domingo, 23 de octubre de 2016

El IX Duque de Medinacali: embajador, virrey y mecenas (Parte II)

1. Don Luis Francisco de la Cerda y Aragón, Marqués de Cogolludo, obra de Jacob-Ferdinand Voet (h.1684). Museo del Prado.

Tras el nombramiento de su padre, el VIII Duque de Medinaceli, como Primer Ministro por influencia de al reina María Luisa de Orleans, el 22 de septiembre de 1680, la carrera del Marqués de Cogolludo fue rápidamente in crescendo. En 1682 fue nombrado capitán de las costas y galeras de Andalucía, mientras que en 1684 fue designado para dirigir las galeras de Nápoles. siendo virrey del reino partenopeo su tío, don Gaspar de Haro, VII Marqués del Carpio. El nombramiento estaba ya decidido en septiembre de 1684. Su llegada a la ciudad se produjo el 25 de enero de 1685, siendo acogido de manera calurosa por Carpio. Sin embargo, no todo fueron rosas en la relación entre tío y sobrino: Confuorto, diarista de la ciudad, recoge el incidente entre Cogolludo y Carpio al saltarse el primero la pragmática sobre el lujo publicada por el Virrey y presentarse en los "spassi di Posillipo" en julio de 1685 a bordo de una suntuosa faluca. También es conocido gracias a Confuorto otro altercado entre don Luis Francisco y el Duque de Santo Mauro, Giulio Pignatelli, a la salida de la comedia degli Armonici, el 7 de enero de 1686: es probable que se tratase de la comedia "Olimpia vendicata" estrenada en diciembre de 1685. La documentación permite matizar las afirmaciones de algunos libelistas que acusaron al Marqués de Cogolludo de salir del generalato de las galeras de Nápoles "porque se mareaba y porque su odioso trato no le había conciliado los ánimos de aquellos naturales". Es dudoso tal mareo; de hecho, a finales del otoño de 1685, las galeras realizaron su habitual viaje a Génova, desde donde don Luis Francisco escribió varias veces a Carpio pidiéndole instrucciones. A mediados de diciembre el general estaba ya de vuelta en Nápoles, por lo que con toda seguridad asistió a los festejos del carnaval de aquella temporada.

Precisamente de sus años de general de las galeras de Nápoles podría proceder el que quizás sea el retrato más famoso de don Luis Francisco de la Cerda. Hablamos del retrato que alberga el Museo del Prado de Madrid y que ilustra esta entrada, obra del pintor flamenco Jacob-Ferdinand Voet.  Para José María Domínguez Rodríguez el yelmo que reposa sobre la mesa y la vista del mar con barcos en un segundo plano parecen reforzar la teoría sobre la procedencia del lienzo de sus años de generalato. Sin embargo, otras evidencias apuntan, sin embargo, que el retrato pudiera haberse realizado una vez que don Luis Francisco había tomado posesión del virreinato napolitano (1695). Esto explicaría la utilización de determinados símbolos que en la retratística tradicional europea se asocian a la majestad y la justicia, como, por ejemplo la mesa, la columna y el cortinaje, de difícil explicación en caso contrario. El bastón de mando y el yelmo tienen perfecto sentido como alusiones a la autoridad del Virrey y al poder guerrero que implicaba el puesto de Capitán General parejo al cargo de Virrey.

2. Retrato de don Gaspar de Haro, VII Marqués del Caprio, obra de Arnold Van Westerhout. BNM.

Un aspecto destacable del cuadro es la moda francesa en la vestimenta, que no es de extrañar teniendo en cuenta que Francia había unificado la indumentaria de toda Europa desde mediados de siglo. La corbata francesa, los tacones altos, las medias, la casaca y las "mangas de bota" o "mangas de pagoda" junto con la peluca son elementos preeminentes en el retrato de Medinaceli. El referente francés será una constante a lo largo de su carrera: la petición de pelucas "muy pulidas y de la moda" al embajador español en Londres y la apertura de una Academia Palatina en Nápoles según el modelo académico establecido por Luis XIV, son otras manifestaciones de esta tendencia que, sin embargo, no afectará a su gusto musical, ámbito en el que la música italiana era sinónimo de buen gusto.

El retrato de don Luis Francisco de la Cerda transmite la imagen de una personalidad de genio capaz de saltarse la etiqueta del país al que representaba para estar a la vanguardia de las modas y elevar la representatividad de su corte con el fin de igualarla al resto de cortes italianas. Pudiera parecer extraño que el modelo de etiqueta que adoptó para sí ya desde época temprana fuera tan contraria a la tradición cortesana española. Pero no lo es si se piensa que los dos referentes y modelos para él fueron la corte napolitana de su tío el Marqués del Carpio, de la que el mismo formó parte como acabamos de ver y, por otra parte, la del Condestable Colonna en Roma, que estaba culminando un largo proceso de reivindicación del reconocimiento de su status como príncipe soberano. En ese proceso la imagen simbólica de su corte se convierte en una influencia fundamental. En el caso de Carpio son conocidos los cambios de identidad cortesana en función del escenario y los protagonistas del lugar donde se halló en cada momento, de tal manera, que su modelo de corte en Madrid tuvo muy poco que ver con el que "aprende y aprehende en Roma, o el que conoce en Nápoles". En consecuencia, la huella madrileña que se percibe en Carpio al principio de su embajada romana (1677-1683) se va diluyendo en los modelos imperantes en Italia. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió con su tío, el modelo de corte de Medinaceli, sus gustos y el consiguiente reflejo de todo ello en las ocasiones representativas apenas sufrieron variaciones durante los 17 años que permaneció en Italia.

CONTINUARÁ...


Fuentes:

* Domínguez Rodríguez, José María: "Roma, Nápoles, Madrid. Mecenazgo musical del Duque de Medinaceli, 1687-1710". Ediciones Reichenberger, 2013.

domingo, 16 de octubre de 2016

El IX Duque de Medinacali: embajador, virrey y mecenas (Parte I)

1. Posible retrato de don Francisco de la Cerda de niño. Colección Duque de Medinaceli.

Don Luis Francisco de la Cerda y Aragón nació el 2 de agosto de 1660 en el Castillo de San Marcos de El Puerto de Santa María. Era hijo de don Juan Francisco de la Cerda Enríquez de Ribera, VIII Duque de Medinaceli (1637-1691), y de doña Catalina Antonia de Aragón Folch de Cardona (1635-1697). La línea paterna lo entroncaba con el primogénito de Alfonso X el Sabio, el infante don Fernando de la Cerda, mientras que por línea materna lo hacía con el rey Alfonso I de Aragón. En efecto, la la figura de don Luis Francisco llegó a ser glosada como descendientes de varias estirpes reales.

Su padre, el VIII Duque de Medinaceli, fue uno de los cortesanos más importantes de la primera mitad del reinado de Carlos II, llegando a ser Primer Ministro tras la muerte de don Juan José de Austria, entre 1680 y 1685. La estrategia matrimonial del VIII Duque para sus hijos estuvo claramente orientada a afianzar su poder e influencia política, coadyuvando en ello los intereses de otros nobles como el condestable de Nápoles Lorenzo Onofrio Colonna, por entonces virrey de Aragón, que acordó con el Duque el casamiento de su primogénito Filippo con con una de las hijas de don Juan Francisco, Lorenza Clara de la Cerda, como parte de la búsqueda de su reconocimiento como príncipe soberano sobre el estado de Paliano. De sus otras nueve hijas, siete casaron con otros tantos nobles principales: el Marqués de Guevara, el IV Marqués de los Balbases, el III Marqués de Solera, el X Duque de Alburquerque, el VII Duque de Medina de Rioseco, el XII Marqués de Astorga y el VII Marqués de Priego fueron cuñados de don Luis Francisco.

Siendo el único hijo varón del VIII Duque que sobrevivió, no es de extrañar que la educación del Marqués de Cogolludo (título con el que don Luis Francisco sería conocido hasta la muerte de su padre en 1691) estuviera dirigida a gestionar la mayor expansión de la historia de la casa ducal. A los estados de Medinaceli heredados por vía paterna, había que sumar los de Aragón que llegaban por vía materna. El elenco de títulos (cuatro de ellos con grandeza de primera clase) y honores que confluyeron en el que sería IX Duque de Medinaceli eran abrumadores.

Don Luis Francisco contrajo matrimonio con una hija del V Duque de Osuna, doña María Teresa de las Nieves Téllez Girón. El entronque de Medinaceli con la Casa de Osuna a través de matrimonio del heredero era la contrapartida española al casamiento de Lorenza Clara con el heredero de la casa romana de los Colonna. Tanto Filippo Colonna como María de las Nieves eran los herederos de una generación de príncipes que habían consolidado el cambio de estilo de vida noble, desechando el ejercicio de las armas en favor de las letras. Otro noble cuyo comportamiento cumple esta misma pauta fue don Gaspar de Haro y Guzmán, VII Marqués del Carpio, que además de ser tío de Luis Francisco, sería su modelo político.


CONTINUARÁ...


Fuentes:

* Domínguez Rodríguez, José María: "Roma, Nápoles, Madrid. Mecenazgo musical del Duque de Medinaceli, 1687-1710". Ediciones Reichenberger, 2013.

* Frutos, Leticia de: "Una española en la corte de los Colonna. Lorenza de la Cerda (1681-1697) y los cambios en la visibilidad de las mujeres en Roma". Pedralbes, 34 (2014), 205-233.

lunes, 3 de octubre de 2016

Fernando de Valenzuela, un valido advenedizo (Parte XV y FINAL)

1. Vista de la Plaza Mayor de la Ciudad de México, obra de Cristobal de Villalpando (1695). Corsham Court Museum.

Sin que nada hiciese presagiar su muerte, Fernando de Valenzuela hizo testamento en el mes de noviembre de 1691 declarando heredero universal a su único hijo legítimo don Fernando de Valenzuela y Ucedo. De igual forma, y entre otras medidas, enviaba a Lorenzo Pagsaligan, natural de Manila, la cantidad de 3.000 pesos. Y asignaba 1.000 pesos a Fernando Magno, un niño de ocho años natural de Cavite, que podría tratarse de su hijo natural.

El dinero enviado a Fernando Magno quedaría bajo la custodia de fray Manuel de la Cruz, presidente del Hospicio de Santo Tomás de Villanueva de la Ciudad de México, perteneciente a la Orden de Ermitaños de Nuestro Padre San Agustín y sujeto a la Provincia del Santo Nombre de las Islas Filipinas, hasta que el niño fuese adulto o tomase estado. Bajo la responsabilidad del religioso quedaban también la guarda y educación del infante.

De igual manera, Valenzuela otorgaba poder conjunto a favor de su esposa y del Conde de Galve, para que pudieran hacer su testamento según lo dispuesto en una memoria firmada de su nombre y dada en la Ciudad de México el 10 de noviembre de 1691.

El 30 de diciembre de 1691 un accidente ocurrido en su casa mientras trataba de domar a un caballo le dejó seriamente herido, muriendo a causa de la coz que le propinase el corcel en el bajo vientre el 7 de enero de 1692.

En sus últimas voluntades, el que fuera Marqués de Villasierra había expresado su deseo de ser enterrado de forma definitiva en la capilla que poseía en la Parroquia de San Pedro en la localidad toledana de Talavera de la Reina y mientras esto era posible pedía ser sepultado en el agustiniano Hospicio de Santo Tomás de Villanueva de la capital mexicana. Todo el sepelio debía de hacerse sin ostentación, e incluso de noche y en secreto, muestra del deseo de muchos que al morir deseaban alejarse de las glorias del mundo.

No fueron seguidas estas voluntades y todas las campanas de los templos de la ciudad tocaron a duelo en señal de respeto y sus honras fúnebres tuvieron lugar en medio de una gran solemnidad el 9 de enero en el Convento de San Agustín, donde fue sepultado, en presencia de las más altas autoridades y personalidades del Virreinato encabezadas por el virrey Conde de Galve. Pasados unos días, el 16 de enero, fueron celebradas nuevas honras, con igual suntuosidad y preclara asistencia.

No era casual la elección de su lugar de enterramiento. Su vinculación a la Orden de San Agustín queda de manifiesto en las siguientes palabras:

Declaro, que por bula del reverendísimo General de la Orden de nuestro Padre San Agustín, estoy incorporado en ella; y así, en fallecimiento, pido y suplico á todos sus religiosos se compadezcan de mi alma, y me comuniquen los sufragios acostumbrados á los tales hermanos. Y á mis albaceas, tengan cuidado de avisará mi fallecimiento a todos los conventos de dicha religión, para que ejerciten su caridad, y ella logre tanto bien”.

Su muerte dejaba planteados varios problemas relativos a la sucesión de las mercedes incautadas. De este modo su viuda siguió buscando el ver devueltas a su casa honores y rentas. Hasta donde se sabe, como ha sido ya comentado, doña María Ambrosia solo vio restituidas la jurisdicción y rentas de sus villas de San Bartolomé de los Pinares, del Herradón y de otros lugares propiedad de don Fernando y algunos bienes.

Doña María Ambrosia de Ucedo, en su testamento, fundó un mayorazgo a favor de su hijo Fernando de Valenzuela y Ucedo. Esta facultad le había sido concedida a la viuda por Real Cédula dada en Madrid, a 22 de septiembre de 1698. Se cumplía de este modo el deseo de don Fernando expresado en sus últimas voluntades de 5 de enero de 1692.

En el caso de extinguirse la línea de varón descendente de su hijo legítimo, eran varios los llamados a suceder en la titularidad del mayorazgo. Así, y entre los posibles herederos se encontraban Gaspar Vázquez de Mondragón y sus descendientes (1). A fines del siglo XIX recaían aún en un miembro de este linaje, José Vázquez de Mondragón y Acuña, los derechos a la titularidad del mayorazgo de don Fernando de Valenzuela y doña María Ambrosia de Ucedo.


Notas:

(1) Gaspar Vázquez de Mondragón y Salazar había nacido en la ciudad de Ronda (Málaga) el 30 de mayo de 1651, siendo hijo de Francisco Vázquez de Mondragón, regidor y alguacil mayor de Ronda, y de Juana Luisa Muñoz de Salazar y Padilla; y nieto de Juan Valenzuela y de Beatriz Vázquez de Mondragón. Éstos datos están extraídos del pleito de Hidalguía de Miguel Vázquez de Mondragón y Topete, nacido en Ronda, el 29 deagosto de 1733, caballero de la Orden de Calatrava, coronel de Infantería, capitán del Regimiento de Reales Guardias Españolas y maestrante de la Real Maestranza de Caballería de Ronda, nieto de don Gaspar; pleito que fue tramitado ante la Real Chancillería de Valladolid.

Fuentes:

1. Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Precedencia y dirección del Gobierno. El ascenso ministerial de Fernando de Valenzuela en la Corte de Carlos II" en García García  Bernardo J. y Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Vísperas de Sucesión. Europa y la Monarquía de Carlos II". Fundación Carlos de Amberes, 2015.

2. Castillo Soto, Josefina: "Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV): Su labor política y militar". UNED, 1991.

3. Luque Talaván. Miguel: "La inconstante fortuna de Fernando de Valenzuela y Enciso. Su destierro en las islas Filipinas y los últimos años en la ciudad de México (1678-1692)". Archivo Agustiniano, XCV (2011), 213-244.

4. Ruiz Rodríguez, Ignacio: "Don Juan José de Austria en la Monarquía Hispánica. Entre la política, el poder y la intriga". Dykinson, 2007.