lunes, 18 de julio de 2011

Estatuaria Carolina (II): El obelisco de Avellino

El obelisco con la estatua de Carlos II en la Piazza della Dogana de Avellino.

En agosto de 1667 llegaba a Nápoles, procedente de España, el IV Príncipe de Avellino, Francesco Maria Caracciolo (Avellino, 1631 - Nápoles, 1674) (1). Fue él quien encargó a Cosimo Fanzago (2) la realización de un obelisco, coronado por una estatua en bronce de Carlos II, en la ciudad que daba nombre a su Principado. El monumento, se erigió en el centro de la Piazza della Dogana (Plaza de la Aduana) y quien accedía a ella por la Porta delle Puglie hallaba el obelisco y la estatua del monarca al final del eje visual de la entrada a la ciudad, y enmarcándolo, a modo de escenario la fachada del Palacio de la Aduana, que incluía también una estatua de Marino Caracciolo, primer Príncipe de Avellino. El monumento y la fachada representaban así un dialogo que exaltaba la privilegiada relación entre la familia Caracciolo y la Corona de España. Francesco Maria Caracciolo que había concebido este proyecto tras haber recibido el Torión de Oro durante su viaje a España, afirmaba así la autonomía de su posición del Príncipe feudatario en sus propios estados patrimoniales frente a la administración del virrey Pedro Antonio de Aragón.


Detalle de la estatua de Carlos II.

Los trabajos del obelisco empezaron en 1668, como rezaba la inscripción de una placa, ahora perdida. Sin embargo, hoy resulta muy difícil valorar la obra tras los daños sufridos por los terremotos de 1688, 1732 y 1805. En 1669 empezaron, también en la ciudad de Avellino, los trabajos de una fuente con otra estatua de Carlos II, también de Cosimo Fanzago. Constituía el segundo retrato de Carlos II en Avellino. La fuente está formada por un arco del triunfo con dos nichos laterales que en origen albergaban dos estatuas hoy perdidas. Se la conoce como la estatua de Santa Maria in Constantinopoli o del Bellerefonte, por la presencia de un tondo con la representación de este héroe mítico, hijo de Poseidón. Su colocación en el centro de la ciudad se pensó en función del ya existente obelisco y, por lo tanto, en un mismo eje visual.


La fuente del Bellerofonte en la actualidad.


Fuentes:


* Cantone, Gaetana: “Napoli barocca e Cosimo Fanzago”. Edizioni Banco di Napoli, 1984.


* Carrió-Ivernizzi, Diana: “El gobierno de las imágenes. Ceremonial y mecenazgo en la Italia española de la segunda mitad del siglo XVII”. Tiempo Emulado, 2008.


* Sabatier, Gérard y Torrione, Margarita (dir): “¿Louis XIV espagnol? Madrid et Versailles, images et modèles”. Centre de recherche du château de Versailles. Édition de la Maison des sciences de l’homme, 2009.


Notas:


(1) II Marqués de Sanseverino y Caballero del Toisón de Oro desde 1663. Se había casado en noviembre de 1666 con doña Jerónima Pignatelli Tagliaviva d’Aragona Cortés (1644-1711), hija del IV Príncipe de Noia y Duque de Monteleone y de Giovanna Tagliaviva d’Aragona Cortés, duquesa de Terranova.


(2) Según Gaetana Carbone, Cosimo Fanzago sólo diseñó el proyecto y dejó la ejecución a sus colaboradores.

16 comentarios:

  1. Pocos serán los reyes que tienen estatuas de su niñez.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. no pensaba yo que quedaran en pie tantas muestras de la administración de la monarquía hispana fuera de nuestras fronteras....

    ResponderEliminar
  3. Eduardo: la verdad es que sí, ya que hubo pocos reyes-niños.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. José Luis: la antigua Italia española está llena de restos de esa españolidad ya sea en edificios, esculturas, pinturas u otro tipo de monumentos, al igual que en los antiguos Países Bajos, hoy Bélgica.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Y como se perdieron las estatuas?

    Que hermosos monumentos, realmente.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Gaucho: la explicación probablemente esté en los terremotos y las revoluciones del XIX.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Con estas entradas está usted mostrando, con claridad, la importancia de la Monarquía Española en el Reino de Nápoles que no siempre es valorada en su justa medida por la historiografía actual. Y también el hecho de que España conservaba, en tiempos de Carlos II, un rango de gran potencia que es difícil discutir.

    Saludos.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  8. Retablo: así es, el dominio español sobre el Reino de Nápoles y el resto de territorios italianos pertenecientes al Rey Católico estaba absolutamente asentado y seguro...a parte de la revuelta de Mesina de 1674-1678, no hubo ningún sobresalto en aquellos años especialmente destacable...y en cuanto a la potencia de España, es obvio que no era la de tiempos del Prudente, pero desde luego no era tan decadente como a veces nos la han querido pintar y desde luego seguía siendo la Monarquía más extensa del mundo y, por tanto, una potencia de primer orden.

    Un regio saludo.

    ResponderEliminar
  9. Conozco la mitad norte de Italia, de Roma hacia arriba. Tengo que ir a Nápoles, es imperdonable no conocerlo. La disyuntiva que tuve en uno de mis dos viajes italianos: seguir viendo la maravillosa Roma a conciencia o, por el contrario, ver mal las dos ciudades. Sacrifiqué Nápoles por Roma, la cual me fascinó.
    Saluti signorino.

    ResponderEliminar
  10. Juan: Nápoles aunque sucia desordenada y, porqué no decirlo, peligrosa si uno se mete donde no debe, es una ciudad fascinante, auténtica, anclada en el tiempo, que poco o nada tiene que envidiar a Roma en cuanto a historia milenaria y monumentos. Yo estuve allí de visita en 2007 cuando vivía en Roma y quedé fascinado, pero es obvio que era mejor visitar una de las dos bien que las dos mal ;)...de todas formas el monumento que os traigo hoy no está en Nápoles sino en la pequeña ciudad de Avellino, en la región de Campania (cuya capital es Nápoles).

    Cordiali saluti ;)

    ResponderEliminar
  11. Me sorprende, por esta bonita estatua del niño rey, y la anterior en el Hospital de San Genaro, ver que hay en Italia, no sé si nos enseñarás alguna más, casi más estatuas de Carlos II que en la propia España. Desde luego en mi ciudad no hay ninguna y aparte la de Madrid en el Retiro, no recuerdo haber visto ninguna otra en España. Puede que en el alcázar de Segovia, donde hay varias de reyes haya otra, pero no estoy seguro. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Pocas estatuas de niños reyes he visto. Realmente curiosa...
    Saludos!

    ResponderEliminar
  13. DLT: pues sí, en Italia hay muchas estatuas de Carlos II, alguna también en los Países Bajos...en España, públicas sólo la del Retiro (que es del XIX y, por lo tanto, sale fuera de la temática) y el medallón de la Plaza Mayor de Salamanca...luego hay una ecuestre de bronce en el Prado obra de Foggini que ya veremos y poco más (desconozco más, pero puede que por alguna ciudad o pueblo haya algo escondido).

    Sí, os iré mostrando más, la cosa va para largo ;)

    ResponderEliminar
  14. Lorenzo: la verdad es que sí, y la razón es que hubo pocos reyes-niños en la Edad Moderna, se puede contar con las manos: Carlos II, Luis XIV, Luis XV, Cristina de Suecia, el archiduque Fernanod Carlos del Tirol,...

    ResponderEliminar
  15. Imagino que sabrás de la existencia de estos monumentos al rey niño por haberlos visitado, no me cabe la menor duda. El que el obelisco haya podido mantenerse en pie después de tres terremotos es, cuanto menos, increíble.

    Besos

    ResponderEliminar
  16. Carmen: pues la verdad es que alguno de los monumentos de los que os voy a ir hablando sí los he visitado, pero justo el de hoy no.

    Lo de haberse mantenido sí que es increíble, aunque bajo mi punto de vista (no estoy seguro) el obelisco en sí ha debido sufrir alguna reforma en estos siglos (no así la estatua de bronce).

    Un beso.

    ResponderEliminar