martes, 22 de octubre de 2013

Estatuaria carolina (XV): Nueva estatua de Carlos II obra de Giacomo Serpotta


Recientemente, la londinense galería de arte Tomasso Brothers presentó una interesantísima pieza en la TEFAF de Maastricht, la feria de antigüedades más importantes del mundo.

La pieza en cuestión se trata de un bronce plateado de pequeño tamaño que representa a Carlos II ecuestre, vestido con armadura y portando el bastón de mando. El bronce es obra de Giacomo Serpotta y al igual que se encuentra en el Museo Pepoli de Trapani (Sicilia), del mismo autor, y del que ya hablé en mi entrada "Estatuaria carolina VIII: la estatua ecuestre de Mesina y su boceto del Museo Peopoli de Trapani", parece ser un trabajo preparatorio para la gran estatua ecuestre de Carlos II venciendo a la hidra de la rebelión erigido en la Piazza del Duomo de la ciudad siciliana de Messina en el lugar donde estuvo el palacio del Senado. 

Recordemos que la revuelta de Messina fue el conflicto interno más importante de cuantos tuvo que afrontar la Monarquía Católica en la segunda mitad del siglo XVII. La ciudad siciliana, que gozaba de amplia autonomía en virtud de sus numerosos privilegios y que basaba su prosperidad en la economía sedera, vivió un prolongado enfrentamiento con los grupos de poder y los intereses vinculados a Palermo, la capital del Reino. El predominio de los grupos e intereses parlemitanos llevó, en los años setenta, a la intensificación de los conflictos entre Messina y el poder real y al levantamiento armado de la ciudad.

El levantamiento de los mesineses del bando senatorial contra los representantes del Rey se trasformó en una guerra cuando Luis XIV decidió apoyar a los rebeldes. Con ello, no sólo prolongó la resistencia de Mesina, sino que otorgó una dimensión internacional al conflicto. La revuelta duraría casi 4 años y sólo acabaría en marzo de 1678 con la retirada de las últimas tropas francesas y la rendición de los rebeldes (1).

La derrota de la revuelta supuso el fin de la autonomía política de Messina siendo abolidos todos sus privilegios, así como la Universidad, las academias y la Orden de los Caballeros de la Estrella. De igual modo, su ceca fue trasladada a Palermo, pero quizás el acto de mayor simbolismo fue que el virrey Conde de Santisteban ordenó la completa destrucción del Palacio del Senado que se encontraba enfrente del Duomo, lo cual efectivamente se realizó en 1679. Parece que incluso se ordenó arar el terreno que había ocupado y cubrirlo de sal con el fin de que ni tan siquiera la hierba pudiese crecer allí donde los mesineses habían tenido el edificio que representaba físicamente sus derechos políticos y civiles. Es evidente que el acto se encontraba cargado de un profundo simbolismo muy hiriente para la ciudad. Pero aún es más, porque precisamente en el solar que ocupara el palacio senatorial, el Virrey proyectó erigir una plaza, cuyo diseño fue encargado al ingeniero Scipione Basta, que debía acoger un monumento ecuestre de Carlos II aplastando la hidra, símbolo de la ciudad y de la revuelta. Un paso más en la ofensa y el sometimiento hacia la ciudad rebelde lo constituye el modo en como se obtuvo el bronce necesario para la realización de la escultura, pues éste provenía de la gran campana del Duomo, utilizada durante siglos como medio para convocar a los mesineses constituyendo, por tanto, otro símbolo ciudadano. La campana fue hecha pedazos y enviada a Palermo donde sirvió para fundir la estatua.

Como comenté también en "Estatuaria carolina VIII: la estatua ecuestre de Mesina..." la estatua ecuestre de Carlos II fue destruida durante la Revolución de 1848, quedando tan sólo como recuerdo suyo algunas estampas y el citado bronce del Museo Pepoli. Es por ello que este nuevo descubrimiento nos permite conocer con mayor detalle la que fue probablemente las más espectacular de las estatuas de Carlos II, al nivel de la de su padre hoy situada en la madrileña Plaza de Oriente, o la de su abuelo Felipe III en la también madrileña Plaza Mayor.

Fuentes principales:

* Pascual Chenel, Álvaro: “El retrato de Estadi durante el reinado de Carlos II. Imagen y propaganda”. Fundación Universitaria Española. Madrid, 2010.

* Salas, Antonino: “Di un bozzetto del monumento messinese di Carlo II modellato da Giacomo Serpotta”. Archivio Storico Siciliano, año VIII, 1884, pp. 483-490.

* Salinas, Antonino: “Aggiunta all’articolo sulla Statua di Carlo II modellata da Giacomo Serpotta”. Archivio Storico Siciliano, año IX 1884, pp. 241-243.


Notas:

(1) Para saber más véase Ribot, Luis: “La Monarquía de España y la guerra de Mesina (1674-1678)”. Actas. Madrid, 2002.

8 comentarios:

  1. Cuántas obras han quedado destruidas o dañadas por la estupidez humana.
    La capacidad destructiva de las personas no tiene límites.
    Un saludo.

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    1. En tiempos de revoluciones y odios como 1848 la mente humana no distingue entre el arte y el "malo"...lo vemos en Egipto o pasadamente en Afganistán con los Budas gigantes.

      Un saludo

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  2. Es una suerte que podamos ver hoy día la estatua ecuestre destruída en 1845, aunque sea en pequeño tamaño pero fiel a su hermana mayor.
    Un beso

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  3. Estos Santisteban tenían vinculado a su mayorazgo el oficio de caudillo mayor del Obispado de Jaén. Fueron unos personajes de una pieza.

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    1. Y gran papel jugaron en aquella España entre Felipe IV y Carlos II...algún día hablaré de ellos.

      Un saludo

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  4. Enhorabuena por este artículo y por el blog, todo un derroche de conocimiento y divulgación. Sin duda, la estatua podría competir en calidad y belleza con las de Felipe III y Felipe IV, de Madrid. Es una pena que fuera destruida.

    Saludos cordiales desde "Pasión por Madrid"

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