miércoles, 28 de septiembre de 2016

Fernando de Valenzuela, un valido advenedizo (Parte XIV)

1. Retrato de don Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza, Conde de Galve y Virrey de Nueva España (1690). Anónimo. Museo Nacional de Historia de Castillo de Chapultepec, Ciudad de México.

Pasados los diez años de su destierro en Filipinas, Fernando de Valenzuela fue liberado por cédula de 7 de junio de 1687, lo cual se le comunicó el 24 de septiembre de 1688. No obstante, no se le permitiría regresar a la Península, como hubiera sido su deseo, sino que debería permanecer en Nueva España.

Para entonces don Juan José de Austria ya había muerto (17 de septiembre de 1679), el nuevo hombre fuerte en la Corte era el Conde de Oropesa, primer ministro desde 1685 como sucesor en el puesto del Duque de Medinaceli, ambos antiguos conocidos de Valenzuela. Por otra parte, la reina madre doña Mariana de Austria se había reconciliado con su hijo y trasladado de nuevo a Madrid, circunstancia que se apunta como razón principal del permiso para salir de las Filipinas. Que el ansiado retorno a la Península no se llegase a producir parece que fue debido a la intervención de Jerónimo de Eguía, a la sazón Secretario de Estado, y antiguo enemigo de Valenzuela, aunque no hay que descartar que Oropesa interviniese también para evitar la vuelta de un potencial rival político.

La lucha constante de su esposa en la Corte hizo que el Rey dispusiese, por Orden de 15 de enero de 1689, devolver a doña María Ambrosia de Ucedo la jurisdicción y rentas de las villas de San Bartolomé de los Pinares (Villasierra), del Herradón y de otros lugares propiedad de don Fernando, que habían sido secuestrados por la Real Hacienda por decreto de 21 de agosto de 1677.

En una carta escrita por Valenzuela y dirigida al Rey, fechada el 4 de octubre de 1688, solicitaba el permiso para ir a morir a España, y más concretamente al lugar que había dado nombre a su Título de Castilla: San Bartolomé de Villasierra. Asegurando “(…) a V. M. que mi edad, achaques y desengaños de lo peligroso, falaz e inquieto de las cortes, están para apetecer ni desear otra cosa”.

Valenzuela partió de Manila a bordo del galeón Santo Cristo de Burgos el 28 de junio de 1689 y tras realizar la siempre larga travesía del Tornaviaje, llegó al puerto de Acapulco el 18 de diciembre de 1689. Con el levantamiento de su pena, había sido restituido en los honores de su Título de Castilla, que no en su uso, y al llegar a la Ciudad de México fue recibido por el entonces virrey Gaspar de la Cerda Silva Sandoval y Mendoza, Conde de Galve (1), a quien se había dirigido deforma previa, y en sentida misiva, para comunicarle su próxima llegada. En la misma se nos dan a conocer los antiguos lazos entre ambos personajes:

Con amorosa y rendida instancia suplico á Vuestra Excelencia considere lo siguiente, al viso de su gran sangre, punto y garbo de caballero, sin otras especies remotísimas de mi desengaño y conocimiento propio; y paso á acordar á Vuestra Excelencia cuán antiguo y favorecido criado soy de la Casa del Infantado, cuyo blasón he mantenido en próspera y adversa fortuna, al cual correspondí como pude y consta á Vuestra Excelencia, así con los señores duques, padre y hermano de Vuestra Excelencia, como con mi señora, con el señor Conde de Galve, Vuestra Excelencia y el señor don José (qué esté en gloria), veo y confieso que la solicitud mía fue superflua á vista de tanto mérito; pero la refiero como crédito de mi buena ley en todos lances, y que sólo incurriendo en el de ingrato podía esperar que Vuestra Excelencia me degradase de los honores que le debí en Madrid, pues son crédito del esplendor del dueño la conservación y fomento de los lustres del siervo, y nadie dejará de extrañar ni creerá que Vuestra Excelencia se retira de lo obrado sin causa suficiente, lo cual redunda en desdoro de mi fineza; porque, ¿quién ha de creer que el que debe conservar como fuente del honor le ultraje sin sombras que perturben su cristal?

Valenzuela llegó a la capital novohispana el 28 de enero de 1690. Y el 29 de enero, en comunicado al Virrey, volvía a pedir el pasar a terminar sus días a España, tal y como ya lo había hecho en la ya mencionada carta dirigida al Rey de 4 de octubre de 1688. Pasó entonces don Fernando, mientras confiaba en su regreso a la Península, a instalarse con lujo en una casa situada al costado poniente del Convento de San Agustín. De dicho acomodo fue informado Carlos II por parte del Conde de Galve en carta de 5 de febrero de 1690.

La vida social de Valenzuela debió volver a ser intensa y se sabe que el miércoles 9 de mayo de 1691, se organizó una máscara o desfile con motivo del casamiento de Carlos II con su segunda mujer, la reina doña Mariana de Neoburgo. Dicho desfile fue organizado en nombre de la Universidad de México por don Fernando de Valenzuela.


                                                                                                                             CONTINUARÁ...


Notas:

(1) Don Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza (1653-1697), era hijo de don Rodrigo Díaz de Vivar de Silva y Mendoza, IV Duque de Pastrana, y de doña  Catalina Gómez de Sandoval y Mendoza, VIII Duquesa del Infantado y, por tanto, hermano de don Gregorio de Silva y Mendoza, V Duque de Pastrana y IX del Infantado etc. Recordemos que Valenzuela había sido paje del IV Duque de Pastrana en los años en los que éste fue Virrey de Sicilia.

Fuentes:

1. Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Precedencia y dirección del Gobierno. El ascenso ministerial de Fernando de Valenzuela en la Corte de Carlos II" en García García  Bernardo J. y Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Vísperas de Sucesión. Europa y la Monarquía de Carlos II". Fundación Carlos de Amberes, 2015.

2. Castillo Soto, Josefina: "Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV): Su labor política y militar". UNED, 1991.



3. Luque Talaván. Miguel: "La inconstante fortuna de Fernando de Valenzuela y Enciso. Su destierro en las islas Filipinas y los últimos años en la ciudad de México (1678-1692)". Archivo Agustiniano, XCV (2011), 213-244.

4. Ruiz Rodríguez, Ignacio: "Don Juan José de Austria en la Monarquía Hispánica. Entre la política, el poder y la intriga". Dykinson, 2007.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Fernando de Valenzuela, un valido advenedizo (Parte XIII)

      1. Plaza ensenada de Cavite con sus fortificaciones y pueblos cercanos (1663). Archivo General de Indias, Sevilla.

Una real cédula de 28 de febrero de 1678 dirigida al Gobernador y Capitán General de las Islas Filipinas don Juan de Vargas Hurtado venía a organizar la vida de Fernando de Valenzuela en su nueva morada, el Castillo de San Felipe de Cavite:

“(…) Y os mando que luego que llegue deis orden al castellano del castillo de San Phelippe del Puerto de Cavite, para que le reciba y tenga en dicho castillo,con toda custodia y seguridad, y sin permitir que para effecto alguno salga de él, ni ninguno de los dos criados, con advertencia que si alguno de ellos saliere, no ha de bolber a entrar. Y siendo necessario le señalareis persona que acuda a lo que hubieren menester de afuera. Y al castellano ordenareis que no le dexe hablar con nadie, sino en presencia de guardas (que le pondrán de toda confianza) y no en secreto con persona alguna, no le permita escribir ni recibir cartas, ni a ninguno de su familia.Y para que tenga lo necesario para alimentarse, os mando que le hagais acudir con lo que juzgáredes precisso e innescusable, con que a lo más no exeda de lo que importa el salario de un oydor de mi Audiencia de Manila, procurando que sea menos, todo lo que se pueda.Y como quiera que para este effecto, quede qualquiera caudal que me pertenezca le hagais acudir y que se le acuda, os encargo, en las primeras vacantes que hubiere de encommiendas a vuestra distribuction, appliqueys a este gasto lo necessario para escusarle a mi Real Hacienda, fiando de vuestro zelo y applicación a mi serbicio que lo executareis todo con la precissión y puntualidad que os mando. Y que en la primera ocassión que podáis, me dareis cuenta, remittiendo testimonio authéntico de quedar en el dicho castillo, y de lo que hubiéredes dispuesto, assí enquanto a la forma de asistirle como en las prevenciones con que ha de estar”.

Por no haberla, y para su habitación, se construyó una casa en el citado Castillo de San Felipe. De los diez largos años de su prisión, se conservan algunos documentos referidos a la situación del prisionero: dos reales cédulas de 8 de febrero de 1684 y una reducida correspondencia mantenida entre el Gobernador y Capitán General de Filipinas y el castellano de Cavite don Alonso de Aponte y Andrade transladan la preocupación de las autoridades insulares ante un posible intento de fuga del antiguo Primer Ministro, o ante la eventualidad de que alguna de las naves de naciones vecinas atracadas cerca del castillo intentasen su liberación en una acción sorpresa.

En una carta de 27 de noviembre de 1686 dirigida por Carlos II al Gobernador don Gabriel de Curucelaegui y Arriola en contestación a la suya de 31 de mayo de 1685 se decía que: “(…) en cumplimiento de la Cédula de 31 de julio del de 1682, alzasteis a don Fernando de Valenzuela las prohibiciones de ablar, escrivir, recivir cartas y salir sus criados del Castillo deCavite, donde decís quedava asegurado, de que remitis testimonio. Y visto en mi Consejo de las Indias, ha parecido deciros, como lo hago, que esta bien lo que en esto aveis executado (...).

Era así como la dureza de su cautiverio se veía aliviada al permitírsele, entre otras cosas, escribir y recibir cartas, aspecto prohibido en los años antecedentes de su encarcelamiento. Circunstancia que Valenzuela aprovechó para dirigir al Rey un memorial en donde exponía su pesar por lo que a sus ojos era una injusta prisión y castigo:

Señor, favorecidos y Ministros han perecido a la ciega influencia de la emulación o a la justa calumnia de su crimen, acreditada en el castigo público. Pero que en el Católico Gobierno de V.M. se oiga y vea castigar al vasallo (y de la constitución en que la magnificencia de un Rey puede ponerle) sin que el vasallo sepa su delito, dé descargo ni escuche el nombre de su Rey (siquiera para logro de sacrificar a su orden, el padecer), no tiene ejemplar, ni el eco de tan irregular golpe puede dejar de resonar en todo el orbe”.

Ahondaba también en la pesadumbre de su prisión, en su difícil y vigilada vida en Cavite, implorando a Carlos II la gracia de un alivio a tanto pesar. Acerca de su situación dice también que cuando llegó a Cavite:

“(…) donde luégo le entregaron preso al castellano del Castillo San Felipe, y en él le tienen, y ha estado hasta el presente dia en tan rigorosa prision que no se le permitia ver ni hablar á persona alguna sin guardas de vista, ni salir de dos aposentos que tiene por habitación, con todos los gravámenes que caben en los criminales más execrados. Esto, sobre tantos y tan contínuos trabajos y necesidades como ha pasado desde que le sacaron del Escorial (…)”.

De sus palabras se desprende el desengaño, incomprensión ante las injusticias, fugacidad de la fama, el recuerdo de la familia dejada atrás…precisamente los temas que aparecen en una de las facetas más desconocidas de Valenzuela, la de literato. Según Wenceslao Emilio Retana, máximo representante de "Filipinismo" moderno, Valenzuela compuso en su prisión de Cavite varias obras literarias, poesías y comedias, que desgraciadamente no conocemos por ahora, tocaba la guitarra y solía recibir muchas visitas, frecuentemente de religiosos. Hecho que, por otra parte, no debería sorprender si tenemos en cuenta que es bien sabido que durante la regencia de doña Mariana de Austria, Valenzuela organizó varias representaciones teatrales a las que asistía la Corte. En ellas, ejerció como director de escena, encargándose también de los decorados y del vestuario. Su ayudante era el Conde de Galve, hermano del Duque de Pastrana, que más adelante será Virrey de la Nueva España y protector del don Fernando durante el período en que, tras abandonar Filipinas, pasase a residir en México.


CONTINUARÁ...


Fuentes:

1. Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Precedencia y dirección del Gobierno. El ascenso ministerial de Fernando de Valenzuela en la Corte de Carlos II" en García García  Bernardo J. y Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Vísperas de Sucesión. Europa y la Monarquía de Carlos II". Fundación Carlos de Amberes, 2015.

2. Castillo Soto, Josefina: "Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV): Su labor política y militar". UNED, 1991.

3. Luque Talaván. Miguel: "La inconstante fortuna de Fernando de Valenzuela y Enciso. Su destierro en las islas Filipinas y los últimos años en la ciudad de México (1678-1692)". Archivo Agustiniano, XCV (2011), 213-244.

4. Ruiz Rodríguez, Ignacio: "Don Juan José de Austria en la Monarquía Hispánica. Entre la política, el poder y la intriga". Dykinson, 2007.



lunes, 5 de septiembre de 2016

Fernando de Valenzuela, un valido advenedizo (Parte XII)


1. Viaje de don Fernando de Valenzuela desde España hasta su exilio filipino.

Carlos II, en cumplimiento de lo dispuesto por el nuncio Millini el 9 de febrero de 1678, envió varias reales cédulas referidas al destierro de Valenzuela el 28 de febrero de ese mismo año. Cabe destacar la dirigida al Virrey de Nueva España en la que se describe con detalle el destino y los términos del exilio:

“El Rey. Mi Virrey de la Nueva-España: hallándose don Fernando Valenzuela en la villa de Consuegra debajo de la protección de la Iglesia y pendiente de la causa de inmunidad, el Nuncio de Su Santidad, en virtud de comisión particular que para ello tuvo de la Sede Apostólica en vista de los autos que contra él se habían escrito por los ministros seculares, y considerando que de la residencia de dicho don Fernando en estos reinos puede resultar perjuicio á su persona y también á la quietud pública, y pareciendo ser del servicio de Dios Nuestro Señor y mío, usando de la facultad que le está concedida en dicha comisión, despachó mandamientos en 9 de este mes de Febrero, relegando á dicho D. Fernando Valenzuela á las Islas Filipinas, donde esté por tiempo de diez años, para que durante ellos no pueda salir del fuerte de Cavite, que se le señala por su morada y habitación por el dicho tiempo; y se le manda no salga de él, pena de excomunión mayor y otras, al arbitrio del Nuncio, lo contrario haciendo; para cuyo cumplimiento, mando que el General de galeones le llevase en la Capitana de ellos, y á Doña María de Uceda su mujer, un hijo y una hija que tienen, y dos criados y dos criadas hasta el puerto de la Habana, sin dejarle saltar a tierra ni á ninguno de su familia, sin hablar con nadie sino en presencia de los guardas que le pusiesen de vista, y no en secreto, ni permitirles escribir ni recibir carta; y que si al llegar los dichos galeones al puerto de la Habana se hallase en algún bajel de los cinco de la armada de Barlovento, lo entregase con la dicha familia al Capitán ó Cabo de él para que los llevase al de Veracruz de este reino; y que en caso de no hallarse allí Capitán alguno de dicha armada cuando llegase, lo entregasen al castillo del Morro de aquel puerto para que estuviese en él hasta que hubiese navío en que transportarlo, con órden al Cabo que lo llevare, que luégo que llegue al dicho puerto de la Veracruz lo entregue al castellano del castillo de San Juan de Ulúa, al cual mando por Cédula de la fecha de esta que lo reciba y tenga en él, y á la dicha su mujer y familia, con toda guarda y custodia hasta que vos mandéis; que desde esa ciudad vaya el carruaje y personas que tuviereis por conveniente, que con el cuidado y prevenciones referidas le lleven, y á la dicha familia, a ciudad de Méjico ó á la parte que por mejor tuviereis, adonde esté en el ínterin que haya nao para Filipinas; que en la primera que saliere para aquellas Islas, dispondréis y daréis órden para que sea llevado, encargando, así á la persona que lo llevare hasta el puerto de Acapulco, como al Cabo que lo recibiere y dicha su familia á bordo de la nao en que hubiese de ir, lo lleve con las dichas prevenciones y custodia hasta entregarlo al castellano del castillo de Cavite, con órden del Gobernador y Capitán general de aquellas Islas, para el cual os remito Cédula con esta mandándole que le haga recibir y tener en el dicho castillo con la dicha su mujer, hijos y criados, con calidad: por lo que toca á la mujer é hijos, a de ser á su voluntad estar ó no en dicho castillo, con sólo la prohibición de que si elige entrar con su marido, no ha de poder salir sino es que quiera irse para no volver á entrar; y para los gastos que fuere necesario hacer, así en los carruajes como en el sustento del dicho D. Fernando y su familia desde que salga de la Veracruz (que el tiempo que allí estuviere envío a mandar á mis Oficiales Reales de aquella ciudad den para su sustento tres pesos cada día) hasta que llegue al puerto de Acapulco, y lo que costare el rancho que se hiciere para la embarcación, lo haréis pagar de mi Real Hacienda, procurando respecto de los alcances de ella que sea con toda la moderación posible. Y mando á mis Oficiales Reales de esa ciudad que paguen lo que para esto libráredes sobre ellos. Y de lo que en todo se ejecutare, me daréis cuenta en la primera ocasión (…)".

Valenzuela partió del castillo de Consuegra el 2 de abril de 1678, llegando a Cádiz en donde fue alojado en el fuerte del Puntal, situado extramuros de la localidad. Allí permaneció hasta el 14 de julio del mismo año. 

En Cádiz, embarcó solo, ya que su familia había decidido no seguirle en su destierro, en la Flota de Tierra Firme rumbo a Puerto Rico el 14 de julio de 1678. Parece ser que la decisión de su mujer de no acompañarle se debe a que doña María de Ucedo debió pensar que, quedándose cerca de la Corte, podría tratar de recuperar los bienes incautados a la familia. Lo que finalmente consiguió unos años más tarde como veremos.

De Puerto Rico Valenzuela embarcó en la Flota de Nueva España llegando finalmente a Veracruz, en cuyo castillo de San Juan de Ulúa estuvo preso desde el 15 de octubre de ese mismo año hasta el 20 de febrero de 1679, día en el que fue conducido a Acapulco, embarcando por último el 31 de marzo para su destino final a bordo del galeón San Antonio. Tras un largo viaje, en el que había estado a cargo del general Felipe de Montemayor y Mansilla, llegó finalmente a Filipinas:

"(…) llegó a éstas Islas en 31 de julio de 1679, y habiendo dado fondo en el puerto de Palapag, el mismo general le traxo a su cargo al puerto de Cavite, en cuya fuerza y castillo de S. Phelippe se le tenía ya fabricado en medio della un quarto de madera, capaz, adonde con la guardia necessaria se pusso su persona y la de dos criados suyos, y todo dando cumplimiento a lo que Su Magestad mandava por su Real Cédula, (…)".

CONTINUARÁ...


Fuentes:

1. Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Precedencia y dirección del Gobierno. El ascenso ministerial de Fernando de Valenzuela en la Corte de Carlos II" en García García  Bernardo J. y Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Vísperas de Sucesión. Europa y la Monarquía de Carlos II". Fundación Carlos de Amberes, 2015.

2. Castillo Soto, Josefina: "Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV): Su labor política y militar". UNED, 1991.

3. Luque Talaván. Miguel: "La inconstante fortuna de Fernando de Valenzuela y Enciso. Su destierro en las islas Filipinas y los últimos años en la ciudad de México (1678-1692)". Archivo Agustiniano, XCV (2011), 213-244.

4. Ruiz Rodríguez, Ignacio: "Don Juan José de Austria en la Monarquía Hispánica. Entre la política, el poder y la intriga". Dykinson, 2007.