viernes, 11 de diciembre de 2009

LA FAMILIA DEL REY, LOS HERMANOS DE CARLOS II; MARÍA TERESA DE AUSTRIA, INFANTA DE ESPAÑA Y REINA DE FRANCIA (PARTE I)


La infanta María Teresa de Austria (10 de septiembre de 1638, El Escorial - 30 de julio de 1683, Versalles) era hija del rey Felipe IV y de su primera mujer, la reina Isabel de Borbón y, por tanto, media hermana de Carlos II.

Pese a su importancia histórica, la figura de la infanta María Teresa no ha sido estudiada con el detenimiento que merece. Cabe solo destacar que es ella, o mejor dicho sus derechos sucesiorios, los responsables de la subida al trono hispánico de la Casa de Borbón tras la muerte sin sucesión de Carlos II.

María Teresa de Austria había nacido en septiembre de 1638, siendo bautizada en la real capilla en una solemne ceremonia oficiada por el cardenal Gaspar de Borja, en la que fueron los padrinos el duque de Módena y María de Borbón, esposa del príncipe Tomás de Saboya. Tras la muerte de su hermano Baltasar Carlos en 1646, y hasta el nacimiento de Felipe Próspero en 1657, María Teresa se convirtió en la posible heredera a la Monarquía Hispánica (1), y por su mano rivalizaron las casas de Austria y de Borbón. El cardenal Mazarino consideró que el matrimonio de Luis XIV con la infanta daría esperanzas a Francia para la sucesión de la corona española, ya que María Teresa quedaba como la única heredera de una monarquía inmersa en una crisis dinástica, y además era hija Isabel de Francia.

A pesar de las intenciones francesas, en agosto de 1654 se había ya previsto el matrimonio de la Infanta con el Duque de Saboya Carlo Emanuele II, un candidato que no la inhabilitaría como futura reina. Además, tamnién en 1654, y según los rumores recogidos por Jerónimo de Barrionuevo en sus Avisos, se barajaba la idea de que se jurasen como herederas "la una en defecto de la otra" a María Teresa y a la infanta Margarita Teresa (2), sin embargo, a instancias de la reina doña Mariana de Austria, Felipe IV decidió suspender la convocatoria de Cortes pensada para noviembre de ese año, retrasándolas hasta el próximo abril con el fin de que aprobaran el matrimonio de su primogénita, y que en primavera fuera jurada por la Cortes del Reino de Aragón. A pesar de todo, en diciembre, al hacerse los preparativos para convocar las Cortes en Madrid, parece que el Rey aún no había tomado la resolución de hacer jurar a la hija mayor sola o con la menor, o quizás de posponer su juramento, siempre a la espera de la descendencia de un varón.

En mayo de 1655 se esperaba incluso se esperaba la llegada a Madrid tanto del Duque de Saboya como de un nuevo pretendiente, el hijo de los archiduques Leopoldo de Austria y Claudia de Medici, el archiduque Fernando Carlos de Innsbruck, Duque de Estiria y primo segundo de Felipe IV. Mientras todo esto sucedía, se anunciaba la boda de Luis XIV con una hermana del Duque de Saboya.

Por otra parte, la expectativas del nacimiento de un heredero varón se desvanecían nuevamente el 7 de diciembre de 1655 al nacer la infanta María Ambrosia, la cual fallecía dos semanas después. De esta forma, María Teresa recuperó su importancia en cuanto heredera de la Monarquía, aunque en enero de 1656 el Rey desestimó su juramento por las Cortes de Aragón, según parece por no disgustar a la reina doña Mariana, quien podría haberse sentido desautorizada como posible madre de un varón.

En relación al matrimonio de María Teresa, aún en abril de 1656 se mantenía el proyecto de enlace con el Duque de Saboya, aunque en la corte de los Austrias de Viena se pensara que debía casarse con el Rey de Hungría y Rey de Romanos, Leopoldo de Austria (futuro emperador Leopoldo I). Por esas mismas fechas, doña Mariana volvió a sentirse embarazada, pero en septiembre se descubrió el error y las esperanzas de un heredero varón volvieron a disiparse. También por entonces (julio de 1656) una embajada francesa había acudido a Madrid, dirigida por el diplomático Hugues de Lionne, para buscar la paz en las dos coronas a través de un pacto matrimonial, pero el pretendiente a la mano de la infanta María Teresa no sería el rey Luis XIV, sino su hermano menor, el Duque de Anjou Felipe de Orleans, mientras que Luis XIV casaría con Margarita Teresa. Sin embargo, una cosa eran los deseos del monarca francés y otros los de Felipe IV y la política hispana.

Mientras todo esto sucedía, la infanta María Teresa había cumplido los 18 años, y los rumores seguían indicando que sería su hermana quien desposara a Luis XIV, mientras que el emperador seguía solicitando su mano para su hijo el Rey de Romanos Leopoldo. Por su parte, el Consejo de Estado requería aún su matrimonio con el Duque de Saboya.

Como se ve, los planes de matrimonio de María Teresa con un pretendiente francés no se consideraban hasta que no naciese un posible heredero varón. Sin embargo, las cosas cambiaron el nacimiento, el 20 de noviembre de 1657, del príncipe Felipe Próspero, que fue jurado un año después como Príncipe de Asturias y, por tanto, heredero universal de la Monarquía Hispánica (3).

Finalmente la consecución de la Paz de los Pirineos tras la larga guerra hispano-francesa de 1635-1659 determinó la boda con Luis XIV con la infanta María Teresa, que hasta ese momento había sido utilizada por Felipe IV como una importante pieza de su política dinástica ante la falta de un heredero varón. Sin embargo, el Rey se cuidó mucho de anular los derechos sucesorios de su hija para que así un monarca francés o un hijo de Francia no pudiesen jamás sentarse en el trono hispano, por ello el contrato matromonial incluía la renuncia de la infanta María Teresa a sus derechos sucesorios a la Corona Española, derechos que como se verá no fueron finalmente respetados por Luis XIV.

Tras la muerte de Felipe IV, la Monarquía quedó en una sitición altamente delicada, con una regencia femenina y un rey de apenas 4 años de edad. Precisamente fue la fragilidad de la regencia que Felipe IV legaba a la Monarquía tras su muerte la que le obligó a establecer unas cláusulas que contemplaran todas las posibilidades de sucesión. Según estas dos cláusulas testamentarias (15 y 16), la rama francesa quedaba completamente excluida de la herencia en virtud de la renunciación a sus derechos de María Teresa. En ningún momento el monarca español tuvo en cuenta la posibilidad de que el rey francés pudiera acceder a la sucesión de la Monarquía Hispánica en caso de la muerte de Carlos II. Y es que, como indica Oliván Santaliestra, la lógica habsbúrguica se impuso en el texto testamentario: la herencia (en caso de muerte de Carlos II) recaería en los sucesores de la infanta Margarita Teresa, entonces prometida del emperador Leopoldo I; la siguiente mujer destinada a continuar la línea sucesoria sería la hermana de Felipe IV, la emperatriz María, mujer de Fernando III, la ya fallecida madre de Mariana de Austria, por lo que serían sus descendientes (Leopoldo I, o los hijos que éste pudiera tener con Margarita Teresa, pues se suponían que ésta iba a renunciar también a sus derechos tras su matrimonio con el emperador que se celebraría finalmente en 1666), los llamados a la sucesión. La Casa de Austria debía, por tanto, recoger estos derechos, tras los cuales estaba la Casa de Saboya que recibía también su candidatura a través de la tía de Felipe IV, Catalina Micaela, hija de Felipe II, que se había casado con el duque de Saboya; sus descendientes debían ostentar la corona en caso del agotamiento de la candidatura de los Habsburgo austriacos.En definitiva, la sucesión francesa quedó descartada en el testamento de un Felipe IV fiel a la tradicional alianza con la Casa de Austria.

La publicación del testamento tras la muerte del Rey causó grandes recelos en la corte francesa; el mero hecho de que la casa de Saboya pudiera estar por delante de la monarquía francesa en la línea sucesoria, enervó los ánimos de la reina madre Ana de Austria, hermana de Felipe IV y defensora a ultranza de los derechos de su hijo Luis XIV.
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(1) A pesar de que muchos autores han pasado por alto este hecho, la infanta María Teresa se convirtió, hasta el nacimiento de los príncipes Felipe Próspero y posteriormente del futuro Carlos II, en la heredera universal de la Monarquía Hispánica, como bien indica Laura Oliván Santaliestra en su tesis "Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII" (Universidad Complutense de Madrid, 2006). No obstante, María Teresa, presunta heredera durante años, no fue jamás Princesa de Asturias, por no ser jurada como tal, pese a las peticiones que se hicieron a su padre por parte de los procuradores castellanos, como así reflejan las actas de las reuniones de las Cortes de la época así como de lo dicho por Jerónimo de Barrionuevo en sus famosos Avisos. El numerarla como Princesa de Asturias es un error del Padre Risco , quien escribió cien años después de los hechos narrados (en concreto durante el reinado de Fernando VI), cronista copiado unánimemente por los autores que han tratado sobre esta materia con posterioridad.

El citado Padre Risco dice que la Infanta doña María Teresa fue jurada en 1655, y, extrañamente, da toda clase de detalles acerca de una ceremonia que jamás tuvo lugar(Sampedro Escolar, José Luis: "La numeración de los Príncipes de Asturias", Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, Madrid, 2004 (pag.5).

(2) Nacida en 1651, era hija de Felipe IV y de su segunda mujer, la reina doña Mariana de Austria.

Fuentes principales:

* Marías, Fernando: "La representación del heredero: la imagen del Príncipe de Asturias en la España de los Austrias" en "Ceremoniales, ritos y representación del poder". III Coloquio Internacional del Grupo Europeo de Investigación Histórica, Religión, Poder y Monarquía. Universitat Jaume I. 2004.

* Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "La sacralización de la dinastía en el pulpito de la Capilla Realen tiempos de Carlos II. Universidad Autónoma de Madrid. 2002.

* Oliván Santaliestra, Laura: "Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII". Universidad Complutense de Madrid. 2006.



** La primera imagen es un retrato de la infanta María Teresa obra de Velázquez (1652-1653)
*** La segunda imagen en un lienzo de Laumosnier que representa la boda de María Teresa con Luis XIV el 9 de junio de 1660.

7 comentarios:

  1. Me ponen enferma los folletines y películas que tratan al personaje de María Teresa como si de una bobalicona se tratara al "reconstruir" la corte de Luis XIV. ¡Un horror! Pero, ¿es que la Leyenda Negra todavía extiende sus feos tentáculos al tratarse de España en el extranjero?

    Pobres infantas, piezas de una table de ajedrez compleja basada en los intereses dinásticos. Ahora el casamiento intentaba acercarse a la Casa de Saboya, luego a los Borbones.

    Un abrazo

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  2. Sí, por desgracia en el extranjero, y muy especialmente en Francia aún se tiene esta imagen más que equivocada de un mujer que cambió la historia de España y de la propia Francia...al menos en España desde hace algunos años existe una corriente renovadora de la historia española de finales del XVII llevada a cabo por una excelente pléyade de jóvenes historiadores...para saber más sobre el papel de las mujeres de la Casa de Austria, así como de su importancia a través de sus derechos sucesorios y de su papel político en sus cortes de origen y destino, te recomiendo leer la obra de Laura Oliván Santaliestra, María Victoria López Cordón, María Teresa Zapata,...

    Un saludo

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  3. Me interesa todo su blog, monsieur, por supuesto, ya que ademas coincide con la epoca de la que yo misma trato en mi blog. Y naturalmente este personaje es objeto de especial atencion por mi parte, por razones obvias.

    Le sigo, monsieur. Y aprovecho para felicitarle por su labor, muy necesaria por lo poco que habia hasta ahora.

    Buenas noches, monsieur

    Bisous

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  4. It is nice to make your acquaintance. Do you think it was Marie-Thérèse that said; "Let them eat cake"?

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  5. Absolutely no..."Let them eat cake" is a sentence traditionally attributed to Queen Marie Antoniette (wife of Luois XVI: "S'ils n'ont plus de pain, qu'ils mangent de la brioche!" with reference to the hungry people

    Here I speak about Marie-Thérèse, the first wife of Luois XIV, mother of Louis, the Grand Dauphin...

    ...any way I'm happy to resolve your doubt and to speak with you

    Regards

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