miércoles, 4 de noviembre de 2009

LA FAMILIA DEL REY I: LA REINA MADRE DOÑA MARIANA DE AUSTRIA (PARTE I)


Mariana de Austria (Viena, 1634 - Madrid, 1696) era hija del emperador Fernando III y de la infanta de España María de Austria, hija del rey Felipe III y hermana de Felipe IV.

La educación de la pequeña archiduquesa estuvo orientada hacia el destino augurado para todas las hijas de los emperadores Habsburgo: el desposorio con el rey de España o la vida religiosa. Así, doña Mariana, en el ambiente contrarreformista y jesuítico imperante en la corte de Viena, creció con un futuro ya perfilado para el que debió prepararse a conciencia según los parámetros educativos de sus antecesoras: sólida formación religiosa basada en la “Pietas Austriaca”; un aleccionamiento de tipo político (la condición de reina consorte podía facilitar las relaciones entre el Imperio y la Monarquía Hispánica) y, una exhaustiva instrucción en la cultura cortesana.

Pronto fue prometida al heredero de los reinos hispánicos, su primo, el príncipe Baltasar Carlos. Sin embargo, su destinó se truncó bruscamente cuando el joven heredero murió en Zaragoza en octubre de 1646, pasando ésta a ser la prometida de su tío y padre del fallecido príncipe, el rey Felipe IV "El Grande", que había enviudado en 1644 de su primera mujer, la reina Isabel de Borbón.

La muerte de Baltasar Carlos se llevaba las esperanzas de una sucesión masculina para la Monarquía (1). En aquellos delicados momentos Felipe IV estaba obligado a casarse de nuevo para dar continuidad a la dinastía. El factor dinástico preocupó más que nunca en la elección de una esposa para el rey, pero además era fundamental que la elegida tuviera la madurez requerida para engendrar herederos sanos con relativa rapidez y para gobernar en caso de ausencia de rey en mayoría de edad.

Los discursos sobre la conveniencia de una u otra esposa para Felipe IV comenzaron desde la misma muerte de Baltasar Carlos, dada la urgencia que presentaba la cuestión sucesoria. Varias razones políticas, así como físicas o naturales y que podrían resumirse en el “capital dinástico” y en la madurez sexual, determinaron no sin inconvenientes (2) que la nueva esposa de Felipe IV debía ser la joven archiduquesa Mariana de Austria.

En enero de 1647 Felipe IV emitió un decreto con la resolución de casarse con la archiduquesa Mariana de Austria, celebrándose el matrimonio el 7 de octubre de 1649 en la villa de Navalcarnero. Tras el matrimonio, el 15 de noviembre (3) la reina hizo su entrada en Madrid en medio de ricas arquitecturas efímeras, simbolismos y mitologías relacionadas con la Monarquía Hispánica y el Imperio (4).

En las monarquías del Antiguo Régimen, basadas en los principios hereditarios y en la autoridad divina, una reina consorte, como esposa del monarca, tenía una clara función política: dar herederos a la Corona para continuar la dinastía. La maternidad era la exigencia más inmediata que se hacía a una nueva reina: tener hijos sanos y fuertes para continuar la descendencia. El caso de Mariana de Austria no fue la excepción, es más, las circunstancias dinásticas de la Monarquía Hispánica y la avanzada edad del rey, hicieron aún más si cabe urgente, la consecución de un heredero.

Mariana, hubo de soportar la gran presión de la maternidad sobre sus delicados hombros, peso acrecentado por la coyuntura,y carga que debió hacer mella en su tierna edad, provocando su pronta madurez y su posterior carácter austero.

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(1) Pese a lo que muchos autores afirman, la Monarquía no quedó sin heredero tras las muerte de Baltasar Carlos, pues en los reinos hispánicos no existía la llamada Ley Sálica (aunque si se daba preferencia al varón sobre la mujer en igualdad de condiciones), por lo que los derechos sucesorios recayeron sobre la infanta María Teresa (futura esposa de Luis XIV) mientras no existiese un heredero varón para la Monarquía. Sobre los derechos sucesorios de las mujeres de la Casa de Austria ante el problema sucesorio durante el reinado de Carlos II trataré en entradas sucesivas. Para más información consúltese las fuentes al final de artículo.

(2) Físicos y filósofos, basándose en los escritos de los Antiguos , desaconsejaron a la archiduquesa Mariana por su corta edad (en esos momentos contaba con 12 años de edad) y remarcaron los peligros que podían ocasionar para los hijos las madres menores de catorce años

(3) Según Oliván Santaliestra la entrada se produjo el 4 de noviembre.

(4) "Entrada triunfal de la reina Mariana de Austria en Madrid el día 15 de noviembre de 1649" de Carmen Sáenz de Miera Santos.


Fuente Principal:

* Oliván Santaliestra, Laura: "Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII". Universidad Complutense de Madrid. 2006.

2 comentarios:

  1. Tengo entendido que la la escasa edad no era obstáculo para un casamiento real, pues el rey podía esperar a que la muchacha tuviese la primera regla para iniciar el acto sexual (siempre visto, como bien mencionais, para la obtención de un heredero varón que heredase los inmensos territorios de la monarquía). Sin embargo, sospecho que la elevada, para la época, edad del rey apremiaba en la decisión. De todos modos, no dudo en absoluto de que la decisión no se puso en modo alguno en duda. Qué mejor que mantener los intereses dinásticos con un nuevo casamiento entre sus propios miembros (aunque esto aparejase riesgos evidentes de minusvalías psíquicas o físicas)

    Beso los pies de Su Majestad

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  2. La escasa edad no era un obstáculo, pero en este caso, como se indica, apremiaba la necesidad de un heredero y, por tanto, de una mujer en edad de procrear. Además, como se lee en la nota a pie, la tradición, que tanto pesaba en aquella época, desaconsejaba las madres menores de 14 años.

    Por cuanto hace referencia a la endogamia, es de notar que en aquella época no se conocían las consecuencias de la misma, es más, se consideraba que los reyes debían casar entre iguales, y esto, en el caso de los Austrias, significaba casar entre miembros de la propia familia, y en casa de no poder, con miembros de otras casas reinantes (véase Francia).

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