lunes, 30 de agosto de 2010

LAS GUERRAS DEL REINADO (II): LA GUERRA DE DEVOLUCIÓN (PARTE IV)

Mapa que muestra el avance francés durante la Guerra de Devolución.

Con la temprana rendición de Tournai aparecieron en Flandes muchos fantasmas ante la incapacidad hispana de presentar resistencia ante un enemigo muy superior en número. La población se mostraba apática ante un gobierno que no parecía presentar batalla, y cuyo ejército era demasiado escaso para controlar el territorio y poder así defenderse del agresor francés. Entre los balones y flamencos resonaba la idea de que su Rey y España les habían abandonado, y ningún socorro se podía esperar del Emperador o del resto de príncipes alemanes aliados. El desconsuelo y la desesperación habían también cundido entre los mandos hispanos que asistían en el gobierno de Flandes.

Las rendiciones apresuradas y la incapacidad del gobernador Castel-Rodrigo de presidiar convenientemente todas las ciudades de los Países Bajos ante la carencia de infantería, habían hecho que se temiese que los habitantes del país convinieran a entregar sus ciudades a los franceses proclamando su neutralidad. Sin embargo, lo cierto era que los valones y los flamencos, celosos de su integridad, no tenían demasiado aprecio a una Francia burocrática que estaba desarrollando el absolutismo y el centralismo, y que imponía elevadas cargas hacendísticas sobre la población para el mantenimiento de su poderoso ejército. Pero parecía claro que la población de las ciudades, bastante independiente de por sí, no presentarían resistencia ante cualquier asalto francés sin esperanza alguna de que un ejército de socorro pudiera llegar a liberarles; tenían mucho que perder.

En este ambiente de desconfianza y desamparo que padecían los habitantes de los Países Bajos con respecto a España, la hija del Marqués e Castel-Rodrigo, junto con la Condesa de Monterrey y otras de las mujeres de los altos dignatarios hispanos que estaban en Bruselas, fueron enviadas al convento de Santa Clara escoltadas por sus maridos ante el temor de los nuevos acontecimientos. La salida de estas notables damas fue entendida por los habitantes de la ciudad como una huida, por lo que se extendieron rumores de abandono y se temió que se produjese algún alboroto popular. En estas circunstancias, el gobernador Castel-Rodrigo, pese a estar enfermo de gota, paseó por las calles de la ciudad a caballo para atestiguar que no abandonaría la ciudad. Pero el paseo de Castel-Rodrigo no bastó para asegurar del todo los ánimos de los naturales, según el mismo comentaba: “conociendose en los semblantes nos miraban a todos con horror y deprecio” (1).

Volviendo al tema militar, tras la caída de Tournai los franceses se dirigieron a la vecina Duoai, la rodearon y empezaron a levantar trincheras para circunvalar la plaza. La guarnición presente en la ciudad se componía de 3 compañías de caballería y 4 de infantería, algo más de 300 hombres, todos ellos balones al mando de Jean-Philippe d’Yve, barón d’Ostiche. El 6 de julio, después de 6 días de asedio, la guarnición capituló ante las peticiones de rendición de la población civil. Pero antes la guarnición opuso cierta resistencia, llegando a ser herido levemente en el asedio el mismísimo Vauban (2).

Lo más doliente de la rendición fue la prácticamente nula resistencia opuesta por el gobernador del fuerte vecino de Escarpe. Este pequeño recinto fortificado, al mando de un gobernador español, estaba presidiado por una compañía de infantería valona libre, con una dotación teórica de 50 hombres sobre el papel. Pero en esos momentos seguramente apenas tenía algunos hombres, por lo que éstos no podrían haber opuesto apenas resistencias a un asalto. Pese a ello, la rápida rendición incondicional del fuerte y la fuga de su gobernador causó ampollas en el alto mando hispano. Si bien había sido comprensivo ante la rendición de los gobernadores de ciudades, a los que la población civil les obligó de algún modo a rendirse, no lo fue tanto en un puesto eminentemente militar y en el que no había civiles a los que proteger. Los militares debían haber combatido antes de su rendición, debían haber salvado su honor, por lo que el gobernador, un tal Alverado, fue condenado a muerte en Gante por su mala actuación, intentándose así dar ejemplo a los demás. Pero a pesar de su arresto, Alverado pudo huir de la prisión por lo que no pudo ser decapitado, duro revés para la justicia militar (3).



Fuentes principal:

* Rodríguez Hernández, Antonio José: “España, Flandes y la Guerra de Devolución (1667-1668). Guerra, reclutamiento y movilización para el mantenimiento de los Países Bajos españoles”. Colección Adalid/Ministerio de Defensa, 2007.


Notas:

(1) Carta del Marqués de Castel-Rodrigo de 4 de agosto de 1667. A.G.S. Estado Leg. 2.106.

(2) Carta del Marqués de Castel-Rodrigo de 6 de julio de 1667. A.G.S. Estado Leg. 2.106.

(3) Papeles sobre la reforma del ejército de 1662. A.G.S. Estado Leg. 2.099. Aviso de Bruselas de 23 de julio y 6 de agosto de 1667. A.S.V. Segretaria di Stato, Fiandra 55. Noticias recibidas de Bruselas de 6 de julio de 1667. Noticias concernientes a la ocupación de Douai y el sitio de Lille por las tropas francesas. B.N. ms. 3.396.

18 comentarios:

  1. La verdad es que España hizo un papelon, sí. Tenían muchos motivos para temer que los habitantes convinieran en entregar sus ciudades a los franceses.
    No son estas sus paginas mas gloriosas precisamente.

    Feliz comienzo de semana, monsieur

    Bisous

    ResponderEliminar
  2. Madame: asì es, los ciudadanos de los Paìses Bajos veìan como el gobierno espanol no estaba en grado de defenderles por desgracia y antes que ver sus ciudades arrasadas preferìan entregarlas.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. Alverado la tenìa muy clara:

    "soldado que huye, sirve para otra batalla".

    No fue el ùnico que pensò asì.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Gaucho: asì es como debìa pensar Castel Rodrigo seguramente...

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. No es para cubrirse de gloria con estas actuaciones de tan poco arrojo y valentía. En todo caso, las actuaciones de los encargados de la defensa fueron prudentes, aunque la prudencia puede ser calificada por algunos de cobardía, para otros fue sin duda lo único que inteligentemente se podía hacer frente a un enemigo mucho más poderoso.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Cayetano: la prudencia o la cobardìa depende como otras muchas veces del punto de vista como se mire, lo cierto es que poco se podìa hacer ante el poderìo francés.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  7. No me enorgullece mucho ser hispanodescendiente tras leer esto, pero realmente una guerra no se gana muriendo por su patria, hizo bien el gobernador al huir.

    Reales Saludos

    ResponderEliminar
  8. Muerte o deshonor, difícil disyuntiva para los simples mortales, aunque hay cargos en los que se presupone la respuesta y ese era el caso.

    Aunque visto desde el prisma actual probablemente sería condecorado por su cobardía.

    ResponderEliminar
  9. Mathías: ante tan negra situación la verdad es que la cosa no estaba para heroicidades...

    Un real abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Isra: como dices es ese era un claro ejemplo en el que el honor estaba por delante y más en una sociedad en la que el HONOR era algo por lo que se moría y si se perdía se prefería la muerte...como dices hoy en día habría sido condecorado con la cruz de isabel la Católica por evitar conflictos con un "país vecino"...

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  11. Poco se hizo para defender aquellos territorios, pero con los medios que se tenía, no se podría haber hecho mucho más.

    Saludos

    ResponderEliminar
  12. Jordi: la verdad es que no, poco había que hacer ante un ejército tan bien organizado y potente como el de Luis XIV.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  13. A mí me pafrece que hay que ser tan caballero y honorable en las victorías como en las derrotas. Y si no hay que ver la actitud de Spínola en el cuadro de la "Rendición de Breda" de nuestro maestro Velázquez. Aunque creo que la realidad fue otra muy distinta y menos bella...

    Saludos

    ResponderEliminar
  14. Carmen: asì es, como todo en la vida hay que saber ganar y perder y, sobre todo, aceptar cuando es imposible ganar...

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  15. Siguen pintando bastos... no se ve de momento ninguna jugada ni de suerte ni de audacia...

    ResponderEliminar
  16. José Luis: la cosa estaba muy pero que muy mal la verdad...

    Saludos.

    ResponderEliminar
  17. Hay que saber ganas y perder
    Creo que España ha sido gran ejemplo.

    Muchas gracias, Carlos II, por todo tu esfuerzo e increible labor

    Un abrazo muy fuerte. Preciosas las fotografías de tu viaje.

    ResponderEliminar
  18. Chevalier: tu lo has dicho, hay que saber ganar y perder y a Espana en este perìodo, por desgracia, le tocò siempre perder.

    Muchas gracias por tus palabras.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar