sábado, 2 de enero de 2021

El IV Marqués de Aytona, ¿valido de la Reina Gobernadora?

 


1. Retrato de Guillén Ramón de Moncada, IV Marqués de Aytona, obra de Gaspar de Crayer (h.1639). Fundación Casa Ducal de Medinaceli.

Uno de los puntos más interesantes de la reciente obra de Silvia Z. Mitchell "Queen, Mother & Stateswoman. Mariana of Austria and the Government of Spain" (2019) es la puesta en valor de Guillén Ramón de Moncada, IV Marqués de Aytona (1618-1670) como figura clave de la regencia de Mariana de Austria (1665-1675) en detrimento del padre confesor Juan Everardo Nithard, tantas veces considerado valido de la Reina por la historiografía tradicional.

Guillén era hijo de Francisco de Moncada, III Marqués de Aytona (1586-1635), quien cumplió misiones diplomáticas en Flandes, fue embajador ante el Emperador, enviado a la Dieta de Hungría y de nuevo embajador en Bruselas ante la infanta Isabel Clara Eugenia, a quien sustituyó como Gobernador interino de los Países Bajos a su muerte y hasta la llegada del Cardenal-Infante don Fernando (1633-1634). Guillén acompañó a su padre durante su segunda estancia en los Países Bajos entre 1630 y 1635 y sirvió como alférez y capitán. En 1635, tras la muerte de su padre, heredó el título de Marqués de Aytona, y regresó a España para servir en la Corte siendo nombrado gentilhombre de la cámara.



3. Portada de "Discurso militar sobre los inconvenientes de la milicia de estos tiempos y su reparo", obra del IV Marqués de Aytona (1653).


En 1645 fue nombrado Gobernador y Capitán General de Galicia, y posteriormente Virrey y Capitán General de Cataluña, cargo que ejerció entre 1647 y 1648, cuando fue cesado y encarcelado por decapitar al proveedor general del Real Ejército por insubordinación sin consultar al Consejo de Guerra, siendo rehabilitado en 1649. En 1653 publicará en Valencia su famoso "Discurso militar sobre los inconvenientes de la milicia de estos tiempos y su reparo" en la que planteaba una completa reforma de los ejércitos reales en consonancia con las nuevas tendencias europeas.

Tras 10 años de espera en la Corte, finalmente en 1663 Felipe IV le nombró Caballerizo Mayor de la Reina y en 1665 miembro de la Junta de Gobierno en representación de los Grandes. Este órgano instituido en su testamento tenía por objetivo aconsejar a la Regente durante la minoría de edad de Carlos II. El nombramiento fue una sorpresa para todos ya que se asumía que el Duque de Medina de las Torres, largo tiempo amigo y figura importante para Felipe IV, sería el seleccionado. Las razones del nombramiento permanecen oscuras pero es probable que la influencia de la Reina fuera decisiva ya que Aytona era hermano de una de sus más estrechas confidentes, María Magdalena de Moncada.

Tras la muerte del VI Duque de Alba en octubre de 1667, que hasta entonces ocupada el puesto de Mayordomo Mayor, Mariana de Austria nombró al Marqués de Aytona. Éste era el más alto puesto en la Corte de la Reina Regente y sin duda ratificó la estrella ascendiente de don Guillen, quien además jugará un papel clave en la reforma de la Casa de la Reina. El Mayordomo Mayor tenía derecho a dormir en Palacio para así poder responder a cualquier posible emergencia y supervisaba, por ejemplo, a los "porteros de cadena", es decir, los guardianes que vigilaban las entradas y salidas desde los bajos del Alcázar. El Mayordomo Mayor de Mariana de Austria asumía las responsabilidades conjuntas del Mayordomo Mayor y del Sumiller de Corps de tiempos de Felipe IV y presidía el tribunal que juzgaba al personal de Corte. Con un acceso ilimitado a la Reina, el Mayordomo Mayor fue el puesto más importante de la Corte en tiempos de la Regencia hasta que Mariana de Austria estableció la Casa de Carlos II en 1674.

En política internacional el asunto de la paz con Portugal, tras los movimientos de Luis XIV de cara a invadir los Países Bajos, cobró una importancia capital para Mariana de Austria con el objetivo de poder así liberar recursos de cara al próximo conflicto. La Reina era partidaria de una solución inmediata aunque fuese a costa de negociar de "rey a rey" con los Bragança. De su mismo parecer fueron tanto Medina de las Torres, decano del Consejo de Estado y uno de los miembros de mayor autoridad, y el Marqués de Aytona, miembro de la Junta de Gobierno, aunque la postura del resto de ministros y Consejos, incluido el confesor Nithard, fue opuesta a una paz permanente. Finalmente la Paz y el reconocimiento de la independencia lusa serían confirmados por el Tratado de Lisboa de febrero de 1668.

En este punto cabe hablar del confesor de la Reina, el padre jesuita Juan Everardo Nithard (1607-1681), Inquisidor General y miembro de la Junta de Gobierno desde 1666, tuvo acceso a la Reina y fue una figura central en aquellos años (fue por ejemplo uno de los designados para la llamada Junta de Inglaterra con Medina de las Torres y el Conde de Peñaranda para las negociaciones con Portugal) pero nunca llegó a se runa figura influyente en política. Influenciar los asuntos domésticos y la política internacional era uno de las características de los validos, algo que Nithard nunca puedo ejercer. Además, a diferencia de Lerma, Olivares e incluso Haro, nunca llegó a controlar el patronazgo real, otro de los signos distintivos del valimiento. Nadie podía sobrevivir en la Corte sin la habilidad de ejercer poder, entregar favores o incluso ganancias económicas, es decir, sin desarrollar una clientela propia, algo que evidentemente el confesor jamás tuvo.

¿Entonces por qué Mariana de Austria le mantuvo con un actor destacado? La respuesta puede ser doble, por una lado por motivos personales ya que Nithard había estado a su lado desde su niñez en Viena, y por otro debido al desafío de don Juan de Austria empeñado desde 1668 en su cese al hacerle centro de todos los males de la Monarquía, algo que la Reina veía como un atentado contra su autoridad.

La invasión de los Países Bajos por parte de Luis XIV en mayo de 1667, la independencia de Portugal, las dilaciones de don Juan a viajar a Flandes tras su nombramiento como Gobernador (septiembre 1667), la detención y ejecución de Malladas por un supuesto intento de atentado contra Nithard, y finalmente la detención de Bernardo Patiño, hermano del secretario de don Juan fueron viciando y enrareciendo cada vez la situación política durante todo el año 1668 hasta la huida de don Juan de su Palacio de Consuegra el 21 de octubre camino de Cataluña, tras redactar una carta en la que acusaba directamente a Nithard. Durante las semanas siguiente la tensión fue en aumento ante las posiciones encontradas de los cortesanos aunque poco a poco fue calando entre los consejeros de Estado y los miembros de la Junta de Gobierno que era necesario la salida de Nithard para evitar un enfrentamiento armado, aunque la Reina se oponía con firmeza a ello.

El 30 de enero de 1669 don Juan salía de Barcelona rumbo a Madrid acompañado de una escolta de unos cuantos cientos de hombres que poco a poco se fue acrecentando a su paso por Aragón y Castilla. El 23 de febrero el hijo de Felipe IV se encontraba en Torrejón de Ardoz a pocas leguas de la Corte. Mariana de Austria, consciente de que no disponía de medios para enfrentarse a aquella tropa, tuvo finalmente que despedir a su confesor el 29 de febrero asegurándole una embajada en Roma o Viena a su elección. Poco después la Reina nombraría a don Juan, que se había retirado a Guadalajara, Virrey de Aragón y Vicario General de aquella Corona.


3. Dibuja mostrando un soldado del Regimiento de la Guarda del Rey, la Chamberga, formado en 1669.


Tras esta crisis Mariana de Austria no se quedó de brazos cruzados. Después el exilio de Nithard la Reina retomó la antigua idea de crear una Guardia Real para la protección personal de los monarcas. De esta forma, en abril de 1669 el Marqués de Aytona, nombrado Coronel, comenzó la leva de soldados para el nuevo Regimiento de la Guarda del Rey, popularmente conocida como Guardia Chamberga por la similitud de su indumentaria con la usada por el Mariscal de Schomberg durante la Guerra de Portugal. Aytona usó el precedente la Guarda del Rey que Olivares había creado para Felipe IV en 1634 y de la que se reservó la Coronelía, como modelo para los salarios, reglas, entrenamientos y organización de la nueva unidad.

Como Olivares, Aytona también concibió la nueva Guardia Real como una escuela militar para formar a soldados y oficiales, especialmente elegidos entre los hijos de los Grandes y títulos. Los soldados fueron reclutados en las dos Castillas, Galicia, Navarra y Vizcaya, y pese a la oposición de la ciudad de Madrid, la nueva unidad montó guardia por primera vez frente a las puertas de Palacio fuertemente armados y vestidos de rojo y amarilla el 19 de julio de 1669. Diez días después Carlos II pasó revista a la Guardia completa frente al Real Alcázar. Este hecho dio aun otra justificación para Mariana y Aytona al ser considerada como un instrumento didáctico para el rey-niño.



4. Grabado que muestra el busto de Guillén Ramón de Moncada, IV Marqués de Aytona. Biblioteca Nacional de España.


Las dificultades de 1668-1669 demostraron la lealtad de muchos hacia Mariana de Austria, pero ninguno lo hizo con la dedicación del Marqués de Aytona cuya figura, como afirma Silvia Z. Mitchell en su libro, ha tendido a ser minusvalorada por los estudios del periodo. Después de la caída de Nithard, sin embargo, todos en Madrid sabían que Aytona era el hombre más poderoso de la Corte. Fue él, y no Nithard, quien estuvo más cercano a ocupar una posición de "valido", aunque lo más adecuado sería describirle como el más íntimo consejero de la Reina.

La relación política entre la Reina y Aytona evolucionó gradualmente en línea con la carrera de don Guillén en la Corte. En los primeros dos años de la Regencia, se movió más en las sombras diseñando la reforma de las casas reales e ideando y ejecutando la estrategia militar de la Monarquía. Aytona fue el enlace de Mariana con el Consejo de Guerra, aconsejando a la Reina sobre fortificaciones, defensa y la distribución del armamento y los soldados. También parece que Aytona aconsejó a la Regente en asuntos de política internacional según se desprende de un memorando sobre política exterior redactado en febrero de 1666. Mariana le encargó proyectos de ingeniería, educación, comercio y finanzas. Por ejemplo, Aytona tenía permiso para convocar en su casa reuniones para formar una compañía comercial que estimulase el comercio y la economía de los reinos de España. Mariana también le dio mano libre para la educación de Carlos II. Su búsqueda de tutores reales sirvió probablemente de base a la Reina para la elección de Francisco Ramos de Manzano, además Aytona le aconsejó sobre los músicos y profesores de danza del Rey. Fue Aytona quien concibió el Regimiento del Rey como un instrumento didáctico y lo ordenó para la revista del pequeño Carlos II. Aytona también supervisó la construcción de una fortaleza en miniatura en la Casa de Campo para, con la excusa del juego, iniciar al Rey en el gusto por las actividades marciales.

El Marqués de Aytona tuvo una sólida base institucional y de patronazgo, además era el hermano de una de las más cercanas compañías femeninas de Mariana de Austria como se indicaba más arriba, Magdalena de Moncada. Ésta, aunque fue elegida para acompañar a la infanta Margarita Teresa a Viena tras su matrimonio con Leopoldo I, declinó el puesto y permaneció en Madrid, donde fue una influyente figura del régimen de la Regencia. No obstante, la posición central de Aytona no se produjo gracias a su familia, sino a sus habilidades, incluidas las de adaptarse al temperamento de la Reina. Su dedicación a la causa de la Reina fue total, a pesar de que los acontecimientos que llevaron al exilio de Nithard le causaron grandes problemas. Mariana necesitaba un estratega cualificado que le ayudase a superar todos los obstáculos políticos, económicos o financieros que habían inicialmente impedido la formación de una guardia real, y Aytona llenó de pleno ese lugar.

Para la segunda mitad de 1669, un reconocible cambio había tenido ya lugar: Aytona había reunido en su persona los oficios más importantes de la Corte, el Gobierno y la milicia. Don Guillén era Caballerizo Mayor y Mayordomo Mayor de la Casa de la Reina, monopolizando así los únicos puestos masculinos disponibles en las casas reales; era además miembro de la Junta de Gobierno y ahora Coronel de la Guarda del Rey. Especialmente notable era el hecho de que era la tercera persona en todo el siglo en convertirse en Coronal de la Guarda del Rey tras Olivares y don Luis de Haro, los dos validos de Felipe IV. En la Corte nadie parecía dudar que un nuevo valido había nacido, algo que provocó gran resentimiento (la Corte se llenó de pasquines en contra del Marqués). A pesar de todo Aytona, que no era fácil de intimidar, se sintió obligado a defenderse pidiendo a la Reina que escribiera un declaración declarando que él no recibía ningún tipo de salario o gaje. Pero el controvertido papel de Aytona tuvo una vida muy corta. Aunque solo contaba con 55 años, el Marqués tenía serios problemas de salud y cargar con tantas responsabilidades no hizo sino empeorar la misma. Guillén Ramón de Moncada moría el 17 de marzo de 1670. La Reina perdía a un ministro inteligente y leal, pero Mariana disponía aun de un considerables grupo de hombres capaces a su disposición y no le sustituiría por un único hombre, sino que distribuiría sus oficios entre varias personas demostrando así que no se había establecido un régimen de valimiento: el Condestable de Castilla ocupó el puesto de Aytona en la Junta de Gobierno como representante de los Grandes; el Marqués de Castel Rodrigo, ex Gobernador de los Países Bajos, obtuvo el puesto de Caballerizo Mayor y además fue nombrado miembro del Consejo de Estado, siendo uno de los consejeros más importantes de la Reina en los siguientes años; el Duque de Pastrana sustituyó a Aytona como Mayordomo Mayor de la Casa de la Reina, manteniendo este importante puesto hasta que se estableció la Casa de Carlos II en 1675. Finalmente, el cardenal Pascual de Aragón recibió la Coronelía de la Guarda del Rey, aunque su traslado Toledo para encargarse de su Arzobispado, dejó el mando efectivo del regimiento en manos del lugarteniente coronel, el Conde de Aguilar, otra figura clave en esta fase de la Regencia. Con ninguno de esto hombres tuvo Mariana de Austria el nivel de confianza que había tenido con Aytona, pero sí pudo formar con todos ellos un grupo fuerte y cohesionado de hombres con los que pudo trabajar y apuntalar su Gobierno.


Fuentes:

  • Z. Mitchell, Silvia: "Queen, Mother & Stateswoman. Mariana of Austria and the Government of Spain" The Pennsylvania State University Press (2019).

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