Elector de Baviera y del Margrave de Baden, así como voluntarios de diversas nacionalidades. Como sabemos, la participación de Carlos II en estas campañas se limitó a ofrecer ayuda económica y alentar el paso de algunos de sus generales a suelo húngaro, así como de voluntarios de todo tipo atraídos ya sea por su afán de aventura o su Fe. Dos de los más destacados voluntarios españoles que pidieron licencia para acudir a la lucha contra el Turco, fueron el Marqués de Villena y Duque de Escalona, y el Duque de Béjar, ambos Grande de España.

2. Asalto a Buda en 1686. Al fondo se distingue la brecha en la muralla de la ciudad donde perdió la vida el Duque de Béjar.

Don Manuel Diego partió de España en 1686 acompañado de su séquito, entre los que se encontraban su hermano, Baltasar de Zúñiga Guzmán Sotomayor y Mendoza, II marqués de Valero y futuro virrey de Navarra, Cerdeña y la Nueva España; y su primo, don José Antonio de Zúñiga y Ayala, VI marqués de Aguilafuente.

El 13 de junio el Duque de Lorena pasó el puente sobre el Danubio con las tropas imperiales abriendo así el asedio de Buda. El 13 de julio a las 19 horas se decidió hacer el asalto final sobre la brecha abierta por la artillería imperial. El Duque de Béjar con sus compañeros y voluntarios españoles demostrando su valor intrépido fueron los primeros en subir a la brecha y tratar de conquistar la plaza, pero fueron recibidos por una fuerte lluvia de balas, bombas, flechas y piedras. La lucha duró más de dos horas. Don Manuel Diego fue herido por una bala de mosquete que le atravesó el brazo izquierdo y le salió por el espinazo, su hermano don Baltasar recibió un flechazo en la tetilla y un fuerte golpe con una piedra en el estómago, el Duque de Escalona quedó también herido, el Marqués de Aguilafuente recibió un balazo en la cabeza, de todos sus servidores y camaradas sólo cuatro quedaron sin heridas, los demás muertos o heridos de gravedad. El duque don Manuel Diego falleció el 16 de julio de 1686, perdiendo su vida para ganar fama y gloria eterna, quizás el objetivo que siempre había buscado.

Finalmente, Buda fue tomada el 2 de septiembre de ese mismo año. Su hermano don Baltasar, quien también fue herido el 13 de julio se repuso y trajo a España el cadáver del don Manuel Diego, que fue enterrado en la capilla del convento de Nuestra Señora de la Piedad de Béjar, fundado por los IV Duques de Béjar, don Francisco de Zúñiga y Sotomayor y su esposa doña Brianda Sarmiento de la Cerda. Ya desaparecida la capilla, años más tarde fueron sus restos trasladados al cementerio de San Miguel donde reposan hoy. Su corazón fue enterrado en la capilla de la Iglesia del Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, Cáceres, como consta por acta notarial del 24 de septiembre de 1686.

3. Tumba del Duque de Béjar en el cementerio de San Miguel de Béjar.
El Duque de Lorena, generalísimo de las tropas imperiales, fue el encargado de informar a Carlos II por carta de 20 de julio de 1686 desde el campo de batalla, sobre la pérdida del Duque de Béjar en el asedio de Buda, carta en la que reconoce sus grandes méritos, así como los de su hermano y de los caballeros españoles que le acompañaban. El emperador Leopoldo I por carta del 25 de julio de 1686 a su sobrino  Carlos II, expresa su profundo sentimiento por el sacrificio del Duque de Béjar en el sitio de Buda y le pide ayudar y asistir a su viuda y a sus hijos.  Además, por carta de condolencia del 31 de julio de 1686, Leopoldo I  afirma al Marqués de Valero, hermano de don Manuel Diego, profesar siempre en todas ocurrencias su benevolencia y gracia cesárea a la viuda y a los hijos del difunto duque de Béjar. El papa Inocencio XI, a su vez, escribió una carta de condolencia de fecha 18 de noviembre de 1686 a la Duquesa viuda, incluyendo un documento de última voluntad, legitimado por la curia, y firmado por el Duque de Béjar, estando herido de gravedad el 14 de julio de 1686, por el que nombra a su heredero y sucesor a su hijo Juan Manuel Diego, conde de Belalcázar, y dejando como tutora y curadora a su esposa María Alberta, X duquesa de Béjar.

4. Monumento en memoria de los españoles muertos en la toma de Buda de 1686 en uno de los bastiones de la muralla de Budapest.

El duque don Manuel Diego había otorgado testamento el 1 de marzo de 1681 ante el notario Francisco Arcipreste, nombrando a su hijo primogénito  don Juan Manuel Diego López de Zúñiga Sotomayor y Castro, hasta entonces Conde de Belalcázar, su legítimo heredero. Su esposa doña María Alberta comunica por carta del 4 de septiembre de 1686 a la Secretaría de la Cámara de Castilla el fallecimiento del X Duque de Béjar don Manuel Diego, su marido, y de haber sucedido en su casa su hijo don  Juan Manuel Diego.

5. "Sucinto y verdadero elogio de la heroyca vida, y gloriosa muerte del Excelentísimo Duque de Béjar...", obra del capitán don Antonio de Somoza y Quiroga.

Su valor y arrojo en la batalla le valieron fama y gloria en toda Europa. Sobre él corrieron ríos de tinta en sonetos y crónicas que alababan sus hazañas, convirtiéndole en paradigma del caballero cruzado, como este soneto de don Pedro de Medrano y Echauz en su “Elogio Funeral, en que se descrive parte del ardimiento generoso con que en todas ocasiones sobresalió el señalado Valor del excelentísimo señor Duque de Béjar, siendo el primero en el Assalto de Buda, con general aclamación de las naciones, y no inferior dolor de todas en su pérdida” (1686):

Aún si triunfar, venciendo, conseguiste
Lo mismo, Duque Excelso, à que aspiraste;
Pues el Timbre mayor te fabricaste,
Del Frágil Mortal Polvo en que caíste.

No te llore el Dolor, à que resiste
La Eterna Feliz Vida, que lograste;
Pues se debe al vivir, que despreciaste
La Corona inmortal, que te ceñiste.

Descansa, de Esplendores coronado;
Pues es Clarin Sonoro de tu Historia
La persuasión del Ejemplo tan Sagrado.

Descansa, pues que al Cebo de la Gloria,
Aun con motivo menos elevado
Basta la viva Voz de tu Memoria.



Notas:

(1) López Álvarez, Alejandro: “En torno a la cultura aristocrática del antiguo régimen: Fiestas, símbolos y ritos en la entrada a los estados de Béjar, 1685”, en  Revista de Estudios Bejaranos 2-3 (1996).

Fuentes:

  • Ceballos-Escalera y Gila, Marqués de la Floresta, Alfonso de: “La Insigne Orden del Toisón de Oro”. Fundación Carlos III edición. Madrid: Palafox & Pezuela, 2000.
  • Ponce de León y Corruchaga, Bartolomé: “Romances y Sonetos a la feliz, cuanto temprana muerte del...Señor Don Manuel Diego López de Zúñiga...en el asalto de la plaza de Buda”. Madrid, 1686.
  • Muñoz García, Emilio: “Historia del Buen Duque don Manuel de Zúñiga”. Béjar, 1976.
  • Muriel Hernández, Manuel: 300 Aniversario de la Reconquista de Buda, 1686-1986. Madrid, 1986.

10 comentarios:

  1. Es lo que tiene dedicar una vida al ejercicio de las armas que, tarde o temprano, acabo uno siendo víctima de las ajenas.
    Un saludo.

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  2. Mucho valor se necesitaba para ser voluntario en esas guerras pero consiguió la gloria y convertirse en leyenda.
    Saludos

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    1. Era una época en que aun el honor, la Fe y la valentía eran valores que daban gloria al hombre y alentaban locuras como estas.

      Un saludo

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  3. Los grandes de España en primera línea, muriendo en la batalla. Me sorprende el humilde nicho que ocupa el duque en el cementerio de Béjar.
    Un saludo.

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    1. Originalmente su tumba se encontraba en la capilla del convento de Nuestra Señora de la Piedad de Béjar, que había sido construida para ser el panteón familiar de los Zúñiga de Béjar...pero tras la desamortización del siglo XIX, sus restos fueron llevados a esta humilde tumba en el cementerio de San Miguel.

      Un saludo

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  4. Una historia de valor y honra militar-

    Mis saludos, a usted y a la memoria del Duque.

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  5. Le has hecho un gran y sentido homenaje con tus letras.
    Un abrazo.

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