domingo, 11 de septiembre de 2011

La Diada o la Gran Mentira del nacionalismo catalán

1. Felipe V vestido a la española, anónimo madrileño. Cartuja de Miraflores (Burgos). Foto del autor.

Muchos asocian el día de hoy, 11 de septiembre, a los terribles atentados de Nueva York en 2001, sin embargo, esta fecha en España nos lleva al año 1714 y a la toma de Barcelona por las tropas borbónicas capitaneadas por el Duque de Berwick. La toma de la capital catalana supuso prácticamente la derrota del Austracismo y la victoria de Felipe V de Borbón y, por tanto, el final de la Guerra de Sucesión que acabaría definitivamente en 1715 con la reconquista felipista de Mallorca.

Precisamente este hecho de armas, la toma borbónica del Barcelona el 11 de septiembre de 1714, constituye el mito fundacional del nacionalismo catalán. Vemos en estos días a los políticos nacionalistas catalanes contar un mentira tras otra rescribiendo una historia que no fue pero que ellos quieren hacer creer que existió, recurriendo a aquello que dijo Goebbels de que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad. Pues bien depende de aquellos que nos dedicamos a esto de la historia contar los hechos tal y como fueron. Para este fin recurriré a la entrada que ya el pasado 11 de septiembre de 2010 dediqué a este tema y que ahora vuelvo a utilizar:

No me detendré a comentar la GRAN MENTIRA de que Cataluña era un ente independiente hasta la toma de Barcelona por el Duque de Berwick el 11 de septiembre de 1714, durante la fase final de la Guerra de Sucesión a la Corona de España (1702-1715), pues creo que los que aquí me leen son bastante doctos en historia como para desmentir tal falacia. Baste sólo recordar el grandísimo esfuerzo que la Corona de Carlos II realizó para defender el Principado de las agresiones de Luis XIV durante todo su reinado...

Centrémonos pues en el momento sucesorio: el 1 de noviembre de 1700 moría Carlos II declarando como sucesor a su sobrino-nieto, el Duque de Anjou, Felipe de Borbón, hijo segundo del Delfín de Francia y nieto de Luis XIV. El nuevo rey, Felipe V, de tan solo 17 años de edad, entró en España el 22 de enero de 1701 por Irún, llegando a la Villa y Corte de Madrid el 18 de febrero donde se alojaría en el Palacio del Buen Retiro, aunque la entrada oficial y triunfal no tendría lugar hasta el 14 de abril de ese mismo año. Comenzaba el reinado del primer Borbón en España.

Se puede afirmar que el testamento de Carlos II fue aceptado de manera general en todos los reinos de la Monarquía de España, aunque también es justo decir que inicialmente existió una cierta reticencia por parte de los estados de la Corona de Aragón por el secular enfrentamiento contra Francia, en especial en el frente pirenaico-catalán (aún estaba demasiado reciente la toma de Barcelona por parte de las tropas francesas en 1697 tras un durísimo asedio), y que veían ahora entronizarse al nieto del que tanto sufrimiento había generado: Luis XIV.

Otro elemento fundamental para entender a la Cataluña de la época es la pujante burguesía mercantil que se había ido desarrollando en el Principado a lo largo del reinado de Carlos II y que había logrado poco a poco hacerse con el control político y económico del territorio en alianza con las estructuras y redes político-económicas anglo-holandesas, desarrollando aquello que algunos han dado en llamar de forma equivocada “neoforalismo” (1). Entre estos mercantes y comerciantes destacan nombres como los de Narcís Feliú de la Penya (2), Josep Narcís, Joan Kies, Arnoldo Jäger, Mitford Crowe, Cristófol Lledó, Llorenç Lledó, Joan Llinàs, Onofre Sidós, Pau i Dalmases, Jaume Teixidor, Joan Bòria, Joan Lapeira, Amador Dalmau, Francesc Dalmau, Pere Dalmau, Joan Puigguriger, etc (3).

Sin embargo, se puede afirmar que la postura de Cataluña, y del resto de España, hacia el nuevo Rey fue de gran apoyo. Las manifestaciones populares y oficiales en su favor fueron generales y la literatura panegirista exaltó al nuevo monarca y a la nueva dinastía, salvando incluso el hecho de que Felipe V fuese francés. Así, el catalán Raymundo Costa escribía en su “Oración panegírica” (1701): “Felipe quinto para Cataluña no es extraño, sino patricio, Natural, y buen Catalán, quando la Sangre Real, que alienta sus venas ha salido de los cristales transparentes de esta perenne y clara fuente de Nobleza del Principado de Cataluña”. Por su parte, el también catalán Francesc Brú señala en su “Lamentación fúnebre” (1700): “el Rey es español por más que haya nacido en Francia. Porque los reyes toman la naturaleza de la Corona, no de la cuna; de los reinos en que mandan, no de las tierras en que nacieron [...] venga a España el serenísimo Felipe de Francia y será más español que nosotros, pues a nosotros nos hizo españoles la tierra, y a Felipe el Cielo, a nosotros la cuna y a Felipe la Corona”.

2. Felipe V vestido a la española en un grabado de comienzos del siglo XVIII.

Desde la llamada “Acadèmia dels Desconfiats” (núcleo del austracismo), si bien se exaltaron las supuestas relaciones idílicas entre el Principado y el fallecido Carlos II, también se defendió al nuevo Rey. Los académicos aceptaron el Testamento Real como última muestra de fidelidad hacia el amado Carlos II. Este argumento de defensa del nuevo Rey se basaba sobre todo en el principio de la unidad e indivisibilidad de la Monarquía, que constituía el eje central del testamento carolino, pensándose que quién la podía defender mejor era la potencia más fuerte de ese momento, es decir, la Francia de Luis XIV, abuelo del nuevo Rey Católico. El punto de referencia de este austracismo catalán fue, por tanto, la exaltación de España. Paradójicamente sólo entre declarados filipistas, como Pellicer y Copons o Josép Aparici, se glorificó a Cataluña.

Una de las obras cumbre de la “Acadèmia” fueron las “Nenias Reales” que lloraban la muerte de Carlos II. En ellas, el anteriormente citado Raymundo Costa, escribía que Carlos II había dado la corona a Felipe de Anjou para que la conservase unida como “cuerpo uno y sin división de partes [...] cuerpo político, civil y místico de España” que está de acuerdo en esta Sucesión. Pero a añadía que tal “cuerpo natural” de España tenía tres cabezas: el rey legítimo español y catalán, Felipe V; las Cortes de los reinos y la Fe.

En este ambiente las principales instituciones de Cataluña (el Consell del Cent, la Diputación General de Cataluña, la Universidad,...) no cesaron en hacer llegar al nuevo Rey la necesidad de su pronta venida y la exhortación a celebrar Cortes, lugar donde Felipe V debía jurar a sus reinos y éstos prestar juramento a su Rey. Así todo quedaría conforme al Testamento de Carlos II y a las leyes, fueros y privilegios de Cataluña. Además, con la llegada de Felipe V a España los comunes catalanes exaltaron los buena nueva con celebraciones de todo tipo, destacando entre todas ellas las “Festivas aclamaciones” celebradas en Barcelona por los representantes de las instituciones catalanas junto al virrey Conde de Palma, durante las cuales se leyeron romances, poemas, villancicos y letrillas de loa y alabanza a Felipe V.

Es en este contexto de regocijo por el nuevo Rey y de fidelidad hacia su persona, es cuando se produce la visita de Felipe V a Cataluña, visita que tendrá lugar del 24 de septiembre de 1701 al 8 de abril de 1702, con el objetivo principal de la celebración de Cortes. Cataluña esperaba llena de expectación la primera visita del nuevo Rey, una visita especialmente esperada, pues hacía setenta años, desde la visita de su bisabuelo Felipe IV en 1632, que un soberano español no visitaba el Principado.

Felipe V debía hacer todo lo necesario para consolidar el trono recién heredado. Su abuelo Luis XIV le había aconsejado visitar inmediatamente los reinos de la Corona de Aragón para celebrar el preceptivo y recíproco juramento real en las Cortes. En la Corona de Castilla, tenida por más dócil, el día 8 de mayo se había realizado en la Iglesia de los Jerónimos de Madrid el juramento y pleito homenaje, pero se había evitado la reunión de Cortes, temidas como fuente de potenciales problemas y conflictos (recuérdese que no se celebraban Cortes en Castilla desde 1658). Pero en la vida política de Cataluña, Aragón y Valencia, las Cortes eran esenciales y resultaba conveniente celebrarlas, aun a costa de los habituales riesgos y dificultades. Felipe V salió de Madrid con destino a Barcelona el 5 de septiembre. En su viaje pasó por Alcalá, Guadalajara, Torija, Algora, Alcolea, Maranchón, Tortuera, Used, Daroca, Cariñena, Muel, Zaragoza, a donde llegó el día 16 y donde permaneció hasta el 20 de septiembre, para después partir de nuevo rumbo a Villafranca, Pina, Bujaraloz, Fraga y Lérida, donde juró los privilegios de la ciudad. De allí a Cervera, en que se repitió la misma ceremonia, y a continuación Bellpuig, Igualada, Piera, Martorell y Barcelona. Durante todo el camino el paso del carruaje real atrajo a mucha gente. Las autoridades y el pueblo acudían a contemplar al nuevo soberano y a rendirle homenaje.

A medida que el Rey se iba acercando a la capital catalana aumentó el número de personalidades que se adelantaban a recibirle y darle la bienvenida: Universidad de Barcelona, oidores del General de Cataluña, el Consell de Cent, destacando el discurso del Conseller en Cap:

“Senyor, la Ciutat de Barcelona se postra humil als Reals peus de V.M. en protestació de son verdader rendiment, y ab expressió del imponderable jubilo ab que celebra lo feliz arribo de V.M. gloriantse de la ditxa li cap, que V.M. la favoresca ab sa Real presencia, y si be est tan rellevant favor, lo te sa innata fidelitat a agigantat […]”.

No faltaron tampoco las multitudes y las aclamaciones en el recibimiento dispensado al soberano, a lo largo del camino y en los alrededores de la ciudad. El relato publicado por la Diputació del General resaltaba las aclamaciones hechas a Felipe V cuando nada más llegar a Barcelona salió a saludar al balcón de palacio: “el numeroso concurso que llenaba la espaciosa plaza empezó en alegres y festivas afectuosas aclamaciones a repetir:Viva, viva nuestro Rey Felipe Quinto” [...] y sobre las voces echaban los sombreros al aire” (4). Sin embargo, el momento culminante se produjo con la entrada triunfante y solemne de Felipe V en la ciudad el día 2 de octubre, día en que toda la capital catalana se engalanó y mostró todos los esplendores del arte efímero barroco para aclamar a su nuevo Rey.

El día 4 se celebró el doble juramento recíproco del Rey y de los representantes del Principado. Felipe V juró las Constituciones de Cataluña y los catalanes le juraron fidelidad y le prestaron homenaje como su rey y señor. Finalmente, el día 12 de octubre tuvo lugar la inauguración de las Cortes catalanas que eran muy esperadas por no haberse celebrado desde 1599, bajo el reinado de Felipe III, pues las de 1626 (continuadas en 1632), ya bajo el reinado de Felipe IV, no llegaron a cerrarse.

Las Cortes catalanas, inauguradas el 12 de octubre, estuvieron funcionando durante tres meses. Como era propio de las Cortes su funcionamiento consistía en una dura negociación, en que el Rey trataba de obtener los mayores recursos posibles a cambio de las menores concesiones y el Reino buscaba conseguir el máximo de leyes favorables a sus intereses políticos, económicos y sociales y el máximo de reparación de agravios cometidos, por el mínimo de donativo. Uno de los temas más calientes fue el asunto de las desinsaculaciones, por la que las Cortes reclamaban que Felipe V renunciara a la prerrogativa que, acabada la Guerra de Secesión Catalana en 1652 tras la toma de Barcelona por don Juan José de Austria, Felipe IV se había reservado, consistente en el poder de desinsacular sin juicio previo a los insaculados en las bolsas de la Diputació del General y del Consell de Cent. Se produjo un duro tira y afloja que tuvo como resultado la renuncia al tema de las desinsaculaciones por parte de las Cortes para salvar el resto de lo pactado con el Rey. A pesar de esto, el balance de las Cortes resultó muy positivo para Cataluña, sobre todo teniendo en cuenta que hacía casi 100 años que no se celebraban. Uno de los aspectos más interesantes de estas Cortes fueron las reformas económicas, encaminadas a favorecer la recuperación catalana, ya en marcha, facilitando las actividades comerciales. Tres medidas destacaban por su importancia: la autorización para erigir una casa de puerto franco en Barcelona, el permiso para enviar cada año dos barcos catalanes a América (se rompía así el monopolio castellano con las Indias, secular reclamación de la Corona de Aragón y de Cataluña en particular) y la creación de una junta encargada de proyectar y fundar una Compañía Náutica Mercantil y Universal. Se daba, por tanto, satisfacción a la importante burguesía mercantil catalana citada anteriormente.

En compensación de todas estas concesiones reales, las Cortes catalanas otorgaron a Felipe V un donativo de un millón y medio de libras. Además, para celebrar la conclusión de las Cortes y premiar los servicios prestados, así como para estrechar los lazos de los catalanes con la Corona, el Rey concedió una serie de gracias a numerosas personas (títulos nobiliarios, privilegios de nobles, nombramientos como ciudadanos honrados, etc). Podemos decir, sin duda, que tanto desde el punto de vista de Felipe V como desde el punto de vista de los catalanes el balance de las Cortes de 1701-1702 fue claramente positivo.

En el Principado se produjo también el encuentro entre Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya, tras su boda por poderes del 11 de septiembre en Turín. Nuevas celebraciones por la llegada de la Reina engalanarían la ciudad condal.

El 8 de abril de 1702, y obligado por el inicio de las acciones bélicas, Felipe V dejaba Barcelona poniendo rumbo a Italia en medio de un clima general de fidelidad y amor al monarca, hasta el punto que Feliú de la Penya señalaba que jamás vio tales muestras de amor hacia un rey (5).

Se puede afirmar, por tanto, que tras las Cortes la popularidad de Felipe V en Cataluña se había incrementado hasta niveles altísimos. De igual modo, cuando el 20 de diciembre de 1702 Felipe V regresó de Italia y entró en Barcelona fue recibido mejor que cuando llegó a la ciudad por primera vez para celebrar Cortes (6). El ambiente general era, por tanto, de optimismo y esperanza en el futuro y solo la guerra europea que había estallado ya en Italia, ensombrecía la situación. Nada hacía presagiar el estallido del conflicto civil en 1705.

3. Asalto final a Barcelona por parte de las tropas de Felipe V el 11 de septiembre de 1714.

¿Qué hizo por tanto estallar el conflicto y la desafección catalana? La respuesta es clara: el conflicto entre la camarilla reformista hispano-francesa de Felipe V y el “lobby” comercial catalano-anglo-holandés que veía con recelo las reformas que se querían imponer desde Madrid para modernizar el país, pues éstas podrían poner en peligro sus intereses económicos personales y de grupo, hecho que les llevó a romper con el felipismo reformista y a apoyar al archiduque Carlos de Austria como representante, al menos para ellos, del antiguo modelo “federal” de los Austrias, apoyando además a sus aliados comerciales Inglaterra y Holanda que habían tejido importantes redes clientelares y familiares en territorio catalán. En 1704, el archiduque Carlos, proclamado en 1703 en Viena Rey de España con el nombre de Carlos III, desembarcó en Lisboa haciendo un llamamiento al pueblo español para alzarse contra Felipe V. Durante la segunda mitad de 1704 el soporte social del austracismo aumentó entre las élites sociales y políticas catalanas, valencianas y aragonesas e incluso en puntos de Castilla. Con la amplificación del ambiente austracista se extendieron las revueltas por Valencia y Cataluña, y los sediciosos fueron acercándose a Barcelona hasta sitiarla con la ayuda de la flota anglo-holandesa el 29 de agosto de 1705, hasta la capitulación el 9 de octubre de aquel año. Se iniciaba una guerra civil que habría de durar hasta 1715 con la caída de Mallorca.

Podemos concluir, por tanto, que Felipe V fue aceptado mayoritariamente en Cataluña y que fueron los intereses económico-personales de la élite catalano-anglo-holandesa los que arrastraron al resto del Principado a la rebelión y a una de las más terribles guerras que jamás tuvieron lugar suelo hispano, unas causas bien distintas de las esgrimidas por el nacionalismo catalán desde finales del siglo XIX, cuando inició a conmemorarse la Diada, en aquel tiempo de los nacionalismo decimonónicos radicales surgidos de las Revoluciones Industriales y el odio hacia la inmigración y el control del Estado, que fue otra de las causas del nacionalismo vasco de Sabino Arana.

Tras conocer la historia podéis juzgar muchas de las patrañas que los políticos catalanistas quieren hacer creer como la lucha nacional de Cataluña contra la opresión española y borbónica al pueblo catalán, cuando, sin embargo, fueron sus propias élites, por su egoísmo e intereses particulares, las que llevaron a Cataluña a perder sus libertades y todos los beneficios salidos de las Cortes de 1702, muy pero que muy ventajosas y a demonificar a un Rey que, sin embargo, había sido más generoso con ellos que ningún otro en la historia. Sin embargo, tras la caída de Barcelona en 1714, Felipe V no se mostró tan comprensivo como lo había sido Felipe IV tras la reconquista de 1652, y por ello no perdonó tal desafección y traición a su persona tras todo lo hecho por Cataluña en las Cortes de 1702 y su meses del estancia en el Principado durante los que tuvieron lugar tantos juramentos de fidelidad hacia su real persona … se imponía la Nueva Planta.


Fuentes:
* Espino López, Antonio: “El frente catalán en la Guerra de los Nueve Años, 1689-1697”. Universidad Autónoma de Barcelona, 1994.

* Pérez Samper, Mª de los Angeles: “Felipe V en Barcelona: un futuro sin futuro”. Ediciones Universidad de Salamanca.

* Peña Izquierdo, Antonio Ramón: “El Cardenal Portocarrero y el primer gobierno de Felipe V. (1698-1705)”. Universidad Autónoma de Barcelona, 2005.

* Reglà, J. : “Els virreis de Catalunya”. Vicens-Vives, 1980.


Notas:
(1) Este término fue acuñado por J. Reglá en su obra “Els virreis de Catalunya” (Vicens-Vives, 1980), aunque la actual historiografía tiende a dismitificar y tratar con cautela este término: García Cárcel, Espino López, Ragón y Cardoner, Peña Izquierdo, etc.

(2) Narcís Feliú de la Penya (o Narciso Feliú de la Peña) está considerado el ideólogo de este grupo mercantilista catalano-anglo-holandés con su obra “Fénix de Cataluña” (1683), aunque últimamente se está poniendo en duda la autoría del mismo.

(3) Peña Izquierdo, Antonio Ramón: “El Cardenal Portocarrero y el primer gobierno de Felipe V. (1698-1705)”. Universidad Autónoma de Barcelona, 2005.

(4) Festivas demonstraciones, pag. 19.

(5) Pérez Samper, Mª de los Angeles: “Felipe V en Barcelona: un futuro sin futuro”, pag. 104.

(6) Albareda, J: “El catalans i Felip V”.

38 comentarios:

  1. La historia es la que es, y no la que algunos pretenden que sea, por más que insistan en su empeño de tergiversar la verdad.
    Afortunadamente, existen medios, como este blog, donde la claridad en la exposición y la excelente documentación nos permiten conocerla hasta a los más ignorantes en la materia.
    Muchas gracias, y un cordial saludo.

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  2. El Nacionalismo identitario es lo que tiene: acomodar la historia a los intereses políticos y económicos, aunque se incurra en falsedades de grueso calibre. Y la economía siempre detrás de toda ideología. "La pela es la pela".
    Un saludo.

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    1. La compartiré en mi muro de facebook con la seguridad que me caerán encima muchos paisanos. A correr el riesgo. Muy bien documentado el artículo.

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  3. Estupenda lección de Historia y que es necesario recordar de vez en cuando, ya que los sectarios periféricos se inventan hasta un pasado falso en el que basarse para crear un futuro más ficticio aún.

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  4. Brillante, poco más se puede decir, ¿cómo se puede manipular la historia teniendo en cuenta que los hechos no admiten duda ni interpretación contraria?.

    addenda - lástima que hayas puesto ese audio, de todo el programa de Pepa Fernández hay una sola persona con la que no puedo, es superior a mis fuerzas y no la trago, la Concostrina...

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  5. Fue una guerra dinástica, un reajuste a gran escala de carácter geopolítico y, si se quiere, una guerra civil entre españoles pues tanto lo los del partido borbónico como los austracistas, tanto los de unos reinos como los de otros.Lo de la guerra por la independencia de Cataluña no se sostiene si se conoce la Historia.

    Es un esclarecedor artículo el suyo.

    Saludos.

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  6. Magistral clase de historia.
    Muchas gracias

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  7. Francisco: la historia no se puede esconder, y a pesar de las mentiras de personajes como Mas o Carod Rovira siempre sale a la luz.

    Un abrazo amigo.

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  8. Cayetano: el nacionalismo catalán es una manera de reivindicar más y más dinero a costa de la libertad lingüística e identitaria de muchos catalanes.

    Un saludo.

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  9. Tella: ya sabemos que los políticos catalanistas tienen más imaginación que Don Quijote, pero como dice el refranero español: se coge antes a un mentiroso que a un cojo.

    Un saludo.

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  10. Isra: reinterpretar la historia es como negar que 1+1 don dos, no se puede.

    El audio lo puse porque hablaba de don Juan José de Austria, pero lo quitaré en breve para no despertar malentendidos jejeje

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  11. Retablo: así es, fue una guerra dinástica y por un modelo político concreto (aunque realmente Felipe V y Carlos III de Austria no diferían mucho en sus idearios políticos)...la guerra independentista es una invención del nacionalismo catalán más rancio del siglo XIX.

    Un regio saludo.

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  12. Pero aún así, muchos se niegan a reconocer la verdad. Le darán las vueltas todo lo que quieran y más, pero la Historia manda. Y mientras tanto, Cataluña sale, a pesar de todo, gracias a la emigración de los 60 y 70, a los que le da lo mismo esos tontos independentismos, y que iban solo a eso, a currar y a labrase un porvenir, no a pedir la Independencia.
    Salud¡

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  13. Javier: así es, y encima lo grave es que la mayoría de esos independentistas tienen apellidos como García, Montilla, Pérez, etc y son hijos de inmigrantes extremeños y andaluces, vamos lo que los catalanes de toda la vida llaman "charnegos"...la ignorancia que no tiene fronteras.

    Un abrazo amigo.

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  14. Magnifica entrada la de hoy. Podríamos enlazarla con las mentiras catalanistas de que Mallorca es parte de Cataluña, pero eso es tema para otra entrada.
    Mis saludos!!

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  15. Más que ignorancia la de esos "murcianos reconvertidos en catalanes de toda la vida" es la petulancia de considerarse diferentes y mejor situados e importantes que los pobres de su pueblo. Este no es un nacionalismo de pobres. Y los que aspiran a ricos no se quieren mezclar con el resto de los mortales. No hay cosa más triste que perder las propias raíces.
    Saludos.

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  16. Un aplauso grandioso por tu excelente entrada, plas plas, plas, plas. Lo lamentable es que no lo leerán los catalanes estudiantes. Ese dicho de Goebbels es un claro ejemplo. Olvidas poner, para mayor escarnio de esos miserables, que Casnova no cascó en el asedio, ni fue un héroe, sino que murió en la camita como un fiel felipista. Me daría vergüenza, si fuese un convencido catalanista antiespañol, esta historia tan mentirosa y manipulada. Pero, en fin, que el señor Mas siga en su farse y el ínclito ex-presidente del Barça, el de sagre riojana, el humillador señor Laporta y su varita mágica con solo la independencia. Me extraña que un pueblo tan laborioso como el catalán se trague ese gazapo sin digerirlo. Allá ellos.
    Te diré que eres un historiador de primera. Si me dices que me dedique a la literatura histórica, te digo que publiques un librazo de este reinado, pues los grandes historiadores seguro que te apadrinarían.
    Otra cosa, según leí, hace ya varios años, en la biografía de Kamen sobre Felipe V, decía que el hecho de la desafección catalana se debió a una campaña de panfeltística que nació en Vic y se difundió como la pólvora por toda la Corona de Aragón.
    Lo malo fue la reacción de Felipe V: no emuló a Juan José de Austria, con su perdón por los sucesos que hubo desde 1640 y la rebelión de Els Segadors en el Corpus de Sangre. Para mí ese hecho fue muy grave y la solución fue buena.
    Nada más, amigo (esta vez no hablo con Carlos II, sino con el blogger), te vuelvo a repetir mi felicitación por tan excelente entrada, de un historiador de primera.
    Saludos cordiales de Juan.

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  17. Lorenzo: los "países catalanes" que se han inventado estos no es más que una burda reconversión de la Corona de Aragón en un país catalanista que nunca existió, por eso meten ahí a Aragón, Valencia, Baleares y hasta Cerdeña...son unos pobres ignorantes.

    Un saludo.

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  18. Cayetano: no hay nada más triste que el "charnego" nacionaista que ataca a España y olvida su apellido (o lo catalaniza) e insulta a sus abuelos venidos de Extremadura, Andalucía o Murcia para dar un futuro mejor a sus hijos y futuros nietos y que ahora se lo pagan así...

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  19. Juan: Casanova era un cantamañanas traidor al que otros cantamañanas como los que citas le mitificaron allá por el siglo XIX. A diferencia de otros señalados austracista como el Marqués de Rialp, el conde Juan Amor de Soria, el Almirante de Castilla, el Conde de Oropesa o lo cientos e soldados austracistas y otras gentes que huyeron al exilio en Italia, Viena, Países Bajos o Portugal, Casanova murió, como dices, como un fiel felipista renegando de su pasado...al menos podían haberse buscado otro en que basar su mentira porque este no aguanta una investigación seria.

    En cuanto a lo de Vic, decir que los austracistas ya venían tratando de levantar el principado desde hace tiempo, siendo el primer intento en 1704 con la fallida toma de Barcelona por parte de Jorge de Darmstadt que finalmente ocurriría al año siguiente.

    Un abrazo y gracias por las palabras que me dedicas ;)

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  20. ¡Ojalá mucha más gente lea tu excelente artículo! Saludos.

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  21. DLT: ojalá fuese así, pero es por esto que los políticos catalanista defiende con uñas y dientes el control de la educación en las escuelas catalanas...censura histórica para contar sus falacias con tranquilidad.

    Un saludo.

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  22. Genial... no se me ocurre otro calificativo y que a alguno se le atragante la diada con su lectura. Los nacionalismos surgen de un complejo de inferioridad mal curado sazonado con una pizca senófoba.
    La historia al final es la que es le moleste a quien le moleste...

    Como internacionalista que me considero, ojala algún día pudieran desparecer todas las banderas

    Saludos,

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  23. Interesnte y documentada entrada para desmontar una gran mentira como es la diada, Carolus. Que córtos de miras aquellos que tratan de imponer fronteras y límites. Un vasco, vasco por los cuatro costados, como Pío Baroja decía que el nacionalismo era una enfermedad que se curaba viajando; dúdolo yo con gentes como ésta. Que tenga muy buena semana, Majestad.

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  24. Desafortunadamente amigo Carolus, la historia se ha convertido en una profesión similar a la sastrería, cada uno se la hace a medida según sus gustos e intereses.
    A base de repetir las mismas falacias año tras año muchos dan por bueno lo que sus interesados políticos quieren hacerles creer, esa es la realidad que tenemos que sufrir los que nos dedicamos a esto, no sólo el intrusismo en nuestra profesión, sino también soportar la tergiversación, la mentira, el falseamiento y la invención constante y premeditada. ¿Qué futuro proponen estos nacionalistas basado en un falso pasado?

    Gracias por recordarnos una vez más los hechos auténticos que acontecieron, la historia no pude esconderse ni cambiarse, por mucho que le pese al señor Rovira, que quiere ser el más catalán de los catalanes, a pesar de que allí siempre será un charnego.

    Un saludo.

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  25. Me ha encantado la entrada, Carolus. Ha sido magnífica. Sabía que en la cuestión del apoyo pro austracista de Cataluña estaban los intereses económicos, pero no que estos fuesen la punta de lanza para entender la rebelión catalana contra Felipe V y menos la buena acogida que se ofreció a éste anteriormente al estallido del conflicto.
    Un beso

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  26. José Luis: la xenofobia de los nacionalismo catalán y vasco es vergonzosa y mucho más cuando ésta es permitida por el gobierno de nación sólo para sacar unos cuanto apoyos en el Parlamento.

    Un saludo.

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  27. Paco: el problema es que esta gente es muy cateta y en su vida han visto nada más allá de los muros de su aldea, pueblo o ciudad...son cortos de mira y de conocimiento y por eso se dejan engañar por personajillos como Mas o Carod.

    Un abrazo.

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  28. Pedro: la historia en estos 7 años ha sido violada brutalmente en multitud de ocasiones, pero sobre todo en Cataluña y el País Vasco...no es el nacionalismo más que un enorme sentido de inferioridad y más cuando es llevada a cabo por charnegos como el Carod, carente de estudios y de capacidad para escribir ni tan siquiera su nombre correctamente...por desgracia esta es la España que nos ha tocado o que nos están haciendo vivir.

    Un abrazo.

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  29. Carmen: ya ves que el dinero fue fundamental para la rebelión, estuvieron con Felipe V mientras éste les prometió lo que querían y cuando creyeron que esto no sería así, no dudaron en cambiar de Rey.

    Un beso.

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  30. Desconocía el apoyo inicial de Cataluña al rey Felipe V, por lo menos la historia que se nos enseñó y se sigue enseñando no se habla de esta guerra con ese enfoque; así que no sólo son los nacionalistas catalanes los que cambian la historia a su gusto.
    Un saludo.

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  31. Valverde: la guerra de sucesión viene siempre contada en colegios y escuelas de una manera muy simplista que pasa de la muerte de Carlos II a la guerra sin hacer caso a esos 5 años que mediaron entre la llegada de Felipe V y el estallido de la contienda civil (la internacional estalló en 1702).

    Un saludo.

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  36. Se puede analizar si los decretos de "la nueva planta" ya en 1719 son compatibles con las promesas y tratos de Felipe V a Cataluña en las cortes en 1702 ?
    -Porqué las élites catalanas desconfiaron de lo que Felipe V prometió ?
    -Los decretos de Nueva Planta confirmaron las tesis que 10 años antes llevaron a esta desconfianza por las élites catalanas?. El despotismo

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