miércoles, 24 de marzo de 2010

LA FAMILIA DEL REY, LOS HERMANOS DE CARLOS II: DON JUAN JOSÉ DE AUSTRIA, BASTARDO REAL Y MESÍAS DEL PUEBLO (PARTE XXI)

Retrato caligráfico de don Juan José de Austria, obra de Francisco Sánchez. Biblioteca Naciona de España.
Tras las caída de Valenzuela, Carlos II escribió una carta a su hermano en la que pedía su presencia en la Corte para que se hiciese cargo del primer ministerio de la Monarquía. En una segunda carta de la reina doña Mariana, ésta, seguramente con todo el dolor y la rabia del mundo, pero forzada por la situación, decía a don Juan que vería con agrado su presencia en la Corte, por la necesidad que el Rey tenía de una persona de su experiencia que le asistiese en los asuntos de gobierno. La hora en la que don Juan tomaría finalmente las riendas del poder universal de la Monarquía había llegado.

Quizás en ese momento, a diferencia de 1669 y 1675, don Juan José no viese con la misma actitud su llamada a la Corte. Con todo, y en secreto, inició los preparativos oportunos para poder dar una respuesta efectiva a aquel ofrecimiento procedente de Madrid. De ayuda le sería la posición que se había forjado en Aragón durante sus dos trienios en el Vicariato General del Reino como padrino de la nobleza y del tercer estamento. Empezó a reunir soldados y pertrechos, se hizo con el control de la línea postal entre Cataluña, Aragón y Madrid, y avivó su apoyo a los diputados del Reino.

También en el Principado de Cataluña la mayor parte de los soldados estaban de su parte. Estos jinetes, a las órdenes de don Gaspar Sarmiento representaban un importante refuerzo para las tropas que se iban aglutinando en torno a don Juan. Bajo su mando marcharán rumbo Oeste, en una contínua afluencia hasta la zaragozana localidad de Ariza, donde don Juan organizó sus unidades. Como ya sucediese en febrero de 1669, cuando don Juan se hospedó en la torres de Sanz de Cortes, tampoco ahora la elección del lugar era fruto de la casualidad. Señor del lugar y territorio era don Francisco de Palafox y Cardona, marqués de Ariza, hermano del que, en septiembre de 1676, había sido el embajador aragonés en Madrid y un decidido “juanista”.

Los datos que las distintas crónicas y autores aportan sobre el número real de efectivos con el que contaba el bastardo real discrepan a la hora de ponderar la fuerza y el número de tropas. Un cronista adverso le atribuye 3.000 soldados de infantería y 1.000 de caballería; 7.500 y 1.600 son las cifras aportadas por un seguidor del bastardo. En Madrid corrían rumores de que llevaba consigo hasta un total de 15.000 hombres, aunque poco después se decía que solo eran 1.000 soldados de infatería y 600 de caballería (1).

Con más o menos tropas, don Juan inició a recorrer los cientos de kilómetros que separaban las tierras aragonesas de Madrid agasajado por multitudes que permanentemente le aclamaban. Lo hacía lentamente saboreando aquel triunfo que ahora tenía de cara, y que en los años 1669 y 1675 se le había negado. Cuentan las crónicas como por el camino se le iban sumando gente sin cesar, engrosando las filas de lo que empezaba a ser un verdadero ejército, integrado por tropas regulares de caballería e infantería y por numerosos voluntarios procedentes, sobre todo, de Cataluña y de Valencia. Resulta curioso observar como don Juan había adquirido su fama preferentemente en territorios externos a Castilla, y sin embargo tenía en el pueblo de Madrid a uno de sus principales valedores.

Cuando cruzó la raya de Aragón y entró en tierras de Castilla algunas voces madrileñas, como he citado ya anteriormente, mencionaban que a su lado tenía no menos de 15.000 hombres y estaba rodeado de lo más granado de la nobleza castellana. Aquella nutrida milicia hacía parecer que don Juan no acudía a la Corte respondiendo a la llamada que el había hecho el Rey, sino que marchaba en son de guerra al mando de un nutrido ejército de gentes originarias, preferentemente, de los reinos periféricos. Es por ello que el Consejo de Estado recomendó al Rey el envío del cardenal Pascual de Aragón al encuentro de don Juan, antes de que directamente hiciese su aparición en la Villa Coronada. La idea era convencerle de que no entrase en Madrid con el grueso de sus tropas, por los inconvenientes de naturaleza diversa que ello podría causar:

Y porque es necesaria conveniencia autorizada para sentar los medios de la seguridad del señor don Juan, y conseguir de Su Alteza que no permita que se acerquen más las tropas que parece toca al cardenal de Aragón hacer a Vuestra Majestad este gran servicio, yendo a abocarse con el señor don Juan en la parte que citaren, insinuando no marchen entretanto tropas algunas a la cercanía de esra Corte por los irreparables daños que se pueden seguir de los contrario” (2).

En la madrugada del 23 de nero, a las cinco horas, el hijo bastardo del difunto rey Felipe IV “el Grande” hacía finalmente su entrada triunfal en la Corte con objeto de tomar el poder, a la vez que la práctica totalidad de las gentes de la ciudad del Manzanares comenzaban a movilizarse. Querían ver por fin juntos a los dos hijos del añorado Rey Planeta, de quienes muchos esperaban nacería la salvación de la Monarquía.

Su momento había llegado, don Juan fue recibido en Madrid como el libertador de España, surgiendo a través de su persona una nueva figura en el arte de gobernar. Si a lo largo de los reinados de Carlos I y Felipe II la figura del secretario había adquirido cierta relevancia política, con Felipe III surgía la del valido, cuya significación superaría a la del secretario y perduraría más en el tiempo. Ahora nos encontramos con una nueva figura, ya que con la toma del poder de don Juan observamos la plasmación de la idea de un primer ministro que no ostenta el poder como consecuencia de la amistad o del favor del Rey, sino que la llegada al mismo se ha conseguido fundamentalmente con el apoyo del favor popular, la presión política y militar, y la enemistad de las clases más poderosas con el pretérito valido.

El valido consigue el poder con amabilidad y astucia, incluso con servilismo, como es el caso del Conde-Duque de Olivares. La idea es ganar la voluntad del Rey que, como consecuencia directa de ello, le situará en el valimiento. El valido es el amigo del Rey, es aquella persona que goza de su entera confianza, y cuando deja de tenerla de produce su caída insexorable. Sin embargo, don Juan llega al poder de manera distinta, utilizando distintos elementos de presión sobre el monarca, ya sean políticos, propagandísticos, amenzas, etc. Y para ellos contará con el apoyo fundamental del pueblo, ya no sólo del más que importante de Madrid, sino que éste se propagará por todos los territorios de la Monarquía, singularmente de los territorios de la Corona de Aragón. Muchos incluso han querido ver en don Juan al primer dictador de la historia de España (3), o al menos algo muy cercano a los caudillos militares golpistas que protagonizaron los pronunciamientos del siglo XIX...como trataré de explicar en una no muy lejana futura entrada creo que esto no es correcto pues nos encontramos en dos etapas y situaciones históricas muy distintas...


Fuentes principales:

* Oliván Santaliestra, Laura: “Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII”. Universidad Complutense de Madrid, 2006.

*Ruiz Rodríguez, Ignacio. “Don Juan José de Austria en la monarquía hispánica : entre la política, el poder y la intriga”. Dykinson, S.L. - Libros, 2008.

* Ruiz Rodríguez, Ignacio.”Fernando De Valenzuela : Orígenes, acenso y caída de un duende de la Corte del Rey Hechizado”. Dykinson, S.L. - Libros, 2008.


(1) B.N., mss., 17.482, pp 72 y ss.

(2) A.H.N., Estado, Libre 881.
(3) Manescau Martín, María Teresa: “Don Juan José de Austria, ¿valido o dictador?”. En “Los validos”, coord. por Luis Suárez Fernández, José Antonio Escudero López, 2004, pags. 447-546.

10 comentarios:

  1. En efecto, no hay que comparar etapas tan distintas de nuestra historia y llamar dictador a un personaje del siglo XVII por mucho que se le parezca. Los dictadores en España son producto del siglo XIX y del período de entreguerras. La realidad socioeconómica nada tiene que ver.
    Es verdad, como dices, que el bastardo asume un estatus diferente al del valido. El valimiento era un cargo de confianza con el único apoyo del rey, y aquí el apoyo es más bien popular que institucional.
    Un saludo.

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  2. Efectivamente Cayetano, es una figura completamente distinta, algo que no habìa existido ni existirà después en la historia. Los dictadores ademàs pocas veces llegan al poder por el apoyo popular, sino por el apoyo militar...aquì se conjuga todo: nobleza, burguesìa (en especial la catalana), militares (en esta època es lo mismo que decir nobleza, pues lo jefes militares eran casi todos titulados) y pueblo llano...un casi ùnico, sin duda.

    Un saludo.

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  3. Muy interesante, ya vendré mas de una vez a leerte.
    Saludos

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  4. Gracias MarianGardi, esta es tu casa, ven cuando quieras.

    Un saludo.

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  7. Y tanto que su sistema era distinto. Ciertamente no llegó a traves de la confianza del monarca, sino a pesar de la desconfianza de todos, ejerciendo esa presion. Cada vez que se acercaba toda la corte temblaba.

    Feliz dia, monsieur

    Bisous

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  8. Si, madame, pero ahora habìa llegado para quedarse.

    Un saludo.

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  9. Sí puede considerarse una especie de golpe de estado, pues de hecho levantó un ejército y llegó a Madrid con la idea de gobernar y sustituir sin ninguna duda a los que entonces ostentaban el poder en la Corte.

    Salud

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  10. Dissortat: es cierto lo que dices si bien finalmente no llegò a entrar en la capital con sus tropas a las cuales dejò a pocas leguas de la ciudad del Manzanares, aunque la presiòn que el miedo a las mismas ejercìa era obvio.

    Un saludo.

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