1. Don Manuel Diego López de Zúñiga, IX Duque de Béjar, durante el Sitio de Oudenardee (h.1683), obra de Romeyn de Hooghe. |
Don Manuel Diego López de
Zúñiga y Sotomayor, que
pasaría a la historia como el “Buen
Duque”, nació en el Palacio Ducal de Béjar el 4 de enero de 1657. Además de
duque de Béjar, fue también duque de Plasencia, Grande de España, VI duque de
Mandas y Villanueva, XI marqués de Gibraleón, VI de Terranova, XIV conde de
Belalcázar, XI de Bañares, XIV Vizconde de la Puebla de Alcocer, Justicia Mayor
y Alguacil Mayor Hereditario de Castilla, así como Primera Voz de la Nobleza de
Castilla, títulos que heredó de su padre, don Juan Manuel de Zúñiga, IX duque
de Béjar, tras la muerte de éste el 14 de noviembre de 1660, siendo don Manuel
Diego aún un niño.
Su madre, la duquesa viuda doña Teresa Sarmiento de Silva, hija de los
Duques de Híjar, fue su tutora y curadora durante su minoría de edad. En 1667,
contando don Manuel Diego 10 años de edad, se celebraron los desposorios con su
prima doña María Alberta de Castro y Borja, nacida en 1665 e hija de don Pedro
Antonio Fernández de Castro y Portugal, X conde de Lemos y virrey del Perú.
Don Manuel Diego fue investido, con tan sólo once años de edad, caballero
de la insigne Orden del Toisón de Oro por Carlos II, o más bien, por la reina
regente doña Mariana de Austria, el 27 de febrero de 1668 en el Real Alcázar de
Madrid. Era ésta una tradición entre los Duque de Béjar desde que el emperador
Carlos V nombrase caballero del Toisón al II Duque de Béjar en el capítulo que
la Orden celebró en la Catedral de Barcelona en marzo de 1519.
Don Manuel Diego pasó a servir como piquero a Flandes con “muy tierna
edad”, donde participó con valentía en diversos hechos de armas en las guerras
contra Francia. Siendo ya maestre de campo del Tercio de Infantería Española,
cargo que ocupaba desde 1681, tomó parte en el sitio de Oudenardee (23/26 de
diciembre de 1683) donde, con sus propias manos, apartó algunas bombas
encendidas que habían caído en un polvorín, demostrando así su gran coraje. El
alférez de su tercio de infantería llevaba la bandera con el escudo de armas
del Duque de Béjar. Finalmente, España tuvo que capitular frente a las armas de
Luis XIV firmándose el 15 de agosto de 1684, en Ratisbona, una tregua de 20
años.
Tras la firma de la tregua con Francia, don Manuel Diego volvió a España a
finales de 1684, para hacerse cargo personalmente de sus estados. Tras la
llegada de los Duques a Béjar en 1685, la villa organizó en su honor un
grandioso recibimiento que incluyó arcos triunfales, danzas y actuaciones de
todo tipo (1).
Sin embargo, el espíritu guerrero del Duque no le haría permanecer mucho
tiempo en tierras españolas. Como vimos en la serie de entradas anteriores
dedicadas a la participación de España en la llamada Guerra de la Liga Santa,
por estos años el emperador Leopoldo I y sus aliados, se encontraban sumergidos
en una gran ofensiva contra el Imperio Turco tras la debacle de éstos a las
puertas de Viena en 1683. Por este tiempo, la lucha se dirimía en suelo húngaro
donde el duque Carlos V de Lorena, generalísimo de las fuerzas imperiales, puso
por segunda vez a sitio, a mediados de junio de 1686, a la antigua capital del
Reino, Buda, ayudado por tropas del Elector de Baviera y del Margrave de Baden,
así como voluntarios de diversas nacionalidades. Como sabemos, la participación
de Carlos II en estas campañas se limitó a ofrecer ayuda económica y alentar el
paso de algunos de sus generales a suelo húngaro, así como de voluntarios de
todo tipo atraídos ya sea por su afán de aventura o su Fe. Dos de los más
destacados voluntarios españoles que pidieron licencia para acudir a la lucha
contra el Turco, fueron el Marqués de Villena y Duque de Escalona, y el Duque
de Béjar, ambos Grande de España.
2. Asalto a Buda en 1686. Al fondo se distingue la brecha en la muralla de la ciudad donde perdió la vida el Duque de Béjar. |
Don Manuel Diego partió de España en 1686 acompañado de su séquito, entre los que se encontraban su hermano, Baltasar de Zúñiga Guzmán Sotomayor y Mendoza, II marqués de Valero y futuro virrey de Navarra, Cerdeña y la Nueva España; y su primo, don José Antonio de Zúñiga y Ayala, VI marqués de Aguilafuente.
El 13 de junio el Duque de Lorena pasó el puente sobre el Danubio con las
tropas imperiales abriendo así el asedio de Buda. El 13 de julio a las 19 horas
se decidió hacer el asalto final sobre la brecha abierta por la artillería
imperial. El Duque de Béjar con sus compañeros y voluntarios españoles
demostrando su valor intrépido fueron los primeros en subir a la brecha y
tratar de conquistar la plaza, pero fueron recibidos por una fuerte lluvia de
balas, bombas, flechas y piedras. La lucha duró más de dos horas. Don Manuel
Diego fue herido por una bala de mosquete que le atravesó el brazo izquierdo y
le salió por el espinazo, su hermano don Baltasar recibió un flechazo en la
tetilla y un fuerte golpe con una piedra en el estómago, el Duque de Escalona
quedó también herido, el Marqués de Aguilafuente recibió un balazo en la
cabeza, de todos sus servidores y camaradas sólo cuatro quedaron sin heridas,
los demás muertos o heridos de gravedad. El duque don Manuel Diego falleció el
16 de julio de 1686, perdiendo su vida para ganar fama y gloria eterna, quizás
el objetivo que siempre había buscado.
Finalmente, Buda fue tomada el 2 de septiembre de ese mismo año. Su hermano
don Baltasar, quien también fue herido el 13 de julio se repuso y trajo a
España el cadáver del don Manuel Diego, que fue enterrado en la capilla del
convento de Nuestra Señora de la Piedad de Béjar, fundado por los IV Duques de
Béjar, don Francisco de Zúñiga y Sotomayor y su esposa doña Brianda Sarmiento
de la Cerda. Ya desaparecida la capilla, años más tarde fueron sus restos
trasladados al cementerio de San Miguel donde reposan hoy. Su corazón fue
enterrado en la capilla de la Iglesia del Real Monasterio de Nuestra Señora de
Guadalupe, Cáceres, como consta por acta notarial del 24 de septiembre de 1686.
3. Tumba del Duque de Béjar en el cementerio de San Miguel de Béjar. |
El Duque de Lorena, generalísimo de las tropas imperiales, fue el encargado
de informar a Carlos II por carta de 20 de julio de 1686 desde el campo de
batalla, sobre la pérdida del Duque de Béjar en el asedio de Buda, carta en la
que reconoce sus grandes méritos, así como los de su hermano y de los
caballeros españoles que le acompañaban. El emperador Leopoldo I por carta del
25 de julio de 1686 a su sobrino Carlos
II, expresa su profundo sentimiento por el sacrificio del Duque de Béjar en el
sitio de Buda y le pide ayudar y asistir a su viuda y a sus hijos. Además, por carta de condolencia del 31 de
julio de 1686, Leopoldo I afirma al
Marqués de Valero, hermano de don Manuel Diego, profesar siempre en todas ocurrencias
su benevolencia y gracia cesárea a la viuda y a los hijos del difunto duque de
Béjar. El papa Inocencio XI, a su vez, escribió una carta de condolencia de
fecha 18 de noviembre de 1686 a la Duquesa viuda, incluyendo un documento de
última voluntad, legitimado por la curia, y firmado por el Duque de Béjar,
estando herido de gravedad el 14 de julio de 1686, por el que nombra a su
heredero y sucesor a su hijo Juan Manuel Diego, conde de Belalcázar, y dejando
como tutora y curadora a su esposa María Alberta, X duquesa de Béjar.
4. Monumento en memoria de los españoles muertos en la toma de Buda de 1686 en uno de los bastiones de la muralla de Budapest.
El duque don Manuel Diego había otorgado testamento el 1 de marzo de 1681
ante el notario Francisco Arcipreste, nombrando a su hijo primogénito don Juan
Manuel Diego López de Zúñiga Sotomayor y Castro, hasta entonces Conde de
Belalcázar, su legítimo heredero. Su esposa doña María Alberta comunica por
carta del 4 de septiembre de 1686 a la Secretaría de la Cámara de Castilla el
fallecimiento del X Duque de Béjar don Manuel Diego, su marido, y de haber
sucedido en su casa su hijo don Juan
Manuel Diego.
5. "Sucinto y verdadero elogio de la heroyca vida, y gloriosa muerte del Excelentísimo Duque de Béjar...", obra del capitán don Antonio de Somoza y Quiroga.
Su valor y arrojo en la batalla le valieron fama y gloria en toda Europa.
Sobre él corrieron ríos de tinta en sonetos y crónicas que alababan sus
hazañas, convirtiéndole en paradigma del caballero cruzado, como este soneto de
don Pedro de Medrano y Echauz en su “Elogio
Funeral, en que se descrive parte del ardimiento generoso con que en todas
ocasiones sobresalió el señalado Valor del excelentísimo señor Duque de Béjar,
siendo el primero en el Assalto de Buda, con general aclamación de las
naciones, y no inferior dolor de todas en su pérdida” (1686):
Aún si triunfar, venciendo,
conseguiste
Lo mismo, Duque Excelso, à
que aspiraste;
Pues el Timbre mayor te
fabricaste,
Del Frágil Mortal Polvo en
que caíste.
No te llore el Dolor, à que
resiste
La Eterna Feliz Vida, que
lograste;
Pues se debe al vivir, que
despreciaste
La Corona inmortal, que te
ceñiste.
Descansa, de Esplendores
coronado;
Pues es Clarin Sonoro de tu
Historia
La persuasión del Ejemplo
tan Sagrado.
Descansa, pues que al Cebo
de la Gloria,
Aun con motivo menos elevado
Basta la viva Voz de tu
Memoria.
Notas:
(1) López Álvarez, Alejandro: “En torno
a la cultura aristocrática del antiguo régimen: Fiestas, símbolos y ritos en la
entrada a los estados de Béjar, 1685”, en
Revista de Estudios Bejaranos 2-3 (1996).
Fuentes:
- Ceballos-Escalera y Gila, Marqués de la Floresta, Alfonso de: “La Insigne Orden del Toisón de Oro”. Fundación Carlos III edición. Madrid: Palafox & Pezuela, 2000.
- Ponce de León y Corruchaga, Bartolomé: “Romances y Sonetos a la feliz, cuanto temprana muerte del...Señor Don Manuel Diego López de Zúñiga...en el asalto de la plaza de Buda”. Madrid, 1686.
- Muñoz García, Emilio: “Historia del Buen Duque don Manuel de Zúñiga”. Béjar, 1976.
- Muriel Hernández, Manuel: 300 Aniversario de la Reconquista de Buda, 1686-1986. Madrid, 1986.
Es lo que tiene dedicar una vida al ejercicio de las armas que, tarde o temprano, acabo uno siendo víctima de las ajenas.
ResponderEliminarUn saludo.
Tanto va el cántaro a la fuente...
EliminarUn saludo
Mucho valor se necesitaba para ser voluntario en esas guerras pero consiguió la gloria y convertirse en leyenda.
ResponderEliminarSaludos
Era una época en que aun el honor, la Fe y la valentía eran valores que daban gloria al hombre y alentaban locuras como estas.
EliminarUn saludo
Los grandes de España en primera línea, muriendo en la batalla. Me sorprende el humilde nicho que ocupa el duque en el cementerio de Béjar.
ResponderEliminarUn saludo.
Originalmente su tumba se encontraba en la capilla del convento de Nuestra Señora de la Piedad de Béjar, que había sido construida para ser el panteón familiar de los Zúñiga de Béjar...pero tras la desamortización del siglo XIX, sus restos fueron llevados a esta humilde tumba en el cementerio de San Miguel.
EliminarUn saludo
Una historia de valor y honra militar-
ResponderEliminarMis saludos, a usted y a la memoria del Duque.
Muchas gracias Retablo.
EliminarUn saludo
Le has hecho un gran y sentido homenaje con tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias amigo.
EliminarUn abrazo