domingo, 25 de marzo de 2018

José I y el archiduque Carlos frente a la sucesión española: los acuerdos de 1703 y el Estado de Milán

1. Miniatura que que representa la cesión de de sus derechos a la Corona de España por parte de Leopoldo I y José I al archiduque Carlos, obra de Charles Boit (1703). Kunsthistorisches Museum de Viena.


Tras la entronización de Felipe V, la diplomacia francesa obtuvo al principio el éxito de concertar una alianza con Portugal en 1701. En la misma línea, Luis XIV proyectó el matrimonio de su nieto con María Luisa Gabriela de Saboya. Durante el invierno de 1701-1702 los dispositivos bélicos se intensificaron. A comienzos de 1702 los aliados instaron a Leopoldo I para que acelerase los preparativos para el conflicto. El 15 de mayo Austria, Inglaterra y las Provincias Unidas declararon la guerra a Francia. Durante algún tiempo, el Emperador pudo escapar a a las presiones inglesas para que se iniciase la guerra en España. La irresolución propia de Leopoldo y de sus hijos, a veces, se convertía en una táctica política. No obstante, la división de la Corte vienesa en los primeros años de la Guerra de Sucesión fue particularmente perjudicial para la Casa de Austria, ya que esto impidió que se realizase el esfuerzo bélico debido, disminuyó la efectividad diplomática y dañó el prestigio imperial. En esta época la dirección de la diplomacia austriaca recaía en el bohemio Wratislaw, quien durante muchos meses defendió que la conquista de Italia debía preceder a la de España. Pero en la Corte imperial también existían voces discrepantes de esta política, especialmente en el círculo próximo al archiduque Carlos. El antiguo embajador español en la Corte de Vena, el Duque de Moles, animaba a que se tomase la iniciativa en España. Compartía en esta opinión el príncipe Jorge de Hesse-Darmstadt, último virrey de Cataluña del reinado de Carlos II, que llegó a Viena en 1702 camino de Inglaterra tras ser relevado de su puesto por Felipe V. Los cortesanos que rodeaban al hijo menor de Leopoldo I no querían quedar a la sombra del hermano mayor, el rey de romanos José I, y el mismo Carlos no tardó en demostrar que tenía su propia personalidad.

En este contexto, Leopoldo I no acababa, pese a las presiones inglesas, de proclamar a su hijo segundo como heredero de la Corona de España. Sin duda fue el Tratado de Methuen con Portugal en 1703, al que Viena se adhirió de mala gana por las cesiones territoriales que Inglaterra hacía al monarca portugués en nombre del Rey de España (plazas en Extremadura, Galicia e Indias), así como el temor a un gran ataque francés en Europa central, lo que obligó a Leopoldo I a ceder a las presiones de las potencias marítimas. El 16 de mayo de 1703 se firmaron dos tratados, uno defensivo entre el Rey de Portugal, Inglaterra y los Estados Generales de Holanda; otro de alianza ofensiva y defensiva de la que formaba parte el Imperio. Por último, el 27 de diciembre el embajador inglés Methuen llegaba a un acuerdo con Portugal de carácter económico, de importantes consecuencias durante el siglo XVIII.

A partir de este momento , Inglaterra y Holanda apremiaron a Leopoldo para que enviase lo antes posible a Carlos hacia España porque la ofensiva portuguesa no empezaría hasta que el Archiduque no llegase a Portugal. En el mismo sentido escribió el Almirante de Castilla al Emperador desde su exilio en Lisboa. El rey Pedro II ya había manifestado que no iba a reducir sus demandas si participaba en el conflicto porque, como dijo a los otros aliados, para la Casa de Austria "el principal propósito era quedarse con Italia". Finalmente, el archiduque Carlos fue proclamado en Viena como Rey de España con el nombre de Carlos III el 12 de septiembre de 1703, tras la cesión de los derechos a la Corona de España del emperador Leopoldo I y del rey de romanos José I. En este acto, Carlos se comprometió a "conservar fueros y privilegios a todos los reinos y provincias, comunes y particulares, de los dominios de España", siguiendo la recomendación hecha por Carlos II en su testamento. En la ceremonia solemne que tuvo lugar en el Palacio de La Favorita a la una de la tarde asistieron, entre otros, cinco príncipe del Imperio y los presidentes de los Consejos y todos los consejeros de Estado. El nuevo Rey fue cumplimentado también por los embajadores y por los ministros de los príncipes aliados, así como por los españoles que se encontraban en la Corte.

Leopoldo trató de armonizar los intereses de sus dos hijos, llamados a asumir la doble aspiración de la Casa de Austria en Italia y en España, y llegó a un acuerdo con ellos. Temía que su hijo menor Carlos se convirtiera en un rehén de unos aliados poco seguros y que incluso pudiera volverse en contra de su familia en defensa de los intereses españoles, por eso promovió una serie de acuerdos, sellados en el mes de septiembre, poco antes de la renuncia pública de Leopoldo y su primogénito a la Corona de España del día 12. El Rey de Romanos José y Carlos  rubricaron delante de su padre, el emperador Leopoldo, un acuerdo familiar secreto por el cual la Agustísima Casa apoyaría las aspiraciones de Carlos a la Corona de España a cambio de ceder éste el Estado de Milán y el Marquesado de Finale a José. Leopoldo I había decidido atribuir estos territorios a José y a sus herederos y, de este modo, a los Austria de Viena. El archiduque Carlos tuvo que aceptar la dudosa tesis jurídica defendida por Leopoldo de que el Ducado de Milán tenía que haber seguido bajo la soberanía imperial tras la abdicación de Carlos V apuntando elementos de conveniencia, proximidad y economía para arrebatar a la Monarquía Hispánica lo que deseaba reservarse a sí. Pero las pretensiones imperiales sobre Italia se vieron afectadas por la firma del Tratado con Saboya. Las negociaciones con el Duque de Saboya, que se habían iniciado a finales de 1701, no concluyeron hasta noviembre de 1703. El precio ofrecido por Leopoldo I a Víctor Amadeo II de Saboya incluía ciertas zonas de la Lombardía (el Alessandrino, Valsesia, Lomellina, el Novarese...). De este modo, la política vienesa encerraba una doble decepción para los españoles: la cesión de Milán al Imperio y, a su vez, la entrega de una importante zona de aquel Estado a los Saboya.

Al mismo tiempo, José y Carlos firmaron el "Pactum Mutuae Successionis". El Emperador abordaba con este pacto el problema que podría plantear el reconocimiento de Carlos como presunto heredero de los archiducados austriacos, dado que José no tenía hijos varones. Lo también llamados "decretos leopoldinos" preveían que Carlos heredaría a José en los estados patrimoniales de la Casa de Austria, en Hungría y en Bohemia y, si ninguno tenía hijos varones, la sucesión pasaría a la hija del hermano mayor que hubiera ocupado el trono. Se establecía la primacía de los hijos varones sobre las hijas y, en ausencia de varones, las hijas de José precederían a las de Carlos en la sucesión, tanto en la española como en la austriaca. Del mismo modo, Carlos y sus hijos se antepondrían a las hijas de su hermano en Austria y en los demás territorios de la Agustísima Casa en Europa Central, donde las disposiciones sucesorias eran diversas. La sucesión quedaba restringida y la unidad de la Casa de Austria a salvo. El acuerdo secreto se ocultó a los españoles, pero debió de ser conocido por algunos ministros de la Corte de Viena mucho antes de que Carlos lo revelase en 1713 para zanjar la cuestión de la precedencia de sus sobrinas sobre su propia descendencia femenina con la Pragmática Sanción. El pacto aumentó el recelo que ya existía entre los hermanos. José, que nunca aceptó la partición impuesta por su padre, sólo sintió celos y desconfianza hacia su hermano menor, a quien despachó a España y quien, tras su marcha, no volverá a ver nunca más. Carlos, en cambio, como Rey de España proclamado tampoco aceptó de buen grado desgajar de su herencia el Ducado de Milán.


Fuentes:

  • Ingrao, Charles W.: "In Quest and Crisis: Emperor Joseph I and the Habsburg Monarchy". Purdue University Press, 1979.
  • León Sanz, Virginia: "Carlos VI. El emperador que no pudo ser rey de España". Aguilar, 2003.
  • León Sanz, Virginia: "El archiduque Carlos y los austracistas". Editorial Arpegio, 2014.