viernes, 19 de noviembre de 2010

OTROS MIEMBROS DE LA CASA DE AUSTRIA: EL ARCHIDUQUE LEOPOLDO GUILLERMO (PARTE II)

Retrato del archiduque Leopoldo Guillermo, obra de Justus van Egmont.

1647 fue un año de paz efectiva en los Países Bajos, pero de gran estrechez financiera. Por fin se había logrado una suspensión de armas con las Provincias Unidas. El 11 de abril, como se comentaba en la anterior entrada, el archiduque Leopoldo Guillermo hacía su entrada en Bruselas pasando a instalarse en el Palacio de Coudenberg, residencia habitual de los gobernadores generales españoles.

Desde el momento de su llegada, el Archiduque fue observado con recelos en Bruselas y Madrid, por temor a que dejara prevalecer los intereses imperiales antes que los de la Monarquía Hispánica. Esta desconfianza determinó su tormentosa relación con el Conde de Fuensaldaña (1), que había sido enviado por Madrid con el cargo de gobernador de las armas del Ejército de Flandes, pero cuya verdadera misión era la de controlar las acciones del nuevo gobernador general. Prácticamente el único confidente de Leopoldo Guillermo en la Corte de Bruselas fue el Conde de Schwarzenberg, su mayordomo mayor (2). No obstante, la actitud de Fuensaldaña cambiaría a partir del verano de 1654, cuando tras la muerte de Fernando IV de Hungría, hijo del emperador Fernando III y, por tanto, sobrino del archiduque Leopoldo Guillermo; que era hasta ese momento el candidato elegido para casarse con la infanta María Teresa, hija y heredera de Felipe IV. La razón fue que en Madrid se empezó a barajar la candidatura de Leopoldo Guillermo como esposo de la infanta, lo que haría que éste, en un futuro, pudiese convertirse en Rey.

La razón de este conflictivo nombramiento era que el Rey solía elegir a un miembro de la familia real para el cargo y que, en caso de no encontrar un candidato idóneo en la rama española, se apelaba siempre a la rama austriaca. El nombramiento era un factor importante para el entendimiento entre el soberano y sus súbditos flamencos, quienes reclamaban como uno de sus prerrogativas la presencia del soberano en el territorio. Puesto que Carlos V había nacido y se había criado allí, se consideró a los Países Bajos como tierra de origen de la dinastía. La presencia de un príncipe de la sangre también ofrecía ventajas al Rey, pues era como si estuviera presente él mismo, algo que favorecía la estabilidad.

La candidatura de Leopoldo Guillermo, sin embargo, se produjo cuando las relaciones entre las dos ramas familiares no eran las mejores. Después de la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas (1609-1621) (3), Madrid había pedido reiteradamente al Emperador que se comprometiera claramente en la lucha contra los rebeldes. Sin embargo, Fernando II, primero, y Fernando III, después, prefirieron mantenerse al margen de este conflicto. Además, el Emperador necesitaba la autorización de la Dieta Imperial, algo que era complicado de lograr por la situación de guerra interna en el Sacro Imperio, y la amenaza de los turcos en el Este. Por otra parte el personaje de Leopoldo Guillermo implicaba riesgos políticos para Madrid. No era español, y con esto surgieron dudas respecto a su fidelidad a la rama española de la Casa de Austria. Esta era una cuestión especialmente delicada por su importancia durante la elección imperial. El gobernador de los Países Bajos estaba situado para seguir de cerca la elección y podía influir en ella de manera determinante.

El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas de Bruselas (a la derecha con sombrero), obra de David Teniers. Junto a la mesa, con capa negra, aparece retratado el Conde de Fuensaldaña. Museo del Prado de Madrid.

En la Corte de Madrid, los consejeros Virgilio Malvezzi y Miguel de Salamanca no veían con buenos ojos la candidatura de Leopoldo Guillermo, quien tenía fama de no aceptar órdenes. De él decía el Conde de Peñaranda, plenipotenciario español en el Congreso de Paz de Münster, que era “harto amigo de obrar por sí” (4). Además, si Leopoldo Guillermo desempeñaba su papel con éxito, aumentaría su reputación entre los súbditos, quienes podrían llegar a considerar que sus intereses estaban mejor defendidos por la rama vienesa. Finalmente, se impuso el argumento de la necesidad de que Flandes estuviera gobernado por un príncipe de la sangre con tal de poder disciplinar a las élites y se decidió rodearle de confidentes españoles para cuidar los intereses de la Corte española.

El 30 de enero de 1648, apenas unos meses después de la llegada de Leopoldo Guillermo a los Países Bajos, la Monarquía Hispánica y las Provincias Unidas firmaban la paz en Münster (Westfalia) tras 80 años de guerra (1568-1648), a través de sus respectivos plenipotenciarios, el Conde de Peñaranda (5) y una representación colegiada neerlandesa. Por esta paz, España y las Provincias Unidas se reconocían mutuamente su status político y su integridad territorial (salvo algunas excepciones), más la libertad de comercio entre ambas, la navegación y el tráfico por las Indias (incluidos los derechos de las compañías neerlandesas), y la no discriminación en el pago de impuestos más allá de los establecidos por cada país para sus naturales. Asimismo volverían a su situación anterior los peajes fluviales, aunque se mantuvieran cerrados el Escalda y los canales más importantes. En agosto se suprimieron además las licentas o derechos de entrada y salida, tras una fuerte presión de los comerciantes flamencos a la que el archiduque Leopoldo Guillermo no podrá oponerse.

Sin embargo, la paz con las Provincias Unidas no iba a significar el fin de la guerra, ya que el conflicto con Francia continuaría hasta la firma de la Paz de los Pirineos en 1659 con frentes abiertos en Flandes, Cataluña y el Norte de Italia. La guerra con Francia iba, por tanto, a monopolizar gran parte de las acciones del Archiduque durante su gobierno en los Países Bajos. En este sentido, el Conde de Fuensaldaña, como ya se ha dicho, enviado por Madrid, desembarcó en Ostende para asesorar al Archiduque (6). Este refuerzo no impedirá la aplastante derrota hispana en la Batalla de Lens del 20 de agosto de 1648 ante el ejército galo del Gran Condé, Luis II de Borbón-Conde. No obstante la derrota, Felipe IV se negaba a firmar la paz con la Francia de Mazarino por la importancia de las cuestiones que entre ambas Coronas se disputaban, de manera que no participó en la firma del Tratado de Westfalia de 1648, por el que se ponía fin a la Guerra de los Treinta Años. Por otro lado el estallido de la Fronda contra el gobierno de Mazarino y la regente Ana de Austria daba nuevas esperanzas a Felipe IV de poder imponerse a los franceses.


PD: el rey Carlos II, es decir, mi persona traslada finalmente su Corte de Turín a Madrid tras dos años en la capital del Piemonte por motivos de trabajo, por lo que puede ser que la publicación de la próxima entrada se retrase un poco. Ya saben vuesasmercedes como son las mudanzas…


Fuentes principales:

* Echevarrái Bacigalupe, Miguel Ángel: “Flandes y la Monarquía Hispánica”. Silex Ediciones, 1998.

* Vermeir, René: “En Estado de Guerra. Felipe IV y Flandes 1629-1648”. Servicio de publicaciones de la Universidad de Córdoba. 2006.



Notas:

(1) Alonso Pérez de Vivero y Menchaca, conde de Fuensaldaña (1603-1661). Muy joven partió a los Países Bajos como gentilhombre del cardenal-infante do Fernando. En 1632 era capitán de un Tercio y en 1636 maestre de campo. En 1640 fue promovido al generalato de la artillería de la frontera con Francia. Posteriormente fue general de la caballería en la frontera con las Provincias Unidas y maestre de campo general dhe dicho ejército (1643) siendo transferido en 1644, con el mismo empleo, a la frontera con Francia. En 1646 fue diseñado gobernador de las armas del Ejército de Extremadura en la lucha contra el rebelde portugués. En 1648, como queda dicho, partió nuevamente para Flandes para servir como gobernador de las armas de aquel ejército. En 1656, tras la llegada de don Juan José de Austria a Flandes, fue nombrado gobernador de Milán. Posteriormente, tras la marcha de don Juan a Portugal, Fuensaldaña fue designado para sustituirle, pero moriría antes de poder llegar a su nuevo destino.

(2) Juan Adolfo "el Joven", Conde de Schwarzenberg (1615-1683) sirvió como mayordomo mayor del archiduque Leopoldo Guillermo y fue investido con el Toisón en 1650 en Bruselas. En la corte de Viena sirvió como consejero privado (1649), presidente del Consejo áulico (1659-1683) y miembro de la Conferencia secreta (1669). En 1670 se le concedió el título de Príncipe de Schwarzemberg. Fue uno de los consejeros más escuchados de Leopoldo I. Era hostil a los españoles y partidario de un acercamiento a Francia.

(3) Para saber más sobre la Tregua de los Doce Años consúltese: García García, Bernardo José: “La pax hispánica: política exterior del Duque de Lerma”. Leuven University Press, 1996; Allen, Paul C: “Felipe III y la Pax Hispánica. El fracaso de la gran estrategia”. Alianza Editorial, 2001.

(4) El Conde de Peñaranda a Felipe IV, 10 de mayo de 1645.

(5) Gaspar de Bracamonte y Guzmán, III conde Peñaranda (1595-1676). Dada la importancia del personaje le dedicaré una entrada íntegra en breve.

(6) Recuérdese que Fuensaldaña era un veterano de la Guerras de Flandes y que conocía bien tanto el terreno, como al enemigo.

26 comentarios:

  1. Que buena reseña de las las intrigas cortesanas.

    La pintura de Temiers, es impresionante.

    Suerte en la mudanza, Carolvs!!

    Un abrazo.

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  2. Da gusto cuando a personas con una gran responsabilidad política sobre sus espaldas, y no es poca la que tenía el amigo Leopoldo, les queda sensibilidad suficiente y cultura como para apreciar las buenas obras de arte. Me encanta el cuadro con la galería del archiduque. Un personaje sin duda curioso y poco frecuente.
    Buena suerte con la mudanza y bienvenido a casa.

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  3. Pues feliz regreso. Un monarca es bueno que permanezca en su reino, y sólo visite los demás en viajes de Estado. Cumplida la labor, el Alcázar le espera.
    Un saludo.

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  4. ¡Qué imponentes son estas biografías que hablan de capitanes de tercios!. Lo digo por Fuensaldaña.

    Saludos.

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  5. Hace poco que estuve en el Museo del Prado viendo la exposición de Renoir, pero como la entrada vale para todo el museo, decidí hacer un recorrido puntual a las mejores obras. Después de pasearme por las nuevas salas dedicadas a pintura española del XIX, Goya y Velázquez, me encontré de sopetón en una de ellas el cuadro de Teniers. Representa muchos cuadros dentro del cuadro y la afición de la aristocracia por el mecenazgo, los gabinetes con toda clase de curiosidades y el gusto general por la pintura.

    Pero es que en el Lázaro Galdiano ví otro similar esa misma mañana. No recuerdo de quién era, pero también me llamó la atención.

    Saludos

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  6. Oye, ese cuadro ha de ser impresionante, debido a la cantidad de cuadros dentro del mismo. Hablando del tráfico de las Indias, después de 80 años de guerra, seguía dando dividendos, lo que favorecía a la Corona de los Austrias...creo yo.
    Que tengas buen viaje de vuelta a Casa, amigo Carolvs

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  7. Vamos, ese tipo se preocupo mas en comprar pinturas que en el gobierno!!jajaja solo bromeaba,los mecenas del arte son bien recibidos.

    Un abrazo, y que tengas un buen regreso a tu casa!

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  8. Sin duda sólo puedo opinar que la pintura que muestras es excelente.
    Leo en el blog de Isra tu situación, que espero se solucione a la mayor brevedad posible.
    Fuerza, salud y suerte!

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  9. Gaucho: muchas gracias, sin duda, una pintura impresionante.

    Un abrazo.

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  10. Cayetano: sin duda, además la colección de pintura del archiduque constituyó la base del famoso Kunsthistorisches Museum de Viena.

    Gracias y un saludo.

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  11. Desdelaterraza: así me dicen muchos, pero echaré bastante de menos esta tierra, he conocido personas maravillosas.

    Un saludo.

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  12. Retablo: la verdad es que estos capitanes de Tercios eran hombres curtidos en mil batallas, personas de gran valía.

    Un saludo.

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  13. Carmen: el cuadro de Teniers es impresionante por eso que citas, se muchos cuadros dentro de un cuadro. Además refleja a la perfección lo que era el mecenazgo y el coleccionismo en el Barroco.

    El del Lázaro Galdiano ahora mismo no sé cuál es, ya me informaré...

    Un beso.

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  14. Javier: el cuadro es impresionante sí, pero es sólo una versión de las muchas que hizo Teniers. Las Indias eran fundamentales para el sustento de la Monarquía...

    Gracias y un saludo.

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  15. Mathías: ya sabe S.M. Indiana que en aquellos tiempos los gobernantes eran unos apasionados del arte y que eso era también símbolo de poder.

    Un abrazo y muchas gracias.

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  16. Aspi: muchísimas gracias por preocuparte, pero ha sucedido una cosa increíble, entre que deje el mensaje en el blog de Isra y publiqué mi entrada me llamaron de una entrevista de trabajo que hice en Madrid y ahora tengo trabajo y es por eso que me vuelvo a la capital del Reino...ni haberlo hecho aposta...

    Un saludo.

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  17. Quizá el ejercer tanto control sobre el archiduque y no dejarle ser "harto amigo de obrar por sí", fuese un error.

    Me alegra que hayas regresado a Madrid y espero que tu periodo de instalación allí no se prolongue demasaido.

    Un abrazo, Alberto

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  18. Jordi: Felipe IV quería dejar todo atado y bien atado, pero eso limitaba la capacidad de acción del archiduque.

    Gracias, ahora empieza una nueva vida.

    Un abrazo.

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  19. Me ha llamado mucho la atención el cuadro que traes al psot, no lo conocía...

    Saludos y un abrazo.

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  20. D.CAROLVS, mi mas sincera enhorabuena por tan grata noticia, y que además se venga pa Ex-paña, lo he leído en el blog del Sr.Aspirante, solo quería felicitarle.
    Un abrazo

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  21. Yo también me quedo con la pintura de Teniers (no se si fue aquí donde leí una reseña de ese cuadro) y, en general, con la personalidad del Archiduque: hombre comprometido, con alto sentido del deber, atento al trabajo y con sensibilidad artística, cuando sería más facil ser un pendón. Un abrazo, majestad.

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  22. Pues sólo puedo darte la bienvenida a la capital del Imperio.
    Por otra parte felicitarte por la entrada y por comentar sobre esta tormentosa época que tanto nos apasiona.
    Seguramente te apenará dejar aquella tierra, pero piensa que aquí al menos podrás ver en vivo y en directo el cuadro de David Teniers en El Prado y se te hará menos duro.
    Un abrazo :-)

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  23. Hiperión: veo a que a todos os está llamando la atención el cuadro de Teniers, habrá que hacer un comentario uno de estos días ;).

    Un abrazo.

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  24. Don Manuel: muchísimas gracias, es siempre gratificante recibir estas muestras de cariño...a ver si levantamos un poco Ex-paña con el sudor de nuestras frentes.

    Un saludo.

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  25. Paco: yo de momento no he hecho ningún comentario del cuadro, pero visto el éxito que el mismo ha tenido entre los blogueros ya estoy pensando en hacer el mismo. La personalidad del archiduque es sin duda exquisita, un hombre refinado, buen político y mecenas de las artes.

    Un abrazo.

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  26. Pedro: muchas gracias, sí, volver a Madrid tendrá desde luego sus ventajas, sobre todo logísticas ;), aunque mantendré mis idas y venidas a la capital del Ducado de Saboya por razones personales.

    Un abrazo.

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