lunes, 3 de enero de 2011

LA FAMILIA DEL REY, LOS TÍOS DE CARLOS II: EL INFANTE DON CARLOS (PARTE I)

El infante don Carlos, obra de Diego Velázquez (h. 1626-1627). Museo del Prado de Madrid.

El infante don Carlos vino al mundo el 15 de septiembre de 1607 en Madrid. Fue el quinto hijo, segundo varón, del rey Felipe III y de su esposa, la reina doña Margarita de Austria. Era, por tanto, hermano de Felipe IV, del cardenal-infante don Fernando, de la reina Ana de Francia (esposa de Luis XIII y madre de Luis XIV) y de la emperatriz María (esposa del emperador Fernando III y madre de doña Mariana de Austria y el emperador Leopoldo I).

Como se ve, el matrimonio de Felipe III y su esposa doña Margarita de Austria era especialmente prolífico para lo que era la norma entre los Austrias españoles. Felipe III no carecía, pues, de herederos y cuando su hijo mayor ascendió al trono en 1621 surgió una situación que no se había producido muy a menudo en la corte española: el trono era ocupado por un monarca joven y aún sin hijos, por lo cual sus hermanos eran los primeros en la línea sucesoria (1). Se trataba de una novedad que contenía una serie de peligros políticos potenciales y el primero en darse cuenta de ello fue el nuevo hombre fuerte del gobierno de la Monarquía, don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares.

Olivares apuntó sus primeras reflexiones sobre el delicado asunto en su “Gran Memorial” de 1624. En esta importante serie de recomendaciones destinada a Felipe IV, que entonces tenía 19 años, señalaba: “La nobleza se compone de los infantes, los grandes, señores, caballeros e hidalgos” (2). Uno de los rasgos más chocantes de esta clasificación es la inclusión entre los nobles de los infantes don Carlos y don Fernando. Al dedicarles una sección dentro del epígrafe general de “la nobleza”, Olivares era consciente de que tocaba un problema particularmente delicado. Su preocupación por los infantes, que según parece rayaría la obsesión durante los siguientes años, puede sólo comprenderse si se inserta en el contexto general de la historia de Castilla. Felipe IV aún no tenía un heredero, y por primera vez en la historia de los Austrias españoles había infantes adultos en Castilla.

El Conde-Duque de Olivares por Velázquez.

Los ejemplos medievales del papel que habían desempeñado los infantes en la vida política de Castilla, sobre todo en épocas de inseguridad respecto a la sucesión, resultaban lo bastante inquietantes como para sugerir la necesidad de tomar ciertas precauciones. La autoridad de Felipe IV era igualmente la de Olivares y mientras que la facción de los Sandovales del anterior valido, el Duque de Lerma, no quedara del todo arrinconada, el Conde-Duque tenía que obrar con cuidado. El que un grupo de grandes desafectos se apiñara entorno a un infante, presunto heredero al trono, representaba una amenaza no sólo para el poder del Valido, sino también para la estabilidad del propio trono. Sólo unas pocas semanas antes de que Olivares presentara su “Gran Memorial”, el nuncio apostólico comentaba que los infantes eran los primeros en sentir el dominio que el Valido tenía sobre el Rey (3), y don Gaspar, que seguramente había estudiado el carácter de don Carlos tan de cerca como había estudiado el de su hermano mayor, tenía buenos motivos para pensar que el resentimiento de este infante tan dócil se veía estimulado por personas que conspiraban a favor de su caída. Su mayor esperanza era ganarse la confianza de los infantes, del mismo modo que había logrado obtener la del Rey, y de esta época data el memorial que escribió para don Carlos, aconsejándole cariñosamente sobre cómo debía comportarse en las audiencias (4).

Pero aunque lograra ganarse su confianza (y el enérgico temperamento del cardenal-infante don Fernando hacía entender que, al menos con él, la tarea no iba a ser fácil) estaba decidido a no correr riesgos con los infantes. Aconsejó al Rey que tuviera mucho cuidado a la hora de seleccionar a sus servidores, y que se asegurara de que se hallaban lejos de “la comunicación de los grandes y ministros de importancia, fuera de los confidentes y favorecidos de V. Majd”. En cuanto se presentara la ocasión, habían de ser acomodados mediante casamientos en cualquier reino o provincia fuera de la Monarquá Hispánica; mientras tanto, Felipe IV debía darles la bienvenida con los brazos abiertos, pero con “el freno en la mano” (5).

A los pocos meses de escribir estas palabras, Olivares añadía de forma bastante incongruente a un memorial sobre la reforma del Consejo de Hacienda un párrafo que se refería a lo que él llamaba “el negocio grande y arduo de lo que se ha de hacer con los señores infantes, don Carlos y don Fernando”. No debía tenérselos, decía, en tal sujeción que los más maliciosos pudieran decir que estaban en una “especie de prisión” (6). En octubre de 1625, cuando don Carlos tenía 18 años y don Fernando 16, coronó estas advertencias con un escrito en el que se daba un elenco de los posibles partidos para don Carlos, al tiempo que sugería unos destinos más o menos inverosímiles para los dos jóvenes. A don Carlos, por ejemplo, se le podía nombrar virrey de Sicilia, o darle el mando de la lucha contra el Turco, mientras que al Cardenal-Infante se le podía enviar a Orán (7). Un año después, una junta especial formada por ministros con largos años de experiencia en sus cargos, entre los que se contaba el propio Olivares, seguía meditando la cuestión y, tras muchas cavilaciones, tomó algunas resoluciones probables que acabarían siendo llevadas a la práctica años después: Portugal sería el destino de don Carlos y Flandes el de su hermano menor (8).



Fuentes principales:

* Aldea Vaquero, Quintón: “El cardenal-infante don Fernando o la formación de un príncipe de España”. Real Academia de la Historia, 1997.

* Elliott, J. H.: “El conde-duque de Olivares”. Crítica, 2004.

* Vermeier, René: “En estado de guerra. Felipe IV y Flandes 1629-1648”. Universidad de Córdoba, 2006.


Notas:

(1) Existió una situación similar en los primeros años del reinado de Carlos I; hasta el nacimiento del príncipe Felipe (futuro Felipe II), su hermano, el infante don Fernando, fue el sucesor designado. (J.H. Elliott, “The Count-Duke”, p. 185).

(2) Véase Elliott, J. H., y de la Peña, J. F.: “Memoriales y cartas del conde-duque de Olivares”, 1, p. 52. Sobre esta clasificación véase Dominguez Ortiz: “La sociedad española”, 1, pp. 190-1991.

(3) ASV, Spagna 65, fol. 74; despacho del nuncio; 30 de octubre de 1624.

(4) Marañón, Gregorio: “El Conde-Duque de Olivares. La pasión de mandar”. Espasa-Calpe, 2006. Apéndice XXI.

(5) Véase Elliott, J. H., y de la Peña, J. F.: “Memoriales y cartas del conde-duque de Olivares”, 1, p. 52. Sobre esta clasificación véase Dominguez Ortiz: “La sociedad española”, 1, pp. 53.

(6) Íbidem, p. 130 (4 de junio de 1625).

(7) Íbidem, doc. VIII (Papel del Conde Duque…sobre el estado de los señores infantes).

(8) Íbidem, p. 163.

24 comentarios:

  1. A mi me encantaba esa propuesta de que a don Carlos se le podía nombrar virrey de Sicilia, o darle el mando de la lucha contra el Turco, mientras que al Cardenal-Infante se le podía enviar a Orán. Era tan exótico! Al final se quedó la cosa en algo más de andar por casa. Ay, que dificil es acomodar a toda la familia convenientemente!

    Buenas noches, monsieur

    Bisous

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  2. Muchas felicidades para este año, dale vida a tus sueños y que la crisis económica
    pase de largo.

    ¡¡Feliz año 2011!!

    Un abrazo.

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  3. Nunca habia recapacitado en ello, pero es verdad que, al menos, en la teoría era peligroso un rey jóven, sin descendientes, y con hermanos adultos dispuestos a poder tomar el poder en caso de torcérseles las cosas al rey. Tal vez Olivares temía la lucha entre Pedro el Cruel y Don Enrique de Trastámara, o pensaba en Ricardo Corazón de León. Si nos ponemos a pensar, si su majestad no hubiese llegado a la edad adulta, ¿habría Austrias aún hoy en España?
    Como siempre, Carlvs, que tengas un gran año y mejor día de Reyes, así como a todos los que formamos esta comunidad. Saludos.

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  4. no se puede negar que el Olivares dominaba la alta política muy bien

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  5. El Conde Duque de Olivares podría pecar de manipulador y soberbio -y si no que se lo pregunten al amigo Quevedo-, pero de lo que no cabe ninguna duda era de su capacidad e inteligencia para saber bandearse con los problemas que se le presentaban, y el de los infantes adultos era uno y gordo.
    Un saludo y no se te olvide poner tus zapatos en buen sitio la noche de Reyes.

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  6. Parece que Olivares se preocupaba de proteger a los válidos de la Corona, viendo el problema de las consanguinidades que había entre los reyes europeos, aunque los apartó de la Corona española...
    (Si te traen los Reyes jamón, pon alguna "chullica" de aperitivo en el blog)
    Un abrazo Carolvs

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  7. Que intrigas.

    Como siempre, muy didàctico, Carolvs.

    Venturoso 2011.

    Un abrazo.

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  8. Se dice que el Infante era de carácter muy reservado. En el retrato hay, una vez más en el caso de los Habsburgo del XVII, cierto desdén en el gesto.

    Espero con interés la segunda parte de esta descripción del personaje.

    Saludos.

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  9. Madame: lo de la lucha contra el Turco tenía tintes muy románticos, a lo don Juan de Austria y lo de Orán era demasiado exótico para un infante. Al final Carlos moriría demasidado joven, pero el cardenal-infante sí que se convertiría en uno de los generales más afamadosa de su tiempos a la par que en Gobernador de los Países Bajos como veremos en futuras entradas.

    Un beso.

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  10. Ricardo: muchas gracias, te deseo lo mismo para ti y los tuyos.

    Feliz 2011.

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  11. Paco: la historia de Pedro el Cruel y su hermano bastardo, marcaría la mentalidad de los gobernantes de Castilla durante mucho tiempo, de ahí también venía el temor a otro famoso bastardo que en este caso no llegaría a Rey pero sí a primer ministro, don Juan José de Austria.

    Un abrazo y feliz día de reyes para ti también.

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  12. José Luis: Olivares fue probablemente el mejor político de la España del XVII, preparado y con miras, pero eran malos tiempos...

    Un saludo.

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  13. Cayetano: como dices era prepotente y orgulloso, pero a la vez capaz y trabajador. Como decía en el anterior comentario, y junto a don Juan José de Austria, probablemente fue el mejor político del Siglo de Oro español.

    Ya tengo la carta escrita y los zapatos preparados ;)

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  14. Javier: a Olivares le interesaba alejar a los infantes, pero el hecho de dejarles sin casamiento fue una de las razones de las extinción de los los Austrias como señalé en una entrada hace tiempo...

    Lo del jamón está hecho ;), que te traigan muchas cosas los reyes.

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  15. Gaucho: muchas gracias.

    Feliz 2011 tambien para ti, un abrazo.

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  16. Retablo: sí, eran un persona muy introvertida, pero a la vez amante de la poesía y las mujeres como su hermano mayor. Ya lo iremos viendo en las sucesivas entradas...

    Un cordial saludo.

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  17. Claro, me doy cuenta de que esa situación no se había producido, es decir la coincidencia de que el rey tuviera dos hermanos varones, desde Carlos V y su hermano Fernando. En aquel caso ambos heredaron una parte del gran imperio y asunto concluido.

    Con los infantes don Carlos y don Fernando, ante el peligro que se suponía la coincidir en la corte tres hermanos varones se optó por la solución más fácil: destinarles a distintos dominios de la monarquía hispánica pero siempre bajo el yugo de su hermano mayor y legítimo rey Felipe.

    Saludos

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  18. Cuestión dificultosa es el qué hacer con los familiares, sin embargo tengo entendido que el Infante Don Carlos no era muy amigo de la política y que era de difícil personalidad. Si alguna vez estuvo cerca del trono fue más bien por las circunstancias que por voluntad propia a esta circunstancia habría que unirle a Olivares y su afán de alejar molestos personajes del poder.

    Esperamos su próxima entrada amigo Carolus :-)

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  19. Carmen: así es, desde tiempos de Carlos V no se producía una situación semejante y también entonces se optó por mandarle a Viena para tenerle alejado de la Corte de su hermano. Más de un varón real adulto en la Corte era un asunto demasiado espinoso...

    Un beso.

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  20. Pedro: dices bien, ya veremos esos rasgos de su personalidad en las próximas entradas.

    Un saludo.

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  21. Pues Olivares nunca me pareció un mal gobernante. Tuvo poca fortuna y hay que reconocer que algunas de sus disposiciones fueron muy impopulares, pero sin él, la Monarquía se hubiese hundido más pronto. Manipulador como era, tenía que cubrirse la espaldas alejando a los infantes, que como comentas, siempre podían ser fuente de conflictos y bandosidades. Lo de ser virrei de Sicilia pase, pero lo de Orán me parece una verdadera tontería. ¿Qué iba a hacer un infante en Orán?

    Saludos, Alberto.

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  22. El poder del siglo de oro amigo...

    Saludos y un abrazo.

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  23. Jordi: Olivares, a pesar de lo que digan las malas lenguas, fue el mejor gobernante que pudo tener la Monarquía en aquel momento. Se necesitaba un hombre que rigiese los destinos del país con mano de hierro como él hizo, y recordemos que el valimiento no fue exclusivo de España, sino que contemporáneamente teníamos a Richelieu en Francia, Buckingham en Inglaterra, Oxentierna en Suecia, etc.

    Yo tampoco veo a todo un infante de España luchando contra el moro en Orán...

    Un abrazo.

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