Leones y águilas eran atributos paradigmáticos del poderío de los Austrias, los cuales reforzaban el simbolismo del cuadro. Pero para subrayar aún más el efecto "propagandístico" que se pretendía en este tipo de retrato, Carreño efigió a la regente sentanda junto al bufete donde hay recado de escrbir y, sobre todo, el pliego de papel en el que se halla apuntor de estampar su firma a fin de conferir validez jurídica a los decretos y decisiones emanados de la Junta y los Consejos.
Un detalle importante a considerar (especialmente visible en el ejemplar de la Academia de San Fernando) son los cuadros que aperecen al fondo sobre la cabeza de doña Mariana, donde destacan dos que confieren una nueva lectura simbólica al retrato. Uno es el Judith y Holofernes del Tintoretto (hoy en el Museo del Prado), que connota la fortaleza manifestada por doña Mariana contra sus enemigos y detractores; el otro es el cuadro de Tiziano en el que Felipe II ofrece a su hijo Fernando a Dios en acción de gracias por la victoria de Lepanto (hoy también en el Museo del Prado), el cual simbolizaría idéntica actitud piadosa en la regente, pero con la variante de que ella estaría dispuesta a mostrar a su hijo al pueblo como justificación de su poder vicario, reibido de ésto.
(Fuente principal: "Retrato de Estado y propaganda política: Carlos II (en el tercer centenario de su muerte" de Alfonso Rodríguez G. de Ceballos)
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