jueves, 18 de enero de 2018

El sitio de Gerona de 1684, un efímero éxito hispano

1. Grabado alemán que representa a Alejandro de Bournonville.

Tras la firma de la Paz de Nimega (1678), el gobierno de Madrid, dirigido por don Juan José de Austria, nombró al flamenco Alejandro de Bournonville, Duque de Bournonville (1612-1690) como nuevo virrey de Cataluña. Sin duda, el Duque era un hombre de experiencia militar, factor que no siempre se dio en los virreyes del momento: desde 1626 estaba en el ejército, luchando en los de la Monarquía Hispánica y el Imperio hasta 1656, progresando en su carrera. De 1665 a 1672 gobernó el Artois; de 1672 a 1675 cubrió la baja por enfermedad de Montecuccoli al frente del ejército imperial con el grado de mariscal general. Su llegada a Cataluña se produjo en 1676 con el grado de gobernador de las armas, persuadiendo al Príncipe de Parma, a la sazón virrey de Cataluña, sobre la necesidad de atacar el Rosellón; desde el Principado pasó momentáneamente a Sicilia para recuperar Mesina (1677), regresando ya como virrey de Cataluña en octubre de 1678.

Los años posteriores a Nimega fueron de guerra fría con Francia, debido a la política de reuniones llevada a cabo por Luis XIV. Finalmente la toma de Estrasburgo por parte de las armas galas (septiembre de 1681) y las pretensiones del Cristianísimo sobre Luxemburgo, hicieron que la Monarquía Hispánica declarase la guerra a Francia (26 de octubre de 1683), comenzando la así llamada Guerra de Luxemburgo (1683-1684).

Tras el inicio oficial de la hostilidades en noviembre de 1683, el virrey Bournonville se aprestó a afrontar los momentos más difíciles de su larga trayectoria política en el Principado. La mayor insistencia del Virrey durante los años anteriores de su mandato se centraba en la indefensión de Cataluña sin unas fortificaciones que cubriesen el terreno y los medios en hombres y dinero para guarnecerlas, formando un cuerpo de ejército ofensivo al mismo tiempo. La situación hispana contrastaba con los preparativos galos. Bournonville aseguraba que los franceses esperaban refuerzos de 2.000 infantes y 4.000 de caballería, disponiendo de almacenes de harina y grano en Perpiñán, Villafranca del Conflent, Colliure y Elna. Por otra parte el Virrey, bien informado de los movimiento de su oponente, el Mariscal Bellefonds, comentando que este disponía de unos 16.000 hombre que atacarían con toda probabilidad Cadaqués y Roses con su armada, así como Montellà, Canprodón y Girona por la parte de la montaña. Sin embargo, la Corte le tildaba de alarmista.

Los acontecimientos se precipitaron a finales de abril. Bournonville estaba dispuesto a salir a campaña, sin más refuerzos que 113 hombres llegados de Valencia, "gente de bonísima calidad sin que se halle un solo muchacho", pero sin rastro del resto de las tropas prometidas desde Madrid, faltándole además 63.800 reales para acabar las fortificaciones y montar el tren de artillería.

El 2 de mayo se produjo la entrada francesa por el Ampurdán. Bournonville marchó con sus tropas hacia Hostalric, debiendo hacer frente a unos 10.500 infantes y 4.500 caballos de los franceses; presumiblemente éstos se dirigían hacia Gerona, donde esperaría que su armada hiciera alguna incursión para desviar tropas del Virrey hacia la costa y de guarnición a Barcelona. La disyuntiva de Bournonville era frenar al enemigo en Gerona, introduciendo en aquella plaza parte de sus tropas, o volver a Barcelona para defenderla. Los acontecimiento mostrarán que, a pesar de la llegada de 1.500 hombres de los tercios del Casco y Costa de Granada, la inferioridad numérica de las huestes hispanas hacía imposible frenar al rival en campo abierto.

2. Vista de Gerona (1694-1695) donde se pueden observar sus fortificaciones. Ayuntamiento de Gerona.

Bournonville al saber que Bellefonds había instalado su campo en Báscara, a tres leguas de Gerona, ordenó sacar dos tercios y dos escuadrones de las guarniciones de la montaña para llevarlos a dicha ciudad. Cuando el enemigo se puso en movimiento intentó detenerlo con la fortificación del vado del río Ter en Pont-Major, levantando una cortadura y colocando una batería, mientras la caballería se encargaba del cierre de los pasos cercanos de la montaña. Bournonville  disponía de 3.000 infantes y 2.000 de caballería para frenar al enemigo, manteniendo la posición durante varias tentativas de vadeo del río por los franceses, que únicamente lo consiguieron de noche, pero sin impedir la retirada ordenada de las tropas hispanas a Gerona.

Bellefonds se apoderó de Pont-Major y lo fortificó, iniciando el cerco de Gerona colocando destacamentos en todos los pasos. Con la artillería que recibió le llegaron refuerzos, evaluando Bournonville en 16.000 o 17.000 plazas al ejército galo. Ante la inminencia del asalto a Gerona, el Virrey pidió a Barcelona un refuerzo de un tercio de socorro. La ciudad contestó levando un nuevo tercio de 600 hombres, más una compañía de 60 para cubrir las bajas del levado con anterioridad. La nueva agrupación salió de la Ciudad Condal el 25 de mayo, 6 días después de la petición de Bournonville. Barcelona accedió a pagar la defensa de Gerona para intentar llegar ella misma a idéntica situación.

El Virrey dejó en Gerona de guarnición poco más de 3.400 hombres, sin contar los paisanos que defendieron su ciudad y otros llegados de refuerzo del Ampurdán. Por su parte, según una relación del 22 de mayo, los franceses contaban con un total de 13.920 hombres entre infantería y caballería que, con los migueletes y el somatén del Rosellón, llegaban a más de 16.000 plazas.

El día 20 de mayo inició el enemigo sus trabajos. En la madrugada del día 22 se comenzó a batir el lienzo de muralla entre las medias lunas de Santa Clara y la del Gobernador, continuándose el bombardeo hasta el día 24, disparando entre 1.500 y 2.000 cañonazos. Se abrieron dos brechas, una de veinte pies de ancho y otra aún mayor de subida fácil por los cascotes caídos. Para prevenir el asalto, los sitiados levantaron una cortadura desde el baluarte de Santa Clara hasta el Rec Monar, en la media luna del Gobernador, sacando gente de ambas medias lunas para colocarla en la defensa de la cortadura. Esta estuvo protegida por los 2.000 mejores mosqueteros de la guarnición.

Al atardecer del día 24 se presentó un tambor de parte del mariscal Bellefonds pidiendo la rendición o no habría cuartel salvo para las mujeres y los niños guarecidos en las iglesias. Ante la falta de respuesta llegó otro tambor marchando finalmente ambos con una negativa a tal requerimiento. Antes de una hora se produjo el avance francés con 5.000 o 6.000 hombres. En las embestidas sucesivas cayeron las medias lunas del Gobernador y de Santa Clara; la primera tomada por un regimiento suizo, vio masacrar a sus defensores; la guarnición de la segunda, conquistada por un regimiento alemán, tuvo mejor suerte al dar éstos cuartel y tomarlos prisioneros. Desde la muralla se les repelió varias veces tirándoles mosquetazos y cargas de pólvora, pero se parapetaron con cadáveres y materiales derribados y resistieron. La brecha principal aguantó hasta cuatro avances enemigos, entrando una vez hasta 200 hombres, aunque fueron rechazados. Tras ello, algunos destacamentos hispanos atacaron las medias luchas disparando desde la muralla y consiguieron desalojar al enemigo.

Los franceses perdieron sus tropas más veteranas. Se les tomaron nueve banderas y tuvieron 3.000 bajas. Del lado hispano se evaluaron las bajas en 100 muertos y unos 500 heridos. Posiblemente el mariscal galo había perdido desde el inicio de la campaña cerca de una tercera parte de sus hombres, unos 5.000. Bellefonds necesitó varios días para enterrar sus muertos y llevarse todos sus heridos a Figueras y Bàscara, donde tenía sus hospitales. mientras los naturales y las tropas se dedicaban al despojo de los cadáveres. El mariscal llegó a comentar que "si el rey de España tuviera este género de vasallos en Flandes, no se perdieran tantas plaças...".

A pesar de esta derrota francesa a las puertas de Gerona, la situación de la campaña no mejoró ostensiblemente ya que Bellefonds se mantenía en el Ampurdán con 11.000 hombres y la posibilidad de un ataque de la armada gala a Barcelona infundía pánico a la ciudad. Por otra parte, tras un corto sitio, Cadaqués se rendía el 26 de junio. Los conselleres de Barcelona, por otra parte, escribían preocupados a la Corte pidiendo más dinero y hombres para impedir la caída de Rosas y Camprodón, plazas sin las cuales todo el norte de Cataluña estaba irreversiblemente perdido. Pronto iniciaron las tiranteces entre la Generalitat y el Virrey por lo que la primera consideraba inacción del segundo. Sin embargo, la realidad era que la falta de medios limitaba completamente cualquier acción ofensiva por parte de Bournonville.

Justo cuando la situación era más delicada comenzaron los rumores de tregua. Bellefonds paralizó todas sus operaciones por tierra, dejando el bloqueo marítimo de Rosas en suspenso. El 31 de agosto Bellefonds envió a Bournonville  los artículos de la Tregua de Ratisbona, proponiendo en vista de ello el cese de las hostilidades y la retirada a sus alojamiento de las tropas de una y otra parte. 

Aunque el Consejo de Aragón llegó a apoyar decididamente a Bournonville para renovarle un trienio más en el Virreinato, el Consejo de Estado no fue del mismo parecer quejándose de la inoperancia de éste al contar, según su parecer, con tropas suficientes. En el ámbito particular, don Pedro Antonio de Aragón defendió al Virrey, pues se había conseguido la retirada del enemigo y, se presumía, debería retornar intacta la fortaleza de Cadaqués. El Duque de Alba recordó el sitio de Gerona y calificó al Virrey como uno de los últimos talentos militares que le quedaban a la Monarquía. En cambio, el Condestable de Castilla se erigió como líder de la oposición a la reelección de Bournonville. A la postre, esta facción obtuvo el nombramiento del Marqués de Leganés para el Virreinato de Cataluña.


Fuentes:


  • Espino López, Antonio: "El frente catalán en la Guerra de los Nueve Años, 1689-1697". Tesis doctoral (1994) de la UAB.
  • Espino López, Antonio: "Cataluña durante el reinado de Carlos II. Política y guerra en la frontera catalana, 1679-1697". UAB. 1999.