miércoles, 7 de agosto de 2013

La última cruzada de España: el sitio de Viena de 1683 y la conquista de Buda en 1686 - PARTE I

1. Carlos II como defensor de la Eucaristía frente a los turcos. Anónimo cusqueño. Parroquia de San Pedro (Lima, Perú).

El estallido de la Guerra de la Liga Santa, la última ofensiva otomana en el corazón de Europa, significó para la Monarquía Hispana un fuerte contraste entre la realidad y el deseo. Carlos II se pregonaba, al igual que sus antecesores, paladín del Catolicismo y columna de la Casa de Austria, la dinastía que había asumido la defensa de la Fe y de la Iglesia como una causa propia. Pero cuando las tropas turcas del gran visir Kará Mustafá sitiaron Viena en el verano de 1683, en la Corte de Madrid la preocupación se dirigía a otros frentes. Su verdadera emergencia en ese momento era la guerra contra Luis XIV a causa de la llamada política de reuniones del Rey galo que no finalizaría hasta la Tregua de Ratisbona de 1684. 

Por lo que respecta al enfrentamiento entre los otomanos y el Emperador, podemos decir que tras la Paz de Zsitvatorok de 1606, los Austria de Viena gozaron de más de medio siglo de relativa calma frente al Imperio Otomano. El peligro turco no retornó hasta 1663 de mano del ascenso de los Köprülü, una familia albanesa que monopolizó el cargo de Gran Visir en las siguientes décadas y que declaró nuevamente la guerra al Emperador para tratar de recuperar el control sobre Transilvania, donde el emperador Leopoldo I apoyaba las veleidades autónomas de Jorge II Rákóczi (muerto en 1660), llegando incluso hasta la plaza fuerte de Neuhausel, llave para acceder a Bratislava, capital de la Hungría habsbúrguica. Sin embargo, la victoria imperial sobre los jenízaros gracias a la acción del mariscal Montecuccoli en la Batalla de San Gotardo (1664) permitió la firma del Tratado de Vásvar, en el que se reconocieron al Sultán sus últimas conquistas en suelo europeo y el renovado protectorado sobre Transilvania. La paz era decepcionante, pero la prioridad del Emperador era tener las manos libres para atender a la sucesión española ante la que parecía inminente muerte de Felipe IV.

Los siguientes problemas para Leopoldo I vinieron a través de Hungría. El movimiento antihabsburgo y anticatólico liderado por Nikola Zrinyi y Imre Thököly buscaba la creación de un reino de Hungría independiente. En 1682, el sultán Mehmet IV reconoció a Thököly como Rey de Hungría y los rebeldes se fueron haciendo con el control de la Alta Hungría imperial.

En 1683 Thököly conquistó la totalidad de la Alta Hungría, mientras el gran visir Kará Mustafá, el pachá de Buda y el Kan de los tártaros avanzaban por el Danubio con unos 100.000 efectivos. Los peores pronósticos se cumplieron: 150 años después, los otomanos volvían a plantarse frente a las puertas de Viena.

En el sitio de 1532, Carlos V y una representación destacada de la aristocracia española engrosaron las filas de la defensa de la capital austriaca, pero la situación de 1683 estaba marcada por la debilidad y la improvisación. El general imperial Carlos de Lorena sólo disponía de 50.000 hombres, con lo que el Emperador y la Corte tuvieron que huir a Passau y luego a Linz. Las tropas otomanas llegaron a Viena el 14 de julio y la sometieron desde el comienzo a un cerco durísimo con un gran despliegue de artillería.

La salida de la Corte fue tan apresurada que el embajador de Carlos II notuvo tiempo ni para hacer el equipaje. Éste se trataba de Carlos Manuel Filiberto d'Este, Marqués de Borgomanero, uno de los diplomáticos más destacados del momento y que gozaba de una notable confianza con Leopoldo I.

2. El rey Juan III Sobieski de Viena, héroe de la defensa cristiana de Viena en 1683. Museos Vaticanos-

En una situación tan desesperada, el 12 de septiembre llegaron al fin los anhelador refuerzos: 64.000 cristianos mandados por el rey de Polonia Juan III Sobieski, con 20.000 austriacos, 18.000 polacos, 11.000 bávaros, 9.000 sajones y 8.000 francones y suabos. La Batalla de Kahlemberg, ese mismo día. marcó la victoria. Aunque en inferioridad numérica, los cristianos estaban frescos y disciplinados frente al desánimo y anarquía del lado otomano. Kara Mustafá y los suyos se retiraron a marchas forzadas dejando un riquísimo botón. Viena quedaba a salvo.

Pero...¿cuál fue el papel de la Monarquía Hispánica ante este desafío histórico?

La contribución hispana en estos momentos tan decisivos fue modesta y mediatizada por sus necesidades. Desde Madrid, Bruselas y Milán se siguieron los preparativos imperiales contra Hungría con mucho interés, pero para intentar desviar parte de esas fuerzas hacia Occidente, principalmente a Lombardía, ante el temor de un ataque francés sobre Italia. Las ofertas españolas de ayuda fueron meramente genéricas, y no se concretaron en los primeros meses de 1683, más allá de los 50.000 pesos que se prometieron en 1682 por medio del Marqués de Estepa y que se cobraron en primavera del año siguiente. Pero esto no debe extrañarnos cuando ni siquiera se era capaz de levantar los 13.000 hombres que se habían prometido al Emperador para reforzar el Tirol. Leopoldo I sí pudo contar con el decidido apoyo del Rey de Polonia, tan afectado como él por la avanzada otomana, y del Duque de Baviera entre los príncipes del Imperio. Tiempo después, también se sumó a la alianza el Gran Duque de Moscovia.

CONTINUARÁ...

Fuentes:

* González Cuerva, Rubén: "La última cruzada: España en la guerra de la Liga Santa (1683-1699), en Sanz Camañes, Porfirio (Ed.): "Tiempo de Cambios. Guerra, diplomacia y política internacional de la Monarquía Hispánica (1648-1700)". Actas Editorial.

* Stoye, John: "L'Assedio di Vienna". Società editrice Il Mulino.

6 comentarios:

  1. Me alegro de verte de nuevo por este tu reino, muy interesante y quizá poco conocida esa participación española por Viena y las tierras húngaras que hasta su eco en lo artístico tuvo en la Lima española.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Mientras el Rey Sol amenazaba con hacerse con el dominio del centro de Europa y los dominios africanos y americanos a él sometidos (Monarquía Hispánica, Provincias Unidas, Flandes, Italia), los otomanos avasallaban al Imperio desde el Este. Europa parecía hundirse ante el avance de una gran pinza. Y en esta situación poco podía hacer la monarquía Hispánica para auxiliar a la rama Habsburgo imperial. Cada una tendría que hacer frente a sus enemigos por su cuenta. Lejos quedaba el reinado de Carlos V.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Poco hizo Leopoldo por Carlos, y Carlos por Leopoldo. Bastante, como dices, tenía cada uno con lo suyo.

      Un beso y ya sabes que tenemos un trato ;)

      Eliminar
  3. Pequeñas noticias americanas de su reinado:

    http://gelaguna.blogspot.com.es/2013/06/la-torre-del-reloj-de-popayan.html

    Un saludo.

    ResponderEliminar