viernes, 6 de agosto de 2010

ALGUNOS APUNTES SOBRE LA VIUDEDAD DE DOÑA MARIANA DE AUSTRIA

Doña Mariana de Austria (1675), por Juan Carreño de Miranda. Museo del Padro de Madrid.

[…] es un estado intermedio entre la virginidad y el matrimonio. Participa de los dos, en la continencia del estado de la virginidad y en el gobierno de su casa del estado del matrimonio. Es más perfecto quedar viuda y no volver a casar”.



(Gaspar Astete sobre la viudedad. “Tratado sobre el govierno de la familia y estado de las viudas y doncellas”. Burgos, 1603.)


Durante el siglo XVII se pensaba que la mujer viuda debía olvidar su vida matrimonial y entregarse en soledad a la castidad, al ayuno, a la oración y a la limosna: en el momento de enviudar pasaba a ser esposa de Dios. El hábito negro le ayudaba a mantener la castidad y las costumbres ejemplares. Así, don Martín Carrillo, hablando de la viudez ejemplar de Judith, comentaba que: “[...] las vestiduras que usaba en ese tiempo no eran blandas y preciosas sedas, ricos brocados, ni finos paños, sino cilicio áspero y lúgubre luto, porque la viuda que quiere rendir el apetito sensitivo, y sujetarlo a la razón, este tipo de vestidos usa” (1). Por su parte, el padre Astete pide que “[...] el vestido exterior muestre el anima interior...”, siguiendo un viejo enunciado del “Carro de las Donas”: “[...] (la viuda) debe dejar todos los trajes que llevaba siendo casada porque un hábito quiere el hombre que traiga su mujer y otro quiere y de otra calidad que traiga la esposa de Jesucristo” (2).

De esta manera, y como es bien sabido, la reina doña Mariana de Austria vistió traje de viuda desde la muerte de su esposo en 1665 hasta su misma muerte, ocurrida en 1696. La Condesa D'Aulnoy, en su libro sobre el viaje que realizó por España entre 1679 y 1680 (3), escribe que tuvo un encuentro con la Reina madre durante su exilio en Toledo, ciudad en la que residió tras la subida al poder de don Juan José de Austria, comentando que la Reina viste como “todas las viudas (de la nobleza) lo están en España; es decir de religiosa, sin que se le viera ni un solo cabello”. Una descripción más detallada sobre las vestimentas de la mujer viuda la ofrece da cuando, camino a Madrid, se encuentra con la Marquesa de los Ríos, mujer viuda también, que marchaba a un convento para pasar allí sus primeros años de viudedad. Dice así “la marquesa...(llevaba) negra toca, negro el vestido, negra la batista sin pliegues que caía más abajo de la rodilla, negra la muselina que le envolvía el rostro y le cubría la garganta, ocultando su cabellera, negro el manto de tafetán que la tapaba hasta los pies; negro el sombrero de anchas alas y negras las cintas de éste...lo usan las viudas y dueñas”. Aunque la Reina no lleva la batista y la muselina de color negro, sino de color blanco según lo que imponía la tradición real.

Alonso Castillo Solórzano ofrece una excelente descripción de los trajes de viuda y dueñas de la época: “el traje con que quiso entrar fue el de viuda [...] balleta del monjil, el anastoque del manto y la holanda de las tocas [...]” (4). El monjil era así llamado por su parecido al hábito de las religiosas. Era un traje negro y generalmente de lana de baja calidad, cubría todo el cuerpo y remataba en la cabeza con las tocas. Doña Mariana vestía, pues, el hábito siguiendo las etiquetas de la corte y las costumbres de las viudas españolas. El hábito viudal es, en su caso, un recordatorio de su difunto esposo Felipe IV, de quien la Reina había recibido la legitimidad para desempeñar la nueva tarea que debía desempeñar, es decir, la de regente y tutora del rey-niño Carlos II. Esta indumentaria era además es un símbolo de la fidelidad que guardaba a su marido. Se pued encontrar este valor simbólico de las tocas viudales de lealtad al marido muerto y de autoridad en “La prudencia en la mujer” de Tirso de Molina, en ella doña María de Molina, reina regente, viuda durante la minoría de edad de su hijo Fernando IV, dice:



[...], en viudez llorosa,
la mujer más ordinaria
al más injusto marido
respeto le guarda un año



Y más adelante afirma que:


Las tocas son, en efecto,
como la barba en el hombre
autoridad y respeto.



La dureza de los lutos femeninos de la época quedan reflejados en la comedia “La dama duende” de Pedro Calderón de la Barca, donde la protagonista doña Angela para salir de su encierro sin ser descubierta, cambia sus lutos por vestidos pasando por una mujer casadera. Al volver a la casa y tener que ponerse de nuevo el traje de viuda, se queja diciendo:



Vuelve a dar, Isabel
esas tocas ¡pena esquiva!
Vuelve a amortajarme viva,
ya que mi suerte cruel
lo quiere así.



Y más tarde, doña Angela exclama:



¡Válgame el cielo! Que yo
entre dos paredes muera,
donde apenas el sol cabe
[…]
Donde en efecto encerrada
sin libertad he vivido
porque enviudé de un marido.



Otro elemento representativo de la viudedad española de la época lo describe así la Condesa D'Aulnoy: “[...] (las mujeres) deben llorar al marido muerto” y “(están) el primer año de luto en una habitación tapizada de negro, donde no se deja entrar un rayo de sol y se sientan sobre almohadón de tela de holanda. Pasan pasado el año a otra habitación cuyas paredes tienen tapices algo más claros, pero sin pinturas ni espejos, de los que no hacen uso las viudas, como tampoco de los servicios de plata ni de los muebles de lujo; es preciso que vivan tan retiradas como si perteneciesen a otro mundo”. Estas afirmaciones sirven de base a Mercedes Llorente para justificar el hecho de que en el retrato de doña Mariana de Austria de la National Gallery de Londres, en el cual la Reina aparece sentada en el Salón de los Espejos, no aparezca ningún elemento representativo de dicho salón y únicamente la Pieza Ochavada que aparece al fondo permita ubicarla en él. El citado cuadro se pinta en 1666, es decir, en el primer año de luto de la Reina, lo que, teniendo en cuenta lo anterior permitiría, en su opinión, entender por qué, aun apareciendo sentada la Reina en el Salón de los Espejos, no se represente en el cuadro nada característico de esta estancia tan emblemática del Alcázar.

Finalmente, luto era un espectáculo público que indicaba piedad. Las lágrimas por la muerte del marido eran uno de “los aderezos de la viuda piadosa”, según el “Tratado de la mujer cristiana”, si bien es en “El Carro de las Donas” donde esta idea se encuentra mejor reflejada:

“[...] es bueno y honesto que una viuda llore a su marido mostrando el amor que le tenía, la falta que hacía a sus hijos y la soledad que le aguarda. Pero este lloro debe ser templado y no en demasía, antes muy a raya, considerando que Dios lo hace y que se le lleva como se le dio”.

El llanto debe ser templado porque como explica Luis Vives: “existen dos clases de mujeres que cuando lloran al marido, pecan igualmente aunque sea por motivos distintos: las que lloran demasiado y las que lloran poco”. Las primeras pecan porque no tienen fe y las segundas porque muestran la frialdad de su amor conyugal. A diferencia de ellas, la Reina, según sus apologatas, llora serenamente la pérdida de Felipe IV.

Las viudas debían primeramente llorar la muerte del marido y a continuación cumplir las disposiciones que éste hubiese dejado en el testamento. Doña Mariana tuvo que ocuparse de la parte política del testamento real y, así, al día siguiente de la muerte del Rey, el 18 de septiembre de 1665, escribió una carta a los miembros de la Junta de Gobierno dando órdenes para que “[...] sigan en su empleo mientras sea mi voluntad [.. .]” (6). Ese mismo día se reunió la Junta.

Doña Marianade Austria debió asumir “[...] en el estado de viuda [...] (que) a ella pertenece el gobierno de la familia, es madre de familia al faltarle el marido [...] (y) a ella (corresponde) todo el cuidado [...] (y) es a ella a la que pertenece el gobierno de su casa” (7). Es decir, mientras durase la minoría de Carlos II, ella, como “mater familias”, era la encargada de defender los derechos dinásticos y los reinos de su hijo, los cuales debía transmitir, sin merma alguna y tal como los había recibido, a la mayoría de edad de éste, al ser Carlos II el verdadero detentor de la potestad regia. Mariana de Austria era, por tanto, un nexo de unión, entre dos reinados.



Fuente principal:

* Llorente, Mercedes: “Imagen y autoridad de una regencia: los retratos de Mariana de Austria y los límites del poder”. Ediciones Universidad de Salamanca. Stud. his., H.a mod., 28, 2006, pp. 211-238.


Notas:

(1) Carrillo, Martín: “Elogio de mujeres fuertes del Viejo Testamento”. Huesca, 1627.

(2) Eiximenis, Francesc: “Este devoto libro se llama Carro de las donas, trata de la vida y la
muerte del hombre cristiano
...”. 1542, BNM, R/11.755.

(3) Aulnoy, Mme de: “Viaje por España en 1679 y 1680”. Barcelona, 1962; Bernis, Carmen
(1982).

(4) Castillo Solórzano, Alonso: “Las Arpías en Madrid”. Madrid, 1980, p. 101.

(5) Vives, Luis: “La formación de la mujer cristiana”. Valencia, 1994.

(6) BNM. Mss. 2392.

(7) Astete, G. (1603): op. cit.

19 comentarios:

  1. Tradiciones de esta España nuestra, a veces tan profunda y despiadada. Hasta hace poco la viuda se enlutaba de por vida. En "La casa de Bernarda Alba", las mujeres se cubren con años de luto por la muerte del padre y marido. Era como estar enterradas en vida, renunciando a la luz y al derecho a tener una vida normal. En áreas rurales, donde tiene mucho más peso "el qué dirán", esta tradición tiene en nuestros días una pervivencia mayor, aunque en franca remisión.
    Un saludo.

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  2. y mientras los viudos a darse a la vida alegre... menos mal que este tipo de tradiciones las tenemos ya desterradas ...

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  3. Cayetano: muy bien traìdo el tema de la Casa de Bernarda Alba. orca supo plasmar perfectamente esa Espana profunda, rural y triste...como dices la mujer, tras la muerte de su marido se convertìa en un cadàver en vida, algo pasable si sucedìa en la vejez, pero para una mujer joven (como lo era Mariana) era una auténtica tragedia...

    Saludos.

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  4. José Luis: como dices menos mal que esyo ya (casi) no sucede...y como dices, mientras la mujer se enterraba en vida, el hombre seguìa a vivir la vida...cosas de una sociedad ultracatòlica y machista.

    Saludos.

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  5. Es una costumbre en retirada, ciertamente, llevar luto.

    Soy viudo, desde 1999, y si bien no conocì otras mejeres hasta cinco años màs tarde, y no he vuelto a casarme (ni lo harè) no llevè luto, a pedido del sicòlogo de mis hijos.

    Segùn ellos, los niños asimilan mejor el trance, si no llevas el luto.

    Saludos

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  6. El Gaucho: en primer lugar lo siento por tu mujer, en segundo te doy la enhorabuena por ahaberlo superado. Como dices creo igualmente que los niños asimilan mejor la cosa si no se monta todo ese "teatro" que se hacìa en el XVII, donde parecìa que a parte el fallecido, todos sus familiares tenìan que finalizar su vida normal desde ese momento. Una cosa es el dolor propio y otro el que te impongan ese dolor para toda la vida.

    Un saludo y gracias por seguirme.

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  7. No te he comentado todavía acerca del "lavado de cara" que has hecho al blog. Y esos vídeos sobre momentos cruciales de la monarquía española más reciente.
    Sobre el primer vídeo que has puesto, creo que el rey peligra con ese personaje que tiene a sus espaldas. Si no me equivoco es el general Armada.
    Un saludo.

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  8. No me extraña que no quisiera volver a casarse, desde luego.
    "un hábito quiere el hombre que traiga su mujer". Estamos apañados, monsieur. "Sin libertad he vivido porque enviude de un marido". Yo me hubiera muerto de una depresion.
    Y es que encima te contaban las lagrimas, por si llorabas demasiado o llorabas poco! No me diga que no es demencial.

    Feliz fin de semana, monsieur

    Bisous

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  9. Cayetano: gracias por tus palabras. En efecto con estos vìdeos he pretendido reconstruir la historia de la monarquía española en el siglo XX con los momentos que considero cruciales: exilio de don Alfonso XIII, proclamaciòn de don Juan Carlos, renuncia de don Juan y, por tanto, normalizaciòn de la situaciòn monàrquica con la cesiòn de la jefatura de la Casa de Borbòn; y jura de don Felipe, como futuro de la instituciòn.

    En cuanto al primer vìdeo, pone los pelos de punta, habìan pasado sòlo dos dìas de la muerte de Franco y la tensiòn se mascaba en el ambiente. El Rey fue muy valiente al decir que lo era de todos y al nominar a su padre ante un auditorìo repleto de lo màs rancio del franquismo, basta ver la cara del Rey para entender el momento. Menos mal, que todo saliò bien al final...

    Saludos.

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  10. PS: yo tambièn creo que el general a sus espaldas es el famoso Armada, alias, "ni està, ni se le espera"...pero no estoy seguro al 100 %.

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  11. Madame: una situaciòn aberrante para la mujer, es todo lo que tengo que decir. Menos mal que los tiempos han cambiado...

    Un saludo y feliz finde.

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  12. Bueno, bueno, bueno.......todo eso de las telas y lagrimas estaba en la apariencia externa "decorosa", que en la realidad la fémina de entonces y de ahora tenía también sus "diversiones" y "entretenimientos".

    Tengo la convicción de que el estado perfecto de una dama es VIUDA RICA.

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  13. Tellagorri: sin duda que algunas sí que tenían sus diversiones, ahí tenemos el ejemplo de la Príncesa de Éboli, viuda de Ruy Gómez de Silva, y que tuvo sus líos con entre otros el secretario Antonio Pérez...otras estarían tan condicionadas por el peso de la Santa Madre Iglesia que dudo se atreviesen, ahí creo que entraba doña Mariana, no la veo de escarceos...

    En cuanto a lo de viuda rica, y si además es joven, sin duda, que es toda una ventaja para la misma porque seguro que será enormemente deseada.

    Saludos ilustrísima.

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  14. Algunas por fuera se debían ver tristísimas, y por dentro rebosaban de alegría las muy hipócritas...

    Mientras tanto, los viudos no necesitan ese procedimiento, apenas la mujer deja de respirar y ya van al bar ¡Mirame! xD.Comparto la opinión de Telagorri, el estado perfecto de una mujer es viuda, rica y bonita.

    Cambiando de tema,podrías poner una imagen más grande de Don Juan? es mi ídolo.

    Saludos

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  15. Mathías: es muy probable lo que dices porque eso sigue pasando actualmente...

    ...si S.M.Indiana y Su Ilustrísima Tellagorri que son personas tan eminentes piensan eso no voy a ser yo quien lo niegue :)

    ...me alegra que don Juan sea también su ídolo, lo es también de mi persona. Le pido un poco de paciencia pues presto iniciaré una serie dedicada a la iconografía del bastardo en la que daré a conocer multitud de imágenes desconocidas. Mientras puede ver algunos de sus retratos en la serie que dediqué a su biografía hace ya algún mes: http://reinadodecarlosii.blogspot.com/2010/01/la-familia-del-rey-los-hermanos-de_11.html

    Quizás ponga alguna imagen en la barra lateral en su honor, esté atento ;)

    Saludos.

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  16. La pregunta es cuántos años tenía esa reina doña Mariana avejentada con sus tocas monjiles de viuda. El dato es una simple curiosidad. Parece mentira que esta mujer del retrato sea la misma que la representada unos años antes con la opulencia de los "guardainfantes".

    Por otroa parte, viuda o no, doña Mariana nunca se hubiera retirado de la corte a guardar luto en un convento por su marido muerto. Su función era otra muy distinta que la de llorar y orar por sus difuntos (que seguro que también)

    Saludos

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  17. Carmen: doña Mariana contaba con tan solo 31 años de edad, es decir, que estaba en la plenitud de la vida y habría podido todavía tener muchos hijos más de haber contado con un marido joven como era don Baltasar Carlos con quien en principio estaba destinada a casarse. A la muerte de su esposo, no obstante, había tenido ya 6 hijos, una notable cifra para una mujer tan joven.

    Como dices, muy distinta es esta imagen sobria y de autoridad de la nueva regente de respecto a la de aquella joven reina ricamente vestida a la que retrataba Velázquez en 1652.

    Un saludo.

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  18. Por supuesto que te leí, sólo que últimamente estoy muy espeso, así que leo y callo.

    Respecto a la reina regente, siempre me inspiró mucha lástima. Fue sufrida hasta en su dolorosa muerte.

    Saludos

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  19. Jordi: me alegro de verte, de hecho me pareció extraño porque se que es un tema que te interesa.

    Como dices doña Mariana fue una gran mujer y una gran sufridora, calló su cáncer de pecho hasta que éste era ya del tamaño de la cabeza de un bebé como decían en la época, y calló sólo por religiosidad y pudor.

    Un saludo.

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