lunes, 5 de enero de 2015

El Príncipe de Vaudémont: de la pérdida de la Lorena a último gobernador español de Milán (Parte VI)

1. Carlos Enrique de Lorena, príncipe de Vaudémont, obra de Jean Ranc.


La tercera fase del gobierno del Príncipe de Vaudémont en Milán se caracterizó por un problema de lealtad, que tenía ya entonces muchas facetas. Ante todo estaba la lealtad a la Casa de Austria como dinastía que Vaudémont había resuelto con consideraciones puramente personales ligados a sus propios problemas dinásticos. Después estaba la cuestión de la lealtad a la Monarquía Hispánica como tal, dividida entonces entre una España austracista y otra borbónica. Asimismo, mientras en la Península Ibérica la inclinación austracista estaba más difundida entre la nobleza más antigua y tenía mucha menos fuerza entre las clases populares, en Milán eran filoimperiales las familias de la nobleza más antigua y titulada, y filoaustracistas (entendidas como partidarias de la España de los Austrias) las familias de más reciente extracción, aquellas que habían crecido desde el punto de vista social gracias a la venalidad de los cargos y la política de los Reyes de España. Decantado por la opción filoborbónica, Vaudémont, que como general de los ejércitos hispanos en Lombardía, según historiadores y observadores contemporáneos, supo comportarse muy bien, se encontró en la situación de plantar cara a esa realidad, con el problema de la disidencia, que se hizo cada vez más fuerte conforme avanzaba el tiempo. El momento de mayor consenso para el régimen hispano-borbónico fue cuando Felipe V visitó sus dominios italianos en 1702. En primavera el Rey visitó Milán y participó activamente en las empresas militares. Sin embargo, después de alejarse el monarca, el clima favorable comenzó a diluirse: los costes de una guerra siempre cercana, la lejanía del gobernador ocupado en las maniobras militares, pero sobre todo, a partir de 1705 el hecho de que el archiduque Carlos de Austria hubiera logrado conquistar Barcelona y hubiera establecido allí una Corte desde la cual promulgaba edictos como Carlos III de España, fomentaron aún más las voces de desaprobación que Vaudémont se esforzó en acallar a toda costa, también porque la presencia en Cataluña del candidato imperial a la sucesión evidenció, dentro del partido austracista, conflictos y tensiones latentes en las relaciones interpersonales. Además, no se pudo pasar por alto la recaída que, por lo menos desde un punto de vista psicológico, pudo tener sobre Vaudémont, sobre su modo de administrar y diseñar el gobierno de Milán y sobre el futuro, el hecho de que, ya en 1704, muriera en el castillo de Ostiglia su único hijo, Carlos Tomás de Lorena.


2. "Duro" de Felipe V como Duque de Milán (1702).

Dentro de la oposición, se pueden individualizar dos frentes de desaprobación, el de aquella porción de la nobleza que optó abiertamente por el partido imperial y el de los grupos de personas de clase media-baja, entre los que se encontraban algunos sacerdotes que en sus prédicas no callaron las críticas o las reflexiones personales sobre el gobierno borbónico. Fue diferente el grado de persecución y castigo de los delitos, pues, por un lado, estaba un Carlo Borromeo Arese al que le bastó "retirarse" temporalmente de la vida pública y dedicarse de la gestión del patrimonio familiar y, por otro, se dio el caso de los hermanos Visconti (sobre los que informó el embajador español en Venecia, Juan Carlos Bazán), obligados a dejar el Ducado y a huir a Viena; pero peor aún fue el caso del marqués Cesare Pagani, rico y potentado, pero parvenu y muy ligado al Elector Palatino para el que desempeñaba la función de residente en Milán, que fue encerrado en la cárcel de Pizzighettone. 

Distinto fue el castigo para los disidentes de extracción social media-baja, pues para ellos la cárcel, pues para ellos la cárcel severa fue la norma, sin proceso y sin garantías, incluso frente a las solicitudes de indulto. Vaudémont mostró una dureza extrema, como si quisiera mostrar un afán que pretendía conseguir, además de la eliminación física de los disidentes, muchos y quizás más importantes objetivos personales. Incluso se organizó una red de espionaje en los valle colindantes para obtener noticias sobre la existencia de personas contrarias al régimen que hacían propaganda a favor del Emperador y del archiduque Carlos. Los más investigador fueron los frailes y sacerdotes que desde el púlpito podían expresar a la comunidad puntos de vista divergentes de los deseados por el régimen borbónico, pues a menudo las informaciones que llegaban se referían a los discursos expuestos al final de las fiestas del pueblo, cuando los corazones eran reconfortados con abundante bebida, la prudencia ahogada en el vino y los frenos inhibidores disueltos en la embriaguez causada por el alcohol. Se trataba de informaciones que contaban con los vítores de júbilo para el Emperador que difícilmente, por el contexto en el que se daban, se habrían podido considerar serias y preocupantes demostraciones de disidencia.

Es evidente que el peligro auténtico estaba en otra parte y era también obvio que en aquella excesiva dureza Vaudémont encubría alguna otra cosa. Por ejemplo, algo más que la normal diligencia de un gobernador en el intento de conservar un Estado para su monarca, pero quizás también el desesperado cuidado que mostraba, ya anciano y sin descendientes directos, perdiendo todas las perspectivas y esperando llegar a ser el príncipe del Estado que gobernaba o de verse, de todas formas, reconocida una soberanía gracias al favor de los poderosos de Europa.

CONTINUARÁ...

Notas

Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Prevenir la Sucesión. El Príncipe de Vaudémont y la red del Almirante en Lombradía". Estudis: Revista de historia moderna. Nº 33, 2007.

* Cremonini, Cinzia: "El Principe de Vaudémont y el gobierno e Milán durante la Guerra de Sucesión Española", en "La pérdida de Europa. La guerra de Sucesión por la Monarquía de España" (ed. Antonio Álvarez-Ossorio, Bernardo J. García García y Virginia León). Fundación Carlos de Amberes, 2007.

8 comentarios:

  1. De nadar entre dos aguas a decantarse por una de las opciones solo media el interés por obtener algo a cambio.
    Un saludo.

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  2. Lealtades, conveniencias, cuestiones de honor y realismo político. Es un interesante artículo.

    Saludos.

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    1. Pura razón de estado, de linajes y de interés personal don Retablo.

      Un saludo

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  3. Si no recuerdo mal nuestro duque don Juan Manuel y su tío, el marqués de Valero, acompañaron a Feliep V en su viaje por Italia. Es pues posible que conocieran al príncipe Vaudemont en su periplo italiano.
    Un beso

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    1. Así es Carmen, el X Duque y su tío el Marqués de Valero formaban parte del séquito de Felipe V que de Cataluña partió para Italia (Nápoles primero y la Lombardía después), de hecho, ambos estuvieron en el campo de batalla de la famosa Batalla de Luzzara (15 de agosto de 1702) y el Duque de Béjar fue el encargado de viajar hasta Madrid para informar a la reina Maria Luisa Gabriela de Saboya de la victoria de su marido en tierras lombardas. Por tanto, es muy probable que loz Zúñigan intercambiasen saludos y palabras con Vaudémont.

      Un beso

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  4. ¿Por qué no escribe en Wikipedia? De un tiempo a esta parte, quizás animado por ciertos "aniversarios", he observado un importante incremento de información sobre la Guerra de Sucesión, su desarrollo y consecuencias. Sin embargo, este incremento llegó con ciertos aires, digamos "catalanistas", que creo que usted podrá subsanar por medio de los impecables estudios a los que nos tiene acosumbrados.
    Un saludo

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    1. Hace bastantes años tuve una participación relativamente activa en Wikipedia pero no me gusta la plataforma, ni las normas, ni el control casi dictatorial que se lleva a cabo. Ahora que está de moda la palabra definiría a los gerifaltes de Wikipedia (los editores de más alto nivel) como una especie de casta cerrada que se auto-proclama superior moralmente a los pequeños editores o colaboradores. Es cierto que el tratamiento de la Guerra de Sucesión en España tiene a veces un cierto toque político, sobre todo cuando se trata desde un punto de vista catalán. Hay magníficos historiadores de ese periodo como Joaquim Albareda que a veces barren algo para casa. Relativo al austracismo castellano o catalán, te recomiendo la obra de Virginia León, que por cierto acaba de publicar un magnífico libro sobre el archiduque Carlos y los austracistas.

      Un saludo

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