viernes, 5 de febrero de 2010

LA FAMILIA DEL REY, LOS HERMANOS DE CARLOS II: DON JUAN JOSÉ DE AUSTRIA, BASTARDO REAL Y MESÍAS DEL PUEBLO (PARTE IX)

Grabado alegórico de don Juan José de Austria por Pedro Villafranca Malagón (1670). Biblioteca Nacional de España.

Antes de iniciarse la campaña de 1663, Felipe IV contrató na serie de navíos de guerra para servir en corso contra los rebeldes portugueses. Por otra parte, ese año la Corte quiso iniciar la campaña con el cerco a Lisboa, tanto por tierra como por mar, con el objetivo de poner fin de forma rápida a esta larga guerra. Sin embargo, estos tuvieron que ser abandonados, sobre todo por falta de recursos. Por otra parte, y a pesar de las promesas hechas a don Juan, en el sentido de proporcionarle caballos, artillería, víveres para cinco meses de campaña, pagas para los soldados y todo los necesario para iniciar la campaña en abril, se remitieron tarde cantidades a Alemania, Italia y Flandes, para la realización de levas de veteranos, que eran los más valorados por don Juan en Portugal, con lo cual se impuso la dilación en el comienzo de la campaña.

Poco a poco irían llegando los tercios viejos de españoles e italianos. Por su parte los portugueses también llevaban a cabo los preparativos pertinentes: el Conde de Vila-Flor, don Sancho Manuel (1), recibió el mando general del ejército, mientras Dionisio Melo ejercía el cargo de general de la caballería y Luis de Meneses (2) el de la artillería, mientras Schomberg (2), por su parte, conservó el cargo de maestre de campo general. Éste último era la verdadera alma del ejército rebelde portugués y quien más colaboró en introducir la disciplina en las fuerzas lusas.

A pesar de la reglamentación dada por Felipe IV sobre la navegación en corso, los auxilios continuaban llegando a Portugal sin que los corsarios pudieran detener el tráfico comercial en las cosas lusitanas. Ante estas noticias, se dieron las oportunas órdenes de vigilancia en las costas hispanas pero con las debidas precauciones para no contravenir ningún punto de los acordados en los capítulos de las paces con Inglaterra, Francia y las Provincias Unidas, a pesar de que estas naciones no las tenían en absoluto en cuenta.

El Ejército de Extremadura, al mando de don Juan salió de Badajoz el 6 de mayo compuesto por 26 tercios de españoles, 8 tercios de italianos, 5 tercios de alemanes, un tercio de franceses, 11 de trozos de caballería, así como artillería y proveeduría. El camino entre Extremadura y Estremoz se dividió en 5 marchas. Mediante la utilización de minas se fueron volando, sucesivamente, diferentes atalayas:

* el 8 de mayo, las de Perdigón y Mejía.

* el 10 de mayo, la de Fuente de los Zapateros.

* el 11 de mayo, la de Fuente de las Ventas de Ascaravizas.

Las villas de Borba y Monforte tuvieron la oportunidad de confirmar su obediencia al ejército español. El 11 de mayo prosiguió la marcha hasta Estremoz, donde partidas de caballería portuguesa espiaban a los hispanos, desde los tupidos olivares. Estremoz constituía una auténtica plaza de armas para los portugueses, debido a las características del paraje y a la fertilidad de los campos y dehesas, todos de regadío. En torno a la villa se habían creado nuevas fortificaciones, aprovechando la situación geográfica, las cuales albergaban una guarnición formada por 8.000 infantes y 2.000 caballos, dirigidos por el Conde de Vila-Flor y Schomberg, nuevo general de los extranjeros.

Vista la imposibilidad de tomar Estremoz, se decidió conquistar Évora, ya que esta villa carecía de fortificación, artillería y municiones. Además, su guarnición se reducía a 300 caballos y 1.000 infantes, si bien el Conde de Vila-Flor había enviado refuerzos y municiones. Una vez que se hallaron a las puertas de Évora, los ejércitos de don Juan esperaron a que los lugareños se rindieran sin presentar batalla, como así sucedió finalmente.

Algunos días después de capturar Évora, la segunda ciudad de Portugal, el victorioso ejército de don Juan, abandonó la ciudad, dejando atrás una importante guarnición. Fue una salida apresurada, forzada por don Juan debido a la escasez de alimento para mantener su ejército.

En un esfuerzo por avanzar a través del territorio enemigo, don Juan dejó su artillería pesada en Évora. La ruta más rápida para guarnecerse habría sido marchar al Este, a Juromenha, la cual había sido tomada un año antes, donde el ejército podía cruzar el río Guadiana y estar más seguro. Sin embargo, esa ruta estaba bloqueada por un Ejército portugués. Con el alimento acabándose peligrosamente, don Juan y sus generales habían puesto a sus soldados a medias raciones y decidieron hacer una rápida marcha para encontrar protección en otra ciudad conquistada: Arronches. En la tarde del 8 de junio, durante el segundo día de marcha, justo cuando su ejército avanzaba por la sierra a través de un paso estrecho, se vio obligado a combatir contra el enemigo. El mismo ejército portugués que había estado bloqueando su ruta hacia Juromenha había ido a su encuentro para interceptar su retirada. Después de seguir durante dos días tras el ejército de don Juan como una sombra, los comandantes del ejército portugués pensaron que la dificultad presentada por la estrechura de la sierra ofrecía su última oportunidad para obtener una ventaja táctica sobre el ejército de Felipe IV, puesto que una vez que se saliera de la sierra alcanzaría campo abierto y tendría la marcha expedita hacia Arronches. Los portugueses lo arriesgaron todo en esta batalla. Sabían que si no interceptaban al ejército hispánico, éste reuniría refuerzos y entonces serían ellos los que se encontrarían en la problemática situación de tener que colocar dos grandes ejércitos en el campo de batalla: uno para sitiar y recapturar Évora, y otro para contener la enorme fuerza de invasión de la Monarquía Hispánica. Si presentaban batalla y eran derrotados, las tropas de invasión tendrían expedito el camino hacia Lisboa, y la conquista de Portugal sería un hecho.



Padrão conmemorativo de la Batalla de Ameixial del 8 de junio de 1663 en el que se puede ver el desértico paraje en el que se desarrolló la misma así como los olivares.

En una batalla que comenzó a primera hora de la mañana con intercambios de artillería desde baterías montadas en los montes, se llegó al combate cuerpo a cuerpo hacia las tres de la tarde. Los portugueses consiguieron la victoria. El ejército de don Juan había sido vencidos por la geografía y las limitaciones que ésta impuso en el empleo de la estrategia, las tácticas y la logística, sin menospreciar la audacia de los portugueses, que asumieron un gran riesgo.

La inesperada y grave derrota en esta batalla, que pasaría a la historia como de Ameixial por haber tenido lugar en las cercanías del pueblo de Santa Vitoria do Ameixial, a 10 km de Estremoz, supuso el comienzo del fin de 28 años de intentos de reconquistar Portugal. No tardaría en llegar desde la Corte un aviso para que don Juan emprendiese camino hacia Madrid.

Alojado en el Palacio del Buen Retiro, su presencia en Madrid estaba prevista para unos pocos días, sin embargo, la estancia se prolongaría mucho más, pese a que desde Portugal se reclaba con urgencia su presencia.


Durante esta estancia don Juan recibió el título de Capitán General de la Mar:


“ (…) os elijo, y nombro por el tiempo que fuere de mi voluta por mi Capitán General y General del Mar Mediterráneo y Adriático, de las galeras mías que al presente están armadas y se armen adelante…y distrito del dicho cargo de Capitán General de la Mar por la parte de África, se entiende hasta Larache, y que por la parte de España, ha de llegar y llega hasta Ayamonte, y el río Guadiana, que divide a Castilla de Portugal, y quiero y mando que habiendo vos el dicho don Juan, mi hijo, hecho primeramente el juramento que para eso se requiere, seáis habido y tenido por tal mi Capitán General…dada en Madrid a 3 de septiembre de 1663. YO EL REY” (4).


No obstante, y a pesar de tal nombramiento, don Juan sufrió una gran humillación durante su estancia madrileña desde algunos frente que le reprochaban el haber protagonizado importantes desastres militares. Aunque la más significativa de todas aquellas censuras procediese del que el Rey, su padre, no le llamase a su presencia, de hecho los contactos entre padre e hijo vinieron a realizarse a través del Duque de Medina de las Torres, uno de los principales personajes cortesanos de la época.


Pero a pesar e todo, la contienda portuguesa no tenía tregua. El 1 de octubre, don Juan partía nuovamente hacia aquellas tierras, haciéndolo nuevamente hacia la extremeña localidad de Badajoz, convertida desde hace tiempo en la lanzadera de los ejércitos de Felipe IV en quella operaciones militares.


El real bastardo, sumido en el pesimismo, inició la campaña de 1664 con escasos ánimos y pocas esperanzas de conseguir grandes objetivos.


La campaña fue nuevamente negativa para los intereses hispanos. Ante esta situación a todas luces insostenibile, don Juan solicitó al Rey permiso para abbandona la campaña y retirarse a Consuegra o a cualquier otro lugar de la Orden de San Juan de la que era Gran Prior.


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Fuentes principales:


* Castillo Soto, Josefina. Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV) : su labor política y militar. Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1991.

* Ruiz Rodríguez, Ignacio. Don Juan José de Austria en la monarquía hispánica : entre la política, el poder y la intriga. Dykinson, S.L. - Libros, 2008.


* Valladares Ramírez, Rafael. La rebelión de Portugal: guerra, conflicto y poderes en la monarquía Hispánica (1640-1680). Junta de Castilla y León, 1998.


* White, Lorraine. Estrategia geográfica y fracaso en la reconquista de Portugal por la Monarquía Hispánica (1640-1668). Ediciones Universidad de Salamanca. 2003.


(1) Sancho Manoel de Vilhena (1610-1677), conde de Vila-Flor. Combatió en varios escenarios de Europa Central y, entre 1638 y 1640, luchó contra los holandeses en Brasil. Una vez unido a la rebelión portuguesa contra el gobierno de Felipe IV, fue nombrado maestre de campo general, participando en la defensa de Beira. Salió vitorioso de la Batalla de las Líneas de Elvas de 1659 contra las tropas españolas comandadas por don Luis de Haro.


(2) Antonio Luis de Meneses (1603-1675), marqués de Marialva y conde de Cantanhede. Fue probablemente el general portugués más importante de la Guerra de Restauración Portuguesa. Conspirador clave del 1° de diciembre de 1640 contra el gobierno español. Tomó parte activa en el asalto al Palacio de Lisboa y la deposición de la Duquesa de Mantua, que ejercía como virreina de Portugal en nombre de Felipe IV. En 1641 fue nombrado mestre de campo organizando las defensas contra los ataques españoles. Participó en casi todas la batallas de la Guerra de Portugal entre 1641 y 1665. Sus mayores victorias fueron la Batalla de las Líneas de Elvas de 1659 y la Batalla de Montes Claros de 1665 que supuso el impulso definitivo para la independencia de Portugal al desencadenar las negociaciones que finalizarían en el Tratado de Lisboa de 1668 que supuso el reconocimiento oficial de la independencia del país luso y en el cual Meneses estuvo presente.


Su carrera política tras la guerra no fue tan exitosa, y murió pobre y olvidado en 1675.


(3) Fue uno de los mejores generales de su tiempo. Natural de Heidelberg, la capital del Palatinado. Fue un calvinista convencido. Huérfano a los pocos meses de su nacimiento, empezó su carrera militar bajo las órdenes de Federico-Enrique de Orange-Nassau, estatúder de las Provincias Unidas, pasando en 1634 al servicio de Suecia, donde se puso a las órdenes del prestigioso general Bernardo de Weimar, y, posteriormente, al de Francia en 1635.

En 1639 se reincorporó al ejército holandés, en el que se mantuvo hasta 1650. Después se reincorporó al ejército francés como oficial general (maréchal de camp), bajo el mando de Turenne en las campañas contra España, siendo nombrado lieutenant-general en 1665.

Tras la paz de los Pirineos, Schomberg fue enviado como consejero militar a Lisboa con el apoyo secreto de Carlos II de Inglaterra. Luis XIV para no violar el tratado firmado con España le privó de sus oficiles franceses. Tras muchas dificultades en las tres primeras campañas causadas por la insubordinación de oficiales portugueses, Schomberg consiguió la victoria en la Montes Claros el 17 de junio de 1665 sobre el ejército español mandado por Marqués de Caracena que llevó a las negociaciones del Tratado de Lisboa de 1668 que reconoció la independencia de Portugal.

Tras participar con su ejército en la revolución que depuso al rey Alfonso VI en favor de su hermano Pedro, y terminar la guerra con España, Schomberg volvió a Francia, se nacionalizó francés y compró el señorío de Couber cerca de París. Había sido recompensado por el Rey de Portugal, en 1663, con la categoría de Grande y el título de Conde de Mértola. En 1673 fue invitado por Carlos II de Inglaterra, con vista a que tomara el mando de su ejército, pero la opinión general fue tan contraria a su nombramiento, a causa de su influencia francesa, que finalmente no se llevó a efecto. Por tanto, entró de nuevo al servicio de Francia. Su primeras operaciones en Cataluña no tuvieron éxito debido a la desobediencia de sus subordinados y a la rudeza de sus tropas, pero se recuperó del error de 1674 retomando Fort Bellegarde en 1675. Para entonces fue hecho mariscal.. La corriente se había vuelto ahora contra los hugonotes por lo que los méritos de Schomberg fueron ignorados durante mucho tiempo debido a su pertenencia a la religión protestante. La revocación del Edicto de Nantes (1685) le hizo dejar su país adoptivo.

Finalmente fue nombrado general en jefe de las fuerzas del Elector de Brandenburgo, y en Berlín fue el líder reconocido de miles de hugonotes refugiados allí. Poco después, con el consentimiento del Elector, se unió al Príncipe de Orange en su expedición a Inglaterra de 1688. Al año siguiente fue hecho Caballero de Garter, se creó el Ducado de Schomberg, fue nombrado General en jefe de Suministros, y recibió de la Cámara de los Comunes una asignación de 100.000 libras para compensarle por la pérdida de su patrimonio francés, del cual Luis XIV le había privado.

En agosto de 1689 fue nombrado comandante en jefe de la expedición enviada a Irlanda contra los partidaros jacobitas de Jacobo II. Una vez capturado Carrickfergus marchó sin oposición por un país desolado hacia Dundalk, pero, debido a que la mayoría de sus fuerzas eran bastos e indisciplinados a la vez que inferiores en número que el enemigo, estimó imprudente arriesgarse en una batalla, y afianzándose en Dundalk rechazó ser atraído más allá del círculo de sus defensas. Poco después apareció la peste y tuvo que retirarse al Ulster con sus fuerzas.

En primavera empezó la campaña con la captura de Charlemont, pero no realizó ningún avance hacia el sur hasta la llegado de Guillermo. En la Batalla del Boyne (1 de julio de 1690) Schomberg se opuso a la intención de Guillermo de cruzar el río frente al ejército contrario y mientras cabalgaba a través del río sin coraza para reunir a sus hombres, fue rodeado por caballeros irlandeses y abatido al momento. Fue enterrado en la catedral San Patricio, en Dublín.


(4) A.H.N. , Estado, Leg. 3.489.



4 comentarios:

  1. Una vez más tengo que reafirmar que tu blog es excelente. Suerte.

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  2. Y además muy original, con unas entradas que están muy bien documentadas y trabajadas, como ésta de hoy en la que el pesimismo del bastardo por los acontecimientos que lo rodean comienza a hacer mella en su ánimo. No es para menos.
    Un saludo.

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  3. Vá lá... um trabalho imparcial. Estamos habituados a ler textos de proveniência além-fronteira, mencionando sempre "ingleses e franceses" no nosso exército, como se de um facto determinante se tratassem. Aliás, o exército espanhol estava repleto de belgas, alemães, italianos e outros recrutas provenientes das dependências da Monarquia de Filipe IV. Nada de normal e bem típico da época.

    Muito mais preocupante é esta clara tendência do Canal de "História" em promover a desastrosa 2ª república espanhola. Uma vergonha! Repleta de meias-verdades, omissões às verdadeiras causas da Guerra Civil. Enfim, baixíssima propaganda comunista, a "preparar o terreno" para o pós-João Carlos I. Escandaloso, até porque aqui em Portugal, temos de visualizar estas autênticas megalomanias engendradas pelos órfãos vermelhos de Madrid.

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