martes, 30 de octubre de 2018

El VIII Conde de Oropesa, una breve biografía (PARTE VIII)


1. Grabado que representa la entrada triunfal de Felipe V en Madrid el 14 d abril de 1701.


En el momento de la muerte de Carlos II el 1 de noviembre de 1700, don Manuel Joaquín Álvarez de Toledo y Portugal se encontraba aislado de las redes cortesanas. Las consecuencias del Motín de los Gatos de abril del año anterior le habían defenestrado del poder. Por tanto, tras la llegada Felipe V a Madrid en febrero de 1701 el Conde de Oropesa carecía de posibilidades de mostrarse ante el nuevo Rey como un imprescindible hombre político.

Retirado primero a sus posesiones señoriales y, cuatro años después, al Palacio de los Duques del Infantado en Guadalajara, el Conde de Oropesa parecía entonces una sombra del poderoso ministro que había llegado a ser durante el reinado de Carlos II. En 1705 surgieron voces sobre la posibilidad de su retorno a Madrid, donde por un tiempo estuvo retirada su mujer. Con motivo de la penetración anglo-portuguesa en Castilla para apoyar la causa del archiduque Carlos, tanto el Conde como sus vasallos otorgarían incluso un inicial apoyo pecuniario y humano a Felipe V.

La entrada a finales de junio de 1706 de los aliados en Madrid, comandados por el Conde de Galway y el Marqués das Minas, mostraron la abierta colaboración del ministerio y las casas reales con la causa de Carlos III. No obstante, la estancia aliada en la Corte fue efímera y ni siquiera el propio monarca austriaca pudo llegar a entrar en ella durante su marcha desde Aragón. A pesar de todo, este hecho sí serviría para perfilar el cuerpo de ministros y oficiales reales que articularían la inicial administración carolina durante la estancia del Archiduque en Valencia en el otoño-invierno de 1706-1707 y luego ya en Barcelona. Así, siguiendo la retirada aliada de la capital y su periplo por Castilla la Nueva, se fueron sumando al rey Carlos un gran número de aristócratas, letrados, militares y hombres de plumas contrarios a Felipe V (1). Entre ellos el Conde de Oropesa, que reconocería a Carlos III de Austria en Guadalajara, algo que daban por descontado en la Corte de Versalles. Oropesa entraría entonces en la primera larga conferencia que el monarca austriaco hizo con los generales aliados y el príncipe Anton Florian von Liechtenstein, su Mayordomo Mayor y hombre de confianza desde que Carlos era un niño y ejercía como su ayo. 

Tras el acceso de Oropesa a las reuniones militares, éste no dejó de concurrir en los encuentros y negociados que garantizarían el correcto curso de la campaña hacia las plazas fuertes levantinas, la financiación  y el aprovisionamiento del ejército y, asimismo, el gobierno de los reinos y señoríos fieles al rey Carlos. La enorme confianza que el soberano austriaco mostró hacia su persona le permitió alzarse hacia cotas de poder que solo había acaparado hasta entonces el propio Liechtenstein. Desde ahí pudo imponer su criterio a la hora de construir el nuevo ministerio carolino. 

Los avisos relativos al nuevo ascenso político de don Manuel Joaquín llegaron a todas las cancillerías europeas. Desde Milán, donde se encontraba por orden expresa del Emperador, el Duque de Parete escribió a Carlos III dándole noticias sobre las prendas del aristócrata. Escribía que bajo Carlos II había alcanzado por dos veces el Primer Ministerio. Parete, que conocía de primera mano la Corte madrileña, le retrataba como un hombre de mala salud y débil de complexión, pero de alta capacidad, trato suave, conciencia timorata y actividad en el trabajo. Aunque era un consumado erudito y conocedor teórico de los sistemas políticos de su tiempo, no haber salido a ejercer cargos fuera de España le dificultaba convertirse en "un ministro del primo ordine". A ello se sumaría el gusto de su influente esposa, doña Isabel Pacheco Téllez-Girón, por introducirse en los asuntos públicos y recibir abiertamente regalos.

Por otra parte, Francesc Castellví (1682-1757), uno de los cronistas mejor informados del exilio austracista en Viena posterior a la contienda sucesoria, definía a Oropesa como "paradigma de los españoles nuevamente venidos al partido que aspiraban a hacer la primera representación haciendo renacer la que habían gozado en el antecedente reinado". Los servicios prestados a la Casa de Austria antes de 1699 le habían ganado el afecto de la cábala germánica. Comenzando por la captación del "débil" príncipe Liechtenstein, don Manuel Joaquín ideó el establecimiento de la Secretaría de Estado que debía convertirse en la guía política de la nueva Monarquía de Carlos de Austria. Para ello Oropesa tuvo que alejar a Franz Adolfo von Zinzerling, antiguo secretario de la embajada imperial en Madrid y que ahora ocupaba la secretaría germánica del Rey; y a Heinrich Günter, custodio del real sello. El primero fue enviado como diplomático a las Provincias Unidas, Flandes y el Palatinado, mientras al segundo se le mandó de vuelta a Viena. Tras esto situó a su hechura navarra, Juan Antonio Romeo y Anderaz (1660-1716) (2), como Secretario del Despacho Universal recreando dicha secretaría al "modo de España". Solo la resistencia de los cortesanos provenientes de la Corona de Aragón impidió que el modelo de covachuela madrileño se materializase, al segregarse el despacho en dos oficinas bajo la planta tradicional de las secretarías de Estado, dotadas de negociados privativos para cada una de ellas. Romeo se encargaría de gestionar los asuntos italianos (Milán se había conquistado a finales de 1706 y Nápoles en el verano de 1707) y un notario catalán, que pronto se convertirá en figura clave del exilio austracista y persona de confianza de Carlos III, Ramón de Vilana Perlás (1663-1741), los tocantes a guerra en España y la gestión de la corona aragonesa. 

Para evitar que Vilana Perlás escapase a su control, Oropesa insertó entre los plumistas a sus propias criaturas: Manuel de Ochoa Aperregui, uno de los navarros con más proyección ministerial en el cambio de siglo, y el joven castellano Juan Amor de Soria, natural de Lagartera. Tras formarse en la Universidad de Salamanca, en 1705 don Juan ejerció en Madrid, en materia forense, a la par que escribía opúsculos propagandísticos a favor de la causa austriaca. Con ocasión de la entrada portuguesa en Madrid, pasó al séquito carolino bajo la protección de su patrón. Ya en Barcelona sirvió al Conde de Oropesa como su agente personal y posteriormente, ya exiliado en Viena, se convertirá en el gran teórico del austracismo.

...CONTINUARÁ


NOTAS:

(1) Junto a Oropesa, destacan las figuras del Conde de Haro, primogénito del Condestable de Castilla, los vástagos del Marqués de Móndejar y otros sujetos de menos rango, como caballeros de hábito, regidores concejiles y administradores de rentas reales.

(2) Juan Antonio Romeo y Anderaz inició su carrera en Lombadía en 1675 bajo la protección de Juan Tomás Enríquez de Cabrera, futuro Almirante de Castilla y entonces Conde de Melgar y General de la Artillería de Milán, a quien acompañó también en su embajada extraordinaria a Roma. De Milán pasaría junto a Melgar a Madrid, siempre a la sombra de su patrón, aunque antes (1695) sería enviado a Sicilia como procurador general del Almirante para el Condado e Modica. En 1697, de vuelta a Madrid aparece como secretario personal de don Juan Tomás. En 1698 sería nombrado secretario del Rey que juraría en 16999, y oficial supernumerario de la Secretario de Estado parte de Italia. El Motín de los Gatos de abril de 1699 que supuso el fin político de su patrón no frenó su ascenso. A finales de ese año fue nombrado secretario de la negociación de Milán en el Consejo de Italia. Felipe V, que siguió confiando en su amplia experiencia italiana, le concedió también el negociado de Sicilia (1703-1705). Tras la ocupación de Madrid ejercería como secretario del Marqués das Minas desvelándose su austracismo y abandonando la Corte para integrarse en el séquito de Carlos III, quien le otorgará el título de Marqués de Erendazu y para quien dirigiría la Secretaria de Italia desde la corte carolina en Barcelona, convirtiéndose en un poderoso e influyente hombre.


BIBLIOGRAFÍA:
  • Quirós Rosado, Roberto: "Monarquía de Oriente. La corte de Carlos III y el gobierno de Italia durante la guerra de Sucesión española". Marcial Pons, 2017.

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