domingo, 6 de febrero de 2011

LA FAMILIA DEL REY, LOS TÍOS DE CARLOS II: EL CARDENAL-INFANTE DON FERNANDO DE AUSTRIA (PARTE VII)

Viaje de Barcelona a Génova del Cardenal Infante, obra de Peter Paul Rubens. Harvard Art Museum.

Las condiciones metereológicas retrasaron la partida de don Fernando hasta el 11 de abril cuando zarpó de Barcelona a bordo de La Real rumbo a Génova. El viaje no fue fácil por las condiciones de la mar teniendo incluso que detenerse 13 días en Cadaqués ante el abundante oleaje. El viaje se reanudaría el 26 de abril rodeando la costa de Francia. El día 30 se llegó a las costas de Provenza donde se detuvieron a la espera de don Martín de Axpe a quien el Cardenal-Infante había enviado ante el Duque de Saboya Víctor Amadeo I para anunciarle su llegada. Posteriormente prosiguieron viaje hacia Niza para después detenerse en la bahía de Villafranca donde don Fernando recibió la visita de su primo el Duque de Saboya (1) a bordo de su galera. Al día siguiente (3 de mayo) el Cardenal-Infante devolvió la visita a Víctor Amadeo en el castillo de la citada Villafranca acompañado de lo más granado de su séquito (el Conde de Oñate, el Príncipe de Montenegro, el Marqués de Orani, etc) para posteriormente volver a La Real donde volvió a recibir al Duque para disfrutar ambos de una comedia que allí se representó. Al día siguiente, 4 de mayo, don Fernando se embarcó de nuevo, pasando por Mónaco y otros lugares de la ribera ligur hasta que fue alcanzado por la Capitana de la Escuadra de Génova en la que viajaban siete senadores que vinieron a darle la bienvenida de parte de la República. Al día siguiente, 5 de mayo, se recibió la visita del Príncipe Doria, que venía a bordo de la Patrona de la Señoría a besar la mano de Su Alteza, y después la de don Francisco de Melo, embajador español en Génova. Al poco tiempo don Fernando llegaba finalmente a Génova entre los estruendos de las salvas de las distintas torres y baluartes de la ciudad, pasando a alojarse en el Palacio del Príncipe Doria. En la capital de la Señoría don Fernando recibiría la visita del Dux con todo el Senado, así como la de los embajadores del Estado de Milán y de diversos príncipes italianos (el del Duque de Parma, el del Duque de Módena, etc).

El día 11 de mayo don Fernando realizaba su entrada triunfal y oficial en Génova con toda la parafernalia barroca de arcos triunfales, arquitecturas efímeras, jeroglíficos, etc que tan magna ocasión requería. El Cardenal-Infante permanecería en la ciudad hasta el 17 de mayo y durante su estancia se dedicaría a recibir a notables personajes y a visitar la ciudad, destacando su visita a la muralla nueva por propia petición expresa (recuérdese que don Fernando era un gran aficionado desde niño al arte militar y de las fortificaciones). Durante esta breve estancia en Génova enfermaría y moriría (19 de mayo) el Marqués de Montenegro, algo que don Fernando sintió profundamente por ser éste el hombre que él mismo había elegido como su consejero en asuntos militares.

Como se decía, don Fernando salía el día 17 de Génova rumbo a Milán. El séquito se dirigió por el Valle de Pozevera hasta Ottaggio donde harían noche. Al día siguiente, 18 de mayo, pasando por Gavi, llegaron a Novi, a donde vinieron a saludar al Infante el Duque de Feria y el Cardenal Trivulzio (2). El 19 por la mañana el Cardenal-Infante pisó finalmente territorio del Estado de Milán. En la frontera esperaban a don Fernando dos compañías de la guardia, una de lanzas y otra de arcabuceros. El séquito de dirigió entonces a Tortona a comer para después pasar a Voguera donde hicieron noche. Al día siguiente, 20 de mayo, se dirigieron a Pavía, pasando el Po y el Tesino, ciudad en la que permanecería hasta el día 24 en que se dirigieron para Milán. Ese mismo día el Cardenal-Infante hacía su entrada triunfal en la capital lombarda.

La ciudad de Milán en tiempos de Felipe IV. Atlas van Loon.

Don Fernando entró en Milán por la Porta Ticinese entre las salvas de la artillería, la mosquetería y los morteros del Castillo y la ciudad, precedido de una compañía de arcabuceros a caballo de su guardia personal, de los títulos y caballeros, del podestá con los jueces y el vicario del Capitán de justicia, del Colegio de juristas, y después de los doce de la Provisión con su vicario, acompañados de trompetas y todos los dependientes de dicho tribunal. Después venían los fiscales reales y otros tribunales y oficios, seguidos por los Duques de Feria y Nocera y de los Príncipes Doria y Castellón, tras los cuales venía el Cardenal-Infante a caballo, seguido de su caballerizo mayor, el Marqués de Este, y del Marqués de Orani a pie al lado del caballo según su posición de primer caballerizo, y con él los pajes de don Fernando, caballeros de distintos hábitos y todos los demás oficiales de la Caballeriza. Posteriormente, iba el Guión, llevado por don Antonio de la Cueva y Silva, paje de don Fernando, el Duque de Tursis, el Conde de Oñate, el Conde de la Ribera, don Beltrán de Guevara, don Manuel de Guzmán y el Conde de Puertollano. Cerraban este magno acompañamiento de don Fernando cinco compañías de caballos, una de lanzas, dos de corazas y dos de arcabuceros. En fin, toda una demostración de poder y fuerza al más puro estilo barroco la que el nuevo Gobernador General transmitía al pueblo milanés.

Don Fernando atravesaría toda la ciudad entre arquitecturas efímeras y arcos triunfales que celebraban su figura y la de la Agustísima Casa de Austria hasta llegar al Duomo, donde escucharía misa y haría una rogativa por su feliz gobierno.

La Infanta Isabel Clara Eugenia en un grabado del s. XVII. Colección particular de Jordi "El Dissortat".

Más de un año iba a permanecer el Cardenal-Infante como gobernador del Estado de Milán. Se necesitaba todo este tiempo para crear las condiciones políticas necesarias para poder realizar el viaje hacia el norte y para levantar un ejército lo suficientemente numeroso para que pudiera transitar seguro a través de Alemania. Las instrucciones redactadas para cuando don Fernando llegase a los Países Bajos se destinaban a un gobernador general con plenitud de poderes, pero mientras la infanta Isabel Clara Eugenia continuase asumiendo sus funciones, difícilmente podía el Cardenal-Infante ejercer plenamente las competencias que le habían sido atribuidas. Había que buscar, pues, un modus vivendi aceptable para ambos, aunque el Consejo de Estado tenía una preferencia clara por transferir de hecho el poder a don Fernando. Pero el Consejo temía al mismo tiempo fuertes protestas por parte de los súbditos flamencos si “llegasen a entender se trata de menguar en algo la autoridad de la señora infanta, porque el amor y respecto que tienen a Su Alteza es grande, y si penetrasen que se trata de cossa que pueda desautorizarla o disgustarla dandoles otra cabeza sin declarada voluntad suya, podria remover humores” y decidió apelar al sentido de la responsabilidad de Isabel (3). Para poder reaccionar con tiempo a eventuales problemas, el Marqués de Aytona, parcial del Conde-Duque y mano derecha de la Infanta en el gobierno de Bruselas, tenía que informarse, con la debida circunspección y en el mayor secreto, sobre cómo la Gobernadora consideraría el ejercicio compartido del poder. Si no estuviera dispuesta a dar un paso atrás para que don Fernando asumiera el gobierno conjunto o al menos el mando supremo del ejército, Aytona tendría que explicarle que era imposible que un hermano del Rey pudiera residir en los Países Bajos sin el título y el poder debidos a su rango y que la actitud de Isabel pudiera hipotecar la llegada del Cardenal-Infante (4).

Aytona no tuvo ninguna dificultad para convencer a la Infanta. La Gobernadora comunicó inmediatamente que actuaría conforme a los deseos del Rey y el Consejo de Estado. Decidió, en consecuencia, confiar el mando supremo del Ejército de Flandes así como la gestión de todos los medios relacionados con la guerra en los Países Bajos al Cardenal-Infante, mientras que ella conservaría el gobierno político y los presupuestos relacionados. Poco a poco introduciría a don Fernando en los asuntos políticos y éste la consultaría acerca de todas las decisiones militares importantes que debería tomar. En Madrid se daban cuenta de que resultaba difícil distinguir los asuntos políticos de los militares y que esta división artificial podría llevar tal vez a fricciones y conflictos, pero los consejeros confiaban en que ambos se tratarían “como madre e hijo” y que los intereses superiores pesarían más que las posibles ambiciones y sensibilidades personales (5).

La Corte madrileña e Isabel Clara Eugenia siguieron discrepando en el punto de la condición de don Fernando. A finales de 1632, la Infanta había escrito al Rey que “son muy mal vistos aquí los cardenales” y que sería preferible que don Fernando abandonase la dignidad de arzobispo y cardenal, también porque “son muy embarazosas las faldas largas para la guerra y para todo”(6). Pensaba, y con razón, que don Fernando estaría bien dispuesto a desprenderse de la púrpura cardenalicia, ya que “siendo de nuestra cassa seria el primero que fuese clerigo de buena gana”. Pero el Consejo no lo estimaba conveniente. El Arzobispado de Toledo era una fuente de ingresos nada desdeñable, incluso imprescindible, con la que ya no se contaría en caso de que don Fernando abandonase su estado eclesiástico. Este caso se podría considerar si se presentara un partido matrimonial conveniente pero de momento no había que insistir en ello. Aún así, la observación de Isabel Clara Eugenia no carecía de interés y Madrid sabía que más valía que en los Países Bajos don Fernando no se perfilara demasiado como prelado (7).


Fuentes principales:

* Aedo y Gallart, Diego de: “El memorable y glorioso viaje del Infante Cardenal D. Fernando de Austria”. Amberes, 1635.

* Aldea Vaquero, Quintón: “El cardenal-infante don Fernando o la formación de un príncipe de España”. Real Academia de la Historia, 1997.

* Elliott, J. H.: “El conde-duque de Olivares”. Crítica, 2004.

* Vermeier, René: “En estado de guerra. Felipe IV y Flandes 1629-1648”. Universidad de Córdoba, 2006.



Notas:

(1) Víctor Amadeo I (1587-1637). Era hijo del duque Carlos Manuel I de Saboya y de la infanta española Catalina Micaela, hija de Felipe II. Era, por tanto, primo de Felipe IV y del Cardenal Infante.

Víctor Amadeo pasó gran parte de su juventud en España, educándose en la Corte de Madrid. Una vez en el trono ducal tras la muerte de su padre (163), sus relaciones con Madrid se tensaron y entraron en crisis pasando a coaligarse con Francia, casándose con la hermana de Luis XIII, Cristina de Borbón, conocida como la “Madama Reale”. Víctor Amadeo llegó incluso a liderar una liga antiespañola, apoyada por Francia, para echar a los españoles de Italia. Murió a los 50 años tras un banquete para celebrar una victoria sobre los españoles.

(2) Gian Giacomo Teodoro Trivulzio (1597-1656). Hijo de Carlo Emmanuele Trivulzio, Conde Melci, y de Caterina Gonzaga. Fue hecho cardenal en 1629 por Urbano VIII, Grande de España y virrey de Aragón en 1642, presidente del Reino de Sicilia entre 1647-1648 durante el virreinato del V Marqués de los Vélez, virrey de Cerdeña en 1649 y gobernador del Milanesado en 1656.

(3) AGS, E. 2047, f. 21: Consulta del Consejo de Estado, 16 de enero de 1633.

(4) BNM, ms. 1437, 85v: Felipe IV a Aytona, 19 de enero de 1633.

(5) AGS, E. 2047, f.22: Consulta del Consejo de Estado, 10 de septiembre de 1633; AGS, E. 2240, s.f.: Felipe IV a Isabel Clara Eugenia, 20 de septiembre de 1633.

(6) AGS, E. 2151, s.f.: Isabel Clara Eugenia a Felipe IV, 28 de noviembre de 1632.

(7) AGS, E. 2047, f. 50: Consulta del Consejo de Estado, enero de 1633.

23 comentarios:

  1. Las compañías que esperaban al Infante en la raya de Milán debían de formar un cuadro imponente. Es también extraordinaria la descripción que hace del viaje de una persona real.


    Saludos.

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  2. Menudas cuestas las de Villafranca!

    “son muy mal vistos aquí los cardenales”, y eso en aquellos tiempos, que si vivieran hoy en día!

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  3. Ay qué razón tenía Isabel Clara Eugenia! Por qué no le harían caso? Pero el consejo erre que erre, siempre reacios a desprenderse de capelos y sotanas que les aseguraban conexión directa con el cielo y al mismo tiempo buena fuente de ingresos.
    Ay, pobre Fernando!

    Feliz domingo, monsieur

    Bisous

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  4. Buen viaje realizó el cardenal, con escala en Génova (mala suerte la muerte del marqués) y luego la estancia en Milán como gobernador, ciudad que me gustaría conocer y puede que en breve lo haga. Siempre me gustaron las arquitecturas efímeras, pero la pena es que no se pueden contemplar (salvo en algunos grabados), por la misma razón de ser efímeras. Buen domingo, majestad.

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  5. Retablo: sin duda debió ser un espectáculo impresionante, pero nada como el ejército que atravesaría Alemania a cargo del Cardenal-Infante.

    Un saludo.

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  6. Aspi: me alegra saber que conoce Villafranca. En los Países Bajos no gustaban las sotanas por el infausto recuerdo de personajes como el Cardenal Granvela o Eugenio de la Cueva.

    Un saludo.

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  7. Madame: todos estaban de acuerdo en la poca estima que tenía don Fernando por la sotana y el capelo, pero ya sabe usted que la pela es la pela :)

    Un beso.

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  8. Paco: conozco Milán muy bien por trabajo, en mis tiempos en Turín solía ir una o dos veces por semana y te puedo asegurar que no te pierdes nada, quitando el Duomo (sólo por eso merece la pena ir eso sí) y la plaza donde está no hay nada que destacar (sólo la Pinacoteca de Brera y el Cenáculo, que es casi imposible de visitar si no reservas con meses de antelación). Te recomiendo mucho más Turín y Génova ;)

    Un abrazo.

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  9. Toda el despliegue de altísima nobleza italiana, príncipes soberanos incluidos es todo un lujo. Se hermano del rey de las Españas supongo que tenía ese efecto. He visto muchos bocetos para arcos y carros triunfales "efímeros" y siempre me ha parecido una pena desvencijarlos después de su uso, pero son esas cosas que tenía el barroco.
    El tira y afloja entre Madrid y la Serenísima Infanta me parece un poco sin sentido, pues esa división de poderes que se propone desde Bruselas era una buena manera de congraciar ambas posturas. Lo de las faldas del cardenal, divertidísimo.

    Un abrazo, Alberto, y me alegro de que te haya servido el grabado de Isabel Clara Eugenia para ilustrar otro de tus magníficos artículos.

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  10. Jordi: en primer lugar gracias por el excelente grabado. En cuanto a la parafernalia de príncipes italianos no era para menos tratándose del hermano del Rey de España, señor de prácticamente toda Italia y garante de su defensa. Sobre arquitecturas efímeras te recomiendo la obra de la profesora Teresa Zapata, es especial su obra sobre la entrada de la reina María Luisa de Orleans, primera mujer de Carlos II, en Madrid en 1680, editada por la Fundación Española de Apoyo al Arte Hispánico.

    Un abrazo.

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  11. ¿Dejará el cardenalato el infante don Fernando? ¿Tirará las faldas al rio y se irá detrás de otras faldas?
    El viajecito se las traía. Más parecía el regreso a Ítaca de Ulises que un viaje a Italia. Sólo faltaban en su camino sirenas y cíclopes. Jejeje.
    Un saludo.

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  12. La infanta del grabado,Isabel Clara Eugenia, cortesía de El Dissortat. ¿A quién me recuerda?
    ¡Ah, ya está! Con todos mis respetos, me recuerda a Millán, el ex-Martes y 13, disfrazado de mujer. Parece que va a decir eso de: ¡Encannnna! Jejeje.
    Perdón por el atrevimiento, pero si no lo digo reviento.
    Un saludo.

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  13. Después de la descripción del viaje del cardenal- infante me hubiese gustado estar allí y haberlo podido ver in situ, ¿verdad?

    En cuanto a las arquitecturas efímeras he de decir que se estilaban mucho en aquella época y que en Béjar no se hacían nada mla. Sólo hay que leer las descripción de la entrada triunfal de la duquesa Mª Alberta de Castro en la villa de Béjar hacia 1660. En cada punto importante se levantaba un arco de follaje con una compleja simbología heráldica y triunfal de la Casa de los Zúñiga. Grandes amantes de los elementos naturales han sido siempre los bejaranos. Seguro que en algunos de estos arcos aparecían los hombres de musgo. Bueno, sin ir más lejos los arcos de San Juanito son herederos de aquellos.

    Besos

    P.D. Ahora mismo los bejaranos que compran el BenM están leyendo la segunda parte del artículo de Lagunilla.

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  14. Alto sentido del Estado el de la infanta Isabel Clara Eugenia al acomodarse a la voluntad real sin queja y aconsejando lo que creía mejor respecto a la condición religiosa de don Fernando. Un saludo cordial.

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  15. Cayetano: ya conocemos el barroquismo de Rubens jejeje, por desgracia don Fernanod seguirá detrás de esas faldas que dices pero no colgará las suyas :)

    PD: jajajaja Encannaaa! jajaja

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  16. Carmen: yo por suerte he podido visitar muchos de los lugares por los que pasó el Cardenal-Infante y desde luego recomiendo el viajecito, aunque el suyo, con toda esa comitiva debió ser espectáculo digno de ver.

    Impresionante también debió ser esa entrada de la Duquesa de Béjar y esa simbología de los Zúñiga, ¿dónde puedo leer tal entrada?

    PD: me llena de alegría la noticia que me das ;)

    Un beso.

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  17. Desdelaterrza: Isabel Clara Eugenia había sido educada desde pequeña en el respeto y la obediencia al Rey, nada más y nada menos que se trataba de la hija favorita de Felipe II y en quien legó el gobierno de los Países Bajos.

    Un saludo.

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  18. Aunque Isabel hubiera sido educada con respecto al Rey, creo que no le gustaría mucho la idea de que se le desplazara ¿no?
    Salud¡

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  19. Javier: respeto al Rey, pero también orgullo propio, pues ella también era hija de Rey, nada más y nada menos que del gran Felipe II.

    Un abrazo.

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  20. Hola y muy buenas, suscribo lo dicho por Aspirante (y no es es porque no tenga opinión propia al respecto ni porque no haya leído el post entero).

    Me complace ver que seguís todos en plena forma.

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  21. Carolus, Menudo viajecito, tuvo que ser un espectáculo digno de verse con semejante comitiva. Por cierto amigo, he encontrado este documento sobre el Cardenal Infante Don Fernando que si no lo conoce quizás sea de su interés, se llama "UN NUEVO RETRATO DEL CARDENAL INFANTE DON FERNANDO, CONMEMORANDO LA VICTORIA DE NÖRDLINGEN (1634)" de Enrique-García Herraiz. Esta es la dirección, http://archivoespañoldearte.revistas.csic.es/index.php/aea/article/view/423/421

    Espero que sea de su interés o incluso para una nueva entrada.

    Un cordial saludo.

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  22. Isra: hombre! no sabes lo contento que estoy de verte por estos mundos del Blog, como diría aquel: me llena de orgullo y satisfacción. Ya sabes que este blog tiene siempre las puertas abiertas para la mente más superlativa que ha parido Complvtvm ;)

    Un abrazo.

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  23. Pedro: un viajecito digno del hermano del Rey de las Españas. Sí, conozco el artículo y de hecho voy a publicar el susodicho cuadro cuando lleguemos a la entrada de la Batalla de Nördlingen, aún así gracias ;)

    Un abrazo.

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