domingo, 3 de julio de 2011

El problema sucesorio español en la correspondencia entre Felipe IV y Sor María Jesús de Ágreda

Felipe IV se detiene en el soriano convento de las concepcionistas de Ágreda el día 10 de julio de 1643, cuando se dirigía al frente de Aragón. Allí conocería a una monja con fama de santidad, Sor María Jesús. Eran momentos cruciales en su vida personal. El año anterior había conseguido un propósito acariciado desde tiempo atrás poniéndose, frente a la opinión de todos sus consejeros y su octogenario confesor, al frente de sus ejércitos. Así, el Rey cruzaba su propio Rubicón, en una señal de independencia que no sería la única, pues en enero de 1643 despide de su servicio al Conde-Duque de Olivares, su otrora todopoderoso valido. Se puede afirmar que, en cierto modo, cuando conoce a Sor María Jesús de Ágreda, Felipe IV ha alcanzado su mayoría de edad política.


A partir de ese momento, la monja de Ágreda se convertiría el la consejera espiritual del Rey Planeta, iniciándose una relación epistoral que duraría 22 años y que sólo sería interrumpida por la muerte de Sor María en mayo de 1665 (un mes antes de que lo hiciese el propio Felipe IV). Tras las primeras cartas de 1643 se produce un silencio chocante, pues en 1644 el Rey sólo escribe en dos ocasiones. A partir de la muerte de la reina Isabel la frecuencia de las cartas aumenta con rapidez; en 1645 escribiría 19 y en 1646 nada menos que 24 cartas, cifra que no se volverá a alcanzar. Después escribirá entre 15 y 20 cartas hasta 1656 y va disminuyendo su número progresivamente en los últimos años.


Hay una serie de circunstancias personales y políticas que ayudan a comprender el incremento de esta correspondencia a partir de 1645. El 10 de octubre de 1644 muere, como queda dicho, la reina Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, el 13 de mayo de 1646 su hermana María, emperatriz de Alemania, y el 9 de octubre de este mismo año la muerte del príncipe Baltasar Carlos deja al Rey muy tocado emocionalmente y a la Monarquía sin un heredero varón. Felipe IV se ve obligado a solucionar el problema de la sucesión acordando su matrimonio con su sobrina Mariana de Austria, prometida con su hijo antes de la muerte de éste. Además, desde el punto de vista militar y económico los problemas se multiplican en estos años.


Pero de toda esta larga serie de cartas, me gustaría destacar una enviada por Felipe IV a Sor María el 8 de noviembre de 1661, que refleja a la perfección el problema dinástico que vivía la Monarquía en aquellos años, así como el tormento del ya anciano Rey. Fue ese mes de noviembre de 1661 decisivo para el futuro de la Monarquía Hispánica: el 1 de noviembre moría el príncipe Felipe Próspero y nacía el delfín Luis, padre del futuro Felipe V (primer Rey Borbón de España) e hijo de María Teresa y, por tanto, nieto de Felipe IV. Finalmente, el día 6 nacía el futuro Carlos II:


Con la larga efermedad de mi hijo [el príncipe Felipe Próspero] y continua asistencia que tenía en su aposento, no me ha sido posible responder a vuestra carta del 7 del pasado, ni la ternura me ha dado lugar para hacerlo hasta ahora. Confiésoos, Sor María, que ha sido grande, pues haber perdido tal prenda lo pide así; pero en medio de este gran dolor he procurado ofrecérsele a Dios y conformarme con Su divina voluntad, creyendo verdaderamente que lo que dispone Su Providencia es lo que más importa. Y os aseguro que lo que a mí más me fatiga, y mucho más que la pérdida, es ver claramente que tengo enojado a Dios y que por mis pecados me envía estos castigos. Sólo quisiera saber enmendarme y cumplir en todo Su voluntad y evitar Sus ofensas, para lo cual hago y haré cuanto fuere posible, deseando perder la vida a trueque de conseguirlo. Ayudadme como amiga con vuestras oraciones a aplacar la justa ira de Dios y a suplicar a Nuestro Señor que, ya que ha sido servido de quitarme este hijo, lo sea de alumbrar con bien a la Reina, cuyo parto aguardamos cada hora, la dé perfecta salud y guarde lo que naciere, si fuere así Su servicio, que de otra manera no lo quiero. La Reina ha llevado este golpe, aunque con ternura, con gran cristiandad, pero no me espanto, porque es un ángel.


¡Ah, Sor María! Si yo hubiera acertado a ejecutar vuestras doctrinas, quizá no me hallara en este estado. Pedid a Nuestro Señor que me abra los ojos, porque en todo ejecute Su santa voluntad. También aguardamos por horas nuevas del parto de mi hija [la reina de Francia María Teresa]; quiera Dios dárselo muy feliz.


En las cosas de Inglaterra no hay novedad.


Yo, a Dios gracias, estoy bueno, que no es poco con semejante accidente, pues os aseguro que me hallo muy fatigado.


Hasta aquí os tenía escrito el domingo a las once, y a la una fue Nuestro Señor servido de restituirme el hijo que me había quitado dándome otro [el futuro Carlos II], de que quedo con el agradecimiento que pide tan singular beneficio y misericordia, deseando no ser desagradecido. Ayudadme a postrarme a sus pies y suplicarle me conserve esta prenda si fuere Su servicio, que si no, no lo quiero, sino que ejecute Su voluntad. La Reina y el niño están buenos, de que quedo contento, y os pido los encomendéis a Dios.


De Madrid, 8 de noviembre de 1661. Yo el Rey.


Fuente principal:


* “María Jesús de Ágreda. Correspondencia con Felipe IV. Religión y razón de estado”, introducción de Consolación Baranda. Editorial Castalia-Instituto de la Mujer. 2001.

16 comentarios:

  1. Es una de las relaciones más insólitas de la Historia de España. El Rey y la monja de Ágreda. Sus cartas son esenciales para estudiar esta etapa del XVII.

    Estupenda entrada, señor.

    Saludos.

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  2. Que bonita relación de sustento moral y ayuda en aquellos tiempos de tanta incertidumbre y obligaciones que reinaba, debió de tener mucho apoyo con sor Agreda.
    Feliz domingo

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  3. Conmovedora la carta del monarca a la monja. Descubre por completo su alma atormentada, y deja traslucir la desesperación que le embarga ante el grave problema sucesorio.

    Feliz tarde

    Bisous

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  4. Retablo: así es, una relación extraña por la diferencia de status social, pero fundamental para comprender la psicología del monarca.

    Un saludo.

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  5. Mari-Pi-R: en primer lugar bienvenida, en segundo es verdad que sor María constituyó un fundamental apoyo para el atormentado Felipe IV al que sus remordimientos por sus pecados de juventud no le dejaban dormir.

    Un saludo.

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  6. Madame: así es, estas cartas nos permiten conocer el tierno carácter del Rey.

    Un beso.

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  7. Interesante entrada. Desde luego que ese noviembre estaba escrito que la monarquía hispánica no se quedaría vacante: nacíais vos y el padre del futuro Felipe V. Casi ná.
    Saludos.

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  8. Juan: desde luego ese mes de noviembre de 1661 marcó para siempre la historia de España.

    Un saludo.

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  9. Se que la mentalidad de la época era la que era y la de Felipe IV era la de un fervoroso creyente por no decir casi integrista, pero no deja de sorprenderme el que se dejara a la Divina Providencia tantas decisiones de Estado, claro que la voluntad de Dios es una escusa perfecta y además indiscutible...

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  10. No es de extrañar que descubriendo sus más íntimos sentimientos, y queda claro que también hablaban de política, como lo demuestra la referencia a la situación con Inglaterra, tuviera ciertos recelos sobre la posibilidad de filtraciones y escribiera a la monja a una columna exigiendo la contestación en segunda columna garantizándose la devolución de su escrito.
    Ha sido una preciosa entrada, interesantísima y amena. Un abrazo.

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  11. Vaya hoy dos blogs de los que sigo hablan de Sor María Jesús de Agreda, el tuyo y "Kino y la Pimería Alta".

    Saludos.

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  12. José Luis: piensa que los Austrias hicieron de la defensa de la Fe Católica su propia razón de Estado, por tanto, es lógico que se encomendasen al "Señor".

    Un saludo.

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  13. DLT: así es, de esta forma se garantizaba la intimidad de estas cartas llenas de sentimiento. Me alegra que te haya gustado.

    Un saludo.

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  14. Eduardo: pues me voy a pasar a leer el blog amigo sobre Kino y la Pimería Alta.

    Un saludo.

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  15. Eso es tener gran confianza en una "válida", ya que su anterior, a pesar de tenerlo a su lado, no le correspondió, con sus comentarios , a superar problemas y a encauzar un país que no tenía muy clara la linea sucesoria.
    (Perdona que haya tardado en comentar, pero a veces, falta tiempo y entrega a la hora de leer ciertas entradas:)
    Un abrazo, Alberto¡¡¡

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  16. Javier: tranquilo, yo también ando escaso de tiempo. Lo cierto es que Olivares fue un gran político y reformista, pero a un cierto punto la situación se hizo insostenible incluso para alguien infatigable como él.

    Un abrazo.

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