martes, 27 de marzo de 2012

La majestad de un Rey niño

1. Retrato de Carlos II niño, anónimo español. Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (h. 1665).

En una tratado consagrado a los derechos de la infanta María Teresa, esposa de Luis XIV, sobre las tierras de Brabante, escrito en el contexto de la Guerra de Devolución, se puede leer lo siguiente sobre el rey-niño Carlos II:

Estando sentado sobre las rodillas de la marquesa de Los Vélez, su gobernanta, bajo un dosel, cubierto con un gorrito negro, con su traje de damasco y su valona blanca, recibió el besamanos de todos con tan grande majestad, que un príncipe de edad cumplida no lo habría hecho mejor. Y mientras le nombraban a cada persona, avanzaba su mano a medida que se arrodillaban y la retiraba inmediatamente después. Es lo que hizo durante todo aquel día, antes y después de comer. Y cuando el marqués de Velada se acercó y le dijo: Cómo, señor, ¿un rey debe seguir tomando leche? Él le respondió con maravillosa gracia: me falta todavía un diente; cuando me salga dejaré de mamar” (1).

Como se puede ver, la majestad de un Rey de España, incluso para los apologistas franceses, es más fuerte que la realidad física de este pequeño y enfermizo niño coronado. He aquí un Carlos II más precoz que su antepasado Carlos V, que se había ocupado de los asuntos de gobierno desde la edad de catorce años.

Notas:

(1) “Considérations sur le contract de mariage de la Reine pour monstrer quel est le droit de Sa Majesté sur le duché de Brabant, & sur le Comtez de Henaut, Namur, &c”.

13 comentarios:

  1. Si que da imagen de lo que debe ser la majestad de un rey: seguiría mamando hasta que le saliese ese diente que le faltaba. Un buen ejemplo de lo que es la figura real, incluso en aquellos tiempos convulsos. Un fuerte abrazo, Alberto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como ves, el Rey era reverenciado incluso cuando no se trataba más que de un niño de 4 años...la Majestad iba más allá del cuerpo físico del Rey.

      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Lo de mamar con la dentición casi al completo era un hecho constatado. Parece que ser que las amas de cría huían de él como de la peste porque con su prognatismo acusado provocaba erosiones en los pezones de sus nodrizas.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es Cayetano, y las nodrizas se contaron por decenas porque no había pecho que aguantase tal voracidad y los dolores causados por esos dientes.

      Un saludo.

      Eliminar
  3. A pesar de su buen estár, no es ceremonia para un crio de esa edad... menuda paliza, aunque claro es lo que llevaba el cargo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un hecho obligado a ser mayor por su condición de Rey, un niño sin infancia.

      Un abrazo.

      Eliminar
  4. ¡Pobre niño! Todo el día haciendo lo mismo, pero claro, además de ser niño era rey y tenía que pasar por el aro (de la corona).

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No les quedaba otra, un niño encerrado entre nodrizas, ayas y curas...así fue su vida hasta casi los 14 años.

      Un abrazo.

      Eliminar
  5. Un retazo emotivo de un niño-rey, que debería estar haciendo travesuras y en cambio demuestra una gran educación.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya desde bien pequeños demostraron los Austrias su austeridad, religiosidad y majestad que tantos viajeros relataron.

      Un abrazo.

      Eliminar
  6. Mientras leía la anécdota le imaginaba ya de adulto...

    ResponderEliminar
  7. Me imagino a un pobre niño criado desde la cuna en las lides del gobierno, de la diplomacia y de los modales cortesanos allí, sobre un sitial, alzando su blanca manita cual muñeco de porcelana de manera mecánica. Pero ese niño no era un autómata, no, pues su respuesta es la de un niño de altas responsabilidades.
    Un beso

    ResponderEliminar
  8. Sorprendente respuesta, por lo demás llena de juicio. No parece que el futuro fuera a ser igual, pero eso no importa. Ya que habla desde hace unos días de majestad, parece ésta constatarse muy bien en ese besamanos del niño-rey.
    Un saludo.

    ResponderEliminar