sábado, 6 de noviembre de 2010

6 DE NOVIEMBRE DE 1661-6 DE NOVIEMBRE DE 2010: 349º ANIVERSARIO DE CARLOS II

"La apoteosis de la Virgen" de Pietro del Po (h.1662). Catedral de Toledo. En el centro se puede ver a Carlos II rodeado por sus padres, Felipe IV y Mariana de Austria, así como por el cardenal Pascual de Aragón y una alegoría de las cuatro partes del mundo, mientras sobre sus cabezas se observa a la Corte celestial presidida por la Virgen María.


El príncipe Carlos nació el domingo 6 de noviembre de 1661. La noticia corrió rápida por Palacio; una tensión enorme, apenas contenida hasta ese momento, se liberó, plena de alegría, por todas las estancias del viejo Alcázar de Madrid. El embarazo de la reina doña Mariana había llegado felizmente a su fin, y esto era ya mucho, porque los días y meses anteriores habían sido terribles. El príncipe heredero de la Monarquía, el tan querido y cuidado Felipe Próspero, había fallecido apenas cinco días antes, el 1 de noviembre de ese mismo año de 1661, festividad de Todos los Santos (1). Se trató de una muerte trágica para el rey don Felipe y su esposa doña Mariana, que entonces se encontraba en un avanzado estado de gestación. La muerte del pequeño príncipe significaba que, otra vez, la Monarquía Católica quedaba sin un heredero masculino directo (2), lo que hizo que una inevitable sensación de pesimismo y fatalidad se extendiese por Palacio y por todas las ciudades y reinos de la Monarquía. Una muerte, la de don Felipe Próspero, niño de apenas cuatro años, que hirió como un puñal el corazón del envejecido Felipe IV, que creyó, entonces ya con certeza, que Dios le había abandonado (3).

La reina doña Mariana, por su parte, no se sentía menos angustiada. Conocía muy bien los sentimientos de su real esposo. Había sido educada, desde su primera infancia, en las razones de Estado, y siempre supo lo que significaba la herencia dinástica (4), por eso entendía el dolor de su esposo, dolor providencial y político a la vez. Pero a todo ello había que unir también el dolor de un madre que había perdido ya a varios hijos y que se sentía sobrecogida por los dolorosos designios que el Altísimo le tenía reservados, designios que, sin duda, marcaron su áspero y rígido carácter. La muerte de Felipe Próspero, arrebatado tan pronto de la vida, no era sino el último episodio mortal de una larga sucesión de ellos, pues, en efecto, doña Mariana, había tenido una trágica experiencia maternal (5).

La noche de aquel trágico 1 de noviembre de 1661, un séquito armado de las guardias reales escoltó el traslado del cuerpo de Felipe Próspero hasta El Escorial. Lo encabezaban varios Grandes de España. Uno de éstos, el Duque de Montalto, dejó escritas sus tristes impresiones: “El desconsuelo grande en que nos hallamos por la muerte del Príncipe no es menor que el recelo del grave daño que puede ocasionar este accidente a la salud de Sus Majestades y al suceso del Preñado…” (6). Lo importante era precisamente esto último, el “preñado”, es decir, que transcurrieran bien los últimos días del embarazo de la reina doña Mariana y que el parto fuera bueno. Tan accidentados antecedentes ponían sobre aviso, mucho más cuando, probablemente, no hubiera otra oportunidad de conseguir descendencia, si se consideraba la avanzada edad del Rey, más de 56 años, pero sobre todo, su delicado estado de salud, cargado de achaques e inmovilizado del costado derecho. A toda esta terrible situación familiar y personal de Felipe IV, había que sumar además la situación de postración que vivía la Monarquía en aquellos años y que no hacía sino empeorar aún más el ánimo del monarca.

Por todo lo citado, los días que siguieron a la muerte de Felipe Próspero, el embarazo de la Reina, próximo a su desenlace, se convirtió en un asunto de primera Razón de Estado. El futuro de la Monarquía dependía de aquel suceso. El domingo 6 de noviembre todo parecía estar preparado. Los doctores y médicos, sobre aviso; el confesor de la Reina cerca de ella, y el Mayordomo Mayor de su Casa repasando con todo cuidado la disposición de los enseres de la cámara del natalicio. Para garantizar el éxito del mismo se habían dispuesto en orden todas las santas reliquias que se encontraban en Palacio y otras traídas desde El Escorial y otras partes. Allí estaba el báculo de Santo Domingo de Silos que la Orden de Santo Domingo había acercado, la cinta de San Juan Ortega, de la Orden de los Jerónimos; los cuerpos incorruptos de San Isidro y San Diego de Alcalá; la imagen de la Virgen de la Soledad y la tan venerada por la familia real Nuestra Señora de Atocha. Difícil encontrar un espacio tan santo y sacralizado. Todo, pues, estaba a punto, las cosas de la tierra dispuestas y en orden para implorar la complacencia de Dios.

Al mediodía, tras un almuerzo frugal, Felipe IV se retiró a sus aposentos. A la misma hora la Reina sintió molestias y se dirigió hacia su cuarto. La comadre, doña Inés de Ayala, y el protomédico de la Real Cámara, don Andrés Ordóñez, testigos ambos en 1634 del nacimiento en Viena de doña Mariana, la asistían ahora en su sexto parto, el más esperado de todos. Mariana de Austria tenía entonces 27 años. Dicen las crónicas que no hubo contratiempo alguno. Era la una de la tarde de aquel domingo, día de San Leonardo, cuando, según la Gaceta, “vio la luz de este mundo un príncipe hermosísimo de facciones, cabeza grande, pelo negro y algo abultado de carnes”. Era, desde luego, un comentario muy favorable, pero pronto corrieron por los mentideros de la Villa y Corte rumores en sentido contrario.

Aquel alumbramiento fue recibido con alborozo. A las tres de la tarde, cuando la noticia ya corría camino de todos los rincones de la Monarquía y de Europa, un Felipe IV, sobrio y elegantemente vestido de negro terciopelo, salía de su Cámara y, “acompañado del Nuncio, Grandes y Embajadores”, se dirigió hacia la Capilla de Palacio con toda la etiqueta cortesana. Allí, el cortejo real, presidido por el monarca, cantó un solemne Te Deum, comenzando así los festejos que, en honor del futuro Carlos II, ocuparon todo aquel mes de noviembre de 1661.

Días después, en todas las parroquias se celebraron misas y el bullicio popular se desató por ciudades, villas y lugares. Las celebraciones oficiales comenzaron de inmediato. Llegaron primero todos los Grandes, encabezados por dos Luis de Haro (7), el valido real, y presentaron su parabienes a los Reyes; siguieron los Consejos, luego los reinos, y la Villa de Madrid, con su corregidor y sus alcaldes de casa y corte. Fuera de Palacio, mientras tanto, la alegría popular organizaba una gran mojiganga para la tarde del domingo día 13. Presidió el Rey, desde Palacio, el desfile de carrozas, gozó con los juegos de disfraces, los requiebros graciosos y burlescos de las cuadrillas, etc. Un soneto decía: “ es alegrías lo que llantos era […] y los que antes llevaban paso tardo/corren, saltan y bailan de contentos/sirviendo las campanas de instrumento”. En Rey, en medio de la algarabía, se asomó al balcón del Alcázar, mientras el pueblo le gritaba que bajase y, finalmente, con su coche en medio de la fiesta, recibió el reconocimiento de las gentes. Escribía así un poeta popular:


“…porque a su coche en medio le cogieron
todo allí se le postra y se le humilla
y rendidos aspectos le ofrecieron
y, sin faltar a nada en el decoro,
se fueron por la calle del Tesoro.” (8)



Por otra parte, cientos de hacedores de horóscopos pregonaban sus vaticinios. Los augurios aseguraban que el Príncipe llegaría a ser Rey. La mayor parte de las cartas astrales se mostraban entusiastas: Saturno era el planeta que enviaba sus mayores efluvios, un astro que se encontraba en el horizonte de la Corte de España, sin aspectos maliciosos, próximo a Mercurio y muy cerca del Sol. Todo eran signos positivos y el hecho, además, de haber nacido el día 6 lo ratificaba mejor todavía, porque este número era signo de “tantas y tan raras excelencias”.

Confianza, optimismo, y nuevo y recobrado entusiasmo Felipe IV trataba de controlar su regocijo, la etiqueta le imponía actitudes moderadas. Sabía bien que el Príncipe todavía se encontraba en período crítico y que las fiebres puerperales amenazaban, con frecuencia, en tales momentos. La experiencia del Rey en este punto era mucha. De salud del Príncipe poco se decía; que se encontraba bien y que gozaba de gran vitalidad, era la cantinela que se repetía constantemente, pero, con tantos y tan malos antecedentes, tales comunicados apenas significaban nada. Un gran secreto rodeaba el espacio central en el que el Príncipe iniciaba sus primeros días. Sólo se sabía que doña María Engracia de Toledo, marquesa viuda de los Vélez, había sido designada como su aya (9). A ella correspondía vigilar todas las tareas de aquella crianza, entre ellas asegurar que María González de la Pizcueta, natural de Fuencarral, y designada como primera nodriza de Carlos, alimentase al pequeño príncipe. Mientras tantos, crecían los rumores sobre la salud del niño.

El día 19 de noviembre se recibió en Madrid la noticia del nacimiento del delfín Luis, hijo de Luis XIV y la reina María Teresa, hija de Felipe IV, que había venido al mundo el día 1 de noviembre, es decir, en la misma fecha en que su tío, el príncipe Felipe Próspero fallecía, y apenas cinco días antes de que lo hiciera su otro tío, el futuro Carlos II. Luis XIV comunicó a Madrid, alborozado, la noticia del feliz nacimiento y mostró enseguida el deseo de enviar pronto un retrato del mismo para que su abuelo español pudiera conocer de primera mano la firmeza de la vida que surgía pujante del linaje del trono francés. Frente a actitudes tan provocadoras, en el viejo Alcázar, por el contrario, se optó por el silencio frío y cortés.

A modo de conclusión, es curioso señalar como en apenas cinco días de ese mes de noviembre de 1661 se fraguó el futuro de España con 1 fallecimiento y dos nacimientos que sellaron su historia.


Fuentes principales:

* Conteras, Jaime: “Carlos II el Hechizado. Poder y melancolía en la Corte del Último Austria”. Temas de Hoy, 2003.

* Maura y Gamazo, Gabriel: “Carlos II y su Corte”. 2 vols. Madrid, 1911.


Notas:

(1) Resulta curioso el hecho de que ambos hermanos, Carlos II y Felipe Próspero, que jamás llegaron a conocerse, murieran en la misma fecha. Para saber más sobre el desgraciado heredero, consúltese mi entrada: “La familia del Rey, los hermanos de Carlos II: el príncipe Felipe Próspero”.

(2) Recordemos que en la Monarquía Hispánica, a diferencia que en Francia, las mujeres podían reinar, lo que hacía que tras la renuncia de la infanta María Teresa, por su matrimonio con Luis XIV, y en espera del nacimiento de un posible hijo varón, la infanta Margarita Teresa pasase a ser nuevamente la heredera de la Monarquía, como ya lo había sido desde su nacimiento y hasta la muerte de su hermano Felipe Próspero. Para saber más sobre el tema consúltese mi entrada: “La familia del Rey, los hermanos de Carlos II: Margarita Teresa de Austria, infanta de España y emperatriz de Alemania”.

(3) Felipe IV siempre tuvo grandes problemas de conciencia debido a su vida pecaminosa, algo a lo que achacaba la ruinosa situación de la Monarquía. Esta desazón queda reflejada en su correspondencia con sor María de Ágreda, la monja que se convirtió en su consejera espiritual durante los últimos años de su reinado. La misma se puede consultar en el libro: “María de Jesús de Ágreda, Correspondencia con Felipe IV. Religión y razón de Estado”. Castalia, 1991.

(4) Sobre los primeros años de doña Mariana de Austria léase mi entrada: "La familia del Rey I: La reina madre doña Mariana de Austria (Parte 1)".

(5) Además de la muerte del príncipe Felipe Próspero, doña Mariana de Austria tuvo que sufrir la del infante Fernando Tomás (1659), la de la infanta María Ambrosia (1655) y la de otra niña que nació muerta en 1656.

(6) G. Maura y Gamazo: “Carlos II y su Corte”. Tomo I (1661-1669), pp. 30 y 31

(7) Don Luis de Haro moriría apenas 20 días después, el 26 de noviembre de ese mismo año.

(8) E. Salvador Esteban: “La Monarquía y las paces europeas” en José Alcalá-Zamora y E. Berenguer (coords.), “Calderón de la Barca y la España del Barroco”. Vol. II. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid, 2001. Pp. 222-224.

50 comentarios:

  1. Bueno, ya llegó el día. Feliz cumpleaños, Majestad.
    Lo que es hacer las cosas a estas horas, que en mi prologo le había quitado muchos años a usted. Menos mal que me di cuenta de que había puesto 150 en vez de 350! Ya estaba a punto de irme a dormir cuando lo vi, jiji.

    Buenas noches

    Bisous

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  2. Ya lo puse.

    Lo mìo es mas viperino que lo tuyo, Carolus!!!

    Un abrazo.

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  3. Feliz cumpleaños en mi blog tiene unas cartas mandadas desde Nuevo México, como regalo.
    Un abrazo.

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  4. Una gran entrada para celebrar un gran acontecimiento histórico.

    Un placer amigo, hoy aprenderé mucho más de Carlos II, luego pasaré a ver a todos los amigos que se unieron al evento.

    Un abrazo.

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  5. Soberbio análisis de las horas previas y posteriores a su alumbramiento. Le felicito por partida doble, por la efeméride y por la prodigiosa entrada que nos ha regalado hoy. Un abrazo, Alberto.

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  6. Me parece que has hecho un trabajo excelente que nos describe el momento terrible en que está inmersa la monarquía y el feliz evento de la llegada al mundo de Carlos II. Mucha tinta correrá hoy por la blogosfera recordando que hace 249 años nació la esperanza de las Españas.

    Un abrazo, Alberto.

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  7. Como no podía ser menos, la entrada del promotor de esta estupenda iniciativa es esclarecedora, completísima y con grandes aportaciones acerca de la figura -triste figura- del último de los Austrias.
    Un saludo y feliz onomástica.

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  8. Pues un buen día para pasar por aquí y recordar un poquito a este Rey tan enfermo. Triste el destino de los Austrias españoles. BESOS

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  9. ¡Le felicito por este gran acontecimiento! Una excelente entrada para celebrar este día tan glorioso y esperanzador que fue para la Casa de Austria.

    Saludos

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  10. Supongo que no cometeré alguna violación al protocolo si le deseo un feliz cumpleaños, verdad?

    Vengo del blog del Gaucho Santillán, en Argentina, y me ha resultado más que grato, qué digo, mucho más que grato, pasar parte de mi mañana de sábado, con mi mate, y leyendo sobre este monarca del que recordaba más bien poco.
    Será que en la Historia argentina, hay otros monarcas (anteriores y posteriores a Carlos II) que han influencia más directamente. O al menos, eso es lo que se percibe en cómo se nos ha transmitido dentro del sistema educativo formal.

    Entonces, mis felicitaciones por su palacio en general, que iré recorriendo de a poco, y por su onomástico.

    Mis respetuosos saludos, Majestad.

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  11. Mi más sincera enhorabuena, amigo Carlous!

    Has realizado un trabajo excelente, tanto en tu post como en tu idea de conmemorar el nacimiento del monarca con un homenaje en conjunto.

    Resulta magnífico pasear por la blogosfera y encontrártela llena de alusiones a Carlos II.

    Un saludo!

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  12. Enhorabuena Carolus por esta magnífica iniciativa, en mi blog tienes mi humilde aportación

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  13. Así es, la vida disipada que llevó Felipe IV debió pesar sobre su conciencia, y como dices en una de tus notas a pie de artículo, se aprecia en la correspondencia con sor María Jesús Agreda, correspondencia que el rey bien se cuidaba de mantener en la más estricta confidencialidad, enviando sus escritos a una columna para que la hermana le escribiera la contestación en el mismo pliego, que retornaba al monarca, impidiéndose, de ese modo, cualquier indeseada publicidad de dicha relación epistolar.
    Muchas gracias a ti también por tu comentario. Creo que tu objetivo se está consiguiendo: llenar hoy la red con el nombre de Carlos II. Enhorabuena. Un saludo.

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  14. Muy buena la historia del nacimiento de Carlos II, en el momento más necesitado por parte de su padre Felipe, y que en el futuro, cambiaría el rostro de España (monarquicamente hablando) .
    Felicidades, has conseguido algo especial¡¡

    Adiós, amigo¡¡

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  15. Madame: muchas gracias y felicidades por su excelente entrada.

    Un beso.

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  16. Gaucho: muchas gracias y estupenda colaboración la tuya.

    Un abrazo.

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  17. José Eduardo: ya pasé por tu blog. Muchas gracias.

    Un saludo.

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  18. Senovilla: como bien sabrás ahora ando líado recopilando todas las entradas para el resumen jejeje.

    Un abrazo.

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  19. Paco: muchísimas gracias, tu entrada tampoco desmerece ;)

    Un saludo.

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  20. Jordi: muchas gracias por tus palabras ;)...la verdad es que la iniciativa está siendo un éxito.

    Un abrazo.

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  21. Mangeles: muchas gracias y sí un buen homenaje para una triste vida.

    Un beso.

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  22. Jazmin: muchas gracias y tranquila por el protocolo jejeje. Me alegra que la iniciativa haya llegado incluso a aquellas hermosas tierras de la Argentina. Supongo que allí se hablará más de los Carlos V, Felipe II y Carlos III (fundador del Virreinato de La Plata que era casi la actual Argentina).

    Un saludo.

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  23. Pablo: muchas gracias, a mi también me ha alegrado muchísimo ver hoy tantas entradas dedicadas a Carlos II.

    Un saludo.

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  24. Uthegal: muchas gracias, ya te dejé un comentario en tu blog ;)

    Un saludo.

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  25. Desdelaterraza: muchas gracias y sí, la correspondencia con la monja de Ágreda es un documento histórico impresionante que ha conseguido reconstruir la personalidad del Rey Planeta.

    Un saludo.

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  26. Javier: muchas gracias y sí, sin duda, un momento clave de nuestra historia.

    Un abrazo.

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  27. Me resulta muy curioso que la Monarquía Católica por antonomasia se hiciera eco de horóscopos y cartas astrales....

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  28. Parece que tu iniciativa ha sido todo un éxito. He leído ya muchas entradas sobre el tema en diferentes blogs, todas muy interesantes. Tu narración del nacimiento del monarca, espectacular.

    Un abrazo.

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  29. José Luis: el propio Felipe II, paradigma del más estricto Catolicismo, fue muy aficionado a la astrología y la alquimia...debemos recoerdar que nos encontramos en una sociedad barroca y supersticiosa.

    Un saludo.

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  30. Kassiopea: sí, la verdad es que la cosa ha salido bien :). Muchas gracias por tus palabras.

    Un beso.

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  31. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  32. Mi enhorabuena por su excelente entrada Majestad y por la respuesta que se ha visto en otros blogs a esta importante fecha. Un gran homenaje al último de los Austrias. Hubiese querido prepararle algo especial pero no me ha dado tiempo :-(

    Un abrazo

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  33. Creo que las celebraciones han sido todo un éxito. ¿Para cuando otro festejo, majestad?

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  34. Salve, Majestad!

    Reciba mi saludo especial en este día especial.

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  35. Habsburgo: pues sí, todo un éxito. Pues el año que viene será el plato fuerte con el 350º aniversario pero mientras celebraremos los de don Juan José de Austria, doña Mariana de Austria, Felipe IV, etc, aunque algunos hayan pasado ya pero era porque quería centrarme en Carlos II.

    Un saludo.

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  36. Hola Majestad:
    Ya ha leído mi aportación.

    Feliz Cumpleaños!!!!
    Si hay otro evento para colaborar cuente conmigo

    Saludos

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  37. Quiero felicitarte Alberto, ha sido genial la participación de todos los bloggers y esos aportes que me han empapado de "mucha historia".

    Hoy soñaré con Carlos II, así que voy al mercado medieval para comprar un saquito mágico.;-))

    Un abrazo y felicidades por todo tu trabajo y el de los que han participado.

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  38. Manuel: muchas gracias, pues ahora en diciembre tendremos la conmemoración por el nacimiento de doña Mariana de Austria.

    Un saludo.

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  39. Senovilla: muchísimas gracias por tus palabras. ha sido duro coordinar todo pero sin duda ha merecido la pena.

    Un abrazo y feliz mercado medieval ;)

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  40. ¡Felicidades, Majestad! Tendrá que encargar a la pastelería real un gran pastel en el que quepan las 349 velitas y ensayar para poder apagarlas todas de un soplido.

    Un abrazo

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  41. Pues, felicitaciones, jajaja.

    No se si has leído mi comentario de tu entrada de ayer, es que tengo una propuesta clave para ti.

    Un abrazo

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  42. Mathías: muchas gracias. Pues nada diga su propuesta Majestad ;)

    Un abrazo.

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  43. Muy interesante el Blog, soy Psicólogo e Informático y me apasiona desde pequeño la Historia, sobre todo la de los Reyes Españoles, las intrigas, los gobiernos de los Reyes y los hechos ocultos, que gracias a los investigadores (vosotros), hacen que la Historia sea más apasionante e interesante para el que la estudia o lee.
    He leído mucho sobre este tema, y también conozco que Carlos II, salió enfermizo, ya que era hijo de Felipe IV y su sobrina (la Reina Mariana, tal vez el parentesco infñuyó en los genes y que tampoco podía tener hijos Carlos II, pero no sabía nada a cerca de hermanos ilegítimos, la verdad muy interesante vuestro estudio..
    También tengo un blog sobre Historia, Mitología y Arte, que a manera de Hobbie e ido investigando y elaborando de libros antiguos de bibliotecas y de míos. Actualmente elaboro (investigo)la Genealógía de los Reyes de Baviera, desde el 1º Rey Maximiliano I, incluyendo la Rama de la Emperatríz Sissi(nieta), su familia y la suya propia con el de los Emperadores de Austria, que muy pronto haré publicar con tiempo, ya lo vereis. Nuevamente mis saludos y felicitaciones desde Lima Perú, vuestro lector.

    psdt: Mi Blog se titula: Http://historiagenealogiasyarte.blogspot.com

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