lunes, 29 de marzo de 2010

LA FAMILIA DEL REY, LOS HERMANOS DE CARLOS II: DON JUAN JOSÉ DE AUSTRIA, BASTARDO REAL Y MESÍAS DEL PUEBLO (PARTE XXII)

Retrato de don Juan José de Austria por Juan Carreño de Miranda (h.1678), Staatliche Museen de Berlín.


Don Juan llegaba al poder con 48 años de edad, después de toda una vida de servicios a la Monarquía y tras más de diez años de lucha contra la Regencia por hacerse con las riendas del gobierno. Su principal objetivo en esos primeros meses de 1677 fue retirar a la Reina madre de la nueva partida de ajedrez que se estaba empezando a librar en el gobierno.

A mediados de enero, Carlos II, siguiendo las recomendaciones del Conde de Villaumbrosa, trasladó su residencia al Palacio del Buen Retiro con la intención acompañar a su hermano, quien se hospedaba allí desde su llegada a Madrid; organizar el gobierno y alejarse de las influencias de su madre, que quedó aislada en el Real Alcázar. El Conde de Villaumbrosa, presidente del Consejo de Castilla contribuyó así a los planes de don Juan y los conjurados porque resultaba vital para la consecución de los objetivos de los Grandes el alejamiento del Rey de su madre, a la que tenía un miedo reverencial, que no dejaba de suponer un peligro para el carácter indeciso y sumamente maleable del joven monarca.

La Reina intentó por todos los medios a su alcance, comunicarse con su hijo guardando la esperanza de que una única mirada, palabra o gesto en una breve entrevista, lograra enternecer de nuevo su corazón y así renunciar a la fidelidad que ahora rendía a don Juan. El hermano del Rey vetó cualquier contacto entre madre e hijo y tampoco accedió a mantener una audiencia con la Reina. El miedo de don Juan hacia doña Mariana era evidente. En ese sentido las tornas habían cambiado, en aquellos momentos era el bastardo el que, paradójicamente, desde el poder, demostraba y reconocía la poderosa influencia de doña Mariana sobre Carlos, así como su capacidad para atraerlo hacia sí y arrebatarle aquel control que tanto esfuerzo le había costado ganar. Ante esta situación don Juan optó por el remedio ya conocido y practicado en el pasado por la propia Reina: el alejamiento inmediato de la Corte, la custodia de su persona y la emisión de una propaganda política que tergiversara la realidad de un destierro obligado.

A tal punto llegaron los temores de don Juan José que el 3 de febrero, día de San Blas, suspendió la procesión de aquel santo a la que solía acudir con devoción la Reina madre. Su repentina aparición en un acto religioso de tal carga simbólica y el reencuentro espontáneo con su hijo, podían arruinar todos sus planes.

Finalmente, Carlos II, emitió el 17 de febrero de 1677, una real orden para que la Reina saliera inmediatamente de la Corte para fijar su residencia en el Alcázar de Toledo; el Rey arguyó para ello que tal retiro estaba registrado en el testamento de Felipe IV y que por tanto ninguna excusa era válida para desoír la voluntad del rey fallecido. Las razones oficiales que se adujeron para explicar su marcha a Toledo fueron por un lado la causa “legal”, es decir, su retiro estaba convenientemente estipulado en el testamento de Felipe IV (1), y por otro lado, la causa religiosa e histórica: la Reina, a imitación de otros soberanos como Carlos I en Yuste, elegía libremente un retiro espiritual para descansar su alma de los achaques del gobierno, de los que deseaba voluntariamente olvidarse. Estas fueron las dos razones que se plasmaron en la crónica elaborada bajo los auspicios del cardenal Pascual de Aragón para justificar aquella misteriosa e inesperada salida de la Corte de la reina doña Mariana, nada menos que la madre del Rey, viuda de Felipe IV e hija del emperador Fernando III.

La Reina, en el inútil intento por recobrar su arrebatada posición, mantuvo un asiduo contacto con el Monasterio de las Descalzas Reales, donde ilustres mujeres de la familia real profesaban en aquellas fechas: sor Ana Dorotea de Austria, hija natural del emperador Rodolfo y sor Mariana de la Cruz, hija del Cardenal-Infante don Fernando y prima de María Teresa de Francia habitaban el monasterio, tantas veces refugio de oración de reinas e infantas a la vez que reputado reducto de la política imperial. Doña Mariana, que tenía unas fluidas relaciones con sor Mariana y la abadesa del convento, desahogó su malestar por el alejamiento de su hijo intentando quizás recabar algo de apoyo para dar solución a aquel “desafuero” que en nada podía agradar al emperador su hermano, en unas religiosas “imperiales” protectoras de la legitimidad dinástica de la reina Habsburgo.

Sin embargo, el 25 de febrero aconteció un hecho que puso en alerta a la Corte: tras una visita a las Descalzas Reales, donde profesaba una hija de don Juan José, sor Margarita de la Cruz (2), habida por el bastardo en amores napolitanos con la hija de José de Ribera, “Lo Spagnoletto”, don Juan y su séquito recibieron unos disparos de unos enmascarados en su camino de regreso al Palacio del Buen Retiro. No apareció ningún indicio que relacionara el suceso con un intento de asesinato del nuevo primer ministro de Carlos II por parte de la Reina y su círculo de las Descalzas Reales, sin embargo todas las sospechas se dirigieron contra doña Mariana pues bien conocida era su estrecha relación con las religiosas y la red de poder imperial a la que éstas pertenecían y servían desde hacía décadas. La salida de la Reina se hizo entonces acuciante y como el Alcázar de Toledo no estaba aún dispuesto para recibir a la madre del Rey, se decidió trasladar a la reina al Palacio de Aranjuez a donde se dirigió el 2 de marzo de 1677. El 31 de marzo la Reina fue enviada finalmente a Toledo donde fue convenientemente recibida y agasajada tanto por el pueblo como por las autoridades municipales (4).

La Reina madre no sería la única víctima del nuevo gobierno juanista. Don Juan se emplearía con todas sus fuerzas contra el resto de sus enemigos políticos, así la nómina de los castigados resulta de lo más interesante: el Almirante de Castilla, desterrado a sus estados de Medina de Rioseco; Melchor de Navarra, destituido de su cargo de vicecanciller de Aragón; don Lope de los Ríos, cesado en la presidencia de Hacienda; el Príncipe de Astillano, desterrado y sustituido en la presidencia del Consejo de Flandes, a pesar de la protección de su suegro, el Duque de Alba; el Conde de Aguilar, teniente coronel de la Chamberga (cuyos soldados fueron enviados a servir en aquella sublevada Sicilia), desterrado en primer lugar a Orán y, posteriormente tras rebajársele la pena a Logroño; el Conde de Aranda, quien en su día fuese ese gran enemigo que don Juan tuvo en tierras aragonesas, sería cesado en el gobierno de Galicia; y el Príncipe de Parma, del virreinato de Cataluña.

Los tres capitanes de la Guardia Chamberga en 1675, cuando se produjo la mayoría de edad del Rey: el Conde de Cifuentes, capitán general de Granada, Félix Nieto de Silva, gobernador de Cádiz, y el Conde de Montijo, gobernador de Badajoz, fueron también cesados de sus cargos. Diversos amigos y colaboradores de Valenzuela corrieron la misma suerte y, además, fueron desterrados de la Corte. El confesor del Rey, y de Valenzuela, Ramírez de Arellano, fue sustituido por quien ya lo fuera hasta finales de 1675, fray Pedro Álvarez de Montenegro.

Gran sospresa causaría la destitución del presidente de Castilla el Conde de Villaumbrosa, llevada a cabo a finales de 1677, a quién habrían de suceder el Duque de Osuna y el Marqués de Móndejar. Don Juan trató también de procesar al Inquisidor General Valladares, pero, transcurridos los primeros meses de su gobierno, banadonó tal propósito.

A través de esta purga en el gobierno de la Monarquía don Juan pudo reforzar su posición, ubicando en aquellos puestos de responsabilidad a gentes de fidelidad reconocida hacia su causa.

Una vez finalizada la redistribución de los cargos de gobierno, don Juan se embarcaría en aquella política reformista que tantas veces había propuesto a doña Mariana de Austria.


Fuentes principales:

* Oliván Santaliestra, Laura: “Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII”. Universidad Complutense de Madrid, 2006.

*Ruiz Rodríguez, Ignacio. “Don Juan José de Austria en la monarquía hispánica : entre la política, el poder y la intriga”. Dykinson, S.L. - Libros, 2008.



(1) En el testamento de Felipe IV se estipulaba que el retiro de la Reina sería voluntario: “y si quiere retirarse para vivir en alguna ciudad de estos reynos, se la dara el gobierno dellos y de su tierra con la jurisdicción y esto lo cumpla cualquier de mis sucesores”.

(2) No debe confundirse con la otra sor Margarita de la Cruz que vivió durante el reinado de Felipe III.

(3)En una próxima entrada trataré sobre la vida privada de don Juan y la posibilidad de que este “amor napolitano” no fuese una hija de Ribera, sino una sobrina.

(4) Suárez Quevedo, Diego: “Fiesta barroca y política en el reinado de Carlos II. Sobre el triunfal destierro a Toledo de Mariana de Austria (1677)”. En: Madrid, Revista de arte, geografía e historia. Número 3. 2000. pp. 69-71.

23 comentarios:

  1. Un placer haber pasado por tu espacio.

    Saludos y un abrazo enorme.

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  2. Falta le hacia a la reina el retiro espiritual, pero al parecer no fue ni tan retiro ni tan espiritual.
    Cree usted que ella pudo tener realmente algo que ver con el asunto de los enmascarados?

    Felices pascuas, monsieur

    Bisous

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  3. Supongo que sì tuvo algo que ver. La Corte estaba dividida solo en dos bandos, juanistas y partidarios de Mariana, por tanto, alguno partidario suyo debiò ser el autor de los disparos.

    Un saludo.

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  4. Una vez más, un placer bucear en nuestra historia a través de tu Blog.
    Un saludo

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  5. Gracias madroca, un placer tenerte como visitante de mi blog.

    Un saludo.

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  6. Es de resaltar que por mucho que nos hablen, y sean importantes, de los aspectos económicos y de las estructuras sociales, la política se cifra, en última instancia, en la cercanía o la lejanía física de Doña Mariana y de don Juan José de la persona del Rey. Es un rasgo del funcionamiento de las monarquías absolutas que frecuentemente se pasa por alto en muchos estudios históricos.

    Un saludo.

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  7. Absolutamente has dado en el clavo gomez de lesaca, en la Espana de los Austrias el apicentro absoluto, del que emanaban todos los poderes y mercedes, era el Monarca...el monarca era todo, sin su placet no se hacia nada, sin su favor nadie gobernaba...de aquì llegamos también al discurso del doble cuerpo del Rey, uno fìsico y otro mìstico. El primero va unido a la persona como tal, por ejemplo a un hombre fisicamente débil como era Carlos II, el segundo a la institucion monarquica, es ecir, a pesar de la debilidad del hombre, el era el Rey, nada se discutìa, habìa sido puesto en el trono por Dios, y esto es muy importante para los que en la historiografìa a descalificado a Carlos II...nadie se atrevìa a contravenir al monarca, el era todo, el era el REY y el era un vicariato que Dios le habìa dejado para gobernar en su nombre, la fuente de toda ley.

    Un slaudo

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  8. ¡Qué tremendo! Como lobos se lanzan a dentelladas los unos con los otros. Y en medio de las intrigas, disparos incluidos, del bastardo y Mariana de Austria, el heredero Carlos II se muestra impávido y carente de iniciativas.
    Un saludo.

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  9. La verdad es que el inicio del gobierno de este niño de 15 años fue bastante agitado y desde luego fue algo que le debió dejar marcado para toda la vida.

    Un saludo Cayetano.

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  10. Sí que pudo hacer limpieza D. Juan José de Austria, empezando por retirar a la reina madre a Toledo. Qué de intrigas hubo de haber.
    Un saludo majestad

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  11. Paco, sin duda, una limpieza a fondo. No quedó ningún partidario de doña Mariana, aquí no valían más las medias tintas, era su momento y nadie se lo iba a impedir.

    Un saludo.

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  12. Vaya purga (bueno purga sin sangre, me refiero) de cortesanos contrarios a la voluntad de don JUan José, empezando por la propia reina madre. No me resulta extraño, la verdad. Lo primero es limpiar tu casa cuando llegas a ella después de que ha pasado por otras manos.

    Me ha parecido muy interesante el asunto relativo a las Descalzas Reales y al intento de asesinato de don Juan José. ¿Qué se cocería entre sus muros?

    Un saludo

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  13. Tienes toda la razón Carmen, una metáfora perfecta para estos hechos.

    La verdad es que las Descalzas Reales eran un hervidero político, uno de los centros de poder más importantes, nada más hay que ver a las regias e imperiales señoras que dormían en sus celdas.

    Un saludo.

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  14. Un episodio muy imteresante el de hoy. La reina era demasiado conservadora y bien merecía ser apartada de la Regencia, que según mi parecer no trajo mucho bien a la Monarquía. En cuanto a la actitud reformadora del bastardo, supongo que era necesaria para llevar a cabo sus planes, como apunta al final de su entrada.

    Saludos

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  15. Dissortat: sin duda, que si uno quiere hacer reformas hay que llevarse a mucha gente por delante y luchar con todas las fuerza, él tuvo el valor de hacerlo y por ello fue un adelantado de su tiempo...como veremos en una futura entrada las reformas fueron muchas, una pena que apenas viviese para cumplir todos sus objetivos.

    Un saludo.

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  16. Estimado Señor
    Página del blog es muy impresionante.
    Además muchas gracias por su visita.

    Pero perdón yo no sé lo suficiente español :(

    Sinceramente Atentamente

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  17. Thank you very much and welcome Deseo, i hope you can enjoy my blog through the translator.

    Best regards.

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  18. Estoy muy feliz por haber dado con este exquisito blog! Felicitaciones Majestad! le mando un abrazo y le deseo Felices Pascuas!

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  19. Muchas gracias Carolina, esta es tu casa.

    Felices Pacuas también para tì.

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  20. Interesantísimo blog el suyo, Majestad...Paso de inmediato hecerme seguidor y no como trueque porque vos ya lo habeis hecho con el mio, sino por méritos propios. Digo bien, tocais temas de nuestra historia...abrís una ventana a sucesos que ni siquiera se dan en las escuelas y además, lo haceis de manera amena. Felicidades, Majestad.

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  21. Muchas gracias Charneguet, esta es su casa, y de paso le felicito igualmente por su blog.

    Un saludo.

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  22. Nuevamente, Majestad, agradecerle sus atinados comentarios sobre Velázquez y, especialmente, la completísima información sobre la exposición de Goya (uno de mis pintores predilectos) en Milán. Es posible que haga una entrada con esa sabrosa información y la web que me dejó. Veremos lo que se puede hacer para visitarla. Feliz semana.

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